martes, 25 de agosto de 2009

Agosto 2009, desde Palacios en el Aire, comienza por LU2 AM, la nueva miniserie titulada "Petarda Cálvari".

Durante nueve meses, habíamos disfrutado de "La Leyenda de la Llorona" , miniserie radial actuada en vivo por diferentes oyentes que espontáneamente y a través de líneas telefónicas en simultáneo, oficiaban como actores de una novela disparatada que se había extendido más tiempo de lo pensado. Casi tres años habían transcurrido de aquella experiencia y hace poco, creímos que había llegado el momento de intentar con otra propuesta instrumentada de la misma manera que la anterior, solo que en ésta nueva entrega lo realizaremos a través de internet. Los protagonistas de los distintos roles, recibirán los libretos con anticipación y tendrán tiempo suficiente como para estudiar sus intervenciones y al momento de salir al aire, podrán hacerlo cómodamente a través del teléfono y desde sus hogares. El título de la propuesta es "Petarda Cálvari" y en el capítulo de presentación que se llevó a cabo el pasado domingo 27 de Agosto, nuestros oyentes recibieron con mucho agrado la primera emisión de "Petarda", donde como era de esperar hubo errores involuntarios, de interpretación, mucha improvisación y risas que no podían contenerse. Creo que ésto contagió al público que nos sigue desde hace casi cinco años. A modo de adelanto, a continuación, publíco el libreto número uno de ésta bizarra miniserie.

Capitulo 1
Petarda Cálvari


Relator: Estamos en 1945, la segunda guerra mundial ha finalizado y a su término, en distintos países de Europa, el saldo es destrucción, pérdidas irreparables de vidas humanas, desolación, dolor y miseria. Cientos de miles de sobrevivientes del Apocalipsis, acosados por el hambre, el miedo y la desesperanza buscaron nuevos horizontes, entre ellos la ansiada América, donde Argentina se mostraba como la tierra prometida y promisoria.
Cortina-------------------------------------------------------------------------

Relator; Un viejo barco de pasajeros ha partido desde Italia. Cientos de familias desesperadas yacen a bordo. Están hacinados en la tercera clase, donde se acomodan como pueden entre las cientos de literas de madera dispuestas en el reducido y claustrofóbico espacio del navío. Ríspida Severina Cálvari es un mujer de fuerte contextura física y carácter dominante, oriunda de Potenza, que ha vendido todo lo que tenía, incluída su humilde vivienda ubicada en la campiña, junto a sus cerdos, ovejas y algo de dinero que había ahorrado para escapar de la vencida y hambreada Italia Fascista de Musollini. Junto a Doña Ríspida viajan sus tres hijas, ellas son las hermanas Pérfida y Jorobina, dos jóvenes altas, delgadas y bonitas. Pérfida tiene cabellos largos, lacios y oscuros, mientras que Jorobina, además de bella es rubia. La menor, se llama Petarda, Petarda Cálvari. Una chica poco agraciada, tímida y de personalidad débil, y a quién su madre, Doña Ríspida somete con facilidad.
Doña Ríspida: (enojada) porca Miseria, cómo se move este barquette miserábilo. Me mareo con tanto vaiveno, maledeta la hora que decidí ir a la américa. Ahhhh, me discompongo de novo, mi ha hecho male lo poroto Petarda, Petarda, traéme la chata presto. Presto, inútila.
Suspenso------------------------------------------------------------------------

Petarda: Ya se la llevo mamina, soporte, soporte, ya voy. Ya voy.
Doña Ríspida: Ahhhhhhh…gracia Dío. ya estoy más aliviata.
Relator: El trayecto será largo y tedioso, la marcha del vetusto barco es lenta, y la única alegría que tienen los pasajeros es subir durante unas pocas horas de luz diurna a la cubierta, donde pueden respirar aire marítimo, tomar sol, los mayores jugar a las cartas o hacer algunos partidos de voley y tejo, mientras que los chicos se entretienen saltando la cuerda contando historias o buscándo alguna persona que sepa algo sobre la vida y las costumbres de Argentina.
Cortina-------------------------------------------------------------------------

Relator; Doña Ríspida se ha sentado en un banco de madera, está fastidiada, ha terminado de tomar la austera merienda de a bordo, consistente en cascarilla, la cáscara del cacao y ha comido un trozo de pan. Ahora mira a sus hijas Pérfida y Jorobina que están apoyadas en la barandilla, mirando el mar. Las dos chicas se han puesto sus únicos vestido ya que para ellas estar en la cubierta es un verdadero festejo. Tanto Jorobina como Pérfida se saben bellas y de tanto en tanto, suelen mirar a los muchachos que recorren animádamente ese sector del navío.
Jorobina:, Pérfida, ¿viste a ese chico de la gorra azul?
Pérfida; Huy, mirá que churro, es muy bien parecido, ¿cómo se llamará?
Jorobina: No perdamos tiempo hermanita. Hagámonos las tontas y acerquémonos a ese budínazo.
Pérfida: Hay que ver si nos dá corte. A lo mejor es un engrupido….
Jorobina: …Probar no cuesta nada Pérfida. Vamos, pero que mamá no se dé cuenta que caminamos hacia un hombre.
Doña Ríspida: (grita) Petarda, Petarda, veni quí pichonne di maledetta, veni presto.
Petarda: Aquí estoy Mamiña, ¿en que puedo servirla?.
Doña Ríspida: Teno famme, Petarda, andá a la cucchina a ver si queda más chocolata caliente y alguno pedazo di panne fresco, blanditto.
Petarda: Sí maminna, voy a ver si quedó chocolate, pero mientras voy, si quiere le doy mi pan para que vaya comiendo algo.
Doña Ríspida: Dame , dame ese mendrugo, y corré a buscar más pane y chocolatta. Y será mejor que lo consigas, porque si nó te voy a reventare a patadas. Inútila.

Relator: La escena se repite una y otra vez. Doña Ríspida está acostumbrada a quitarle el pan de la boca a la pobre Petarda, quien con su natural ingenuidad lleva días dándole su ración de pan y guiso a su madre. Petarda está pálida, a medida que pasan los días, se la nota desnutrida, débil, ojerosa. Mientras la muchacha avanza hacia la cocina del barco, doña Ríspida la sigue celosamente con su mirada de águila. En tanto…Pérfida y Jorobina, se han acercado hacia un sector de proa donde conversan dos jóvenes apuestos.
Oreste: Mirá Giuseppe, parece que dos sirenas nos vienen a visitar….
Jorobina: Bon giorno, nosotras somos Pérfida y Jorobina, somos fratellas.
Oreste: Así que hermanitas, eh? Que bueno, Yo me quiamo Oreste y él es mi caro amichi Giovanni, somos del mismo pueblo y estábamos buscando compañeras para el concurso de Tarantellas que el capitano del barco ha programatto para el Sábato. ¿Ustedes bailan tarantella?.
Pérfida: Por supuesto Oreste, nosotras fuimos reinas de la Tarantella en nuestro pueblo. Nos encantará formar pareja con ustedes y participar en el concurso. ¿es la primera vez que viajan a la Argentina?
Oreste: Sí, primera vez. Nos ha mandado a llamar un amichi de nuestra familia que es dotore. Se quiama Justo Justicia y necesita mano de obra en las minas de carbón que tiene en Río Turbio, el es un hombre rico y hace mucho que vive en la Argentina.
Cortina------------------------------------------------------------------------

Relator: A todo esto, Petarda se ha asomado en la cocina del barco. No vé a nadie en el lugar, solo observa varias ollas de gran tamaño de las que emana un rico olor a chocolate. Petarda tiene hambre, la debilidad la supera, no puede resistir la tentación, avanza hacia una de las ollas humeantes, pero tropieza y cae sobre el gran recipiente, al tiempo que todo su contenido se derrama sobre el piso.
Ruidos--------------------------------------------------------------------------

Relator: La torpe y desdichada Petarda cae al suelo, por fortuna la cascarilla caliente no alcanzó a manchar su único y descosido vestido. Está temblando, está dolorida y vé como el exquisito chocolate se evade por las rejillas de desagote de la cocina. Petarda llora, sabe que su madre la castigará una vez más.
Y en ese momento, un hombre alto, pelo y barba rubia, vestido con impecable uniforme azul entra repentinamente al lugar. Es nada más y nada menos que el mismo capitán del navío, quién sin dudar ayuda a Petarda a levantarse.

Capitán: Tranquilícese signorina, io soy il capitano dil barco, me quiamo Benito Aquaforte, por suerte no se ha quemado. ¿se lastimó, se siente bién?
Relator: Petarda está mareada, ver a ese hombre de gorra y uniforme que la mira con sus intensos ojos azules le parece un sueño.
Petarda: Molte gracie signore capitano, perdóneme , fue sin querer, no quise causar daños, solo quería llevarle una taza de chocolatta y un pedazo de pan a la mía mamma (llora). Perdóneme signore Capitano Aquaforte.

Relator: El capitán Benito Aquaforte, es un marino rudo, lleva años navegando y desafiando los peores temporales, pero el rostro y las lágrimas de Petarda lo han conmovido sobremanera. Suavemente, la toma de los hombros y trata de calmar a la fea italianita que no deja de temblar y llorar.

Capitán: No llores piccola muchacha, má ¿cómo te quiamas? Cual es tu nombre?.
Petarda: Io me quiamo Petarda, Petarda Cálvari, signore Capitano.
Capitán: Bueno, cara Petarda, ya mismo le diré al ayudante de cochina, que te traiga una jarra grande chocolatta caliente y una bandeja de bollitos, ¿te piache Petarda?.
Petarda: ¿ Me vá a regalare una jarra de chocolata y bollitos, todo para mía mamma? Gracie signore capitano, que Dío lo bendiga.
Cortina-------------------------------------------------------------------------

Relator: Rápidamente y a una órden del capitán Aquafortte, un ayudante traé una jarra con dos litros de chocolate caliente y una bandeja de exquisitos bollitos frescos. Petarda que no puede salir de su asombro pide permiso al oficial para comer una de las masas, marino asiente con un gesto leve y Petarda desesperada come uno, dos, tres y hasta cuadro bollitos. El capitán le pide calma y le alcanza una taza de chocolate para que pueda digerir la masa.
Cortina-------------------------------------------------------------------------

Relator: Mientras esto está sucediendo en la cocina del barco, doña Ríspida se ha puesto nerviosa e impaciente. A su alrededor el resto de los pasajeros sigue disfrutando del tibio sol que invade la cubierta, la maligna mujer busca desesperada a Jorobina y Ríspida sus dos hijas preferidas. No las vé, esto la exaspera, pero lo que más le preocupa es que Petarda no llegue con lo que le pidió.
Doña Ríspida: Esa Petarda es una inútila, la voy a reventare. Maledetta la hora en que tuve como hija a semejante CHANGALONA. La voy a reventare.
¿Pero que veo, es Petarda que viene con un mozo y el capitano dil barco. Y traen chocolatta y bollitos. MILAGRO, ESA INUTILA SE HA DISPERTATTO.
Relator: Doña Ríspida, la malvada, la insaciable sonríe feliz no puede creer que Petarda haya logrado traer una merienda rica y abundante para saciar su gula. ¿Qué pasará en el próximo capítulo?.

viernes, 21 de agosto de 2009

El "Fantasma" que durante años apareció en los pisos superiores del edificio de LU3 Radio del Sur.

La histórica casona donde aún funciona la legendaria LU3 Radio del Sur, además de ser un patrimonio ciudadano porque allí nació el escritor Eduardo Mallea, alguna vez y durante varios años tuvo su propio "fantasma". Varios empleados de la época de oro de la querida emisora, entre ellos algunos destacados periodistas, siempre contaban la historia del misterioso caballero que todas las mañanas cerca del amanecer, impecablemente vestido ingresaba al edificio por la puerta principal de calle Lamadrid, saludaba cortesmente a quien iba encontrándo a su paso y subía con absoluta naturalidad la amplia escalera de madera que conducía a la parte superior de la radio, allí, en el tercer piso funcionaba el departamento de noticias, un ámbito que tuvo como protagonistas a grandes de la información como Estéban Dobal, Eduardo Cenci, Carlos Almirón, Segundo Fernández, Alberto Mc Dougall, Stamatti y otros que pusieron su voz y estilo propio e inconfundible a las noticias cotidianas.
El "fantasma" ingresaba naturalmente, su recorrido era siempre el mismo, casi una rutina que se repetía a diario y ninguno de los que lo veían desplazarse por el interior de la radio se preocupó por saber quién era o que hacía allí en los primeros minutos de la mañana ese señor educado y bien vestido que se esfumaba extrañamente a pocos segundos de ingresar. Años después, alguien se preocupó al fín en observar al "fantasma". Fué entonces que movido por la curiosidad, un empleado de la emisora siguió los pasos del elegante hombre de traje y corbata. Oculto en algún sector de los pisos superiores, el inquieto observador lo vió pasar junto a la vieja máquina teletipo, abrir la ventana que daba a la terraza, pasar a través de ella, y una vez en la azotea caminar hacia una ventana de un edificio de departamentos ubicado aún en Lamadrid y Alsina donde se introducía sigilosamente. Con estos datos precisos, el testigo de la inusual maniobra, junto a otros compañeros de trabajo, esperaron al día siguiente y cuando "el fantasma" entró a la emisora, lo saludaron y sin rodeos le preguntaron el porqué de su insólita actitud. El hombre, que durante muchas madrugadas repetía el mismo trayecto, les confesó que le gustaba salir de noche y aprovechándo que su esposa tomaba una pastilla para dormir, simulaba acostarse en un cuarto contiguo, luego se vestía y se iba a disfrutar de las atractivas ofertas que en los años setenta brindaba la movida noche bahiense, entre ellas los cabarets. Para no hacer ruido ni ser descubierto por su mujer, dejaba abierta la ventana de su cuarto y en ella ingresaba tranquilamente por la terraza de la radio. La revelación del intrépido "fantasma" causó gracia a quienes escucharon el relato, al punto que durante algún tiempo más, se convirtieron en cómplices de aquel "señor de la noche" que de alguna manera se convirtió en parte de la historia de LU3 Radio del Sur.

jueves, 6 de agosto de 2009

Historias de Radio; un conflictivo helicóptero que nunca existió.

En 1985, junto a Sandro Romay, estábamos realizando en LU3 Radio del Sur, un exitoso programa que se emitía en vivo, de lunes a viernes de 14 a 16 horas. Creo que en esa época irrepetible, ambos habíamos encontrado la misma frecuencia en la ruta del delirio radial. La audiencia que habíamos logrado obtuvimos en aquellos años era realmente grande. En cada entrega tanto de "Sabor a Vacaciones", emitido en verano como en "Viva la Gente", la cantidad de llamados que recibíamos por parte de los oyentes nos superaba ampliamente, obligándonos a trabajar a diario con dos operadores de teléfonos en simultáneo. Eran tiempos donde no existían las computadoras y Sergio "Piquito" de Cunto, nuestro genial técnico operador hacía verdaderas maravillas con los escasos medios que tenía a su alcance. En una oportunidad se me ocurre promocionar algo totalmente novedoso en materia de móviles y esto era nada más y nada menos que un helicóptero. Obviamente, todo era una mentira inocente que de alguna manera ayudaba a alimentar la imaginación de nuestros seguidores. El helicóptero supuestamente despegaba de la terraza de LU3 Radio del Sur con dos ocupantes a bordo, uno era el supuesto piloto y el otro, un periodista que tenía la misión de relatarnos hechos y reportajes fantásticos que se realizaban preferentemente en lugares alejados de Bahía. Ni bien comenzaba el programa, saludábamos a los virtuales ocupantes y le dábamos autorización de despegue y vuelo a la máquina que describíamos como un modelo Sea King y en medio del ruido de los rotores manteníamos un previo y breve contacto radial entre el estudio y los "tripulantes" quienes ya estában convenientemente ubicados en la cabina del aparato. Valiéndonos de rudimentarios elementos como latas o vasos, Sandro y yó simulábamos ser tanto el tripulante como el cronista y en esta introducción que resultaba bastante creíble, el periodista que volaría a cumplir con su misión de la tarde, anticipaba a quién entrevistaría, hacia donde se dirigía, etc. El sonido de motores lo había logrado yo mismo utilizando un sencillo grabador a cassette donde registré el ruido del lavarropas de nuestra casa. Este audio que duraba unos diez minutos era el "efecto especial", bastante convincente y necesario como para hacer creíble el diálogo entre nosotros, los conductores del programa, el piloto virtual, único responsable de tripular nuestro "móvil volador" y el "movilero". Los itinerarios del Sea King variaban cada tarde. Casi siempre buscándo alguna nota bizarra, entre ellas recuerdo una muy graciosa a la propietaria de una estancia ubicada a casi 100 kilómetros de la ciudad. Se trataba de una humilde señora que removiendo la tierra de su gallinero había encontrado un viejo cofre de madera que en su interior contenía una importante cantidad de monedas de oro. Este tesoro, aparentemente pertenecía a la época de los conquistadores y la mujer que había descubierto esa fortuna enterrada a casi dos metros de profundidad era ahora una feliz multimillonaria. Para estas transmisiones y notas inventadas, montábamos una puesta en escena casi perfecta, ya que los entrevistados eran algunos fieles oyentes del programa que desde su casa y por teléfono, oficiaban de actores. Mucha gente de la audiencia, pensaba que en verdad teníamos un helicóptero, aunque la gran mayoría seguramente sabía o percibía que era una nueva broma nuestra. Durante una semana, esta propuesta funcionó perféctamente y nos divertíamos mucho con esos disparatados libretos conteniendo las respuestas que les tocaba interpretar a los distintos actores participantes que se ofrecían espontáneamente para salir al aire. Todo iba bién, hasta que una tarde cuando el inexistente helicóptero estaba a minutos de partir, "Piquito" De Cunto, con cara de pánico me hace señas desesperadas desde detrás de los vidrios del control central. Rápidamente voy hacia él y me dice; "ché paren con ésta joda del helicóptero, un tipo recaliente que dice ser un alto oficial de la Base Aeronaval Comandante Espora, llamó por teléfono diciendo que quiere hablar con los directivos de la emisora y los responsables del programa porque ningún helicóptero puede volar sin autorización". Pensamos que era otra de las bromas de "Piquito", pero al rato, una de nuestras asistentes de producción nos dice que un Capitán de la Marina está en el teléfono. Evidentemente, habíamos ido demasiado lejos con el asunto del helicóptero ya que en la misma base, las cosas se confundieron y pasaron a mayores, porque allí creyeron que ese invento del Sea King era real. Con éste episodio, se evidenciaba una vez más el mágico poder que tiene la radio a la hora de despertar la imaginación de quienes están del otro lado del receptor. A partir de aquello decidimos retornar al móvil convencional que tenía la emisora.

lunes, 3 de agosto de 2009

Cuando Martín Garmendia debutó como "Movilero" en LU3, transmitiendo en directo desde el "Cilindro de la Muerte".

A principio de los años setenta, la legendaria emisora LU3 Radio del Sur de Bahía Blanca, estaba bajo la flamante gestión de Dimas J.Pettinerolli quién como director general estaba intentando rearmar íntegramente la programación. El jóven y entusiasta Dimas venía del periodismo gráfico y televisivo, aceptándo el desafío de darle nuevo impulso a una radio que por ese tiempo tenía todo lo necesario como para competir cómodamente con el resto de las AM locales. Dimas me había convocado para que me sume al elenco de nuevos animadores y productores que LU3 estaba incorporando. Innegablemente su gerenciamiento le dió un cambio total a la artística de la radio, que en muy poco tiempo con aires renovados y desafiantes se posicionaba exitosamente en sus diferentes horarios, incluso en los nocturnos, ya que el oyente, por primera vez tenía la posibilidad de escuchar algunos programas testimoniales y muy transgresores en los que durante dos horas, por ejemplo, un personaje conocido de la ciudad era "enjuiciado" por periodistas calificados que lo sometían a una serie de preguntas bastante agresivas de las que en ciertas oportunidades resultaban difíciles de evadir. Los que interrogaban eran periodistas que oficiaban el rol de "fiscales" y lo novedoso era que el oyente a través del teléfono podía dar en directo su opinión sobre la persona entrevistada. Si bien en muchas cuestiones, no lograba ponerme de acuerdo con él, innegablemente Dimas fué un anticipado en lo relacionado con las interacciones telefónicas y supo rodearse de activos productores de piso que interpretaban lo que el "jefe" quería y llevaban a cabo su tarea con entusiasmo. Incluír productores de piso era algo muy poco común en las radios del interior de Argentina. Entre los "nuevos" que formaban parte de aquella pujante gestión de LU3 estaban Salvador "Pichón" Fernández, Carlos "Tuerca" Simonetti y su hermana Susana, Olga Landhe y Carlos Guardiola entre otros. Dimas, que era un obsesivo del control y seguimiento de los contenidos me había dado libertad de acción en la conducción de mis programas en vivo. Uno de ellos se emitía los días Domingo durante ocho horas. Este envío se llamaba "Domingos en Caravana" y una de las principales piezas para darle movimiento a la propuesta era el móvil de exteriores cuya acción me permitía estar en contacto con los sucesos atractivos de la calle, aunque una de las primeras dificultades que se presentó fué conseguir un "movilero" que además de ser simpático y contar con un léxico dinámico, también fuera intrépido y dispuesto a encarar las notas más inverosímiles.
Martín Garmendia, hoy presidente de la Cámara del Comercio de Bahía Blanca, fué el elegido para desempeñar ese rol. Alto, carismático y con un buen humor permanente, el veinteañero Martín estaba ávido por probarse en el mundo de la radiofonía. Cuando me lo presentaron, lo primero que hice fué pedirle que haga un exteriores lleno de pasión, la tarde del Domingo tebía que tener todos los condimentos necesarios para que esas ocho horas se tornen entretenidas al máximo para nuestros oyentes. Ambos coincidimos en lograr un programa bien caliente y evitar las entrevistas estructuradas o aburridas. Estábamos en el mes de Diciembre y la unidad móvil era para ese programa tan extenso una especie de copiloto que oiría y vería por mí, transmitiendo todo lo que ocurría en los paseos de la ciudad. Un parque de diversiones muy importante había llegado a la ciudad, estaba instalado en el Parque de Mayo y además de los juegos mecánicos convencionales como el "Tren Fantasma", "El Pulpo", "La Rueda Gigante" y "El Gusano" tenía como principal atracción el "Cilindro de la Muerte". "El Cilindro", era una especie de chimenea de gran tamaño hecha de madera con un diámetro aproximado de cuatro metros, donde dos motociclistas habilidosos y precisos hacían acrobacias desplazándose peligrosamente en ese reducido circuito emplazado en un sector del parque de diversiones. El público hacía largas colas para poder acceder a lo alto del cilindro y ubicarse allí tras una pared protectora circular que le permitía al espectador observar con absoluta comodidad el accionar de los dos pilotos que haciendo rugir sus motocicletas llevaban a cabo un show donde abundaba la adrenalina. Martín Garmendia no se inmutó cuando le dije; "tenés que transmitir desde el "Cilindro de la Muerte", contar lo que vas viendo, lo que sentís, etc. Aquella, era en verdad un prueba de fuego para el "movilero" debutante quién junto a Juan Bellizzi como conductor del móvil y técnico de sonido, un Domingo se paró en el fondo del cilindro con micrófono en mano y muy decidido a llevar a cabo la misión.
El sonido era ensordecedor, los dos motociclistas iniciaron su rutina cruzándose dentro de la pista circular en un riesgoso juego de cálculos exáctos donde cualquier descuido podía ser fatal. Martín Garmendia y Juan Bellizi, sabían que no podían moverse ni medio milímetro del pequeño lugar donde estaban parados. Cuando salieron al aire, relataban que estaban prácticamente petrificados, con mucho temor, olor a combustible y las máquinas pasándoles a gran velocidad a escasos centímetros de sus humanidades. La transmisión fué impecáblemente realista y duró unos interminables diez minutos. En ningún momento, Martín dejó de contar lo que allí estaba sucediendo en vivo y en directo. Aquello fué diferente y nos alentó a seguir con las notas de alto riesgo, hasta que un buen día Martín me propuso transmitir las alternativas de un casamiento gitano. Todo fué arreglado anticipadamente con los novios y sus respectivas familias para que el día de la celebración, que justamente sería un día Domingo, asistieran a la fiesta con el móvil. Todo iba marchándo bien. Martín salía cuando creía conveniente y me describía como era la indumentaria de los contrayentes, el ambiente, los bailes, etc, hasta que en un momento pide salir al aire. Lo noto nervioso, casi al borde de un ataque de nervios y le pregunto que estaba sucediendo. Como respuesta escucho; "Pipo, esto es increíble, un peligro, estamos tratándo de ponernos a salvo porque los gitanos nos están persiguiendo y nos tiran piedras y botellas".
Por suerte, tanto Martín como Juan salieron ilesos de aquel accidentado casamiento, y para evitar riesgos futuros, a partir de aquellos hechos decidimos que el móvil se ocupara de realizar notas más tranquilas, entre ellas cubrir con nuestros micrófonos todo lo que sucedía en las piscinas y balnearios durante aquel caliente verano.
Gracias a las notas que el intrépido Martín realizaba a las bonitas, bronceadas y esculturales señoritas que se encontraban disfrutando de un domingo bajo el sol y las aguas refrescantes, logramos producir un exitoso evento donde elegimos a "Miss Bahía Blanca", que además de contar con el apoyo de la Municipalidad e importantes firmas comerciales logró una convocatoria de postulantes sin precedentes. Silvia Corbatta, fué finalmente elegida por un jurado calificado como reina de la ciudad. Con Martín Garmendia suelo encontrarme cada tanto y de casualidad, generalmente en el sector céntrico de Bahía e inevitáblemente, volvemos hacia atrás en el tiempo y recordamos con mucho cariño aquellas inolvidables vivencias juveniles.