martes, 29 de julio de 2008

Personajes increíbles- EDUARDO, un loco por el sexo - "El Perro Feroz"

Después del golpe de estado de 1976 que terminó con el gobierno de Isabel Perón, los militares tenían el poder absoluto del país y a partir de ese denominado "proceso de reorganización nacional", al igual que las anteriores revoluciones, en esa oportunidad también contó con gran apoyo y colaboración por parte de los civiles, aunque provocando un cambio considerable en la actitud y costumbres cotidianas de los argentinos. La presencia de soldados en calles y rutas durante las 24 horas, obligaba a salir con todos los documentos encima para no ir preso y los riesgos más grandes se corrían durante la noche, donde el tránsito de vehículos era escaso y muy pocos habitantes se animaban a salir. La vida nocturna desapareció por completo y era bastante frecuente escuchar disparos de fusiles o pistolas en horas de la madrugada, algo que acrecentaba aún más el temor a exponerse. A Eduardo, lo conocimos en ese tiempo violento, había llegado a Bahía como gerente general de una importante cadena de calzado deportivo y nos pidió que nos hiciéramos cargo del manejo de la publicidad radial, gráfica y televisiva de la firma que representaba. Todos los fines de semana, inexorablemente llegaba a la ciudad en el primer avión de la mañana y regresaba a Capital Federal, los domingos a la noche en el último vuelo de Austral Líneas Aéreas. Desde el principio y sin aún conocerlo en profundidad, nos llamaba la atención que viniera a trabajar sábados y domingos, hasta que al poco tiempo, nos dimos cuenta que Eduardo además de controlar los locales céntricos que tenía a cargo, durante la noche se transformaba en una incansable ave nocturna a quién poco y nada le importaban los controles militares o los tiros aislados. En esos años del "proceso", extrañamente Bahía era una ciudad donde abundaban los boliches bailables, las llamadas whiskerías y también los cabarets, algunos de ellos deplorables, ya sea debido al estado del local o bién por las horribles mujeres que trabajaban como alternadoras de los mismos, cosa que a Eduardo y a mucha gente noctámbula como él, parecía tenerle sin cuidado porque este tipo de "tugurios" le atraían sobremanera, al punto que se había hecho habitué de un par de clubes nocturnos. Uno de estos centros de diversión, pertenecía a una chica muy atractiva llamada "Susy" de la cual Eduardo estaba perdidamente "enamorado". "Susy" siempre se vestía con ropa apretada al cuerpo que hacían resaltar su imponente y natural figura. Morocha, de cabello largo y muy sensual, hacía valer su presencia llamativa y la destacaba usando prendas de intensos colores dorados o plateados. Un sábado de invierno a la madrugada, recibo un llamado, era Eduardo que desde el otro lado de la línea con voz entrecortada me pedía casi con desesperación que vaya urgente a verlo al Hotel del Sur, lugar donde siempre se alojaba, porque había tenido un grave problema. En pocos minutos me vestí, pedí un taxi y llegué al hotel. Eduardo estaba sentado en la cafetería, en su cara tenía huellas de pequeños rasguños y un fuerte dolor de cabeza. Un poco más calmado, me cuenta que había concurrido al cabaret de "Susy" y luego de compartir con ella unos whiskys, acordaron irse juntos al departamento que la muchacha tenía a pocas cuadras del centro. Una vez allí, siguieron bebiendo, esta vez champagne y luego pasaron al dormitorio donde comenzaron a iniciar un apasionado contacto sexual. En ese ardiente momento estaban, cuando Eduardo ubicado encima de "Susy", escucha un fuerte golpe proveniente de algún lugar de la vivienda y a los pocos segundos, siente que algo, similar a un ser humano se abalanza velozmente sobre su espalda y comienza a intentar penetrarlo por detrás, es allí que a lo primero que atina es lanzarle puñetazos al supuesto violador, luego se incorpora y siguiendo con sus desesperada defensa, en medio de la oscuridad del dormitorio, se percata que el excitado agresor era nada más y nada menos que el gigantesco y peludo perro de "Susy" y ésta al ver que su mascota estaba siendo agredida no tuvo mejor idea que tomar uno de sus pesados zapatos de tacones altos y emprenderla a golpes contra la cabeza de Eduardo que a esta altura de los acontecimientos, totalmente aturdido no entendía lo que estaba pasando.
¿Y el perro de donde salió? le pregunté. "Estaba encerrado en un baño pequeño y cuando sintió que su dueña estaba practicando sexo, se excitó, abrió la puerta y se me vino encima el muy hijo de puta", me respondió con bronca. ¿Porqué te golpeó "Susy"?, insistí. "La loca de mierda se enfureció cuando vió que yo le pegaba al perro y ahí empezó a arañarme la cara y golpearme la cabeza con el zapato, y como si fuera poco, el maldito animal se unió a ella tratándo de morderme" ¿Y como hiciste para escapar?: "Entre los dos me fueron empujando hacia la puerta de salida y yá en el pasillo me metí en el ascensor que por suerte estaba en ese piso, pero cuando estaba llegando a la planta baja me dí cuenta que estaba completamente desnudo y al salir me encuentro con el portero del edificio que alertado por los gritos y ladridos, estaba intentando llamar a la policía. Por suerte, cuando le expliqué lo que había pasado el hombre me creyó y hasta me prestó algo de ropa para que pueda llegar al hotel, el problema es que mi ropa y la billetera con todos los documentos y tarjetas de crédito quedaron el departamento de esta loca", me dice Eduardo con gran aflicción.
No te preocupes, yo la conozco a "Susy", no creo que tenga inconveniente en devolverme tus cosas, al mediodía voy a ir a verla.
Tal como había pensado "Susy", no dudó en entregarme las pertenencias de Eduardo y un poco más calmada me confesó que "Ringo", su perro la había pasado muy mal por lo acontecido y que Eduardo la había sacado "barata" ya que para ella lo peor que le puede suceder es que maltraten a su fiel mascota. También le devolví al encargado la ropa que le había facilitado al accidentado Eduardo y le dí un dinero como agradecimiento. Cuando estaba saliendo del edificio, el hombre me dice: "Dígale a su amigo que ni loco se le ocurra volver por acá, usted no sabe la cantidad de tipos que fueron mordidos por ese perro. Pero no sé quién es más peligroso, si el animal o la yegua de la dueña".
Hay muchas historias imperdibles de este gran amigo llamado Eduardo, alguien que además de estar a mi lado en momentos sumamente felices e inolvidables, a la hora de los momentos difíciles no vaciló en demostrarme su rica integridad humana haciéndose presente con su incondicional amistad, algo que jamás olvidaré. Estés donde estés, querido hermano, siempre te amaré y recordaré con toda mi alma.

lunes, 28 de julio de 2008

JAPON y ALEMANIA GANARON la GUERRA.

En la página anterior relaté lo que hicieron los sobrevivientes del Admiral Graf Spee que desde el hundimiento del legendario acorazado en las aguas del Río de la Plata, permanecieron en la Argentina como "prisioneros de guerra" y posteriormente al finalizar la segunda guerra, fueron trasladados a Alemania, donde al poco tiempo, muchos de ellos, por razones posiblemente afectivas, decidieron regresar a la tierra que los había recibido con cariño y respeto, para rehacer aquí sus vidas. Muchas veces, cuando en televisión se exhiben documentales filmados en la arrasada Alemania de 1945 y lo poco o casi nada que había quedado de ella. Es admirable comprobar que ese pueblo resurgió de las cenizas y le demostró al mundo entero que su espíritu estaba intacto. Lo mismo sucedió con la gran cantidad de ciudadanos japoneses que en la postguerra también eligieron nuestro país para comenzar de nuevo. Recuerdo que la conducta de aquellos inmigrantes orientales distaba muchísimo de lo que el triunfalista cine norteamericano nos mostraba en infinidad de películas sobre sus "Hazañas Bélicas" ambientadas en los distintos escenarios del Pacífico donde se producían las distintas batallas entre los llamados "japos" o "amarillos" contra las fuerzas estadounidenses. En la pantalla grande y durante varios años el supuestamente traicionero ataque a Pearl Harbor por parte de aquella armada imperial japonesesa nos hizo pensar que esta era una raza de guerreros traidores, fanáticos y salvajes merecedores de los peores odios e indiferencias, algo que no sucedió en Argentina, ya que en esta rica y generosa parte del mundo, al igual que tantos inmigrantes del horror, el hambre y la humillación fueron recibidos con el corazón abierto de par en par. Tiempos aquellos donde el denominado "crisol de razas" internacional se ampliaba en la "América" que les brindaba refugio, solidaridad, cariño y oportunidades a quienes con sus almas cargadas de miseria y dolor, bajaban de los barcos para ayudarnos a crecer y ser mejores. Ningún ciudadano japonés, alemán, italiano, español o judío que arribó a estas tierras por aquellos años fué discriminado y los japoneses principalmente, se integraron y adaptaron rápidamente a nuestras costumbres. Silenciosos, serios, trabajadores incansables y sumamente respetuosos emprendían pequeños negocios como tintorerías o viveros que a los pocos años se irían afianzando y creciendo con merecido éxito.
Los que alguna vez fuimos chicos en edad escolar, tuvimos la oportunidad de compartir el aula o el colegio con algún compañero "japonesito" que aún recordamos con su mirada de niño extranjero donde se mezclaban inocencia y también el asombro y la alegría que solían demostrar en forma espontánea cuando solían compartían nuestros juegos en los recreos o las fiestas de cumpleaños.
Hace 63 años, precisamente en Agosto de 1945, dos ciudades absolutamente indefensas como Hiroshima y Nagasaky fueron prácticamente borradas de la faz de la tierra por dos bombas atómicas arrojadas en forma casi simultánea que provocaron su destrucción total y miles de muertos y heridos con terribles consecuencias posteriores para quienes habían logrado salir vivos del infierno. Dicen que la verdad la escriben los vencedores, aunque los hechos posteriores nos demuestraron todo lo contrario. Solo basta ver el avance arrollador de Japón a nivel mundial en todo lo relacionado con tecnología aplicada a productos de alto nivel en electrónica y comunicaciones entre tantos, o la maravilla arquitectónica en que se han convertido actualmente las ciudades de Hiroshima y Nagasaky, como un digno y elogiable ejemplo del poder de recuperación e inteligencia del digno pueblo japonés. A más de medio siglo del final de la segunda guerra, como dibujante y guionista de comics, he seguido de cerca el fuerte crecimiento del "Manga", una publicación de comics de los que se editan millones de ejemplares en papel reciclable. También es digna de destacarla talentosa y gradual "invasión" del cine animado y las distintas producciones audiovisuales logradas por las industrias japonesas, al punto que muy pronto esa sana y positiva avalancha creativa dedicada al entretenimiento que alguna vez comenzó con un sencillo "Godzilla" filmado en blanco y negro o los primeros "Robotech", "Astroboy", "Mazinger" y tantos otros personajes surgidos de humildes estudios de animación que hoy, además de ser invalorables productos de culto, han servido para dar el puntapié inicial y posicionar a Japón como una imparable y poderosa "fábrica de sueños". Finalmente me pregunto: ¿Quién ganó la guerra sin la utilización de armas? ¡Banzai!

viernes, 25 de julio de 2008

Los sobrevivientes del ADMIRAL GRAF SPEE en Bahía Blanca.

Hace poco, Gustav Friedrich Quick, el último sobreviviente del acorazado Admiral Graf Spee, falleció a los 89 años de edad en la ciudad de Montevideo, Uruguay. Con la desaparición física de este ex tripulante del temido y eficaz buque de guerra Alemán, la leyenda del heroico acorazado de bolsillo, quedará para siempre en su tumba acuática de la desembocadura del Río de la Plata, donde descansan los restos del navío que el 17 de Diciembre de 1939, ante la imposibilidad de continuar combatiendo, fué hundido mediante cargas explosivas por una inevitable decisión de su comandante, el capitán Hans Langsdorff. En ese momento, gran parte de la tripulación compuesta por más de mil marinos, fué trasladada a nuestro país donde recibieron un trato amistoso, muy distante al de "prisioneros de guerra". Cuando Langsdorff se suicidó envuelto en la bandera de su patria, muchos de sus hombres tuvieron como destino de "detención" la localidad de Sierra de la Ventana, un apacible y bello lugar cercano a Bahía Blanca.
Allí se instalaron en el llamado "viejo hotel" y al verlo en lamentables condiciones edilicias, volcaron todo su conocimiento en reparación de máquinas, calderas, albañilería, pintura y carpintería hasta dejarlo en óptimo estado. Lamentáblemente años después, cuando los alemanes habían dejado ese sitio, el establecimiento fué depredado salvajemente y posteriormente incendiado hasta su extinción total. Hace algunos años, con Pierino y Elvira, fuimos a ver y recorrer las ruinas de aquel magnífico edificio que tuvo su época de esplendor como un genuino orgullo hotelero de esa zona privilegiada por la naturaleza. Los tres pensábamos en los tripulantes del Graf Spee que pasaron allí un largo período en calidad de "detenidos" y la increíble obra que hicieron al reciclar y poner en óptimas condiciones de funcionamiento las instalaciones del hotel. En 1974, tuve la fortuna de hacerles una entrevista de tres horas de duración a cuatro sobrevivientes del acorazado que se quedaron a vivir en Bahía Blanca. En el tramo de esa nota de gran valor histórico, estos ex marinos que cumplían diferentes tareas a bordo del navío, me iban contando con gran precisión y lujo de detalles todo lo relacionado con su vida en alta mar y los muchos combates que les tocó librar contra la flota inglesa, los momentos de tensión, los heridos, los camaradas muertos que arrojaban al océano, la lejanía de sus hogares, el trágico final del barco y las primeras vivencias en suelo argentino cuando eran muchachos que solo tenían entre 20 y 22 años de edad. Mientras los iba reporteando en el estudio central de LU3 Radio Del Sur, observaba la emoción en sus rostros que en algunos pasajes de los relatos, parecían revivir intensamente al recordar esos duros momentos en alta mar que iban brotabando de su memoria. Eramos chicos y Hollywood nos ametrallaba con películas de guerra donde los soldados norteamericanos barrían alemanes como si fueran simples muñequitos de papel, también los mostraban como perversos, inhumanos y hasta perdedores en las acciones bélicas donde frecuentemente eran superados por supuesto valor y la inteligencia de los marines yankis. Con el tiempo, el "superhéroe" cinematográfico, el actor John Wayne fué pasándo a la historia e iban surgiendo las verdades sobre los terribles acontecimientos de la segunda guerra mundial.
Con ciudades como Berlín y Dresden, entre otras tantas que fueron arrasadas despiadademente por toneladas de bombas de todo tipo, el pueblo alemán de aquél entonces, que también soportó la división del nefasto "muro", supo resistir y resurgió de las cenizas con férrea voluntad, inteligencia y envidiable capacidad de recuperación, algo que solo se logra en base a disciplina y objetivos claros. Los sobrevivientes e inmigrantes alemanes que se establecieron en la argentina, lo pusieron de manifiesto en sus diversos y exitosos emprendimientos industriales y comerciales. Esa huella la pudimos comprobar en esta ciudad y la zona de influencia, donde aún quedan testimonios de sus obras y también los descendientes de miles de hombres que rearmaron su vida con dignidad y ansias de superación. En Bahía Blanca, durante muchos años, pudimos disfrutar de las exquisitas comidas y atención que nos brindaban entrañables restaurantes como "El Bismark", "Munich", "Bismark" y "Graf Spee" que pertenecieron a sobrevivientes de aquella epopeya naval. Finalmente, nos queda el interrogante de pensar en qué fallamos los argentinos que lo tenemos todo en gigantescas extensiones de tierras, riquezas y bellezas naturales, algunas de ellas inexplotadas y que por alguna extraña razón o karma, aún no podemos encontrar nuestro anhelado destino de grandeza. Mientras escribo esta parte, recuerdo a esos cuatro ex tripulantes, ya fallecidos que muy generosamente y sin prejuicios no tuvieron inconveniente alguno en regalarme ese valioso testimonio sonoro, que guardo cuidadosamente como uno de los logros más importantes de mi trayectoria en los medios de comunicación.

miércoles, 23 de julio de 2008

La Leyenda de "La LLorona" en Mar del Plata.

Recuerdo que en el 2003 había llegado a nuestra casa de Mar del Plata, en esa oportunidad estaba solo y como siempre que regreso a esa ciudad tan querida, lo primero que hago es cambiarme y salir a buscar a mis amigos de la "Feliz". Entre ellos Juan Carlos Quattordio, Ernesto Figueroa padre y Carlos "el Ruso" Chiesa. Sabía que Carlos se había hecho cargo del ex museo Vilas, lo había reciclado integramente y estaba a horas de inaugurar en esa mansión ubicada en Olavarría y La Costa un ambicioso emprendimiento, donde en forma simultánea funcionarían un restaurant con amplios ventanales mirando hacia el mar, cafetería, bar, salón de juegos para adultos y dos boliches bailables con diferentes estilos musicales. Aunque a menudo manteníamos comunicaciones telefónicas, llevaba mucho tiempo sin ver a Carlos, quién también es el propietario de las disco "Chocolate" Mar del Plata y "Chocolate" de Bahía. Nuestro encuentro, como siempre estuvo repleto de divertidas anécdotas pasadas y recientes, la mayoría de ellas, relacionadas con Bahía Blanca, nuestra ciudad natal. Ni bien entré a la casona de 3000 metros cubiertos, además de la magnitud de la edificación quedé impresionado por los pisos, muebles, escaleras y la decoración de buen gusto que Carlos había sumado e impreso en su nuevo negocio. La inversión era muy grande, pero ningún sector de la propiedad había sido desvirtuado y Carlos, como siempre estaba muy seguro que su nueva apuesta no sería en vano y que el sitio funcionaría, tal como efectívamente sucede con todo lo que emprende. Esa noche, lo acompañaban varios empleados que ocuparían diferentes lugares en el futuro centro, también pintores y carpinteros abocados a darle los detalles finales a la ambiciosa obra.
Le pregunté porqué le había puesto "La LLorona" y me respondió que esto surgía de la vieja leyenda que hablaba del espíritu de una mujer que supuestamente deambulaba llorando por lugares cercanos al cementerio. Le pedí a Carlos que me enseñe los sectores de la planta alta, quería ver cómo vivían los originales propietarios de la mansión y quedé sorprendido cuando conocí los cuartos y principalmente el dormitorio perteneciente al matrimonio Alzaga Unzué, quienes en los años 30, habían hecho edificar ese impresionante chalet en una zona privilegiada de la ciudad. La grifería y los sanitarios de los baños estaban intactos, lo mismo sucedía con el resto de la lujosa residencia, pero hubo algo que me llamó poderosamente la atención; los laberínticos pasillos que recorrían toda la casa. Estos corredores tienen casi un metro de ancho y están prácticamente pegados a las numerosas dependencias que circundan y a las que se puede acceder a través de puertas diseminadas a lo largo del extenso corredor. Los pasillos están perfectamente iluminados por apliques instalados en el techo y fueron diseñados oportunamente para que por ellos transite la servidumbre de la época, que estaba integrada por unas treinta personas afectadas durante todo el año al servicio del mantenimiento de la vivienda, cuyos dueños solo habitaban en los meses de verano. En aquellos años de oro, a Mar del Plata concurrían familias pertenecientes a la clase alta de Buenos Aires, gente adinerada que encaró las principales edificaciones de esa época de esplendor y que gracias a la protección del patrimonio histórico, aún están en su lugar original y pueden admirarse en toda su magnitud y belleza arquitectónica.
Los Unzué hicieron mucho por la ciudad y a ellos les pertenece el legendario Asilo Unzué, un sitio donde se alojaban niñas provenientes de hogares carenciados de todo el país, que allí recibían albergue y educación. Recorriendo "La Feliz", pueden encontrarse muchas huellas intactas de aquella era de esplendor, como la Villa Ocampo y tantas otras que nos hacen regresar a un pasado donde las familias pudientes ambicionaban tener sus residencias veraniegas en una ciudad que se iba armando con un toque aristocrático, muy similar al de la Costa Azul. Cuando Carlos me habló de "La Llorona" a los dos nos pareció una buena idea escribir una historia sobre esta leyenda popular, algo que esa misma noche, de regreso en nuestra casa, tomó la forma de un cuento ilustrado que hablaba de una jóven muchacha del interior que llegaba a la mansión de Olavarría y La Costa para trabajar allí como ayudante de cocina. La muchacha de la ficción era muy bonita, aunque sus palabras eran tan escasas como sus emociones. Quizá por el desarraigo o la propia soledad que sentía, la protagonista de esta historia solía caminar todas las mañanas por la desértica playa, distante a unos cien metros de la vivienda. En uno de esos frecuentes y solitarios paseos, se encuentra sorpresivamente con un jóven muy atractivo que aparece como surgido del mar y con él tiene un interminable momento pleno de pasión. Estos encuentros furtivos se repetirán y la muchacha solo puede expresar su felicidad a través del llanto. Las lágrimas brotan imparables al punto que se transforman en estrellas pequeñas y luminosas que invaden todos los rincones de la casa. Este "milagro" hace que la vida monótona de quienes allí trabajaban durante doce meses se convierta a partir de ese llanto mágico en una alegre convivencia que se mantendrá por muchos años más.
Carlos me mostró una fuente que había hecho construír en uno de los ambientes del negocio y coincidimos en que allí estarían depositadas las supuestas lágrimas de "La Llorona" a quién los visitantes, podrían pedirle deseos.
Finalmente "La Llorona" abrió sus puertas y como era de esperar, es hasta hoy uno de los lugares más concurridos y exitosos de Mar del Plata donde en la época estival, se colma con la presencia de las principales figuras de la farándula. Recuerdo que en verano y yá con el negocio inaugurado y funcionando a pleno, estuve presente en dos o tres oportunidades manteniendo inolvidables y extensas charlas con Carlos Chiesa, un amigo muy querido al que conozco desde que éramos muy jóvenes.
El se fué de Bahia a principio de los ochenta para instalarse definitivamente en Mar del Plata. Visionario y talentoso además de posicionarse sólidamente con sus distintos emprendimientos es un empresario de prestigio que más allá de su habilidad comercial, mantiene intactos sus valores y códigos de amistad.
Tres años después, me encargaría de llevar "La Leyenda de la Llorona", al formato de miniserie radial en la onda de LU2 Radio Bahía Blanca, la idea tomó forma a partir de una ocurrencia de Jorge Tirabasso actual gerente comercial de la emisora, quién en su momento me sugirió hacer la radionovela en vivo y que los protagonistas actuén por teléfono leyendo el libreto desde sus respectivos hogares, un hecho inédito en radio que se puso en marcha rápidamente y ante la aceptación de los oyentes permaneció más de nueve meses en el aire.

martes, 15 de julio de 2008

Ricardo "Pierino" Galluchi y su locura genial.

Ricardo Alfredo Galluchi nació en la República de Villa Mitre y aún tiene su casa en el "Barrio Obrero" el sitio favorito donde cada vez que llega a la argentina, disfruta junto a Nilda, su madre, del amplio patio de la vivienda más el cariño de sus amigos y vecinos de toda la vida. Desde chico le dicen "Pierino" y lo conocí cuando él apenas tenía 20 años. En ese tiempo, yo estaba buscando un dibujante audaz y diferente para mi agencia de publicidad cuando "Carlitos" Gómez me comentó que conocía a un muchacho que dibujaba muy bién, le pedí que lo mande a la oficina para conocerlo y ver que hacía. Una mañana apareció "Pierino" quién se encontraba trabajándo como administrativo de una empresa de sanitarios, aunque me confesó que ésto no era lo que le gustaba y que quería vivir del dibujo. De entrada me pareció un chico normal, simple y hasta tímido, pero no dudé en pedirle que ilustre un aviso para Línea "C" , una importante compañía naviera que se destacaba por la calidad de sus barcos e itinerarios hacia el Caribe y Europa, principalmente. Cuando ví el dibujo que había hecho "Pierino", me dí cuenta que estaba más loco que yó, el barco a publicitar estaba lleno de animales de todo tipo y el casco tenía remiendos de proa a popa, un delirio total que no coincidía con el nivel de mi cliente, pero aquello era diferente, rompía todas las estructuras y valía la pena jugarse por la obra de mi flamante jefe de arte, que en realidad era jefe de sí mismo, porque no había otro.
El aviso fué aceptado y salió publicado durante mucho tiempo en diarios y afiches. A partir de aquello, le dí a "Pierino" libertad absoluta en sus "descabelladas" creaciones y cada una de las campañas que él ilustraba eran un éxito. Mis oficinas estában en Galerías Plaza de Bahía Blanca y eran lo suficientemente grandes como para que "Pierino" tenga su sala de arte acondicionada como más le plazca. Recuerdo que a los pocos días, muy entusiasmado me mostró cómo había decorado su sector y grande fué mi sorpresa cuando ví que todas las paredes e inclusive el techo, tenían pintadas huellas de piés humanos. ¿Cómo lo hiciste? le pregunté. Fácil, compré pintura, la mezclé y puse los piés en el balde, después armé un andamio y las estampé en el cielorraso, me respondió. En otra oportunidad compró un Citröen usado en muy buen estado que se transformó en el auto más visto de la ciudad, ya que con aerógrafo y pinceles pintó sobre la carrocería y con gran calidad artística escenas de desnudos que provocaban la admiración de los transeúntes y conductores que veían el llamativo e insólito Citröen de "Pierino", que a poco de estar en la agencia junto a Nelly, Elvira, Nestor Matoso, Carlos Méndez y Marcelo Montenegro demostraba a diario su gran sentido del humor y una audacia sin límites, ya que al igual que yó no soportaba las formalidades o los personajes "grises", término con el que definíamos a la gente "pacata" con cara de culo y sin emociones que solo se preocupaba por aparentar lo que no era. De ese tipo de personas solíamos burlarnos alevosamente sin que se dieran cuenta y en algunas ocasiones sus caricaturas llegaban
a aparecer en nuestros avisos o publicaciones. Cuando iniciamos la producción integral de "El Club del Principito" , un exitoso programa infantíl que durante 5 años consecutivos se emitió de lunes a viernes por LU2 Radio Bahía Blanca en el horario de 17,30 a 18,00 horas con la conducción de María Palma Nazzaro, se me ocurrió pedirle a "Pierino" que interprete a los villanos de la miniserie de aventuras incluída en ese envío con relatos de Nestor Matoso. También en este campo su actuación radiofónica fué una verdadera revelación. Eran los años oscuros del llamado "proceso", "Pierino" además de usar barba, pelo largo y parecerse al Che Guevara, también actuaba y pensaba distinto algo que seguramente podría llegar a traerle problemas como le sucedió a tantos chicos idealistas que tenían su misma edad. Fué entonces que decidió irse a España, posiblemente buscando los aires de libertad que su alma le estába exigiéndo. Con gran tristeza lo acompañamos a la terminal de micros, solo llevaba una bolsita de nylon como único equipaje y desde esa noche que lo vimos partir lleva más de 30 años viviendo en Barcelona, ciudad donde aún reside y que en los tiempos de su "exilio" voluntario le abrió las puertas de par en par, brindándole en pocos meses la posibilidad de convertirse en dibujante estrella de la antológica revista "El Papus", la más vendida de España. Movido por la nostalgia no tardó demasiado en "gastar" su traste en los aviones porque tiene un verdadero record de viajes a la Argentina y cada vez que recala por aquí, el tiempo parece haberse detenido porque al encontrarnos se suceden nuevas y delirantes historias que hacen más fuerte la amistad que nos une.
Hay cientos de anécdotas y ocurrencias del talentoso "Pierino" quién sigue haciendo humor ilustrado de actualidad para diarios españoles, pintando cuadros y bebiéndose la vida segundo a segundo con la sabia intención de no dejar una sola gota dentro de su copa existencial.
Muchas de sus aventuras no se pueden publicar aquí, merecen un libro especial y si éste se llega a editar, seguramente será un best seller. Cada vez que él regresaba, a la ciudad yo lo estaba esperando con alguna oferta de trabajo, hace poco encontré un video Umatic donde vestido con ridículo uniforme napoleónico, protagoniza un aviso televisivo de mucho impacto que fué grabado para Casa "Locos" donde aparece promocionando ofertas. En otra ocasión, Dardo Scagnetti, conocido comerciante especializado en venta de instrumentos musicales y discos, estaba a punto de inaugurar un gigantesco local de calle O´Higgins al que llamó "La Disquería de Bartolo" encargándome la publicidad integral del negocio, misión que sin dudar le confié a "Pierino" quién en ese momento se encontraba de visita en Bahía. En menos de una semana diseñó la imágen de "Bartolo" y armó un títere de la misma para utilizarlo en los avisos de TV.
También le pedí que confeccione con urgencia una careta del personaje para ser utilizada en simultáneo con el lanzamiento de la campaña en los medios, por un promotor disfrazado de "Bartolo". Algo falló en la fórmula del material utilizado para esta máscara de gran tamaño que "Pierino" realizó con perfección artesanal. Era un día sábado y estaba lloviendo, todo estaba preparado para iniciar la promoción en vía pública. El propietario de la empresa, el gerente y un muchacho ataviado como "Bartolo" que había sido contratado para distribuir en la vía pública un original comic con la historia de la disquería, ofertas, etc, nos estaban esperándo. A eso de las 10 de la mañana, llegamos con "Pierino" a las oficinas del negocio para entregar la careta y tanto a él como a mí, nos pareció que ésta pesaba demasiado para ser de papel maché. "Ché, esto parece una escafandra de buzo, le dije", me miró seriamente, pero presentí su risa oculta cuando me dijo: "Parece que se me fué la mano con el yeso, ¿nó?".
El problema surgió cuando entre tres, intentámos colocarle la careta al delgado promotor que debía llevarla puesta y caminar al menos dos horas por las calles céntricas. Ya con la máscara a cuestas, el jóven comenzó a caminar, pero a los pocos metros se apoyó contra una pared de calle Saavedra y ya no pudo continuar. Evidentemente el peso era demasiado grande. Una semana antes de su regreso a España, ayudado por un motor y cables, "Pierino" creó un ingenioso y llamativo muñeco "Bartolo" del tamaño de una persona que bailaba frenéticamente y sin parar, al compás de música movida, los movimientos eran casi perfectos y se instaló en la vidriera de la disquería. La noche de la presentación, entre la multitud de gente entusiasmada que veía moverse a "Bartolo", se encontraba Alfredo el padre de "Pierino" quién en un momento dado me mira con cara de enojo y me dice: "Pipo, ese muñeco tiene puesto mi traje de casamiento, huy mirá, también mis zapatos nuevos, este Pierino es un caradura". Un par de años más tarde, "Pierino" estaba otra vez de visita y le propongo hacer el papel de un superhéroe llamado "Manolo Maravilla", como de costumbre me dice que sí, aunque los dos sabíamos que estábamos ante otro delirio que nos haría reír a mares.
Yo estaba produciendo "El Sapo Sapienso", el recordado personaje televisivo infantil que se emitía Canal 9 - Telenueva y me pareció una buena idea integrar las aventuras de "Manolo Maravilla" en ese envío. La gerencia del canal aprobó la propuesta y de inmediato Horacio Angelo y un equipo de técnicos del canal se pusieron a trabajar en la producción que consistía en grabar los exteriores de "Manolo", quién ya tenía su propia canción interpretada por Rulo Delgado y debía aparecer volando con la ayuda de un enorme globo que se llenó con un gas especial. Las tomas llevaron varios días y en estudios se hizo un arnés y colgado del techo se ubicó a "Pierino" vestido con el bizarro uniforme del superhéroe. Con la utilización de un ventilador de grandes dimensiones se lograba el efecto viento de su supuesto vuelo moviéndo su capa, cabello, etc.
Esas tomas de estudio fueron insertadas mediante el sistema "croma" a imágenes aéreas reales que con la edición terminada, daba toda la sensación de un vuelo casi verdadero sobre la ciudad. "Manolo Maravilla" fué anunciado con anticipación con la finalidad de crear expectativa entre los chicos y cuando finalmente "Pierino" hizo su aparición en el estudio colmado de niños en edad escolar se había olvidado la letra, improvisó su parte saliendo airoso una vez más recibiendo aplausos y una fuerte ovación de los pequeños.
¡Sos un boludo atómico, te olvidaste la letra!,le dije. "¿Sabés que pasó loco?, fuí al bar de Olimpo y sin querer, me tomé una ginebrita que me mareó un poquito", me respondió matándose de risa como un niño travieso.
En esa misma época, junto a Gustavo Lobo, un destacado fotógrafo hicimos "Bronceado", revista que yo dirigía y cuyas imágenes fotográficas de los veraneantes, estaban acompañadas por dibujos humorísticos que "Pierino" trucaba con gran acierto en cada secuencia.
Cuando me radiqué en Mar del Plata durante casi 16 años, nos seguimos viendo allá, siempre sumándo anécdotas y disfrutándo de nuestros encuentros.
Recientemente, cuando con Virginia comenzámos "Palacios en el Aire" en el trasnoche de LU2AM 840, le pedí que interprete a "Alfredo Alegre", un romántico español y "El Hombre Radar", este último personaje era un desocupado que ante la falta de radares, estaba en la pista de Ezeiza y que ayudado por la intuición, una linterna, un casco con baliza y un teléfono celular hacía todo lo posible para que los aviones puedan aterrizar sin inconvenientes.
Talentoso para escribir, pintar y dibujar, "Pierino" es un ser humano dotado de altísima sensibilidad y humor increíble a quién siempre estoy esperando para continuar riéndonos de los "grises", los supuestamente "correctos" y aquellos que alguna una vez Armando Bó definió como Palumbas. ¿Que es un Palumba?; "Son los que nunca hicieron nada, solo criticaron, no tienen historia y pasaron de largo por su vida directamente desde la vagina de su madre a la tumba". Amante de la libertad, sanamente loco, delirante, desopilante, impredecible, audaz, genial y por sobre todo, muy buena persona, así es Ricardo "Pierino" Galluchi, uno de los mejores amigos que la vida me ha regalado.

domingo, 13 de julio de 2008

Historias Juveniles - "La Chica de la Muñeca"

Me he enterado que muchos lectores de este blogspot, disfrutan mucho al leer mis historias juveniles, algo que relato con agrado porque esos insólitos episodios forman parte de mi vida y sería muy estúpido de mi parte negarlos o archivarlos en los cajones del olvido. Si hay algo que me llena de orgullo y satisfacción es haber hecho siempre lo que sentí y tratar de apartarme de los convencionalismos o la obsesiva búsqueda del éxito, porque éste es sumamente efímero. Dios y el destino me han puesto ha prueba muchas veces y he salido airoso utilizándo recursos simples a la hora de sortear escollos. Cuando miro hacia atrás recuerdo las diferentes etapas de mi alocada existencia y las revivo con verdadera felicidad, porque sobrevivir para contarlo es defínitivamente una innegable victoria. En una oportunidad, a bordo de mi querido "fitito" estaba recorriendo la avenida Alem de la ciudad de Bahía Blanca. Era una tarde de verano y hacía mucho calor, como siempre, en esas incursiones mi intención era encontrar y conquistar alguna chica para pasarlo bién. Esa arteria, en aquellos años sesenta era el paseo obligado de quienes la recorrían ya sea en auto o simplemente caminando, por sobre todas las cosas para disfrutar de una tarde cálida. Esta costumbre aún se mantiene, con la diferencia que en la actualidad el parque vehicular ha crecido desmesuradamente y esto le quitó el encanto de las apacibles caminatas de la época que estoy describiendo, donde Alem era un desfile de gente distendida e impecablemente vestida de sport, recorriendo sin prisa alguna uno de los sitios más atractivos y concurridos de Bahía. La joven era rubia, muy bonita y estaba sola, sentada en uno de esos bancos de mármol con respaldo que para comodidad de los habitantes estaban diseminados a lo largo de toda la avenida.
Detuve el Fiat 600 frente al lugar donde estaba la chica, descendí y me senté junto a ella, que inmediatamente y en forma espontánea se prestó a entablar conversación conmigo con confianza y como si nos conociéramos desde siempre.
Casi media hora después, la niña estaba a mi lado rumbo al Parque de Mayo, el lugar donde ella quería llegar para bajar al arroyo que lo recorre. El agua de este brazo del arroyo Napostá estaba transparente y muchos visitantes solían instalarse junto al arroyo con la intención de pescar o introducirse en el mismo, algunos lo hacían arremangándose sus pantalones o diréctamente con sus propios shorts de baño. La jovencita se había quitado sus zapatos y había ingresado al arroyo mojándose hasta la altura de las rodillas, estaba feliz chapoteándo allí y la veía radiante y divirténdose como una nena traviesa que juega a salpicarme con agua utilizándo sus piés.
De pronto, su euforia imparable se convirtió en una especie de melancolía, nos sentamos sobre unas piedras y con mirada triste, casi perdida permaneció inmóvil durante varios minutos, hasta que en un moménto, pasándo su brazo sobre mi hombro, se recuesta y dice: "Estoy cansada, ¿porqué no nos vamos a dormir un rato?". Naturalemente, pensé que aquello era una clara y dirécta invitación a una acelerada relación íntima, subimos al "fitito" y sin dudarlo partí hacia un hotel alojamiento.
Ya en la habitación, entré al baño y mientras me duchaba la escuchaba cantar. Cuando salí no la ví en ese cuarto de pequeñas dimensiones, pensé que se había ido, algo que podría resultar descabellado porque su ropa, consistente en un vestido liviano y prendas interiores, estaban depositados sobre una silla. Repentínamente, escucho su voz que con un fingido tono "aniñado" emergía debajo de la cama. ¿Que hacés allí? le pregunté siguiendo su aparente juego, ella se las había arreglado para ubicarse en ese incómodo lugar y siempre hablando como una nena repetía; "buscándo mi muñeca, quiero mi muñeca y hasta que no la encuentre no salgo". La supuesta broma se iba haciendo demasiado larga y la niña no quería salir de su escondite, fué entonces que presentí que aquello era algo mucho más serio y ante mis inútiles esfuerzos por lograr que termine con su insólita actitud, decidí comenzar a vestirme, en eso estaba cuando escucho; "está bién, voy a salir" y efectívamente salió; abrió la puerta de la habitación y completamente desnuda la chica comenzó a correr por el exterior de las instalaciones del hotel. Su velocidad era increíble, por suerte esa tarde, solo dos o tres habitaciones estában ocupadas, pero me resultába imposible pararla y ella no se cansaba de dar vueltas por el sector del estacionamiento. Finalmente, exhausta regresó a la habitación. No le dije una sola palabra, su rostro mostraba una gran fatiga. ¿A donde te llevo? fué lo único que le pregunté. "Alem e Irigoyen, me respondió con resignación".
Creo que esa tarde, mi Fiat 600 "voló" hacia la esquina indicada, cuando lo detuve frente a una imponente mansión para que baje, la chica se negaba a hacerlo y repetía; "no quiero volver allí". Una de las puertas de la casa se abrió y salió una mujer vestida como enfermera que vino diréctamente hacia mi auto. Hubo pocas palabras entre esta mujer, la niña rubia y yó. La mujer me miró y simplemente me dijo; "Gracias por traerla, se nos había escapado, siempre hace lo mismo, pero por suerte es muy tranquila". La casa era un lugar de internación destinado a enfermos mentales, propiedad de un conocido siquiatra de la ciudad.

viernes, 4 de julio de 2008

La influencia en mi profesión de dos prestigiosos colegas publicitarios.

Siempre estaré reconocido a quienes me abrieron las puertas de la publicidad y también me inspiraron en ésta apasionante profesión, entre ellos Domingo Mamanna y Oskar Marcovecchio, éste último comenzó sus actividades en Bahía Blanca cuando solo tenía 18 años y yá era un innovador en todo lo relacionado con gráfica, televisión o radio, porque cada uno de sus avisos tenía un sello propio e inconfundible al que yo mucho admiraba. Recuerdo que en una oportunidad produjo un programa radial diferente a todo lo conocido hasta el momento, se llamaba "Poosgrama" que más tarde crecería con el título de "Proarblema", un producto totalmente interactivo y muy novedoso para el oyente de aquellos tiempos. Marcovecchio fué el fundador de Idea Publicidad cuyas oficinas funcionaban en un amplio entrepiso de Galerías Plaza, el mismo sitio, donde poco tiempo después Mamanna me convocara para ocupar el lugar de este ascendente creativo que para entonces ya estaba radicado en Capital Federal manejando hacia todo el país la cuenta de Medias Brital y Banco Río. Reemplazar a Marcovecchio fué mi primer gran desafío ya que los clientes de Idea estaban acostumbrados a su estilo y esto no era fácil. Lo primero que hice cuando asumí esa responsabilidad fué trabajar fundamentalmente sobre los encabezamientos de las piezas gráficas y luego redactar textos de introducción breves, basándome en el impacto de la ilustración, que estaba a cargo de los dos excelentes directores de arte; Román y Valera, quienes interpretaban de inmediato mis prebocetos y la esencia integral del mensaje gráfico. La línea iniciada por Marcovecchio era simple, pero encerraba mucho poder visual, ninguno de los avisos firmados por él, pasaban desapercibidos y yo tenía que lograr la continuidad del modelo que había impuesto para las cuentas importantes que confiaban en Idea. Felizmente esto se logró y en menos de un año, a la agencia ingresaron nuevos anunciantes que totalizaban unos 200 entre pequeños, grandes y medianos.
En ese período como director creativo de Idea yo me ocupaba de la redacción de los avisos gráficos, bocetaba los story boards para televisión, ejercía la dirección de videos con sonido y simultáneamente escribía slógans y textos radiales. Cuando Idea dejó de funcionar, aquella rica y amplia experiencia me serviría casi tres años después para impulsar mi propia agencia publicitaria. Oskar Marcovecchio se posicionó sólida y definitivamente en Capital donde siguió trabajando activamente para otras empresas. Entre sus grandes aciertos figuran los "Altos", una promoción creada para el Shopping Alto Palermo, más una extensa serie de campañas que lo llevaron a convertirse en uno de los creativos argentinos de mayor prestigio. Siguiendo con mis colegas publicitarios de Bahía Blanca, también tengo como modelo a Osvaldo J. Ochoa, fundador de "Ojo en la Ruta", y pionero de grandes transmisiones deportivas que ponía en el aire radial con un despliegue innovador y tecnología poco común para esos años.Ochoa era en verdad un adelantado en deportes automotores, su especialidad. Vivía tan apasionadamente sus relatos que contagiaba al oyente el vértigo de las competencias con una fuerza difícil de imitar. Entre sus muchos aciertos también llegó a emitir almuerzos en directo para televisión desde sus amplias y luminosas oficinas emplazadas en "Altos del Palihue" donde además de deportistas, incluía como invitados a personajes destacados de los medios, empresarios, artístas, etc. El mirador de "Ojo en la Ruta" aún puede verse en la zona más alta y privilegiada de la ciudad. Esta construcción sobresale por la originalidad de su arquitectura, así era Osvaldo, un hombre que pensaba en grande y que vivió permanentemente desafiando y adelantándose al tiempo cada una de las acciones que él junto a su equipo emprendían. De voz inconfundible y potente al igual que sus textos publicitarios, Osvaldo también tuvo a su cargo el manejo de la cuenta nacional de la empresa Isaura y se ocupaba de ponerse al frente de las transmisiones empleando también su habilidad innata y carisma a la hora de comercializar sus propios productos. Siempre será recordado como un pionero y lamento no haberlo conocido personalmente, aunque sí tuve una excelente relación con Nestor "el profe" Entizne,uno de sus socios y gran ser humano al que quise mucho, pudiendo compartir con él muchas horas de charlas amenas. Lamentablemente tanto Nestor Entizne como Osvaldo J.Ochoa, partieron demasiado rápido de este mundo, quizás en su mejor momento.
Cuando me independicé y yá instalado en las oficinas 1 y 2 de Galerías Plaza llamadas Palacios Publicidad tenía en mis inicios a dos queridas personas que compartían conmigo ese espacio: Nicolás Ljutex (hoy titular de la agencia Publitex)y Nestor Raúl Matoso, con ambos conservo una cordial relación y muchísimas anécdotas de aquellos entusiastas comienzos juveniles. A Marcovecchio no volví a verlo, solo me comuniqué telefónicamente con él en dos o tres ocasiones aunque sí iba siguiendo con interés sus diferentes trabajos. Hace poco me enteré que decidió retirarse de la profesión. En Bahía Blanca hay actualmente varias agencias publicitarias en plena actividad que han logrado superar las diferentes oleadas de crísis y mantienen mínimas estructuras, algo muy distante de aquellos dorados años 70, donde las agencias habilitadas por el Confer, llegaron a superar la cantidad de 40 y algunas, las más grandes ocupaban en sus estudios un plantel estable promedio de 20a 25 personas.
La Asociación que agrupaba a las agencias comenzó a programar un ambicioso evento llamado "Publishow",un título de mi autoría. Estas fiestas anuales las organizábamos los miembros de la Cámara de La Publicidad para celebrar nuestro día. El espectáculo que consistía en una cena y show tenía el valor agregado de atractivos premios para los asistentes, llegó a transmitirse en vivo por Canal 9 Telenueva desde el Club de Golf Palihue donde se sorteó una lancha además de viajes, electrodomésticos, etc. Las concurridas fiestas del "Publishow" tuvieron su auge en los 70, hasta que la crísis económica en los finales de la era Martínez de Hoz provocó que dejaran definitívamente de realizarse. De Osvaldo J. Ochoa capté mucho de su fuerza, su "punch" de penetración masiva a la hora de imponer un determinado producto logrando que la frase sea pegadiza y arrolladora. Cuando Palacios Publicidad logró posicionarse como la agencia jóven y creativa de Bahía, en los 80, movíamos más de 150 cuentas, algunas de ellas pertenecían a empresas nacionales como Sicamericana, Línea "C", Dodero Viajes y Music Hall entre otras. Tiempo después vendrían Pehuamar, Pepsi Cola y una importante lista de marcas reconocidas que apostarían a los concursos creados en Mar del Plata para supermercados Aragone (más de 100 diferentes en 3 temporadas). Posteriormente cuando comencé a desarrollar nuevos eventos para puntos de ventas, desde los inicios y hasta el presente cuento con el apoyo de cientos de productos de primer nivel que continúan sumándose a estos juegos de góndolas con probado efecto multiplicador que tienen gran respuesta por parte del público en cada una de sus series. Debo reconocer que mis avisos o piezas publicitarias siguen siendo extremadamente "locos", muchos de ellos criticados por una minoría, pero a la hora de la verdad, allí está mi señal y el anunciante comprueba con satisfacción que su inversión tiene el retorno esperado e invierte en los medios con convicción. A la hora de los resultados estoy plenamente convencido que como creativo elegí una ruta de trabajo correcta."Ladran Sancho, señal que cabalgámos" dijo Don Quijote y esos "ladridos" me estimulan a seguir cabalgando. Es para mí necesario hacer esta humilde y respetuosa mención de los creativos y hombres de medios mencionados porque de ellos recibí una positiva influencia que me inspiró a recorrer este largo camino que gracias a Dios se mantiene vigente y me encuentra produciendo concursos, proyectándo nuevas ideas, editándo la revista "Signos y Marcas", dibujando mis amados comics y divirtiéndome junto a nuestra hija Virginia con el programa "Palacios en el Aire", un feliz recreo de casi 5 horas en vivo que cumplió 3 años y se emite a las 0.15 de la madrugada del domingo por LU2 Radio Bahía Blanca AM 840.

martes, 1 de julio de 2008

Historias de mi Viejo Víctor y yó -"Una noche de box en el Sanatorio".

Con mi viejo Víctor me han sucedido episodios muy divertidos e insólitos que bien vale la pena relatarlos dentro de las respetuosas reservas, pero hay cuatro o cinco anécdotas que a él mucho le hacían reír cuando las recordábamos. Víctor estaba mucho más allá del bién y del mal, el dinero y las posesiones materiales se las pasaba por el traste, solo quería disfrutar plenamente de su pequeña gran isla de los tangos, la historia de la aviación naval y fundamentalmente su pequeña nieta Virginia a quién llenaba con grandes cantidades de ternura contenida y de alguna manera, con ella fué una especie de "padre abuelo" fuera de serie. Sinceramente, yo me perdí a mi viejo Víctor durante 14 años y fué el tiempo que estuve junto a Lucy y que de alguna manera marcó un importante período de ausencia y desencuentros porque lo veía de tanto en tanto y sin continuidad alguna. Siempre sentí que cada vez que mi viejo me venía a buscar era para intentar que yo sea el hijo que él siempre había querido que fuera. Centralizaba en mí una serie de expectativas que para mí eran difíciles de cumplir y eso con menos de 10 años de edad, me generaba una gran confusión. En una oportunidad me llevó a las instalaciones del Tiro Federal, donde en un momento dado me encontré acostado sobre una especie de camilla acolchada empuñando un largo y pesado fusil Máuser con cargador de 5 tiros y recarga manual a cerrojo. El estaba entusiasmado y junto a un instructor me repetía una y otra vez cómo había que apuntar, quitar la cápsula de la recámara, la forma de apoyar la culata del arma, etc. Cuando llegó el momento de accionar el Máuser y apreté el gatillo el mundo pareció estallar porque el ruido que producía cada disparo era insoportable y ni hablar de la "patada" que provocaba el retroceso sobre mi hombro derecho. De los tiros al blanco, al tiempo pasé a la esgrima y allí estaba con una máscara enrejada y un "peto" (protector de pecho) con un pesado florete en la mano intentando meter una estocada al movedizo profesor que tenía enfrente. Al tiempo un tal Langoni, un porteño que era experto en golf y conocía a mi viejo, me estaba en enseñando cómo utilizar los palos a la hora de impulsar la pelotita, etc. Tampoco faltaron los guantes de boxeo, el puchinball, la bolsa rellena con arena, la natación en el Club Argentino y una extensa serie de deportes que supuestamente debía aprender en un curso acelerado. Víctor se había criado en un ámbito violento, su padre además de escatimarle amor, era un golpeador que le jodió la existencia a toda su numerosa familia y creo que mucha de su agresividad obedecía a estas carencias afectivas. Después de los relatados episodios de la "colimba" y otros, donde mi viejo acudió rápidamente en mi ayuda, comencé a sentirlo como a un amigo incondicional, porque en verdad así era. Jamás conocería a alguien tan generoso como él, el dinero le explotaba en las manos y si hubiera sido un hombre rico, no habría vacilado en repartirlo para hacer felices a quienes lo rodeaban. Por suerte cuando comencé a vivir con Elvira y nació Virginia, desde la nada, comenzámos a crecer económicamente y a contar con mucho trabajo. Siendo aún muy jóvenes, ya teníamos nuestra propia casa totalmente paga y logramos cumplir el sueño de montar Ricardo Palacios Publicidad, una agencia pequeña que se iba haciendo grande y nos estaba dando grandes satisfacciones económicas. Una noche, a eso de las tres de la madrugada, recibo un llamado de mi viejo diciéndome que se sentía mal y le dolía mucho el pecho. Le pedí que me espere que iba para allá de inmediato. La casa de mis viejos aún está a solo un par de cuadras de la nuestra y en contados minutos lo fuí a buscar con el Torino partiéndo rumbo a un conocido sanatorio privado. Ya en la guardia, le hice saber al enfermero que busque urgente a un médico, porque los síntomas de mi padre eran similares a los de un infarto y no había tiempo que perder. Los minutos iban pasando y el médico no aparecía, a todo esto, también había llegado mi hermano Jorge y los tres estábamos impacientes esperando que alguien revise a Víctor, quién de pronto se pone de pié y grita: ¡A la mierda, yo no espero más, voy a romper todo! , dicho esto último levantó con sus dos brazos un pesado cenicero de metal y lo estrelló contra el piso del pasillo de la guardia. El enfermero, al escuchar el ruido descomunal salió de su pequeña oficina para ver que estaba ocurriendo y cuando preguntó que pasaba, mi viejo le colocó una piña en la cara que lo tiró hacia atrás y lo dejó fuera de combate. En ese mismo momento, el médico de guardia baja por las escaleras, venía del primer piso y daba todo el aspecto de despertarse recientemente. La escena era de película, porque sin mediar palabra, Víctor se le abalanza y en medio de un torrente de puteadas comienza a boxearlo, el agredido y asombrado facultativo, solo atinaba a tratar de parar la lluvia de puñetazos, en medio de este pandemonium, el enfermero se incorpora y trata de intervenir, pero vuelve a recibir otro golpe y queda definitivamente sin sentido. La batalla iba creciendo, mi hermano Jorge y yó tratábamos de detener a mi viejo, pero estaba tan fuera de sí que parecía no distinguirnos y también tiraba golpes a diestra y siniestra en forma simultánea contra el médico y nosotros dos. Mi hermano recibe una de las "piñas" perdidas y cae sobre una pequeña mesa con instrumental, es allí que mi viejo pide que se detenga la pelea y todos los involucrados ubican al caído sobre una camilla con la intención de recuperarlo.
Transcurridos unos minutos, Jorge reacciona y mi viejo que seguía "caliente", se quita la camisa y decide continuar la pelea, ahora con mayor intensidad. Por esas vueltas de la vida, el médico que es hoy un prestigioso cirujano, había sido compañero mío en la escuela primaria y secundaria, además de haber compartido juntos varios momentos de la infancia y la adolescencia, esto agravaba mucho más la situación caótica en que nos veíamos involucrados. Ante la imposibilidad de calmar los ánimos, soy yó quién comienza a increpar a mi viejo, quién finalmente se tranquiliza y junto a mi hermano y yó, se retira del sanatorio prometiéndole al médico volver en otro momento para definir la pelea.
Ya en su casa y más sereno le preguntámos porqué había hecho ese papelón, y riéndose como un chico travieso, nos dice que todo ese "quilombo" le había hecho bien y ahora se sentía mucho mejor. Entendí que había provocado ese lío para descargar sus nervios, pero antes de retirarme le dije: "Sos un boludo, ojalá no tengas que caer en algún momento en manos de ese doctor".
Y así fué porque a las pocas semanas comenzó a dolerle el estómago y mi madre llamó a un médico para que venga a verlo, paradójicamente quién ingresaba era precisamente el mismo profesional a quién días atrás mi viejo había insultado y agredido aquella noche de furia. Cuando Víctor vió al médico a través de la ventana de su habitación muy infantilmente y para evitar que éste lo reconozca, solo atinó a taparse con las sábanas hasta los ojos.
El doctor diagnosticó cálculos en la vesícula recomendándo previos exámenes y una operación de urgencia. Cuando ya estaba a punto de ingresar al quirófano, por esas cosas del destino, iba a ser intervenido en el mismo sanatorio donde ocurrieron los hechos relatados y operado precisamente por el facultativo oportunamente agredido.
Felizmente, el médico no había resultado rencoroso y Víctor salió airoso de aquella intervención quirúrgica.