Recuerdo que en el 2003 había llegado a nuestra casa de Mar del Plata, en esa oportunidad estaba solo y como siempre que regreso a esa ciudad tan querida, lo primero que hago es cambiarme y salir a buscar a mis amigos de la "Feliz". Entre ellos Juan Carlos Quattordio, Ernesto Figueroa padre y Carlos "el Ruso" Chiesa. Sabía que Carlos se había hecho cargo del ex museo Vilas, lo había reciclado integramente y estaba a horas de inaugurar en esa mansión ubicada en Olavarría y La Costa un ambicioso emprendimiento, donde en forma simultánea funcionarían un restaurant con amplios ventanales mirando hacia el mar, cafetería, bar, salón de juegos para adultos y dos boliches bailables con diferentes estilos musicales. Aunque a menudo manteníamos comunicaciones telefónicas, llevaba mucho tiempo sin ver a Carlos, quién también es el propietario de las disco "Chocolate" Mar del Plata y "Chocolate" de Bahía. Nuestro encuentro, como siempre estuvo repleto de divertidas anécdotas pasadas y recientes, la mayoría de ellas, relacionadas con Bahía Blanca, nuestra ciudad natal. Ni bien entré a la casona de 3000 metros cubiertos, además de la magnitud de la edificación quedé impresionado por los pisos, muebles, escaleras y la decoración de buen gusto que Carlos había sumado e impreso en su nuevo negocio. La inversión era muy grande, pero ningún sector de la propiedad había sido desvirtuado y Carlos, como siempre estaba muy seguro que su nueva apuesta no sería en vano y que el sitio funcionaría, tal como efectívamente sucede con todo lo que emprende. Esa noche, lo acompañaban varios empleados que ocuparían diferentes lugares en el futuro centro, también pintores y carpinteros abocados a darle los detalles finales a la ambiciosa obra.
Le pregunté porqué le había puesto "La LLorona" y me respondió que esto surgía de la vieja leyenda que hablaba del espíritu de una mujer que supuestamente deambulaba llorando por lugares cercanos al cementerio. Le pedí a Carlos que me enseñe los sectores de la planta alta, quería ver cómo vivían los originales propietarios de la mansión y quedé sorprendido cuando conocí los cuartos y principalmente el dormitorio perteneciente al matrimonio Alzaga Unzué, quienes en los años 30, habían hecho edificar ese impresionante chalet en una zona privilegiada de la ciudad. La grifería y los sanitarios de los baños estaban intactos, lo mismo sucedía con el resto de la lujosa residencia, pero hubo algo que me llamó poderosamente la atención; los laberínticos pasillos que recorrían toda la casa. Estos corredores tienen casi un metro de ancho y están prácticamente pegados a las numerosas dependencias que circundan y a las que se puede acceder a través de puertas diseminadas a lo largo del extenso corredor. Los pasillos están perfectamente iluminados por apliques instalados en el techo y fueron diseñados oportunamente para que por ellos transite la servidumbre de la época, que estaba integrada por unas treinta personas afectadas durante todo el año al servicio del mantenimiento de la vivienda, cuyos dueños solo habitaban en los meses de verano. En aquellos años de oro, a Mar del Plata concurrían familias pertenecientes a la clase alta de Buenos Aires, gente adinerada que encaró las principales edificaciones de esa época de esplendor y que gracias a la protección del patrimonio histórico, aún están en su lugar original y pueden admirarse en toda su magnitud y belleza arquitectónica.
Los Unzué hicieron mucho por la ciudad y a ellos les pertenece el legendario Asilo Unzué, un sitio donde se alojaban niñas provenientes de hogares carenciados de todo el país, que allí recibían albergue y educación. Recorriendo "La Feliz", pueden encontrarse muchas huellas intactas de aquella era de esplendor, como la Villa Ocampo y tantas otras que nos hacen regresar a un pasado donde las familias pudientes ambicionaban tener sus residencias veraniegas en una ciudad que se iba armando con un toque aristocrático, muy similar al de la Costa Azul. Cuando Carlos me habló de "La Llorona" a los dos nos pareció una buena idea escribir una historia sobre esta leyenda popular, algo que esa misma noche, de regreso en nuestra casa, tomó la forma de un cuento ilustrado que hablaba de una jóven muchacha del interior que llegaba a la mansión de Olavarría y La Costa para trabajar allí como ayudante de cocina. La muchacha de la ficción era muy bonita, aunque sus palabras eran tan escasas como sus emociones. Quizá por el desarraigo o la propia soledad que sentía, la protagonista de esta historia solía caminar todas las mañanas por la desértica playa, distante a unos cien metros de la vivienda. En uno de esos frecuentes y solitarios paseos, se encuentra sorpresivamente con un jóven muy atractivo que aparece como surgido del mar y con él tiene un interminable momento pleno de pasión. Estos encuentros furtivos se repetirán y la muchacha solo puede expresar su felicidad a través del llanto. Las lágrimas brotan imparables al punto que se transforman en estrellas pequeñas y luminosas que invaden todos los rincones de la casa. Este "milagro" hace que la vida monótona de quienes allí trabajaban durante doce meses se convierta a partir de ese llanto mágico en una alegre convivencia que se mantendrá por muchos años más.
Carlos me mostró una fuente que había hecho construír en uno de los ambientes del negocio y coincidimos en que allí estarían depositadas las supuestas lágrimas de "La Llorona" a quién los visitantes, podrían pedirle deseos.
Finalmente "La Llorona" abrió sus puertas y como era de esperar, es hasta hoy uno de los lugares más concurridos y exitosos de Mar del Plata donde en la época estival, se colma con la presencia de las principales figuras de la farándula. Recuerdo que en verano y yá con el negocio inaugurado y funcionando a pleno, estuve presente en dos o tres oportunidades manteniendo inolvidables y extensas charlas con Carlos Chiesa, un amigo muy querido al que conozco desde que éramos muy jóvenes.
El se fué de Bahia a principio de los ochenta para instalarse definitivamente en Mar del Plata. Visionario y talentoso además de posicionarse sólidamente con sus distintos emprendimientos es un empresario de prestigio que más allá de su habilidad comercial, mantiene intactos sus valores y códigos de amistad.
Tres años después, me encargaría de llevar "La Leyenda de la Llorona", al formato de miniserie radial en la onda de LU2 Radio Bahía Blanca, la idea tomó forma a partir de una ocurrencia de Jorge Tirabasso actual gerente comercial de la emisora, quién en su momento me sugirió hacer la radionovela en vivo y que los protagonistas actuén por teléfono leyendo el libreto desde sus respectivos hogares, un hecho inédito en radio que se puso en marcha rápidamente y ante la aceptación de los oyentes permaneció más de nueve meses en el aire.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario