martes, 29 de abril de 2008

Historias juveniles junto al inolvidable NELSON. "ENCERRADOS en un CLAUSTROFOBICO PLACARD"

Cuando obligadamente renunciamos al canal, yo seguía dibujando placas o cartones para televisión y Nelson se dedicaba a vender publicidad en forma independiente, esto le permitía sobrevivir medianamente bien, aunque ni a él ni a mí nos sobraba nada. Nuestra relación de amistad se fue fortaleciendo cada vez más, ya que jamás olvidaría su actitud caballeresca cuando prefirió perder su empleo antes de delatarme ante el director general del canal. Otra persona en su lugar, no habría vacilado en confesar que yó era el “cartonero” invisible, pero Nelson optó por guardar silencio e irse conmigo rumbo a un destino incierto.
El alquilaba un pequeño y pintoresco departamento en calle Alvarado de Bahía Blanca y ese lugar modesto, se había convertido en nuestro “nido” de aventuras. Una noche de sábado, fuimos a una confitería bailable muy conocida en la década del 60, que se llamaba “La Central” y era frecuentada por hombres y mujeres solas. “La Central” era un lugar exitoso que generalmente se llenaba de publico habitué. Nelson se imponía por su presencia impecable y siempre atraía la atención del público femenino. Carismático, con su voz grave y segura, lograba seducir fácilmente a determinadas representantes del sexo opuesto. En esa oportunidad notamos la presencia de dos mujeres bastante atractivas. Una de ellas era alta, delgada y tenía colocados anteojos de sol. La otra, era más baja, rubia y con un cuerpo exuberante. Nelson me miró y sin dudar un instante, comenzamos a caminar hacia la mesa donde estaban sentadas las dos mujeres.
En aquella época, se estilaba “cabecear” a cierta distancia a la mujer elegida. Era una leve señal con la cabeza, donde se la invitaba a bailar. Si la mujer aceptaba, inmediatamente se levantaba de su silla, esperaba al hombre y juntos iban hacia la pista.
En esta ocasión, optamos por sentarnos junto a ellas. Nelson pidió whisky con hielo para los cuatro y al rato, percibimos que les habíamos caído muy bien y todo indicaba que esa prometía ser una noche maravillosa. En el momento de la música lenta, junto a la chica de las gafas oscuras, fui a la pista. Los temas “mimosos” de Paul Anka, Nat King Cole y Elvis Presley, eran los que facilitaban el acercamiento con las chicas y era la oportunidad única para bailar “mejilla a mejilla”, abrazarlas y decirles palabras seductoras al oído.
Cerca de la una y treinta de la madrugada, las dos mujeres nos invitan a su departamento que estaba en un edificio ubicado a solo unos 300 metros de la confitería bailable. Para asegurarnos una estadía placentera, Nelson compró una costosa botella de whisky importado. En pocos minutos llegamos al lugar y una de las mujeres, la rubia abrió la puerta principal de acceso.
Entramos al ascensor y desde allí llegamos al tercer piso. Antes de ingresar al departamento, por pura casualidad, ví que en la pared de enfrente y casi a ras del suelo, había un agujero muy similar al de un impacto de bala.
¿Ché, quien anda disparando al piso?, pregunté a la chica de las gafas oscuras, que pareció hacer caso omiso a mi pregunta, se quitó el abrigo y fue hasta la cocina a buscar vasos y cubitos de hielo.
Yo me quedé con ella sentado en el living y Nelson, se encerró en el dormitorio con la rubia que daba todas las señales de ser la dueña del departamento.
Yo quería avanzar y besar a mi acompañante sin pérdida de tiempo. ¿Para qué querés los anteojos, si es de noche? le dije, al tiempo que se los quitaba suavemente. Grande fue mi impresión cuando me percaté que a la chica le faltaba el ojo izquierdo y que lo había reemplazado por uno de vidrio.
Inmediatamente le pedí disculpas y volví a poner las gafas en su sitio.
En ese mismo momento, se escucha el timbre del portero eléctrico. Mi acompañante se sobresalta. ¿Quién puede ser a esta hora?, Le pregunto.
Creo que el marido de mi amiga, me dice muy nerviosa. ¿Qué hacemos?, insisto. El timbre seguía sonando repetidamente. La chica se levanta y atiende.
Del otro lado se escucha claramente a un hombre que gritaba: ¡Abrí estúpida, ¿Qué estás esperando? Abrí de una vez!.La mujer vacilaba, mirándome con sus anteojos oscuros me dice: “Salgan rápido de aquí, él anda siempre armado con un revolver”. Cuando escuché esto último, abrí la puerta del dormitorio,allí estaban desnudos y en la cama Nelson y la dueña del departamento. ¡Ponéte la ropa, el marido de tu amiga está abajo y tiene un arma!,le dije desesperado a mi sorprendido amigo.
La chica de los anteojos no tuvo otra alternativa que abrir la puerta principal del edificio. Se escuchó el fuerte cierre de la puerta del ascensor. Evidentemente el hombre del revólver estaba subiendo.Nelson estaba paralizado, ya no teníamos posibilidades de huir, porque ahora se escuchó nítidamente que el ascensor se detenía en el piso donde nos encontrábamos.
¡El placard del lavadero, escóndanse allí! Nos indica la dueña de casa. Empujados por las dos mujeres, entramos a un pequeño mueble destinado a guardar escobas, secadores de piso, cajas con jabón en polvo, botellas de detergente, etc.
Las puertas del placard se cerraban por fuera con una traba. Apenas cabíamos en ese “sepulcro” de madera. Estábamos cara con cara en una oscuridad total.
El aire escaseaba y no queríamos emitir ruido alguno por temor a la reacción del “hombre del revólver”. Tanto Nelson como yó, presentíamos que si el tipo se deba cuenta de nuestra presencia, no dudaría en disparar contra el frágil mueble y traspasarlo de lado a lado como si fuera de cartón.
Bañados en transpiración, con miedo y al borde la asfixia, estuvimos allí hasta el amanecer. Por suerte, el “hombre del revólver” había descubierto la botella que compró Nelson y luego de tener sexo con su pareja, bebió whisky abundantemente hasta dormirse por completo. Cuando a eso de las siete de la mañana las dos mujeres abrieron por fin la puerta del placard, la posición incómoda y tensionante de tantas horas de encierro nos había acalambrado totalmente. Solo el deseo de salir cuanto antes de ese departamento, hizo posible que bajáramos los tres pisos por la escalera en tiempo record. Ya a salvo y rumbo al legendario bar Londres, Nelson me dice: Pipo, ¿vos sabías que yo practico boxeo?. Nó , no sabía y eso que tiene que ver, le respondo.
Y… Hubiera sido más fácil que yo me ocultara detrás de la puerta y cuando entraba el tipo, le pegaba una piña, lo ponía fuera de combate y nos evitábamos tantas horas de encierro. Era una mañana llena de tibio sol, no le respondí nada, simplemente lo abracé y le dije: ¡Tenémos que festejar Nelson, hoy sí que nacimos de nuevo!.

Historias juveniles junto al inolvidable NELSON - "EJECUTIVOS de VENTAS"

Uno de mis anhelos, fue siempre trabajar en televisión, un medio que llegó tardíamente a Bahía Blanca a principio de los años sesenta, época en que esa “caja” mágica nos mostraba inolvidables series como “Cuero Crudo"“, "Dimensión Desconocida”,“Combate”, “Batalla Aérea”, “Los Locos Adams” y “El Zorro” entre las memorables que se producían en los Estados Unidos. Yo estaba haciendo el servicio militar cuando la TV comenzó a convertirse en una “ventana” obligada en cada hogar. En Buenos Aires, los canales producían excelentes programas como “La Campana de Cristal”, “Sábados Circulares de Mancera”, “Viendo a Biondi” y muchos otros que posicionaban a la televisión Argentina entre las mejores del mundo y un alto porcentaje de este prestigio, se le debe a Goar Mestre, un visionario y exitoso empresario cubano que durante años dirigió los destinos de Proartel (Canal 13). Cuando me dieron la baja en el ejército, un compañero de apellido Izarra, me ofreció entrar a trabajar en Canal 7 (Telba), ya que su padre era uno de los accionistas de ese medio recién inaugurado en la ciudad.
Sin dudarlo acepté e ingresé a esa teledifusora que me mostraba un mundo interior , con una realidad muy distante a la que ofrecía la fantasía de la llamada “pantalla chica”. Al principio, tuve que pagar un breve "derecho de piso" en la “cineteca”, un pequeño sitio por el que pasaban y se controlaban todos los rollos de celuloide que contenían las series y películas. Las cintas casi siempre se resquebrajaban o rompían con facilidad y había que pegarlas con un líquido llamado “Acetona”. Al poco tiempo, la tarea de la “cineteca”, me resultaba aburrida y comencé a tratar de lograr que me incorporen al departamento de ventas del canal.
En esos años, vender publicidad para TV era casi heroico. Los comerciantes si bien veían este medio como novedoso, aún no se acostumbraban a pautar publicidad en él, principalmente por los altos costos del segundaje.
Uno de los directivos de la empresa confió en mí y fui nombrado ejecutivo de ventas. Por entonces tenía aún 21 años y después de un breve curso de ventas, salí a la calle a buscar nuevos clientes. Me habían asignado un pequeño sueldo y el 2% de comisión sobre mis ventas, indudablemente un porcentaje muy poco estimulante. En ese departamento, conocí a Nelson Juarez, que tenía un par de años más que yó y también cumplía funciones como ejecutivo de ventas de Canal 7. Nelson tenía una voz grave y una innegable presencia de “galán” de telenovelas. De modales y conducta de caballero, siempre se mostraba impecablemente vestido con trajes hechos a medida, Nelson, al igual que yó se empeñaba en conseguir publicidad para el canal, algo que nos resultaba sumamente difícil y casi imposible, porque la mayoría de los comerciantes que visitábamos solo se animaban a comprarnos 10 segundos por día, una insignificancia. Yo empecé a darme cuenta que el negocio era diseñar cartones publicitarios y nó vender los espacios, ya que en Bahía, no abundaban los dibujantes de cartones o placas que se entregaban fotografiadas y dentro de un slide. Ese slide del comercio o la empresa anunciante se ubicaba debidamente numerado junto a otros dentro de un tambor emisor que el director de operaciones iba disparando ordenadamente en cada corte publicitario de una serie o película. Ya con la imágen del cartón en pantalla, el locutor de turno, leía en “off” el texto comercial, mientras en el televisor se veía la publicidad gráfica con fotos, logotipo y ofertas de cada uno de los anunciantes. Al comienzo de nuestra relación, Nelson se mostraba distante y desconfiado, hasta que comenzamos a hacernos amigos y le propuse montar una pequeña empresa productora de cartones.
En un pequeño estudio que tenía en la casa de mis padres, todas las noches me quedaba dibujando y montando cartones hasta que amanecía. Cuando comenzó a difundirse que yo me dedicaba a dibujar estos spots, el trabajo iba aumentando a tal punto que muchas veces no dormía, ya que como ejecutivo de ventas, tenía la obligación de presentarme en el canal a las 8,30 de la mañana. Siempre fui enemigo de cumplir horarios o levantarme temprano. Además, tanto mi presencia como la de Nelson, ante el gerente comercial del canal era absurda e innecesaria, porque este hombre solo quería vernos las caras, desearnos éxito y de inmediato nos despedía con un enfático “a romper la calle muchachos”. Dibujar y montar cartones me estaba redituando más que la desgastante e improductiva tarea de ejecutivo de ventas junior y ante la imposibilidad de descansar en horas de la mañana, decidí poner en práctica un sistema de efectos sonoros que durante varios meses me permitió dormir plácidamente hasta las primeras horas de la tarde.
En un grabador a cinta, había grabado distintos audios de estaciones de servicio, calles ruidosas, avenidas con tránsito, bares y confiterías, etc. Esto lo realicé utilizando discos Long Play (larga duración)de efectos que mezclaba con mi propia voz imitando mozos, canillitas, encargados de kioscos, etc. A partir de esta producción casera, cada mañana, desde mi casa y en pijama, llamaba al canal para hablar con mi jefe, el gerente comercial y al que le hacía creer que hablaba desde un teléfono público. Ni bien comenzaba mi diálogo con él, oprimía la tecla “play” y hacía oir distintos sonidos de fondo para reforzar mi puesta en escena. ¡Muy bien Palacios, lo felicito por su empeño y estar al pié del cañón a primera hora! me decía entusiasmado mi jefe que al despedirme, repetía su clásico: ¡A romper la calle Palacios!, cuando colgaba el auricular, regresaba a la cama y recién a las 15,30 horas y bien descansado, me presentaba en Canal 7.
Un buen día le dije a Nelson que quería renunciar al canal y dedicarme a dibujar cartones, porque era lo que más me rendía y gustaba hacer. A Nelson no le pareció conveniente, ya que mal o bien o aunque nos pagaran una miseria, teníamos un trabajo con sueldo seguro, aportes jubilatorios, etc.
Así seguí un tiempo, hasta que el director general de la empresa nos cita a Nelson y a mí, en su despacho a las 16 horas.
Ya sentados frente a él, nos mira fijamente y a boca de jarro pregunta: ¿Quién es el "cartonero"? ¿Cómo el "cartonero", señor? Responde Nelson haciéndose el distraído. El director general le dio un golpe a su escritorio y con tono más imperativo nos dice: ¡Sí, quiero saber quién de ustedes es el que dibuja los cartones fuera del canal, porque o se es ejecutivo de ventas o "cartonero"!
Nelson y yó guardamos silencio. El director insistió y esta vez dirigiéndose directamente a Nelson, le pregunta: ¡ Por última vez, si, usted sabe quién es el dibujante “fantasma” dígamelo y conserva su trabajo, caso contrario, los dos están despedidos!
Nelson se mantuvo callado asegurando desconocer al dibujante “fantasma”, y al día siguiente, éramos dos “felices” despedidos. Allí comenzó mi fuerte y sincera amistad con Nelson, junto a quién, muy pronto me tocaría compartir inolvidables anécdotas juveniles.

lunes, 28 de abril de 2008

"CRIPY" en MAR del PLATA

Antes de continuar con los acontecimientos que vendrían en mi largo e insólito “Vivir de Sueños”, no puedo omitir un relato muy bizarro y divertido. La historia, ocurrió con bastante anterioridad al caótico año 2000 de la Argentina, este hecho sucedió en Mar del Plata y tiene que ver con el nacimiento del “Cripy” Marplatense. Esto comenzó cuando una tarde, Carlos Chiesa, un gran amigo bahiense que se radicó en “La Feliz” en 1982 para emprender negocios inmobiliarios y simultáneamente “Chocolate”,un exitoso boliche bailable, al cual, con el tiempo, le sucederían otros de gran magnitud, me llama para decirme que tenía un local amplio y céntrico, ideal para instalar allí un bailable popular. Yo no tenía muchas ganas de complicarme con un negocio nocturno, pero finalmente me convenció cuando me dijo que quién alquilaba esa propiedad era un tipo que estaba al borde “del suicidio” porque todo le salía mal, estaba en bancarrota, muy deprimido y necesitaba una mano.
Cuando fuimos a ver a esta persona, realmente era como para compadecerse, porque había probado con varios emprendimientos destinados a la recreación juvenil y ninguno de ellos había funcionado. Acepté el desafío y sugerí llamar “Cripy” al futuro local, como homenaje al bailable que durante más de tres años había manejado con muy buen resultado en Bahía Blanca. También propuse que asociemos a Canal 10 con un porcentaje, ya que esta alianza estratégica con un medio televisivo, nos daría la posibilidad de promocionar el local sin riesgos y con la emisión de una abundante cantidad de comerciales diarios. A partir de la tercera semana de su lanzamiento, “Cripy” se convirtió en un suceso imparable. La cantidad de público asistente colmó la capacidad del lugar que estaba ubicado sobre Avenida Colón, entre las calles San Luis y Córdoba.
El fenómeno de la diversión, había despertado, con la diferencia que el público asistente, no era el mismo de Bahía, en esta nueva etapa, la gente que concurría, era de escasos recursos y la mayoría, pertenecía a un segmento marginal que subsistía con trabajos eventuales. Algunas de las mujeres se ocupaban de trabajar en el rubro del pescado oficiando de “fileteras”. Esta tarea demandaba una gran destreza en la utilización del cuchillo a la hora de desmenuzar los distintos frutos del mar. “Cripy” abría sus puertas los días viernes, sábados y domingos y yá en la tercera semana, nos dimos cuenta que un gran porcentaje de nuestra clientela, trataba de ingresar armada, esto es portando cuchillos, navajas y también revóveres o pistolas.
La situación era muy compleja, y esto obligó a destacar personal policial contratado para la custodia del sitio y simultáneamente “desarmar” a los concurrentes, previa requisa. La bebida habitual era el vino blanco con hielo que se servía en jarras de plástico para evitar problemas en caso que se produjeran peleas o incidentes. Mi tarea en el “Cripy” Marplatense, además de la promoción consistía en animar la noche para mantener bien alto el espíritu festivo del bailable.
Esta función la llevaba a cabo desde una torre que estaba emplazada en el centro del lugar que contaba con unos cuatro metros de alto. Allí estaban instaladas las consolas de sonido y los comandos correspondientes al sistema de iluminación. Si bien este negocio me resultaba redituable, también me provocaba tensiones, ya que durante las cinco o seis horas de permanencia animando el show, se sabía como empezaba aquello, pero era imposible predecir como terminaría. “Cripy” se hizo famoso en cuatro semanas y era un verdadero record de público. En una ocasión, se nos ocurrió instalar un sector privado. Elegimos un espacio bastante amplio del salón donde se armó un “reservado” con sillones y escasa luz destinado exclusivamente a las parejas que pretendían algo de intimidad. No voy a olvidar nunca que uno de los colaboradores me dijo: ¿Sabés cuanto vá a durar esto? ¿Cuánto? Le pregunté.
“Menos de un ratito, porque cuando el alcohol surta efecto, los muchachos te lo rompen a patadas en cinco minutos”, me contestó.
En la noche que inauguramos el pretendido VIP, yo mismo, desde mi segura torre ví que entraba al espacio un mozo prolijamente vestido portando una bandeja. En segundos, ese mismo empleado, salía disparado por los aires a puñetazos. Evidentemente, los “enamorados” que estaban sentados allí, no soportaban que los vengan a interrumpir. Al día siguiente, decidimos demoler lo poco que quedaba del sector privado.
Los shows y espectáculos de “Cripy” se iban renovando semanalmente para que no decaiga el interés de los clientes. A mí se me ocurrió hacer “lucha en barro entre mujeres”. Para llevar adelante esta idea, se armó una pileta de importantes dimensiones que se llenó de un espeso lodo, que "Eddy" y algunos colaboradores hicieron mezclando arena de la playa y agua.
Hicimos un casting de chicas con buenos físicos y conocimientos de lucha y contratamos a cuatro de ellas. Los combates eran simulados y ningunas de las contrincantes se golpeaba de verdad. Quién oficiaba de referí era un simpatiquísimo “enano” que solía vender lapiceras y agendas en los colectivos de la “Feliz”.Se realizaban dos peleas breves por noche, que duraban unos 15 minutos y cada encuentro tenía una ganadora. Todo estaba previamente planeado y el “enano referí”, siempre era el primero en salir rápidamente de la pileta enlodada, subía ágilmente por una escalera y se encerraba en el único baño ubicado en la planta alta y se ubicaba bajo la ducha con agua caliente para quitarse todo el barro de encima. Mientras este personaje se bañaba, solía cantar alegremente y las “combatientes”, casi desnudas, cubiertas de lodo y tiritando de frío, esperaban nerviosas tras la puerta a que el referí finalice su interminable ducha. Una noche de viernes, una de las pugilistas apodada “Destroyer”, sube a la torre y me advierte: “Pipo, vengo a decirte que si el “enano” nos vuelve a joder quedándose a vivir en el baño, en la última pelea, lo ahogamos sin piedad”. Con la finalidad de grabar en video esas luchas en barro, contraté al estudio de Ricardo Pollera, para que instalen una cámara que recién habían adquirido y registren imágenes y sonido de las escenas de lucha.
Uno de los camarógrafos era “Tito” Cattáneo, un buen profesional y excelente persona a quién acompañaba José Vitoff, otro reconocido hombre de la televisión Marplatense.
Sobre el final de este encuentro, y con las cámaras en funcionamiento, vemos con asombro que las dos piernitas del “enano” sobresalían de la piscina de barro, agitándose con desesperación.¡Lo están ahogando, paren la pelea! Grité utilizando el micrófono. En segundos, el personal de seguridad corrió hacia el “ring” y logró sacar al enano de su difícil trance. Las dos musculosas gladiadoras lo habían sumergido sin contemplación, tomándolo del cuello y metiéndo su cabeza en el lodo.
El “enano” fue rescatado a tiempo y se salvó de milagro. Estaba medio asfixiado y lleno de miedo. Lo peor ocurrió cuando una de las enardecidas combatientes, se dio cuenta que las cámaras estában allí y llena de furia arrojó sobre la lente una bola de barro. Los muchachos estuvieron más de diez días, tratando de salvar la cámara. Esa accidentada noche dimos por finalizados estos encuentros y al poco tiempo, opté por retirarme de “Cripy” que comenzó a decaer hasta cerrar definitivamente.

jueves, 24 de abril de 2008

Finales de los 90 y trabajando en la TV de Buenos Aires.

Una empresa muy famosa de planes de ahorro para automóviles, motos, y electrodomésticos que tenía una de sus sucursales en Mar del Plata, inaugura un imponente edificio en Buenos Aires. Desde principios de los 90, yo era en "la Feliz", Córdoba y Rosario, la cara televisiva que promocionaba los distintos planes de esta gananciosa firma que ahora quería posicionarse en la ciudad más grande de Argentina. Si bien me pagaban un sueldo bastante bueno y todos los gastos, vivir en Capital no me resultaba cómodo, ya que tenía que trasladarme semanalmente desde Mar del Plata, donde estaban mi casa y mi familia para alojarme en un hotel porteño y a diario, moverme en taxi rumbo a los estudios de grabación donde realizaba la producción de los videos que se emitían en canales capitalinos. Recuerdo que esta empresa contrató segmentos en un programa llamado “El Arte de la Elegancia” que en ese entonces se emitía por ATC y era conducido por el popular Ante Garmáz. Yo aparecía junto a él en pantalla, publicitando los planes de ahorro. Buenos Aires no era fácil, y el problema más serio que se le presentaba a esta empresa era armar un cuerpo de ventas de calle. En el resto de las ciudades, estos equipos humanos eran manejables y podía hacerse un seguimiento diario de la efectividad de la gente que realizaba la difícil tarea de vender los intangibles. Un buen día, aparece en el local un tipo robusto, alto, muy engreído y con aspecto bastante llamativo que se anuncia como "el mejor vendedor del mundo”. Los dueños de la empresa se interesaron en este pintoresco personaje que no vaciló en pedir una abultada suma por sus servicios para incorporarse como director general de ventas. Las negociaciones fueron bastante breves y finalmente “el rey de la venta” , ingresó al negocio con actitud de verdadera estrella. Entre sus sofisticadas condiciones, también solicitó que se lo apoye totalmente para que pueda llevar a cabo un gran lanzamiento del producto en el hotel más lujoso de Buenos Aires. Sin perder tiempo, decidió contratar el salón principal del hotel internacional y simultáneamente pidió que en el show de la presentación, actúe una conocida y cotizada bailarina clásica, una importante orquesta de tangos y también un respetado animador con reconocida trayectoria en radio y televisión.
Como si esto no alcanzara, también exigió que en el evento se instalen tres cámaras de video para registrar integramente el audio y las imágenes del show, para que posteriormente, este material sea utilizado en los cursos de venta dictados por el propio personaje.
Por fín llegó el día esperado. Los costos de esta producción fueron siderales, no se escatimó nada. Se distribuyeron cientos de invitaciones que fueron entregadas en mano a los invitados. Esa noche, las instalaciones del auditorio principal del hotel, se colmaron. La sala estaba llena y “el rey de la venta” , estaba vestido con un smóking. Después de los shows artísticos que fueron ovacionados de pié por el numeroso público asistente, comenzó la alocución densa e insoportable del “rey de la venta”, quién al más puro estilo de los gurúes mediáticos o prometedores de milagros, disparó toda su estudiada artillería sobre los espectadores. Desplegando un discurso de gran convencimiento al que le puso énfasis y algunos mediocres artilugios teatrales, comenzó a hablar sobre los caminos del éxito, cómo ganar dinero grande en forma inmediata vendiendo planes y asegurando que él mismo, se encargaría de cambiarles la vida y enriquecer a todos los que habían llegado hasta ese lugar en procura de un futuro mejor. Insistía que toda esa gente convocada por esta empresa, tenía ahora una histórica y única oportunidad. Yo no entendía nada, el ámbito donde se llevaba a cabo la presentación estaba ornamentado como si fuera el escenario de la entrega de los premios "Oscar" de Hollywood.
El “rey de la venta” seguía hablando sin parar. Aburrido, salí a recorrer los salones del imponente hotel. Era una noche de mucho frío en Buenos Aires, a la medianoche el evento llegó a su fin, el público comenzó a retirarse de la sala y recién allí, me percaté de la clase de gente que había sido convocada por el “rey de la venta”. En su mayoría, eran personas mal vestidas, algunas señoras tenían ropa de verano,y muchos hombres lucían camperas o trajes pasados de moda. Había comenzado a lloviznar y todos esos ciudadanos se iban a pié. Pensé en lo innecesario de esa costosa puesta en escena y lo inútil que resultaría a la hora de evaluar los resultados de esa fastuosa presentación al momento de evaluar si esa intención de pretender impresionar a gente humilde y en su mayoría sin trabajo, no se convertiría en un boomerang para la firma que impulsaba
los planes y había una invertido una considerable suma de dinero en esta producción faraónica. Un buen amigo estaba a mi lado, me miró y me preguntó: ¿Qué estás pensando?- Estaba pensando que este circo habría tenido mucho más éxito si se hacía en un club, con la animación de un grupo bailantero y “choripán” para los concurrentes, le respondí. El tiempo me dio la razón, el “rey de la venta” se esfumó como por arte de magia al igual que los integrantes de su equipo de ventas "supuestamente ganador".

martes, 22 de abril de 2008

Conduciendo una "Lotería" televisiva en un canal Marplatense.

Los recuerdos del éxito contundente de "Arme La Góndola" en Córdoba, aún permanecían frescos en mi mente. Había trabajado intensamente durante varios meses para lograr que ese evento salga lo mejor posible, pero lamentablemente no me había dejado un buen rédito económico. Posiblemente esto se debió a las improvisaciones que surgieron desde el inicio y como ya dije, también por la falta absoluta de conocimiento publicitario y marketting por parte de quienes había elegido apresuradamente como mis colaboradores allá. Ya de regreso en Mar del Plata, una mañana, recibo en mi casa el llamado de un alto directivo del canal más importante de esa ciudad. El ejecutivo me pide que nos reunamos a la brevedad porque tiene una interesante oferta para hacerme.
A la tarde concurro al canal y yá en su despacho, el directivo comienza a decirme que tienen en el aire un programa dominical de dos horas de duración con emisión en vivo y cuyo mayor atractivo, además de los números artísticos, consiste en los sorteos en cámara con premios importantes y también dinero en efectivo, donde participan todas las personas que hayan adquirido los billetes de esa lotería televisiva semanal.
Yo sabía de la existencia de ese envío, cuya productora era una chica adinerada, hija de un importante distribuidor de películas, series para televisión y también propietario de tres de las principales señales de cable existentes en el país. La joven vivía en Capital Federal y había comprado los derechos de ese novedoso formato que por alguna extraña razón, tenía escasa repercusión entre los Marplatenses. La dueña del producto quería conocerme y escuchar mis ideas relacionadas con cambios que posibiliten el crecimiento del programa. La empresaria era muy dinámica, la típica ejecutiva que estaba obstinada en lograr que su primera experiencia en producciones televisivas no naufrague. Pienso que también jugaba un papel muy importante su amor propio, ya que si el intento que además de contar con una importante inversión, se convertía en un contundente fracaso, también podría decepcionar a su padre que desde sus comienzos en los medios televisivos, había probado ser un exitoso visionario. Lamentablemente ella había invertido una considerable suma en esa propuesta y debía apostar las últimas “fichas” para tratar de salvar el programa, su dinero y por sobre todas las cosas el prestigio de su apellido.
No era sencillo lo que me tocaba ahora. Recién me empezaba a reponer mental y físicamente del intenso trabajo de Córdoba, pero el ofrecimiento económico de la productora era sumamente tentador. Otra de las condiciones que puse, fue que Virginia, nuestra hija, oficiara de productora general del programa. La presencia de Virginia me brindaría apoyo y tranquilidad a la hora de salir en vivo, ya que ella siempre había demostrado eficiencia y seriedad en todos los trabajos en que le tocó estar a mi lado.
La primera reforma visual que se me ocurrió fue armar una gran tribuna en el estudio, con capacidad para unas 200 personas cómodamente sentadas. Mi intención era aportarle al programa de juegos un aire popular, festivo y con público en el piso. Rápidamente un grupo de carpinteros puso manos a la obra y la “super tribuna” comenzó a tomar forma.
La joven empresaria no escatimaba su apoyo material para que el cambio resulte. También viajaba a Mar del Plata y seguía de cerca el avance de la nueva escenografía, los jingles y todo lo que se estaba gestando para salir al aire renovados y “bien arriba”.
Una parte de lo que producía la venta callejera o en diversos puntos de venta de los billetes, se destinaba a una institución que trabajaba en bien los niños y que además cuenta con el cariño y el respeto de los Marplatenses. El día del debut se acercaba y sobre la marcha, se decidió que yó, además de ser el productor, también participe en la conducción del envío, tarea que compartiría con un popular animador y conductor radial de “la Feliz”.
El primer programa de la nueva era, salió por fin al aire. Solo restaba esperar la opinión de la productora, que en ese “estreno”, se encontraba presente con su pareja, un muchacho europeo, alto, rubio y con aspecto de caballero refinado.
Hablaban en inglés y yo no entendía nada de lo que estaban diciendo, a los pocos minutos ella me comenta que el programa había salido bien, pero que no le gustaba el nivel del público que había colmado la tribuna.
Que le viste de malo a esta gente?, le pregunté-Y…Son todos “morochos”, cuando las cámaras los enfocan,se nos viene muy abajo la calidad del programa. Quisiera que venga gente mejor vestida, más linda, no sé, con mejor nivel.
En síntesis, ¿vos querés que estén sentados allí hombres y mujeres rubios,
lindos y con ojos celestes? Le pregunté irónicamente.-No sé, hacé algo para mejorar el nivel del público, ese es el toque que hace falta para que todo esté bien, me responde.
En el segundo envío dominical volvimos a aparecer con un alto grado de perfección. El programa tenía mucho dinamismo. Habíamos salido del “acartonamiento” original y ahora con la incorporación de grupos en vivo, nuevos juegos en el estudio, laberintos con premios sorpresa instantáneos y mucha interacción con los televidentes, se logró que creciéramos en audiencia. Mar del Plata y la amplia zona de influencia esperában el domingo, para mirar ese programa que ya tenía identidad local.
Al día siguiente, la joven empresaria arribó a la ciudad, fue al canal y miró detenidamente el video del programa. Nuevamente insistió con mejorar el aspecto de los integrantes de la tribuna.
No te preocupes, esta tarde, llegan las pelucas rubias y los lentes de contacto de
color celeste,le contesté. Ella no dijo una sola palabra.
Al poco tiempo, un señor que era hombre de confianza de la productora y manejaba la administración, me informa que los billetes de la lotería televisiva no se estaban vendiendo bien y esto provocaba una considerable baja en los ingresos del programa.
Los premios más importantes, además de dinero en efectivo, eran un par de automóviles cero kilómetro, dos motos de marca y gran cantidad de televisores, videocasetteras, mini-componentes y diversos electrodomésticos. El problema radicaba en que los sorteos se llevaban a cabo con la utilización de un sistema realizado a través de un programa de computación y siempre salían premios menores. Esto,a mi entender estaba desalentando a los compradores de billetes y allí residía la causa de la caída de ventas de los mismos.
La joven empresaria comenzaba a preocuparse. Su producción, que lamentablemente había nacido con fallas, estaba generando pérdidas considerables y aún no había salido ningún premio importante. Viajé a Buenos Aires en 2 oportunidades para encontrarme con ella y nada salía en limpio de esas reuniones. Insistí en que la única forma de levantar la venta de billetes de esa fallida lotería televisiva, era sorteando de una vez por todas los ansiados automóviles para motivar al público.
Una semana antes del último programa, tanto la productora como la misma gente del canal, decidieron terminar con el deficitario programa. Yo también estuve de acuerdo, no había otra salida.
Llegó finalmente el día de la “despedida”. La lotería televisiva llegaba a su fín y los premios grandes quedarían en poder de la producción, ya que seguramente el programa de computación con resultádos electrónicos, seguiría provocando la salida de los premios chicos.
Interiormente me sentía muy mal, no podía “poner la cara” en ese último programa y sortear "miserias", algo tenía que hacer para dejar felices a los poseedores de billetes y a la gente que estaba presente en el estudio. Ya con las 5 cámaras funcionando desde diferentes ángulos, Virginia me indica que vamos al aire. Como siempre, yo y el animador que me acompañaba, abrimos el programa con el máximo de energía, presentámos los números artísticos, hicimos los juegos de preguntas y respuestas y yá en el último bloque, decido ignorar a la computadora y anuncio en vivo y en directo que en este programa de despedida, los sorteos se van a hacer por extracción de cupones.
En un sector del amplio estudio, se había instalado una gran urna de acrílico transparente donde se depositaban los duplicados de los billetes de la lotería televisiva. Sin dudarlo, pedí que se acerquen niños y ante el escribano del canal, comencé la extracción. En aproximadamente 15 minutos, más de 40 televisores, video casetteras, mini componentes y artículos del hogar fueron legalmente sorteados y entregados a sus respectivos ganadores. Muchos de los favorecidos estaban presentes en el estudio, y otros al ver por TV que habían ganado, venían de inmediato al canal a buscar su premio y aparecían en pantalla.
Solo me faltaban los autos cero Km y las motos. La situación era insólita, realmente me sentía una especie de “Papá Noel” imparable. Solo notaba la alegría de los favorecidos a mi alrededor y esto me potenciaba a seguir adelante, porque estaba a segundos de sortear los premios “gordos”,los más codiciados.
Una nena controlada por el escribano, sacó el billete ganador de uno de los vehículos, seguidamente salió el segundo auto y también las motos.
Recuerdo que uno de los ganadores era un humilde tripulante de barcos pesqueros que en minutos, al conocer la noticia, apareció en el canal junto a su familia.
Lo mismo ocurrió con el resto de los favorecidos, que sobre el final del programa estaban en el estudio colmados de alegría.
5 minutos antes del cierre, un colaborador nuestro me hace saber que en el depósito, quedaban un par de colchones y dos calefactores que también fueron sorteados. Me fui del canal tan apurado que olvidé hacerme quitar el maquillaje. Creo que fue uno de los programas más felices de mi vida. A partir de aquello nunca volví a tener noticias de la joven productora.

lunes, 21 de abril de 2008

Otra Historia de Juventud en el Verano Caliente de Buenos Aires (última parte)

Después de mi rotundo fracaso en el intento de tener una relación íntima con Helga, la “alemanita” de Olivos y la sorpresiva aparición de su maldito perro en un momento decisivo, comencé a olvidarme de la chica e hice todo lo posible para no encontrarme con ella. Realmente, aquello me había parecido un bochorno y me sentía muy avergonzado. Mi viejo Víctor, muchas veces me hablaba de un compañero y amigo suyo de la Aviación Naval que vivía en una localidad llamada Santos Lugares. Mi viejo también me relataba que su camarada tenía dos hijas y un varón que había fallecido hacía poco más de un año en un accidente de aviación. Antes viajar a Buenos Aires, mi padre me había facilitado el teléfono de esta familia y también me había pedido que en lo posible los visitara. Un día jueves, me decidí a llamarlos para hacerles llegar los saludos de Víctor. Durante varios minutos hablé con el jefe de esta familia, que se puso muy feliz por mi comunicación, pidiéndome que al día siguiente fuera a visitarlos, porque tenían muchos deseos de conocerme y recibirme en su casa. La idea me pareció buena y le dije que al día siguiente, en horas del mediodía, tomaría el tren y estaría en Santos Lugares.
Por aquellos años, el ferrocarril era un medio de transporte práctico, económico y puntual. Recuerdo la limpieza de los vagones de pasajeros, la amabilidad de los guardas y boleteros y el respeto por los horarios de salida y llegada, quizás, esto se debía a la herencia de los procederes, puntualidad y seriedad de los ingleses, provenientes de la época en que los ferrocarriles estaban manejados por ellos.
El viernes a las 12,30 horas, llegué a Santos Lugares. Era una jornada de mucho calor e increíblemente, en la estación, que era muy atractiva, me estaban esperando el amigo de mi padre, su esposa y las dos hijas que eran realmente muy bonitas. Una era morocha y la otra, rubia. La casa de esta familia estaba a pocas cuadras de de la terminal ferroviaria. La vivienda era muy grande y estaba rodeada de árboles, lo que hacía posible que la propiedad se mantuviera fresca. Los 4miembros de la familia, constantemente mostraban su sincera y sana alegría ante mi presencia en su hogar colmándome de atenciones. Después de almorzar ravioles caseros, me pidieron que me aloje en la habitación que había pertenecido a su hijo fallecido.
Ese cuarto parecía tener vida. Si bien solo lo abrían para limpiarlo, todo estaba tal cual lo había dejado el muchacho que lo habitaba hasta horas antes de perecer trágicament cuando estaba tripulando un avión de caza, que se estrelló por una falla del motor.
Después de la siesta, las 2 chicas, estaban en el comedor de la casa esperando que yo despierte para invitarme con una torta de chocolate que ellas mismas habían preparado. Estuvimos charlando animadamente por espacio de una hora y me propusieron salir a bailar esa noche a una discoteca llamada “Coconor. Para llegar cómodos hasta ese sitio que era bastante alejado, también habían invitado a un amigo de ellas que tenía un vehículo Fiat rural y cuyos padres eran los dueños de la panadería más importante de Santos lugares.
A eso de las 21 horas, las dos hermanas habían terminado de “arreglarse”. Ambas lucían vestidas con impecables vestidos de última moda, además de bonitas eran muy femeninas y por sobre todas las cosas, tenían personalidades sumamente divertidas. Antes de las 22, llegó "el panadero", era un chico gordito, bastante bajo de estatura, pero muy simpático y yo no tenía aún en claro, cual de las dos hermanas “salía” o le gustaba al muchacho.
Después de un trayecto bastante largo, llegamos a la confitería bailable que estaba colmada de jóvenes. La algarabía era total y recuerdo que esa noche, en el momento de la música movida o festiva, por primera vez escuché el tema “Es Preferible”, interpretado por Peret que el disc jockey del lugar anunció como primicia. Al poco tiempo, ese tema pegadizo y de mucha fuerza, se impuso como un hit nacional. La pista estaba repleta y allí me dí cuenta por fin que al “panadero” le atraía la morocha. Cuando llegó el momento de los “lentos”, todo evidenció que yo le caía muy bien a la rubia, la otra hermana.
A las 6 de la mañana con un luminoso amanecer de verano, salimos del lugar. Habíamos pasado una noche muy divertida y el “panadero”, tiene una idea brillante: “Chicos, ¿que les parece si nos vamos a pasar el domingo al Tigre?", nos pregunta. Todos estuvimos de acuerdo con su propuesta. Quedamos en ir nuevamente hasta Santos Lugares, ponernos ropa de baño y en tanto, las hermanas se ocuparían de todo lo relacionado con los comestibles destinados al picnic.
Ayudadas por su madre, las chicas se abocaron a cocinar milanesas, hicieron ensaladas y cerca de las 11 apareció el “panadero” con atuendo playero y cargando una gran heladera portátil repleta de gaseosas.
Era un mediodía de calor agobiante, por fin llegamos a la zona balnearia, que estaba atestada de familias porteñas que habían llegado hasta allí en procura de recreación, aguas refrescantes y un domingo distendido en un lugar ideal para todos aquellos habitantes que por distintas razones debían quedarse en la gran urbe de cemento caliente.
En principio era imposible encontrar un mísero lugarcito para instalar la sombrilla, las reposeras, la heladera portátil y nuestras humanidades agobiadas por el insoportable calor. “El panadero” fue quién descubrió al fin, un pequeño espacio de tierra bastante distante de las aguas. Era lo único que estaba disponible y allí pusimos el “traste”. Lo primero que noté era que había grandes oleadas de mosquitos sobrevolando a nuestro alrededor y ningún árbol cerca, solo unos arbustos casi secos que poco y nada podrían protegernos del fuerte sol.
“El panadero” había llevado una radio a pilas de la marca “Spica” y se lo veía feliz, poniéndole un líquido bronceador a la morocha. Yo hice lo mismo con la rubia y luego ella, muy delicadamente se abocó a cubrirme a mí con ese líquido protector. Los mosquitos se tiraban “en picada” sobre mi cuerpo pálido. Pienso que era la víctima ideal para estos insectos “chupasangre” que no me dejaban en paz. Para colmo, ni el “panadero” ni las 2 hermanas se habían acordado de traer un repelente de mosquitos.
Lo único que podía salvarme era el río, tomé de la mano a la rubia y hacia el agua fuimos. Yo siempre había practicado natación, era el único deporte que me gustaba y lo hacía muy bien. En el sector playero, se levantaba un viejo muelle de madera, seguramente destinado a las lanchas de quienes habitaban en la zona. Para impresionar a la rubia, me lanzaba a las oscuras aguas, buceaba y me desplazaba por la parte profunda tratando de "impresionarla".
Debajo de la sombra del muelle nuestras miradas y caricias crecían al ritmo de la canícula reinante. En un momento, la chica me pide que vayámos a comer algo.
“El panadero”, se estaba devorando un gigantesco sándwich de milanesa cargado de mayonesa. Nos sentamos junto a la pareja y empezamos a comer y beber una gaseosa que se llamaba “Spur cola”. A esta altura del picnic, los mosquitos me habían dejado como un colador. Estaba con el cuerpo cubierto de picaduras y creí que iba a volverme loco. “El panadero” tenía puesto un gorro y parecía darse cuenta de mi caótica situación. Cada tanto me miraba, sonreía, guiñaba un ojo y levantaba el pulgar de su mano derecha hacia arriba. Y cada vez que hacía esto yo pensaba; “Porqué no te meterás el dedo en tu culo gordo”. Cerca de las 15 horas, mi cabeza estaba a punto de explotar. Averiado por los mosquitos y con una insolación extrema, comencé a sentir fiebre y una horrible sensación de calor mezclado con frío.
No tuve otro remedio que confesar mi calamitoso estado a las chicas y al “panadero”, que sin muchas ganas dijo: “Sí, se te vé bastante mal, seguro que te insolaste, volvamos a Santos Lugares”.
El camino de regreso fue una pesadilla. Veía estrellitas flotando a mi alrededor, transpiraba sin parar y la fiebre me había vencido. Ibamos en la parte trasera de la Fiat Rural, la rubia se había solidarizado con mi situación y preocupada me tenía abrazado y apretaba fuertemente mi mano, como dándome una señal de fuerza y valor.
Cuando llegamos a la casa de las hermanas, la madre de las chicas trató de sacarme la insolación utilizando un vaso con agua que puso en mi cabeza,
Después me acosté en la habitación del hijo fallecido, tenía pesadillas, no podía pegar un ojo y muy maltrecho, les pedí que me lleven a la estación de trenes. Quería ir cuanto antes a la casa de mi tía “Kiko” en Olivos. A eso de las 19 horas, el “panadero”, las dos hermanas y sus padres, me acompañaron hasta la estación. Me llenaron de recomendaciones y reiteraban sus saludos para mi viejo Víctor y mi madre Elcira. La rubia me miraba con una mezcla de cariño y compasión. El tren partió puntual , lo último que ví desde la ventanilla fue la imagen de la esbelta y bella chica que me saludaba con la mano.
Me dormí en mi asiento. Creo que estaba desmayado. Una voz me despierta y dice: “Pibe, ¿adonde ibas? , te quedaste dormido”. Era el guarda del tren haciéndome saber que me había pasado varias estaciones y que para volver a Olivos debía tomar el tren de regreso.
Llegué a Olivos casi a la medianoche. Por suerte la estación estaba a solo unas 4 cuadras de la casa de mi tía. Cuando llegué y llamé a su puerta, “Kiko” me mira alarmada y me dice: “Pipo, ¿Qué te pasó? estás hecho mierda, parece que vinieras de una guerra".

jueves, 17 de abril de 2008

Historias de Juventud en el Caliente Verano Porteño ( parte 1)

Había cumplido 16 años y estaba trabajando como vendedor y decorador de vidrieras en las “Tiendas Gran Sud” de Bahía Blanca.Por llevar casi 12 meses empleado en esa empresa, me correspondían dos semanas de vacaciones. Siempre me había atrapado Buenos Aires, la Capital de Argentina, en esa ciudad, aún estaba el viejo “conventillo del Eternauta” edificado en la por entonces empedrada calle Bustamante y también mis tías (hermanas de mi viejo Víctor).Con la esperanza de pasar un verano divertido y distinto, viajé a la gran ciudad.
Esas tías preferidas por mí eran “Tany” y “Kiko ambas eran muy atractivas, solían usar vestidos ajustados y aunque ya eran madres jóvenes, conservaban cuerpos al estilo “Divito” una silueta de moda que miles de mujeres Argentinas, pugnaban por lucir en los años 50. Esta forma femenina, fue impulsada por el genial dibujante Divito que ilustraba las portadas de su exitosa revista “Rico Tipo” con figuras de estas chicas excitantes que exhibían caderas provocativas, rostros bellos, piernas largas, senos voluminosos y cinturas casi perfectas.
Cuando arribé a Buenos Aires, hacía mucho calor y la humedad era insoportable, como siempre. Fui directamente a la casa de mi tía “Kiko" que vivía en un departamento ubicado en Marcelino Ugarte y Libertador, plena zona de Olivos. “Kiko”, era una mujer sumamente activa y muy divertida. Puedo asegurar que me quería realmente y mucho. Además de colmarme de atenciones, infaltablemente me cocinaba unas exquisitas milanesas con papas fritas, mi plato favorito. Ella vivía con mi tío Carlos, su hija apodada “Chichita” y otro hijo menor al que le decían “Chochó”.(Ambos son mis primos hermanos).
En una oportunidad, mi tía me presenta a una simpática y hermosa chica llamada Helga, que era hija única de alemanes. Helga vivía a menos de 60 metros del edificio de departamentos donde yo me alojaba. Los padres de Helga, eran gente de clase media alta y tenían un comercio de venta de calzados para ambos sexos.
“Kiko” hizo todo lo posible para que la “alemanita” y yó, tuviéramos un encuentro “casual”. Si bien nunca fui un tipo lindo, posiblemente mi altura y la personalidad que iba adquiriendo, lograban que tuviera bastante éxito entre las muchachas de mi edad, algo que comprobaba en cada una de las fiestas o bailes a los que concurría impecablemente vestido y la autoestima bien alta, como principal aliada.
Algo que siempre me ayudaba en mis conquistas juveniles, era copiar las frases que pronunciaban en sus películas, actores como Marlon Brando, Paul Neuman, James Dean u otros famosos de aquella era de oro del cine.
Generalmente adaptaba esos textos o gestos cinematográficos ante las chicas que me interesaban, mostrándome como un tipo caballeresco, romántico y dispuesto a escuchar atentamente, todo lo que quisieran contarme sobre los normales conflictos propios de la adolescencia. De alguna manera intentaba con esto, reemplazar mis carencias económicas y falta de medio de movilidad propio, procediendo como un “infante” de marina que solo contaba con sus pies, la mente y un imaginario comando virtual con el que aplicaba primera, segunda, tercera a fondo, freno, o marcha atrás, de acuerdo a las circunstancias o sensaciones de avanzar o detenerme.
Finalmente, invíto a Helga a que salgamos a bailar y quedamos en encontrarnos un viernes a las 22 horas. Puntualmente, pasé a buscarla por su casa. Ella tenía puesto un vestido colorido, casi transparente y estaba verdaderamente hermosa. Comenzamos a caminar por la Avenida Libertador. Mi plan era llevarla a un boliche bailable muy popular en aquellos tiempos, que además de ser uno de los mejores, tenía la particularidad de contar con un sector que conectaba con una playa que daba al Río de la Plata.
Yo tenía el dinero justo como para entrar a la confitería, beber un par de copas, tratar allí de seducirla y en lo posible convencerla para que finalmente pasemos el resto de la noche en algún hotel de las cercanías.
Ni bien comenzamos a andar, le pregunté si quería que fuéramos en taxi. Helga me dijo que prefería caminar porque quería disfrutar de aquella cálida noche de verano. La distancia hacia la confitería elegida era muy importante, calculo que cercana a las 20 cuadras. Unos 2000 metros que se me hicieron interminables.
Llegamos, ingresamos al lujoso sitio y nos ubicaron en unos confortables sillones que estaban frente a unos amplios ventanales con vista al río.
El mozo nos alcanzó una carta de bebidas y cuando comencé a mirarla, no podía creer lo que costaba un trago en ese lugar. Creo que comencé a rezar para que Helga no pulverice mi escaso presupuesto. Para colmo, el sitio, que era inmenso y lujosamente decorado, estaba prácticamente vacío, no habría allí más de 7 u 8 parejas.
¿Qué se van a servir? Preguntó el mozo. Helga respondió enseguida pidiéndole el trago más caro de la lista. Yo decidí tomar una gaseosa con mucho hielo. Comenzamos a charlar en la semipenumbra y sentí que la “alemanita” empezaba a ponerse mimosa. Iniciamos una sesión de “besuqueos” intensos y en un momento, Helga me dice que ordene otro trago para ella. Esta vez la copa sofisticada que había elegido, tenía unos copos de frutas y además era bastante impresionante. Yo seguía haciendo “durar” mi gaseosa y calculando mentalmente, cuanto me costaría que la bella niña siga bebiendo tragos de alto precio.
Durante las casi 3 horas que permanecimos en el boliche, Helga consumió 4 tragos sin inmutarse. Ella tenía una personalidad muy divertida, era veloz, ocurrente, y el alcohol la hacía bailar incansablemente. En un momento, los temas rápidos se interrumpieron y llegó al fin la esperada música lenta. Ese lapso, lo aproveché al máximo para “apretarla” y decirle al oído que me encantaría que nos vayámos a un sitio más tranquilo. Helga, sin vacilar dijo que sí, que no tenía problemas y que a ella también le gustaría que estemos juntos en la intimidad. Sin perder tiempo pedí la cuenta. Cuando el mozo, ayudado por una pequeña linterna me muestra la cifra, creo que me convertí en el “Capitán Frío”. Después de pagar heroica y resignadamente esa cifra bastante elevada para mis “flacos” bolsillos, me percaté que no me quedaba dinero ni para regresar en taxi. Me sentía pobre, boludo y avergonzado. Había perdido la posibilidad de llevar a Helga a un hotel y para colmo de males, ni bien salimos de la confitería, comenzó a llover. Se había desatado una maldita tormenta de verano.
Los dos quedamos totalmente empapados. Yo puteaba en todos los idiomas y a Helga, el aluvión parecía alegrarla, porque ni bien comenzaron a caer las primeras gotas, se quitó los zapatos y caminaba descalza y feliz bajo la lluvia. No me animé a confesarle que estaba sin un peso y opté por hacerme el estúpido. Un estúpido que había perdido la gran oportunidad de pasar una noche inolvidable con una chica casi perfecta.
Hicimos todo el trayecto de regreso riéndonos y hablando. Ya había parado de llover. Interiormente, no perdía mi esperanza de tener mi revancha y concretar lo más rápido posible mi deseo intenso de compartir una cama con ella.
Ya estábamos frente a su casa, a la cual se ingresaba a través de un garage. Ni bien abrió la puerta, me percaté que esa cochera era cubierta parcialmente, ya que la parte trasera no tenía puerta alguna y daba a un patio grande y lleno de flores y plantas.
-¿Me invitás a entrar al garage? Le dije.
Helga no pronunció una sola palabra, me tomó de la mano e ingresamos al lugar. Allí reinaba un silencio absoluto e iniciamos un lento momento de caricias que fué aumentando hasta envolvernos en alta temperatura juvenil.¡Bingo!,pensé. Esto vá sobre rieles. Helga suspiraba y yá estábamos entrando en un éxtasis total, cuando siento una especie de galope que provenía desde el fondo del amplio jardín de la vivienda. Miré sorprendido y no podía creer que ese ruido lo produjera un perro de grandes dimensiones que avanzaba rugiendo hacia mí.
Helga exclamó: “¡Huy, se soltó de la cadena, corré, corré que si te alcanza te mata!”. Ni lo dudé. Salí disparando como un gato con el puto perro pisándome los talones. Por suerte fui más veloz y conseguí ingresar a la puerta principal del edificio donde vivía mi tía “Kiko”. El “dogo” se quedó con las ganas y yó también, ya que después de semejante papelón, jamás me animé a llamar a la hermosa Helga. Cuando le relaté ésto, mii tía "Kiko", se meaba de la risa.

martes, 15 de abril de 2008

Adiós Ben Hur, adiós Mr CHARLTON HESTON

Hace pocos días, exactamente el 5 de abril del 2008, me enteré por algunos medios del fallecimiento del actor Charlton Heston a los 83 años. Jamás olvidaré su interpretación excepcional en el rol de Judah Ben Hur, el Moisés de “Los 10 Mandamientos” y otras tantas como el “Planeta de los Simios”,Cuando el Destino nos Alcance” o “El Cid”. La filmografía de Heston fue muy amplia y siempre recordaré mis años juveniles yendo al cine con alguna “noviecita” de turno para ver la “última” de Heston. Su presencia de hombre recio, era la imagen justa para sus papeles de gladiador o cowboy justiciero. Los que crecimos con aquel cine bien Hollywoodense, no podremos quitar fácilmente de nuestra memoria, aquellos años de la inocencia, cuando la magia del cine y principalmente la aparición de Heston, nos regalaban en pantalla gigante un par de horas de emociones. Adiós Mr Charlton Heston, lo extrañaremos.

lunes, 14 de abril de 2008

Les recomiendo "LIQUIDO SANGRIENTO"

Ya comencé a escribir las primeras páginas de mi libro titulado "líquido Sangriento", pueden leerlas ingresando a liquidosangriento.blogspot.com , gracias, espero comentarios.

domingo, 13 de abril de 2008

Cuando mi amigo Carlos Méndez, fué un "fugitivo" de la ley.

"Carlitos" fué un buen compañero en los tiempos del servicio militar. Durante ese período que duró poco más de 13 meses, lo fuí conociendo a través de extensas charlas que manteníamos en las diferentes guardias y horas de descanso. Al salir del ejército, no volví a verlo, hasta que yá con nuestra agencia publicitaria en funcionamiento, con Elvira decidimos convocarlo para que nos ayude en la administración. Carlos, además de ser una buena persona, también es un excelente Contador Público. Su gestión para con nuestro emprendimiento fué valiosa e incondicional, ya que nos asesoraba y acompañaba en una tarea "full time". Seis años de convivencia laboral y reuniones maravillosas nos unían a diario más allá de todo lo relacionado con el trabajo cotidiano de los números. El humor de "Carlitos" o sus ocurrencias, siempre se destacaron por ser muy especiales. Una mañana, Elvira y él tenían que ir a un banco céntrico a efectuar un trámite. Nuestro auto, el Torino rojo, al que como antes mencioné llamábamos "la tanqueta", tenía en reparación el asiento del acompañante. Elvira, estacionó el vehículo frente a las puertas de la entidad y allí, con gran sorpresa y sin poder aguantar la risa se percató que "Carlitos", permanecía arrodillado en el piso, simulando que estaba sentado sobre la correspondiente butaca. Cuando decidí cerrar la agencia, en los años 80, "Carlitos" me puso el hombro de manera incondicional y sin jamás pedir nada a cambio. Tiempos difíciles aquellos, donde sus consejos y presencia, me ayudaban a superar y solucionar complejos asuntos relacionados con el mundo de la administración, algo que no me interesaba ni sentía demasiado, pero era necesario. Cuando dejamos Bahía y nos fuimos a vivir a Mar del Plata, hubo un espacio donde tanto yó como "Carlitos" dejamos de vernos, pero sin olvidarnos.
Gran repercusión había tenido por entonces en Bahía una gran estafa a la que llamaron "Los ilícitos del Sur". Esta maniobra fué creada y encabezada por varios empresarios famosos y adinerados de la ciudad que un buen día decidieron venderle infinidad de materiales a lejanas capitales sureñas. Y era tanto el cemento, cal, ladrillos, maderas, chapas, hierros, cables, etc, que se vendían que podrían "techarse" sin problemas varias ciudades.
Un intendente radical recibió las pruebas necesarias como para denunciar este delito y así fueron cayendo los distintos responsables de una de las estafas más grandes y millonarias de la historia bahiense. Una noche de lluvia, llegamos a Bahía con Elvira y cerca de la puerta de nuestra casa, vemos merodeando a una persona. Cuando me acerco, veo con sorpresa, que era el mismísimo "Carlitos" Con nerviosismo al principio y después más tranquilo, nos relata que lo habían involucrado en el caso de los "ilícitos" y estaba siendo buscado por la policía.
No dudé en ningún momento en ofrecerle refugio. No era un asesino, un traficante o un violador. Y como tampoco soy juez de nada, en ese momento, tenía frente a mí a un amigo en dificultades y de ningún modo lo dejaría abandonado a su suerte.
"Carlitos", se caracterizó por ser una persona muy seria, de pocas palabras y escasas sonrisas. Nunca anduvo por la vida actuando de "agradable", pero siempre confié en él e intuía que no era responsable de la cantidad de acusaciones que tenía en su contra. En mi vida de "sueños", siempre tuve presente aquella consigna de las legiones Romanas que decía: "Nunca dejes al camarada herido, en el campo de batalla", algo que siempre practiqué sin medir consecuencias. Estuvo con nosotros bastante tiempo y hacíamos todo lo posible para que no piense o se entregue, ya que con seguridad iría a la cárcel hasta que se demuestre su inocencia.
El momento que estaba pasando no era envidiable. Su sufrimiento interior era intenso y comprensible, al punto en que en una oportunidad, con el fin de hacerlo reir se me ocurrió decirle : "Carlitos, ya la tengo. ¿Querés que te lleve al Paraguay en un cochecito y disfrazado de bebé?". Finalmente decidió entregarse y pasó un tiempo en la cárcel. Al salir, su situación personal estaba complicada en extremo. Había quedado sin familia, ya que sentenciado antes de tiempo por la sociedad, pasó de un día para otro a formar parte de los "muertos civiles". Muchos de sus supuestos amigos dejaron de saludarlo y hasta cruzaban de vereda cuando lo veían. Aquella pesadilla no fué fácil de sobrellevar para un "Carlitos" plenamente convencido de su inocencia.
Jamás olvidaré cuando aún viviendo en nuestra casa de Bahía y en espera de su sentencia, recibe una notificación, donde me designan vicepresidente de mesa para unas elecciones presidenciales. Además de mis insultos por haber firmado la nota de esa ineludible misión, decido llevarlo conmigo a la escuela donde yo había sido destacado. Realmente, creo que hasta el día de hoy, ninguno de los integrantes de aquella mesa, podrá entender porqué razón, y para que todo salga casi perfecto a la hora del recuento de votos, yo había sumado espontáneamente la presencia de un Contador Público que desde la mañana hasta la noche en que finalizaron las elecciones, se mantuvo firme a mi lado. Creo que durante todo lo que duró esa jornada, por primera vez volvimos a divertimos como en las viejas épocas. Sabido es, que los malos momentos dejan huellas profundas en cuerpo y alma, pero felizmente "Carlitos", conoció a Ema, una buena mujer que además de comprenderlo y amarlo, le dió la paz y felicidad que posiblemente mi amigo, no había conocido antes.
De esta unión sentimental nació un hijo muy inteligente que promete convertirse en figura del ajedrez profesional. Casi al final de esta historia de vida que me toca muy de cerca, la justicia declaró a "Carlitos" libre de culpa y cargo. ¡Era inocente! La sociedad volvería a reconocerlo, a saludarlo y olvidarían que se habían equivocado al sentenciarlo antes de tiempo como el "cerebro" de los "Ilícitos del Sur".

martes, 8 de abril de 2008

GRACIAS QUERIDOS VISITANTES DEL PLANETA DE "LOS SUEÑOS"

A medida que voy escribiendo mis historias, siento que valió la pena vivir tan intensamente, con la plena convicción de alguien que desde muy pequeño decidió navegar en el apasionante "mundo de los sueños".Me siento muy feliz de ser leído por tantos visitantes provenientes de distintas partes del mundo y quienes seguramente se han sentido "atrapados" por estos relatos auténticos que he escrito con mucho respeto y cariño, principalmente en honor a quienes creyeron en mí y también por aquellos que comienzan a conocerme. Aún quedan muchas páginas por delante, y en cada una de ellas, al testimoniar los diferentes tramos, vuelco la misma pasión que me embargó en los años y circunstancias donde ocurrieron los diferentes hechos. Siempre luché con toda mi alma para llegar casi intacto a este hoy, donde conservo a los "sueños" como mi mayor tesoro. No me considero un superhéroe ni un gladiador invencible, solo soy un débil y simple ser humano al que lo movilizan las emociones y puede sobrevivir al caos, la mezquindad y la mediocridad imperante, sin darle un ápice de bola a los aburridos e histéricos políticos o dirigentes que detrás de sus discursos y promesas supuestamente serias, nos conducen cada día hacia un realismo tedioso y autodestructivo. ¡GRACIAS AMIGOS, NO PAREN DE SOÑAR Y HASTA LA PROXIMA!

lunes, 7 de abril de 2008

Rubén Zurlo y algunas historias de "Locos" (Parte 2 )

A Rubén le debo además de su amistad, el haber aprendido las reacciones del público ante las distintas piezas publicitarias que grabábamos y emitíamos. Esto sucedía en los comienzos de los años 80 y con "Locos" ,comencé a capitalizar la respuesta o el retorno que puede generar una pauta contundente y distribuída estratégicamente en un medio televisivo de fuerte audiencia. Rubén, siempre me decía cual era la facturación diaria del negocio y a partir de allí, mi misión consistía en continuar utilizando el ingenio para seguir levantando las ventas y acrecentar la popularidad de "Locos". En una oportunidad y aprovechando que Pierino estaba de visita por Bahía, le propusimos hacer de modelo disfrazándose de Napoleón. Con ese atuendo ridículo aparecía en pantalla y acercándose eufórico a la cámara ordenaba: "No compre, no compre en Locos". Este video transgresor tuvo importante aceptación. En otra de las piezas utilizamos imágenes de las integrantes de un grupo llamado "Las Primas", unas chicas ampulosas y super sexys que vestían calzas de colores detonantes y cantaban temas pegadizos. Las promociones, además de exhibir prendas y ofertas, también fidelizaban a los clientes a través de regalos. Un aviso de fuerte impacto fué uno en el yo mismo aparecía en pantalla diciendo: "Locos razona, por eso regala relojes a los amigos de la zona". La respuesta del público fué tan grande que nos vimos obligados a extender esta campaña durante un mes y medio, ya que todo el mundo quería llevarse su reloj. Confieso que lo que más me gustaba era "servirme" a discreción camperas y camisas de "Locos". Me acuerdo que las que más me atraían eran las marcas "Pilot" y "Navigator". Gracias a la generosidad de Rubén, también se vistieron unos chicos de mi barrio cuyo padre se había ido de casa y carecían de recursos y ropa de invierno. Lo mismo sucedió con alumnos de un colegio muy humilde que necesitaban los sacos y pantalones de sus uniformes. Hasta hoy, con Rubén juego a que el es mi "amigo rico" y por su condición de pudiente, le corresponde pagar alegremente todas las consumiciones ya sean de cafés o de comidas que compartamos.
En una sola oportunidad quise romper esta cábala y fué cuando lo invité a él y al encargado de "Locos" a tomar algo a una confitería de calle Chiclana. "Pidan lo que quieran, les dije. Yo me hago cargo". Cuando llegó el momento de abonar saqué a relucir un bolso y ni Rubén ni su encargado podían creer que esa era la bolsa de la reacudación diaria del negocio. Se las había quitado sin que se den cuenta. Cuando nos fuimos a vivir a Mar Del Plata, permanentemente y para acallar nostalgias, me lo pasaba dibujando a Rubén en distintas y absurdas situaciones. También le escribí un montón de cartas y nuestro contacto telefónico no se interrumpió en ningún momento. En cierta oportunidad vino a visitarme a Mar Del Plata. Rubén es alto y flaco, estaba con Sofía su hija que por entonces era una "bebé". Fuimos a tomar un café y cuando pagó las consumiciones noté que tenía pantalones amplios. En un momento alzó con sus brazos a la nena y aproveché el descuido para sacarle un puñado de dinero de uno de los bolsillos y salí corriendo hacia la peatonal San Martín. Allí estábamos haciendo el juego del "arrebatador". Entré en una casa de discos a comprar con su dinero varios libros y compactos y podía ver a Rubén buscándome en la calle. Salí y me oculté detrás de un cantero y cuando me vió, gritaba: "Al ladrón, atrapen al ladrón". Lo máximo ocurrió cuando con Ernesto Figueroa y más de 12 integrantes de nuestras familias concurrimos a cenar a un restaurante Marplatense. En esa ocasión, oculté mi videograbadora bajo un mantel y la dejé funcionando. Habíamos comido muy bien, bebiendo el mejor vino y champagne. Rubén estaba frente a mí. Hice una seña al mozo pidiéndole la adición y cuando el hombre se acercó, indicándole a Rubén le dije: "El señor es el que paga". Primero simuló una descompensación o shock emocional al ser sorprendido por la abultada cuenta que finalmente pagó en actuada actitud de resignación. Todas las imágenes con audio ambiente, las pude registrar en video, al estilo de una cámara sorpresa que no me cansaba de mirar una y otra vez. Por alguna extraña razón, química o frecuencia, cada vez que me encuentro con él o voy a su casa y charlamos con Leticia, su esposa, siento que realmente me cargo de energía y disfrutamos de un nuevo momento feliz. Aparte de los episodios relatados, considero a Rubén, como a alguien muy importante en mi existencia. También lo recuerdo siempre presente y junto a mí en circunstáncias dolorosas como la enfermedad y fallecimiento de mi viejo Víctor. Admiro su habilidad en los negocios y celebro con sinceridad sus éxitos, aunque siempre y hasta el fin de mis días, sentiré que elegí como amigo de mi vida de "sueños" al otro Rubén. Al Rubén con alma de pibe, sentido del humor y sensibilidad poco común con el que solo hablo de "inversiones del alma" que supuestamente realizaremos en el sólido y maravilloso "Banco de la Risa".

domingo, 6 de abril de 2008

Ruben Zurlo, un amigo de "LOCOS". (Parte 1)

No puedo dejar de mencionar en estas páginas relacionadas con mi libro de navegación a través de "Los sueños" a Rubén Zurlo, un querido personaje que se incorporó a mi vida desde hace unos 20 años y con el qué además del afecto, me unen cientos de minutos llenos de alegría y momentos de delirio pleno, muy difíciles de igualar. Rubén es un Bahiense que comenzó a transitar en el mundo de los negocios junto a Ernesto Figueroa, quién además de ser su referente, también era como un padre para un Rubén ansioso de progresar económicamente y convertirse en un hombre reconocido e importante. Tras esta meta y con sus escasos veinte años, tomó la decisión audaz de partir rumbo a un Neuquén que prometía por aquellos años setenta, tranformarse en una "quimera del oro". Esa zona comenzaba a crecer y no era sencillo adaptarse al viento, la tierra, la chatura edilicia y principalmente el desarraigo, hasta que una mañana, Dios o el destino le regalaron un inesperado "golpe de fortuna". Rubén había instalado en esa capital un humilde negocio de venta de ropa y mal no le iba, hasta que fué a consultar el saldo de su cuenta corriente al banco con el que operaba y se encuentra con la sorpresa que milagrosamente su habitual saldo magro, había "engordado". En ese tiempo no existían las computadoras y algún administrativo agotado o harto de contar "plata ajena", se equivocó en las cuentas y el saldo de Rubén se tornó abultado. Sabido és que las entidades bancarias no regalan nada, son instituciones frías, anónimas y solo le facilitan dinero a quienes pueden respaldar sólidamente los préstamos o descubiertos. También es historia probada que cada tanto, los bancos argentinos principalmente, inventan algún bono, cupón, "corralito" o "corralón" para perjudicar moral y económicamente al ahorrista incauto o desprevenido. Definitivamente, Dios o el destino, hicieron "sonar" un tiro para el lado de la justicia y Rubén, supo capitalizar al máximo ese involuntario error. Error que reconoció y reintegró totalmente en solo 3 meses a la entidad. A horas de retirar el total de la suma, con mucha inteligencia, invirtió el dinero en la compra de un importante stock de ropa unisex con la que abasteció su comercio. Como resultado, en corto tiempo multiplicó considerablemente su capital y comenzó a crecer comercialmente. Yo lo conocí cuando movido por la nostalgia y el respaldo del patrimonio logrado en Neuquén, regresó a Bahía Blanca años después con la intención de poner un negocio. Quien me presentó a Rubén, fué el mismo Ernesto Figueroa. El emprendimiento comenzaría a funcionar en Donado 82 y su nombre era "Casa Locos". La intención de Rubén era imponer su negocio y en lo posible lograr una respuesta inmediata por parte del público. En varias oportunidades y compartiendo una importante cantidad de cafés (que hasta hoy sigue pagando él), íbamos diseñando la forma de publicitar a "Locos" e instalar su imágen en la gente. A Rubén se le ocurrió mandar a construir una ruleta gigante y muy colorida que ubicó cerca de la caja. Los clientes tenían acceso a este juego y podían ganar diferentes premios en cada "tiro". Lo primero que hicimos fué negociar una considerable cantidad de segundos en Canal 7 (un canal de aire) y salir con comerciales de 20 segundos de duración cada uno, grabándo avisos novedosos e impactantes. Bahía siempre sobresalió por ser una ciudad estructurada, que difícilmente se involucre en transgresiones por temor a "salirse de las formas" y hacer el ridículo. Tanto Rubén como yó, estábamos lejos de esos prejuicios y los videos de lanzamiento de "Casa Locos" eran realmente de locos y difíciles de imitar. Jamás programábamos nada con anticipación. Generalmente y en horas de la mañana, íbamos al canal acompañados de Matías el primer hijo de su matrimonio con Leticia (después vendría Sofía), que en aquel entonces era un niño de corta edad y yá se perfilaba como audaz, inteligente y dispuesto a hacer lo que haga falta en televisión.
Nuestras chicas modelos eran realmente feas y para nada esculturales, pero a nosotros nos parecía que eran "diosas" y salían al aire naturalmente mostrando sus particulares defectos. Los pantalones que se ofertaban aparecían bailando solos en pantalla. Esto se lograba con la utilización del sistema "croma". Y el que bailaba junto a Matías era el mismo Rubén. Para lograr este efecto, se cubrían con prendas azules la cara , los brazos y el resto del cuerpo. Así se conseguía que solo se vean los jeans o eventualmente las camisas dando la sensación que las prendas flotaban rítmicamente en el aire.
Los técnicos del canal, esperaban con alegría nuestras grabaciones, porque cada una de ellas era un verdadero show bizarro. Estos comerciales salían en tandas abrumadoras y semana a semana íbamos renovando las grabaciones.
Las ventas crecían día a día y "Locos" definitivamente se había posicionado con mucha fuerza en la ciudad y la zona, porque además de los buenos precios y una variedad de ropa muy particular y atractiva para la familia, también tenía "onda" y para el público, comprar en ese negocio era una verdadera fiesta. Disfruté mucho de aquellos años de "Locos", porque una vez más pude demostrar que el humor publicitario, además de exitoso es saludable y paralelamente comenzaba a conocer a un tipo que detrás de su armadura de comerciante duro e impenetrable, al igual que yó, escondía a un niño ávido de desafíos.

viernes, 4 de abril de 2008

Final de "ARME la GONDOLA" y despedida de CORDOBA.

Miles de clientes participaron en el "Arme La Góndola" Cordobés. Una vez más el éxito había coronado al concurso, que en esta ocasión, aún con una serie de escollos relacionados con la organización interna, logró interesar ampliamente a una capital importante. Yo había hecho una autocrítica severa sobre la forma en que se manejó la producción y coordinación del evento y aunque todo aparentaba estar en órden, Elvira que vino a visitarme en una oportunidad, se dió cuenta mi ánimo no era el mejor y tampoco entendía porqué me había obstinado en seguir alojado en el "hotel geriátrico". Cuando le expliqué las razones, comprendió perfectamente mi posición al respecto. Además de los responsables de Cordiez, que cumplieron con todo lo pactado y estuvieron presentes hasta el último momento, mucho le debo a la gente de esa ciudad que me brindó apoyo y confianza a la hora de realizar los diversos trabajos de diseño, grabaciones de video, audios, etc. También recuerdo a los directivos de la firma J.García C. Automotores S.A, concesionario Sevel, que en solo un par de entrevistas aceptaron espontáneamente participar de "Arme La Góndola" entregándo una unidad cero kilómetro más televisores, videocasseteras y electrodomésticos en canje por publicidad de esa empresa en los miles de álbumes y afiches impresos. No puedo dejar de mencionar a la empresa de fotocromos que funcionaba en la planta baja del "hotel geriátrico", que a los pocos días de conocerme me facilitaba a sus diseñadores para armar e imprimir las pruebas preimpresas con las imágenes de las figuritas, álbumes, etc. Mis vivencias durante los 5 meses que estuve en Córdoba Capital fueron realmente felices e inolvidables. El cierre de "Arme La Góndola" con Cordiez, se llevó a cabo en una cancha de fútbol que estaba frente a una de las sucursales de la cadena Cordiez. Allí se montó un gran escenario con potente sonido para llegar con sobrada calidad de audio a la increíble cantidad de público que se hizo presente en ese predio para asistir al sorteo y entrega de premios. Los principales eran dos automóviles cero kilómetro.
Los premios se entregaron puntualmente a sus respectivos ganadores y dos días después de finalizado el evento, regresé a Mar del Plata. Varios años después de aquel memorable y accidentado "Arme La Góndola" en Córdoba, miré con atención las fotos y videos que testimonian aquella acción memorable que me ayudó muchísimo a tomar decisiones relacionadas con el futuro de la puesta en marcha de mis ideas y una de las primordiales, sería no repetir el error de elegir colaboradores inexpertos, ya que la intervención de personas que desconocen la profesión publicitaria, le resta mucha eficiencia y energía a la realización integral de una propuesta de estas caracteristicas.

jueves, 3 de abril de 2008

Efraín, el "comandante" Cordobés.

"Arme La Góndola" en Córdoba, estaba funcionando con un éxito sin precedentes. Una vez más Dios me había dado una gran mano, porque hoy, analizando las serias dificultades y mi tarea solitaria en una ciudad que me recibió realmente con las puertas abiertas de par en par, me parece increíble que haya logrado empezar y terminar esta acción titánica.
Córdoba capital no es una ciudad fácil de conquistar. El Cordobés genuino, además de ser una persona muy amante de su tierra, también es hospitalario y sumamente generoso cuando confía y se entrega. Al igual que los Marplatenses, los habitantes Cordobeses son al principio desconfiados y detrás de su natural buen humor y simpatía hay una especie de "radar" mental que estudia cada uno de los movimientos de los foráneos que pugnan por insertarse en esta sociedad tan especial y digna de admiración.
Todos los días concurría a un café que estaba en la Avenida Olmos. Ese lugar pequeño, pero muy cálido me atrajo desde el día en que lo visité por primera vez. Allí leía los diarios, charlaba con el dueño y las empleadas y me sentía como en casa. Una mañana se sienta imprevistamente en mi mesa un hombre de unos 80 años, alto y muy bien vestido. Recuerdo que llevaba puesto un impermeable de color claro. Pensé que me había confundido con otra persona porque ni bien terminó de acomodarse frente a mí, me mira seriamente y me dice: "Comandante, todo está listo para el ataque de mañana. ¿Usted está dispuesto a dirigir la operación?". Y...Sí, le respondí sin entender nada. A los pocos segundos, una de las empleadas se acerca a la mesa, saluda a mi acompañante y disimuladamente deposita un papel en mi mano que decía: "Hacé tiempo que ya viene la esposa".
Este hombre, que se presentó como el "comandante Efraín", evidenciaba padecer algún tipo de problema síquico y no tuve inconveniente en seguir hablando con él sobre la misteriosa "operación". Para retenerlo en la mesa, le pedí que me dé detalles de esa acción. Totalmente convencido, el "comandante" dice: "Mire, el plan consiste en que usted se ponga al frente de las lanchas donde irán las tropas de asalto y antes que amanezca se apoderen del barco que está anclado en el puerto de Córdoba". Está bién, capturo el barco, ¿y después que hago? le pregunto. "Después, procede a rescatar a los cientos de jubilados que están allí prisioneros y amontonados en la bodega, hombre". Según la imaginación de Efraín, en el inexistente puerto Cordobés, un grupo de terroristas había tomado como rehenes a una importante cantidad de hombres y mujeres de la clase pasiva y yó, había sido "elegido" para sacarlos de su situación a sangre y fuego.
A los 15 o 20 minutos, aparece en el café una señora de unos 70 años muy elegante y con un rostro que aún conservaba los delicados rasgos de su belleza juvenil. La mujer estaba acompañada por su empleada.
Efraín, me presenta a su esposa como el "comandante Pipo". La señora que estaba bastante nerviosa, con mucha preocupación y cariño le recriminaba a su marido las sucesivas "escapadas" que se hacía ante el menor descuido de ella o la empleada. Efraín parecía estar en "otro mundo", a él solo le interesaba seguir hablando del "ataque" al barco. Se puso de pié y con firmeza me dice: "Le ordeno que usted venga a mi casa ahora mismo". La situación estaba superando a la esposa de Efraín, que se sentía incómoda y sin saber que hacer. Para facilitar las cosas, me ofrecí espontánea y sinceramente a acompañar al "comandante", que vivía muy cerca del café en un lujoso edificio de Avenida Olmos.
Ya en el piso de Efraín, éste me invita a sentarme en el living. Y mientras la empleada nos servía té con masitas, la esposa, desde otro cuarto se comunicaba con el siquiatra que atendía a su marido afectado de Alzaimer.
Permanecí más de una hora y media en ese lugar. Efraín, seguía dándome instrucciones sobre la "operación jubilados". Me hablaba con términos militares y a toda costa quería que me quede en su casa hasta el día siguiente.
También me invitó a recorrer el amplio piso , mostrándome con lujo de detalles las fotos de su familia, trofeos, diplomas y distintos recuerdos de su vida que estaban prolijamente distribuídos tanto en el living como en las habitaciones. Junto con el té, su esposa le había dado una medicación que estaba comenzando a hacer efecto. Afortunadamente el médico de la familia venía en camino. Cuando noté que Efraín comenzaba a dormirse, la esposa y la empleada me acompañaron hasta el ascensor colmándome de agradecimientos por mi actitud.
Al día siguiente volví al departamento de Efraín, para saber como se encontraba. Por suerte ese brote u obsesión había desaparecido y se encontraba medianamente estable y controlado. Casi 20 días después, recibo un llamado en mi celular, era la esposa de Efraín haciéndome saber que el "comandante Cordobés",que había sido director de un importante banco, había fallecido.

Historias breves de "ARME la GONDOLA " en CORDOBA (Parte 2)

Ya había tomado contacto con los directivos del supermercado Cordiez y nuevamente me tocaba empezar de nuevo en una ciudad importante donde tenía escaso tiempo para conocerla. Mis presentimientos se iban cumpliendo. "Arme la Góndola"es definitivamente una superproducción demasiado compleja donde además de la idea, que probadamente es exitosa, hace falta también un equipo de gente idónea que se haga responsable de cada una de las funciones necesarias para que todo salga casi perfecto. En Córdoba volví a darme cuenta que en ese nuevo desafío, también estaba solo. Ni la gente del supermercado ni mi amigo a quién llevé para colaborar en el evento, tenían la mínima idea de lo que significa una producción integral, marketing o publicidad. Una demostración de esto fué cuando le encomendé a mi colaborador que busque una imprenta de prestigio para hacer todo lo relacionado con la gráfica integral. Vino a verme entusiasmado y me hace saber que en la ruta al aeropuerto "Pajas Blancas", había encontrado una imprenta dispuesta a realizar los volantes, álbumes, cenefas e impresión de figuritas. Me aseguró ésta era una empresa con experiencia y le había entregado a cuenta del trabajo cheques por un total de $ 12.000. Al día siguiente fuí a conocer la imprenta y grande fué mi sorpresa cuando ví que funcionaba en un local pequeño y miserable donde solo había un tipo que estaba tratando de hacer andar una máquina muy antigua. El hombre estaba todo transpirado, nervioso y sin camisa que valiéndose de una palanca, intentaba una y otra vez poner en marcha la vieja impresora. Le pregunté cual era el inconveniente y me responde que los rodillos estaban gastados. Junto a la máquina estaban desparramados cientos de volantes mal impresos (fuera de registro) de un solo color. A los pocos minutos apareció el dueño de la imprenta y quise saber si esa era la única máquina que tenía o había otras mejores. Con su mejor cara de "cemento" y seguridad absoluta, el hombre me dice: "Tengo un taller escondido equipado con la última tecnología para imprimir lo que ustedes necesitan". ¿Y donde está ese taller?, le pregunto. "Es un secreto, lo que pasa es que me persigue la DGI". Obviamente no le creí nada, solo le dije que si al día siguiente no estaban impresos los volantes a todo color, me tendría que devolver los valores por $ 12.000 que se le habían entregado a cuenta. Indudablemente este había sido un mal comienzo y después de varias discusiones con el "imprentero trucho", solo se pudo rescatar la mitad del importe. El resto, se lo había gastado según él en el tratamiento de una enfermedad terminal que padecía su esposa (?).
Estaba con "el agua al cuello" y no tenía otra alternativa que buscar soluciones y salir adelante con el compromiso asumido. El hotel extraño en el que me había alojado en el centro Cordobés, se había convertido en mi refugio. Estaba demasiado cansado y no tenía ganas de salir a buscar un alojamiento de 3, 4, 5 o 20 estrellas. La primera decisión que tomé fué hacer que le pongan una cortina pesada a la incomprensible ventana que me exhibía ante los pasajeros que bajaban por la escalera.
Compré un tablero portátil, una lámpara y elementos de dibujo e improvisé en mi cuarto un atelier básico como para empezar a desarrollar los bocetos de toda la campaña gráfica para lanzar el concurso cuanto antes.
Los días seguían transcurriendo y continuaba descubriendo lugares, paseos, calles, galerías, shoppings, restaurantes y cafés Cordobeses. En cada uno de estos sitios y principalmente en la gente, estaba impresa la personalidad de ese fantástico "país aparte" llamado Córdoba. Algo que me había llamado poderosamente la atención, era la cantidad de señores mayores que habitaban en el hotel de Lima al 200. Hombres que superaban los 80 años y que habían trabajado la mayor parte de su vida en bancos u otras instituciones ocupando cargos importantes. El conserje me contaba que la mayoría de estos pasajeros eran de pensión permanente, ya que no tenían familia y al quedar solos, habían decidido pasar el resto de su vida en un hotel y nó en un geriátrico. Felizmente y con gran esfuerzo, logré poner en marcha "Arme la Góndola" y los venerables ancianos compañeros de hotel, se iban convirtiendo en mis amigos. Recuerdo los días domingo, cuando infaltablemente nos reuníamos a almorzar en una larga mesa de una casa de comidas caseras de la Avenida Olmos y pasábamos varias horas muy amenas donde "los viejitos piolas", como así los bauticé, me contaban de su pasado dorado y también de sus "novias" del presente, unas elegantes señoras Cordobesas jubiladas que los venían a buscar para ir al cine o a tomar el té.
Era maravilloso ver a esos abuelos "gladiadores" que no se rendían ante el paso del tiempo y disfrutaban plenamente de sus romances invernales, ahuyentando soledades y recibiendo a sus amadas maduras con una colorida y fresca rosa.