martes, 5 de enero de 2010

1985, aquel inolvidable encuentro de cinco horas con Sandro en el ex Hotel del Sur.

Recuerdo que en esa época, junto a Sandro Romay estaba haciendo por LU3 Radio del Sur, un programa en tira diaria llamado "Viva la Gente", quizás, fué uno de los más convocantes de mi carrera, ya que después de sentir la pacatería y censura a veces absurda e infantil de la dictadura militar, estaba incursionando en un formato liberal, suelto y si se quiere respetuosamente transgresor. Se emitía de 14 a 16 horas y de alguna manera, nos habíamos convertido en los "dueños de la tarde". El envío era totalmente improvisado, teníamos una importante audiencia de familias que se entusiasmaban con la posibilidad de interactuar telefónicamente y ganar diferentes premios si respondían correctamente a las distintas preguntas que formulábamos. Todo esto generaba que cada tarde contáramos con un verdadero record de llamados. Sergio "Piquito" de Cunto era nuestro operador, realmente un fuera de serie tanto en la velocidad con que manejaba simultáneamente grabadores de cinta, bandejas giradiscos, los llamados al aire en vivo y la forma en la que se había conectado con las imprevistas decisiones que se nos iban ocurriendo con el calor de la marcha. En cada entrega siempre se nos ocurría hacer algo nuevo que ayudara a enriquecer el programa. En una oportunidad comencé a imitar a Luis Miguel y muchas chicas lo creyeron. Esto nos impulsó a continuar con ese juego, que en verdad hacía casi 20 años atrás había iniciado Norbert Degoas en "El Desán Show". Tanto Sandro Romay co- conductor del programa como Gustavo Daich, quien formaba parte de nuestro equipo como locutor comercial exclusivo, se integraban al máximo para darle un realismo creíble a la idea que realmente estábamos manteniendo una conexión telefónica en directo con estrellas relevantes del mundo del espectáculo. Estábamos en 1985 y Roberto Sánchez más conocido como Sandro, estaba en lo mejor de su carrera como cantante y el ídolo de América había lanzado su último disco titulado "Vuelvo a Ocupar mi Lugar". esto me dió pié para imitar la voz del "Gitano" y hacer el mismo juego de anunciar que en nuestro programa estaría nada más y nada menos que Sandro, dialogando con sus admiradores, desde su casa y vía telefónica. Cuando salí al aire simulando ser Sandro, las líneas explotaron. La mayoría de los interesados en hablar con él, obviamente eran mujeres. Para no gastar la propuesta, estas conversaciones con el popular y querido cantante las poníamos en el aire dos veces a la semana y la cantidad de llamados continuaban a tope. Todas las "chicas" querían hablar con la estrella. Casi un mes después, nos enteramos que Sandro, vendría a Bahía Blanca a presentar su show en el Club Estudiantes. La promoción anunciando éste evento ya había comenzado en TV, gráfica y radio, algo que nosotros aprovechamos para potenciar las supuestas intervenciones de Sandro en nuestro programa, hasta que en una de las emisiones "Piquito" De Cunto, nos hace saber que el propio Sandro estaba del otro lado de la línea. Al principio pensábamos que era una broma, pero quien se había puesto en contacto con nosotros era su legítimo representante, que enterado de la broma, quería que hicieramos un contrapunto entre el Sandro verdadero y el imitador. Esa propuesta fué para mí un desafío fuerte, ya que tenía que mantenerme firme y sin tentarme de la risa, con la convicción que yo era el auténtico "Gitano" y quien estaba del otro lado un impostor. El "enfrentamiento" fué muy divertido, hasta que finalmente salió a la luz la verdad y el propio Sandro quien había disfrutado mucho de esa parodia, nos agradeció con la humildad propia de los grandes por haber hecho un humor simpático y respetuoso con su persona. Un día antes de la anunciada actuación de Sandro en la ciudad, se acercó a la radio un colaborador del representante del artista diciéndonos que a pedido del mismo Sandro, yo concurriera el Sábado a la tarde a las 16 horas al ex Gran Hotel del Sur, porque el Idolo de América quería conocerme personalmente.
A esta cita me acompañó Gustavo Daich. Cuando llegamos a uno de los últimos pisos del edificio, allí sentado en un sillón de la confitería del hotel, estaba esperándonos Sandro en persona y con una copa de whisky en la mano. Al verme, se incorporó, caminó hacia mí sonriendo y extendiéndome su mano me dijo: "Muy bueno lo tuyo, sinceramente me gustó muchísimo, te lo agradezco. Sentáte, ¿que tomás?". Gustavo por una indicación del asistente del cantante, se había quedado sentado en una mesa a unos metros de distancia. Esto evidenciaba que mi charla con la estrella Latina sería breve y en privado, además no había llevado grabador. En ese momento yo no tenía la mínima idea de lo que íbamos a hablar, solo conocía sus temas y que vivía "amurallado" en una gran casa rodeada de paredes muy altas en el barrio de Banfield. Por alguna extraña razón, a escasos minutos de sentarnos frente a frente, tuve la sensación de estar compartiendo un grato momento junto a un amigo de toda la vida. Era difícil encontrar un tema determinado y creo que ambos decidimos dejarnos llevar por la expontaneidad y allá fuímos. El carisma de Sandro era absolutamente genuino, estaba en lo mejor de su edad (39 años) se lo veía impecable y era poseedor de una gran facilidad de palabras e inteligencia fuera de serie. Estaba ante un grande de verdad, alguien que brillaba con luz propia y cargaba con la pesada responsabilidad de ser un auténtico ídolo, quizás el más grande Argentina y toda latinoamérica. Por propia iniciativa me fué contando distintos aspectos de su vida, su concepto sobre la amistad y cuidado que le prodigaba a su carrera. Todo fué tan natural y fluído que sin darnos cuenta, se nos había pasado el tiempo y llevábamos casi cinco horas hablando sin parar. El en ese entonces fumaba cigarrillos Le Mans suaves largosy yó Benson&Hedges. Llenamos varias veces los grandes ceniceros del bar, que a cada rato eran cambiados por el mozo. Lejos estábamos de suponer que esos malditos cigarrillos a los que considerábamos "compañeros" de soledades o inseguridades terminarían en algún momento perjudicando seriamente la salud de Sandro. Recuerdo que en una parte de aquella extensa conversación, tocamos el tema del vicio de fumar, la Nicotina y los daños que provocaba esta adicción. Yo le manifesté que había empezado a fumar a los 14 años y desde entonces no había parado, ni tampoco estaba en plan de dejar de hacerlo, ya que a la hora de dibujar los comics, estábamos el tablero, la página a completar con la adrenalina que generaba crear una historieta cada noche y en esa soledad; el cigarrillo. Nos despedimos una hora antes del show que debía presentar con un estadio a pleno. Aunque ambos intercambiamos nuestros respectivos teléfonos, solo volví a verlo actuar en un show espectacular que realizó en el teatro Hermitage de Mar del Plata. Esto sucedió cuando ya vivíamos en esa ciudad, fuimos juntos con Elvira. Si mal no recuerdo fué en 1990 y otra vez, conduciendo un programa en FM Stereo Rey, propiedad de Ricardo Pollera, se me ocurrió imitar nuevamente a Sandro, haciendo lo mismo que había iniciado en Bahía. Yo mismo anunciaba que en pocos minutos estaríamos hablando en directo con el "Gitano" y todas las personas que quisieran mantener un diálogo con él, podían hacerlo a través del teléfono. En la "Feliz", esa propuesta pareció potenciarse y llovieron los llamados de los fans, aunque en esta oportunidad me pasé de la raya anunciando que a las 20 horas, Sandro estaría firmando autógrafos en el aeropuerto de Camet. Jamás habría pensado que mucha gente al escuchar ésto, iría con su propio automóvil o en taxi hasta el aeropuerto marplatense con la ilusión de ver a su ídolo, algo que supimos cuando algún empleado de la aeroestación nos llamó para saber si realmente Sandro estaría allí, porque había una gran cantidad de personas esperándolo. Ante la complicada situación opté por decir la verdad, explicar a la audiencia que aquello había sido una broma y pedí disculpas por las molestias ocasionadas. Después de pelearla con alma y vida por salir adelante, Roberto Sánchez y Sandro, partieron de éste plano terrenal el día lunes 4 de Enero. Quizás cansado de tanto sufrir, harto del deterioro físico, uno de lo más grandes mitos dejó la tierra y a partir de su fallecimiento, nace la leyenda. Cuantos temas interpretados por él, quedan en nuestro recuerdo, que maravillosa e inmortal herencia de canciones seguirán oyéndose por quienes vivimos aquella época de oro y también para las nuevas generaciones que descubren al Sandro de las distintas épocas. Termino esta parte de mi blog con ese estribillo donde decía. "No quiero que me lloren cuando me vaya a la eternidad, quiero que me recuerden como a la misma felicidad...". Gracias por haber sido tan buena persona, gracias por tu mística, gracias por tu talento y hasta pronto querido Sandro de América.

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