domingo, 22 de febrero de 2009

La existencia intensamente creativa de Salvador "Pichón" Fernández, un bahiense inolvidable.

Bahía es una ciudad de frágil memoria, quizás contagiada por la velocidad descontrolada que domina al mundo. He hablado de muchos bahienses que nacieron, se formaron, trabajaron o alguna vez se fueron de su tierra natal buscando mejores horizontes o el reconocimiento que todo ser humano necesita en su actividad. Poco y nada se recuerda a los fabricantes de sueños como Javier Rizzo, su esposa Valentina de la Cruz o Mario Mauret, artistas del radioteatro en vivo que durante muchos años en tiras diarias de 30 minutos cada una, todas las tardes con sus excelentes interpretaciones e ingeniosos efectos especiales, hacían vibrar a miles de hogares y familias que "pegadas" a sus receptores de radio le daban rienda suelta a la imaginación dejándose llevar por la magia del radioteatro. La lista de los injustamente olvidados es extensa, porque la Bahia de los años felices también contó entre otras con figuras como el cantante de tangos Whitense cuyo apellido es Crudelli y fué conocido como "Cacho" Randall o Roberto Achával. "Cacho" trascendió las fronteras de Bahía, llegó a Buenos Aires y también posó sus dotes de cantor en escenarios de otros países, pero lamentáblemente aún hoy, su esposa Juana, intenta encontrar un contacto para que los restos de "Cacho" puedan al fin descansar en paz en algún sitio del cementerio de la ciudad. Salvador "Pichón" Fernández era periodista, productor de radio, televisión, publicista e inquieto buscador de contenidos creativos que muchas veces chocaban contra la incompresión o los impedimentos que generalmente anteponían los gerentes de los medios cuando presentaba sus proyectos. Lo conocí prácticamente de toda la vida, es menor que yó y con él solía compartir varios "cortados" en los cafés donde nuestra conversación giraba siempre en torno a todo lo que se podía llegar a hacer y por alguna razón no se podía. Tenía la sensación que tanto él como yó estabamos intentando subir una empinada colina de cemento embarrada, una tarea bastante difícil, casi imposible de lograr. Pero "Pichón" no se entregaba, una y otra vez resurgía de la decepción y volvía a la carga con toda su energía. Jamás le importó el dinero, solo quería hacer cosas nuevas, su alma lo necesitaba. Audaz en extremo, todo lo improvisaba y esa desprolijidad le quedaba bien, porque era diferente. Durante mi época de Sapienso, en Canal 9-Telenueva, ambos tuvimos la posibilidad de producir algunos contenidos para ese medio durante más de dos años y medio. Todo lo que hizo "Pichón" durante ese tiempo, funcionó hasta que nuestra gestión como únicos productores de ese medio, por cuestiones financieras llegó a su fín. Yo opté por irme a trabajar a Mar del Plata y él se quedó decidido a seguir peleándola como periodista e incluso, con la esperanza que en algún momento todo cambiaría para bién. Sus condiciones para ponerse frente a las cámaras eran innegables, había creado un estilo de notas que le pertenecía y en sus últimos tiempos, durante una de mis visitas a Bahía, lo ví haciendo un programa desde un avión de la desaparecida empresa LAPA. "Pichón" se las había ingeniado para ir bien alto, con esta propuesta inédita, donde acompañado por un muy buen camarógrafo se desplazaba durante casi una hora por el interior de un estrecho avión de cabotaje y entrevistaba a distintos personajes de la ciudad. Poco tiempo antes de su temprana desaparición física, me encontré con él de casualidad en "Las Cibeles", una conocida cafetería bahiense donde hablamos durante más de una hora. No lo ví bién, me daba la impresión que estaba cansado y era muy posible que así fuera porque me dijo que quería irse a trabajar a los Estados Unidos, donde tenía un contacto confiable como para empezar de a poco en una cadena televisiva dirigida a la franja latina. En el 2003, junto a Virginia nos tocó conducir "Arme la Góndola" en vivo y en la tarde del sábado por LU2. Era verano y estábamos en los estudios cuando nos llegó la infausta noticia; Salvador "Pichón" Fernández, había fallecido víctima de un cáncer. Esa tarde hicimos un programa triste, casi de compromiso, porque en verdad así lo sentía. En esta oportunidad, el activo "Pichón" voló hacia ese sitio llamado cielo, donde seguramente sus sueños se harán realidad y no habrá mediocres que le corten las alas a su imaginación. Buen padre de familia siempre veló por el bienestar de los suyos. Le dí el último adiós en una funeraria de calle Estomba, donde reposaba el cuerpo de un muchacho que ya no pertenecía a la tediosa realidad terrestre. Seguramente el alma luminosa de "Pichón" ya empezaba a brillar en alguna marquesina del paraíso. Su esposa, la "colorada" de hierro, al igual que sus hijos, siempre lo respetaron y apoyaron en absolutamente todos sus emprendimientos, creo que eso lo hizo inmensamente rico, porque tuvo todo el amor del mundo y una familia excepcional.
Los soñadores no suelen contar dinero, esa no es su condición, están en la vida para sumar acciones que despierten emociones o asombro a los indiferentes de siempre. "Pichón" siguió siendo un hombre grande con el alma de un niño inquieto. Creo que hasta la presencia tan cercana de la oscura y misteriosa muerte le produjo curiosidad y hasta deseos de hacerle una nota. Pero ya no tenía fuerzas para llevar a cabo tamaña producción final y se dejó llevar por ese viento helado y envolvente del supuesto final. Los estructurados hombres de negocios suelen ver a los artistas como bohemios, líricos, locos o pelotudos, quizás porque saben que ellos tienen gran habilidad para sumar y multiplicar, pero jamás brotaría de su cerebro un mínimo pensamiento creativo, aunque sin duda alguna, no vacilarían un solo segundo en asociarse a una buena idea, siempre y cuando perciban que esta les puede generar grandes ganancias y mínimos riesgos. "Pichón" dejó un vacío difícil de reemplazar. Lo mismo sucede con José Román Cachero, otro destacado y polémico periodista bahiense que dejó este turbulento plano terrenal para irse a generar programas audaces junto a "Pichón" en algún canal del cielo, donde seguramente se estarán riendo de algunos de los comunicadores que aquí quedaron haciendo el papel de serios, porque además de ser poco creíbles también son muy aburridos.

jueves, 19 de febrero de 2009

Bahienses que alcanzaron a trabajar en Hollywood, esa meta tan soñada.

Recuerdo que tenía unos veinte años, cuando un músico y un periodista a los que conocí en Bahía, un buen día partieron y no volví a verlos más. Habían desaparecido, como por arte de magia de los lugares que solían frecuentar y desde ese momento comenzaron a circular los primeros rumores; "estan en los Estados Unidos, hasta allá volaron para probar suerte, parece que les vá muy bién". Era la década de los años sesenta y por lo que yo sabía, pocos o casi escasos, eran los artistas argentinos que lograron trascender en Hollywood. Quizás el argentino más destacado era Lalo Schifrin, después, recuerdo a Fernando Lamas y Carlos Thompson, dos actores de la época de oro del cine nacional que tuvieron la fortuna de ser convocados para trabajar y habitar casi hasta el fin de sus días en la codiciada Hollywood, la meca del cine y la fama. Lamas y Thompson, simbolizaban a los "Latin Lovers" de los dorados años cincuenta y ambos formalizaron distintos matrimonios con populares actrices norteamericanas de entonces. En Bahía, conocí a un jóven pianista llamado Marianito Moreno, un muchacho que tenía todos los atributos físicos como para ser un galán de cine. En las reuniones bailables de los sábados que se llevaban a cabo en los salones del Club Argentino, Sociedad Sportiva, Olimpo, La Central u otros, la presencia de Marianito, despertaba el inmediato interés de las chicas más bonitas que concurrían a esas fiestas juveniles y la forma ideal de acceder a una bella muchacha, era estándo cerca de Marianito o Eduardo de Los Ríos, su inseparable amigo que también contaba con la presencia de un galán fuera de serie. El método jamás fallaba porque ellos se llevaban las mejores chicas y yo también "pescaba" por el simple hecho de quedarse con lo que ellos descartaban. Marianito hizo varias presentaciones en la ciudad, también se lo escuchaba y veía en medios radiales y televisivos, pero eso no alcanzaba, porque aún hoy, la ciudad sigue teniendo grandes limitaciones para aquellos que buscan desarrollarse en ámbitos más amplios que les permitan vivir dignamente de su profesión de artistas. Y un buen día, Marianito no dudó y voló al gran páis del norte en busca de un futuro más prometedor. Las pocas noticias que iban llegando, hablaban de Marianito creciendo como músico, presentándose en Las Vegas y otros escenarios de trascendencia que lo tenían como protagonista o figurando en marquesinas destacadas. Al poco tiempo de estar en USA, regresó a su ciudad natal para hacer una presentación en el Teatro Municipal y en esas funciones que tuvieron un lleno total, los habitantes de Bahía, aplaudían de pié a un pianista que acompañado por la Orquesta Estable, lograba un lucimiento inolvidable, brillante y merecido. Tiempo después, nos llegaban ejemplares de los discos Longplay (larga duración) donde el artista bahiense había grabado con la máxima tecnología temas instrumentales y también cantado algunos temas propios en productoras de Estados Unidos. El tiempo siguió su paso inexorable, la figura de Marianito se fué diluyendo y escasas eran las noticias sobre él. Otro bahiense muy allegado al pianista que partió a edad temprana, fué Enrique Gratas, un periodista talentoso y de muy buena imágen para televisión que trabajó en medios televisivos de la ciudad y también en LU2 Radio Bahía Blanca. Enrique era también uno de los propietarios de un local bailable llamado "Jávega", donde disfruté de momentos inolvidables junto a él y su socio. Recuerdo que yo promocionaba ese negocio en mis programas radiales. Enrique Gratas también partió hacia los Estados Unidos y de acuerdo a comentarios y testimonios de gente conocida que había vivido en Miami y California aseguraban que Gratas, era una figura popular en los noticieros de una importante cadena norteamericana.
También me enteré que Gratas le abrió la ruta a Norbert Degoas, cuando a poco de arribar a Los Angeles, ocupó con éxito en un canal televisivo de gran auiencia, un segmento donde todas las noches hacía en vivo un disparatado y contradictorio informe meteorológico que se impuso de inmediato en la preferencia del público televidente. Degoas, una vez más, había entrado por la puerta grande de Hollywood ciudad donde permaneció varios años.
Pero; ¿que sucede con la nostalgia o el desarraigo de aquellos que por distintas razones, tuvieron que vivir y trabajar durante gran parte de su vida en otros países?. A Degoas no le resultó difícil adaptarse a Mar del Plata, ciudad a la que recaló en la década del setenta para ocupar un espacio en horario central en la LU6 Emisora Atlántica. Pero "la Feliz" está dentro de Argentina y a solo unos 500 kilómetros de Bahía, distancia que Degoas recorría rápidamente dada su preferencia por los vehículos veloces y habilidad de conductor. Supongo que muy distinta sería la situación de Marianito y Gratas que tuvieron que abrirse camino en una tierra lejana, difícil y donde más allá del idioma, todo es diferente, las costumbres, las reglas de vida, etc. No tengo mucha información sobre como fueron los primeros años de Marianito y Gratas en Norteamérica, aunque como comunicador y desde el medio que tenía a mi alcance siempre apoyé a todos aquellos bahienses que trabajaban en el exterior y sentía mucho placer cuando les brindaba un espacio para que relaten sus vivencias cada vez que llegaban a la ciudad, ya sea para pasar las fiestas de fin de año con sus familias o simplemente para visitar su tierra natal. En 1994, a Marianito Moreno, lo encontré en Mar del Plata, ciudad en la que me encontraba viviendo desde 1988. El venía de California con la idea de quedarse e instalar un negocio de espectáculos destinado al público de gente mayor. Para llevar adelante este proyecto, compró una propiedad ubicada en una esquina en la Avenida Constitución, un lugar lo suficientemente amplio como para remodelarlo y cumplir su sueño del local propio. Después de mucho trabajo e inversión, Marianito finalmente inauguró "Baccardi". El sitio estaba montado con muy buen gusto y todo lo necesario como para que desde el escenario de importantes dimensiones que había constrúido, pudiera actuar cómodamente una orquesta compuesta por numerosos integrantes. Lamentáblemente en ese tiempo, el clima venía castigando duramente a Mar del Plata con temporales, tornados e inundaciones que causaron graves daños en viviendas y edificios de todo tipo, incluído "Baccardi" que había quedado prácticamente destruído en su totalidad. Cuando Marianito y su esposa me mostraron cómo había quedado el salón y la vivienda aledaña después de aquel desastre, no había palabras para consolar o alentar a un hombre que había llegado lleno de ilusiones a la ciudad más linda de Argentina, donde apostó una considerable cantidad de dinero, que seguramente era el fruto de muchos años de esfuerzo en la difícil profesión de artista.
A partir de aquel desafortunado siniestro, no supe más nada de Marianito de quien guardo muy buenos recuerdos y un sincero respeto por aquellos años compartidos en una Bahía donde la fuerza de la juventud, las ansias de crecer y destacarnos en las profesiones que habíamos elegido, de alguna manera nos hacía parecidos. Innegablemente estábamos en el mismo barco y en algún momento de la inocencia, juntos navegábamos felices en el luminoso mar de la ilusión, aunque por esos vientos del destino, nuestras vidas se separaron, guardo con mucho cariño los nombres de estos bahienses que alcanzaron a trabajar en Hollywood, esa meta tan soñada y privilegio de muy pocos.

martes, 17 de febrero de 2009

Mar del Plata; La noche que Borda tuvo que usar pañales improvisados.

Ya he relatado varios episodios relacionados con sucesos y personas que conocí durante los años que viví y trabajé en la querida ciudad de Mar del Plata, pero a medida que voy escribiendo este blog, surgen nuevos recuerdos e historias reales que parecen de ficción, como la que cuento en esta página. Borda era un personaje fuera de serie que tenía el don de hablar con la mirada. Sus ojos intensificaban el brillo a medida que elucubraba algún posible, fácil y cercano negocio por hacer. Desde el primer día que lo conocí me impresionó como un hábil vendedor de "lo que sea". El podía convencer con gran facilidad, le ayudaban la voz, los gestos y la improvisación, ya que una de sus virtudes consistía en poder hablar de cualquier tema con un mínimo conocimiento del mismo. Borda había transitado en medios de comunicación, principalmente en emisoras de radio y era un verdadero profesional en comercialización publicitaria. Me encantaba sentarme a tomar café con él y escuchar sus proyectos, que en realidad no eran para nada descabellados, el único inconveniente que siempre dificultaba la concreción de los mismos, era la falta de capital. Borda tenía muy buenos contactos con importantes empresarios de Capital Federal y se encontraba abocado a instalar su propia radio FM en Mar del Plata y en eso estaba cuando me contó "la odisea de los pañales". Para montar su anhelada emisora, él necesitaba una determinada cantidad de dinero y si bien la cifra no era descabellada, a Borda le resultaba practicamente imposible conseguirla en el ámbito de "La Feliz". Esto sucedió a principio de los años noventa, cuando las FM comenzaban a despertar en todo el país como emprendimientos pequeños que permitirían desarrollar las condiciones de técnicos, productores, locutores y periodistas que ahora tenían la oportunidad de trabajar desde un medio de comunicación independiente. En esa ciudad conocí a gente muy capaz que se desempeñaba con solvencia produciendo sus propios espacios en radio y televisión, muchos de éstos contenidos se grababan en los estudios independientes que con esfuerzo y entusiasmo iban creciendo para bien de la comunicación local.
Borda no podía ser una excepción e incluso lo seguí durante un par de meses en su emprendimiento radial haciendo en su FM un programa llamado "Motín a Bordo". Una noche, Borda nos comunica que el dinero había aparecido, "Hay una socia interesada en invertir en la FM y esta noche viajo a Buenos Aires a buscar la plata", nos dijo lleno de alegría. A los pocos días regresó con el dinero y la emisora comenzaría a potenciarse con esa inyección de capital. Borda, era el autor de la hazaña, pero estaba ávido por contar detalles de la operación, y se salía de la vaina por hacerlo, porque en realidad y en su fondo, no dejaba de ser un chico travieso que sabía reirse de sí mismo, por esta razón no costó demasiado convencerlo para que la intrigante historia salga de su propia boca y esto fué lo que nos relató; "Llegué a Buenos Aires en un micro, muy escaso de efectivo, casi nada, diría que con lo justo como para llegar hasta el edificio donde la socia que invertiría en la FM, me esperaba para firmar el acuerdo y darme el dinero que la convertíría en principal accionista de la radio. La señora estaba en el imponente piso de su propiedad donde habitaba. Mucho lujo y confort, que te hacían sentir un insecto, pero la futura socia, a quién conocía de antes, era una persona adinerada pero sencilla. Gentilmente me invitó a cenar y quedarme esa noche a dormir en su casa, ya que mi plan era tomar un colectivo de regreso a primera hora de la mañana. Es posible que debido a los nervios o por haber comido algo que me hizo mal, de inmediato empezó a dolerme el estómago, la sensación era de una terrible diarrea a punto de estallar y fuí corriendo a uno de los baños, pero por desgracia no llegué a tiempo al inodoro y me cagué el único calzoncillo que tenía ya que no había contemplado la posibilidad de hacer noche en Buenos Aires. Abrí todas las canillas existentes en el cuarto de baño para atenuar los ruidos que producían los pedos de mi interminable descompostura, pero lo peor era que no tuve otro remedio que lavar inmediátamente el calzoncillo bañado en mierda e intentar dejarlo a secar en el mismo sitio. Después de un rato largo, salí del baño nervioso y con bastante verguenza, pero mi socia y anfitriona no pareció darse cuenta del percance que yo había tenido. Tomamos un café y le pidió a su empleada que me acompañara hasta mi cuarto, como no tenía pijama ni tampoco un calzoncillo de repuesto, se me ocurrió improvisar un pañal utilizando un toallón". En el piso donde pernoctaba Borda la calefacción era casi perfecta y esto ayudó a que el protagonista de esta historia, finalmente se durmiera plácidamente como un bebé y con pañales incluídos.

lunes, 2 de febrero de 2009

2006; Delirios en la Radio, la historia de Sayenca, la Venezolana.

En toda mi historia como animador de radio, me ha tocado enfrentarme a diversas situaciones al momento de hablar telefónicamente con alguien a quién no conozco personalmente y en ese preciso instante no estoy viendo la cara y solo escucho su voz. Muchas de éstas experiencias, las he relatado en las primeras páginas de este blog, donde hablo de hechos reales protagonizados por gente de la audiencia que llama a la radio y donde en algunos ocasiones, estas conversaciones suelen ser sumamente divertidas y otras trágicas o delirantes. El caso de Sayenca, supera todo lo conocido y esto aconteció haciendo el programa en vivo "Palacios en el Aire". En uno de los envíos, Marcelo Montechiari me avisa en privado que hay en espera una comunicación. Era una mujer cuya voz se oía sensual, con acento venezolano y mucha frescura. Quién estaba saliendo al aire, se presentó con el nombre de Sayenca , nacida en Caracas y decía que se encontraba en Argentina, viviendo ahora en Bahía Blanca por cuestiones de negocios. La muchacha era cordial, hablaba con gran seguridad e iba describiéndome lugares de su país natal y también otros otros que conocía debido a su profesión como administradora de la importante empresa petrolera perteneciente a su padre, a quién ella simpáticamente llamaba "mi papi". A partir de entonces, las conversaciones con Sayenca se sucedían en cada programa, era un personaje muy particular que en cierta forma nos enriquecía por los ingredientes que la venezolana le sumaba a cada una de las extensas entrevistas, donde siempre destacaba que era una fiel escucha del programa y nunca se lo perdía, porque le alegraba la noche. Nuestra producción tenía los números de los dos teléfonos celulares de Sayenca , ambos con características o códigos locales y a modo de gentileza o para evitar que gaste en comunicaciones,comenzamos a llamarla nosotros y pasó a formar parte de la familia de personajes invisibles que de a poco, se iban integrando al envío. En una ocasión, la simpática y particular venezolana inició el diálogo con cierta tristeza, en esta oportunidad comenzó a despedirse de nosotros porque debía partir. Se la oía acongojada y lamentaba alejarse de Argentina, ya que por circunstancias laborales debía irse, esta vez a Irak. Esa parte del Medio Oriente estaba en guerra y era una zona extremadamente peligrosa, algo que parecía no atemorizar a la misteriosa y sugestiva Sayenca que se describía a sí misma como jóven, bonita y poseedora de un cuerpo deseable al que cuidaba en base a comidas sanas y la práctica cotidiana de mucha gimnasia como para mantenerse en forma. Durante un fin de semana, perdimos contacto con Sayenca , quien entre otras cosas, también aseguraba ser la hija de un multimillonario empresario petrolero y entre las tantas propiedades que la empresa de su "papi" tenía en diferentes partes del mundo, en Bahía, también contaban con un semipiso ubicado en calle Dorrego, ubicado frente al Teatro Municipal. Esta vez el llamado fué fuera de micrófono. Nos pidió encarecidamente no salir al aire y la voz quebrada de Sayenca se escuchaba atemorizada, débil y distante. En línea privada nos relató que se encontraba en el epicentro de la guerra y reponiéndose de un episodio que había sufrido a las pocas horas de llegar al sitio del conflicto bélico. Le preguntámos que nos relate lo sucedido y esto fué más o menos lo que nos dijo; "Yo me encontraba en un bunker con soldados norteamericanos, cuando se escucharon fuertes explosiones y disparos. Nos estaba atacándo un grupo de guerrilleros Talibanes que tratában de invadir el refugio, haciéndo fuego contra todos nosotros. Por suerte, un marine se puso delante mío, justo cuando a pocos metros cayó una granada, a punto de estallar, rápidamente, este soldado me tomó entre sus brazos arrojándome al otro lado de una pared. Eso me salvó, porque en el mismo momento en yo caigo en una especie de patio lindero, dentro del bunker se produce la terrible explosión. Me salvé de milagro, chico". Semanas después, la mayoría de las conversaciones con Sayenca parecían aventuras surgidas de las películas de Lara Croft, donde la venezolana se veía involucrada en las peores catástrofes. Entre ellas accidentes de tránsito de los cuales salía ilesa, aunque con algunos magullones. Creo que ella estaba plenamente convencida del rol de heroína rica que había asumido y relataba con total naturalidad, como si todo lo que contaba, hubiera ocurrido en verdad. Su frondosa imaginación nos situaba auditívamente en los más insólitos escenarios del planeta y tenía la habilidad de situarnos tanto en playas paradisíacas como en la Bagdad bombardeada o la guerrilla colombiana. Nos prometió que a todos los integrantes del programa nos llevaría en su avión privado a Venezuela, donde seríamos sus invitados especiales. Pienso que Sayenca es un personaje virtual y es muy posible que se sintió muy feliz narrándo sus fantasías en un espacio donde tuvo la oportunidad de contar con algunos minutos de fama. Yo comencé a sospechar de sus historias cuando inmutable, cuando con su teléfono celular podía llamarnos traquilamente desde grandes distancias, con una señal muy limpia y clara desde el Medio Oriente, China, el Amazonas. el Caribe o los lugares donde afirmaba que viajaba para controlar los poderosos negocios de familia relacionados con el petróleo. Quienes hacemos el programa, extrañamos a Sayenca , la venezolana que dió el puntapié inicial en lo que respetuosamente llamamos "Delirios de Radio", ya que sin ellos, todo sería demasiado plano, monótono, aburrido y realista. Por suerte la venezolana tuvo a a partir de su aparición a varias sucesoras; mujeres de toda edad que al igual que ella comenzaron a contarnos sus increíbles relatos de manera secuenciada, en formato de capítulos que en cada madrugaba transportan a la audiencia hacia un planeta de sueños locos pero inofensivos al fin que no dejan de ser atrapantes por sus contenidos tan poco comunes. Los integrantes del equipo siempre nos formulamos una pregunta; ¿Quién será en verdad Sayenca?, ¿Existiría? ¿Se trataría de una mujer fea o definitívamente no era una mujer, sino un travesti que no quiso dar nunca la cara?. Sea como sea, esta venezolana virtual despertó las fantasías de muchos señores oyentes que deseaban fervientemente conocerla en persona o al menos tener agendado su teléfono.