Entrevista realizada al Contraalmirante (RE) Carlos Hugo Robacio para la revista "Signos y Marcas" de Mayo 2010.
Guerra de Malvinas, y la batalla del Monte Tumbertown
Difícil es imaginar que nuestro entrevistado, un hombre de aspecto calmo, cuidadoso de cada detalle, amable y respetuoso por naturaleza, hace 28 años, estuvo al frente de una de las batallas más cruentas de la guerra de Malvinas.
Nos recibió en su departamento, donde cuenta con un escritorio, donde en cada una de las paredes y repisas guarda celosamente y con orgullo los testimonios de su paso por Malvinas. Un cuadro con imágenes de los oficiales de su comando, una caja de metal donde se almacena munición para ametralladoras pesadas que le fue obsequiada por los propios ingleses, fotos de su cautiverio y otros recuerdos donde el hoy, el Contraalmirante (RE) Carlos Hugo Robacio, rescata del tiempo diferentes secuencias de la guerra donde junto a sus hombres, jugó un rol protagónico colmado de heroísmo, al punto que fue condecorado por la nación Argentina por su actuación en el frente e invitado especialmente por el gobierno británico para disertar sobre sucesos del conflicto bélico. No hay fanatismo en sus palabras cuando revive algunos episodios de 1982, cuando era Teniente de Navío y le tocó comandar el BIM 5 (Batallón de infantería de Marina) al frente de 800 hombres muy bien entrenados. En ningún momento la conversación se torna tensa o dramática, a modo de distención, Robacio que en su juventud, antes de ingresar a la Armada, fue un eficiente empleado del Banco Nación, donde su padre ocupaba el cargo de tesorero y también era el único árbitro capaz de dirigir un partido de fútbol. Robacio nació en Caacatí (Corrientes) y que quiere decir yerba olorosa. Cuando le toca el servicio militar obligatorio, confiesa que lo quería hacer a toda costa, se presenta en el estadio de Racing, lugar donde su clase debía someterse a la revisación médica. Allí, un sargento pregunta; “¿quiénes saben escribir a máquina?”. Robacio, pensando que esa solicitud podía brindarle ciertas ventajas, no duda, al igual que otros compañeros en levantar la mano. En pocos minutos, tanto él como el resto de los voluntarios se encontraron limpiando todos los baños del estadio. Al caer la noche y ya finalizada la ardua tarea, observan que el suboficial que les había impartido la órden se encontraba descansando y tomando mate. Robacio se acerca y le pregunta; “disculpe mi sargento, ¿puede decirnos cuando nos van a revisar?”.
El suboficial los mira y responde; “¿revisar, para qué? Después de todo lo que hicieron, todos ustedes están aptos. Tomen sus libretas y márchense”.
Un hermano suyo que estaba en la aviación Naval, le sugirió que entre en la Armada y así lo hizo. Cuando se recibió, dio la vuelta al mundo y al poco tiempo, en 1958, le sale el pase a Baterías en Puerto Belgrano. En 1961 después de un noviazgo breve, se casa con Estela Edda Argento y nacen sus hijos Estela Edda y Carlos Hugo.
“El 2 de Abril nos había sorprendido con toda la unidad ejercitándose, principalmente durante la noche y el Batallón se movía con mucha más solvencia en el ataque que en la defensa, ya que atacar en la oscuridad, minimiza las bajas y desconcierta al defensor adversario. Mis hombres estaban preparados para la guerra, ya que las prácticas las realizábamos íntegramente con munición de guerra. Por prevención, a Malvinas, no llevamos la bandera de guerra de la unidad, ya que en ningún momento ignoré la envergadura y veteranía del enemigo que debíamos enfrentar y ese sagrado paño que representa a la Patria, no podía correr el riesgo de caer en manos ajenas. El 8 de Abril, arribamos a Malvinas y el primero de Mayo de 1982, se inician las acciones de combate con el bombardeo incesante a la zona del aeropuerto. Casi de inmediato comienza se produce el cañoneo naval desde la flota inglesa, a este fuego demoledor se suman los aviones Sea Harrier, los Helicópteros y posteriormente se agregaría el fuego de la artillería terrestre enemiga que tenía un alcance de 17 kilómetros, mientras que la nuestra llegaba a 10 y medio. La artillería del Ejército le sirvió más al BIM 5 que al propio ejército, ya que su apoyo fue muy valioso para nosotros. Antes de entrar en la batalla final, la guarnición que defendía el perímetro de Puerto Argentino, soportaría casi 44 días de asedio constante. El combate real nos demostraría que el día es para observar y la noche para atacar, ya que así lo hicieron nuestros adversarios. La fracción enemiga era frenada por una precisa barrera de fuego y este cañoneo los desconcertó a tal punto que le colocamos otra a sus espaldas, impidiéndoles moverse. El resultado fue muy cruento, porque los disparos de las baterías argentinas eran muy certeros. Casi dos horas después del inicio de esta acción, el jefe de la Compañía Obra me pedía; “Señor, detenga el fuego, no queda nadie en pié y los gritos de los heridos ingleses, empiezan a atemorizar a nuestra propia gente”.
Cesa el fuego y en menos de cinco minutos aparecieron cuatro helicópteros que prácticamente sin visibilidad alguna, comienzan a retirar sus bajas. Esta acción de parte nuestra sirvió para que con posterioridad, durante el asalto a Tumbledown, el enemigo, una vez dominado el monte, atendiera con más premura a mis heridos que a los suyos. Tanto ésta como tras tantas acciones, me hicieron apreciar que la Batalla de Malvinas, fue el último combate en que se respetaron totalmente lo estipulado en las convenciones humanitarias de guerra. En el momento del asalto a Tumbertown, el batallón escocés, lanza al ataque cuatro compañías de 150 hombres cada una. Cuando terminó el combate, de una de éstas compañías, solo quedaron cinco hombres en pié. Entre los heridos, hubo un oficial que en un momento, posiblemente de nerviosismo, se asomó y recibió una herida en la cabeza. Tuvo la suerte de quedar vivo y años más tarde, realizó un documental para la BBC, relatando sucesos sobre la Guerra de Malvinas. Hasta el día 14 de Junio yo estaba plenamente seguro que el BIM 5 estaba en condiciones de seguir combatiendo y hasta ganarles, porque contábamos con excelentes comunicaciones, coordinaciones y enlaces con todos los grupos de artillería. Esa era nuestra ventaja al momento de determinar como era y de donde provenía el fuego enemigo. La moral de mis hombres era alta y eficaz. Nunca se rompió la cohesión de la unidad y nos encontrábamos con ánimo suficiente como para continuar la lucha, Mi batallón peleó cuerpo a cuerpo y el día 14 de Junio, cuando ya no teníamos municiones, es donde recibo la órden de rendirnos, yo insisto y les digo que no quiero hacerlo, ya que mi intención era contraatacar, aún sabiendo que podía exponerme a un tribunal de guerra. Al momento de esta directiva, nosotros nos encontrábamos peleando y cuando una está mezclado con el enemigo, es muy peligroso interrumpir el combate, porque puede ser una masacre para ambos bandos. Y en el momento en que decido iniciar el repliegue, es donde aprendo a conocer a Dios, la mano de Dios, ese día, protegió a mis hombres. Yo veía que tenían que bajar de las montañas en medio del fuego graneado de fusiles y ametralladoras inglesas más estallidos de bombas por todas partes. Y allí, cuando cesaban los disparos, en medio del humo y la tierra, ellos se ponían de pié y seguían replegándose. Aquello sí que fue un verdadero milagro, donde tuvimos dos bajas fatales, cuando el costo de vidas pudo haber sido mucho más grande. Pero felizmente logré reunirlos a todos. Realmente, nuestro querido BIM 5, tuvo suerte, el Regimiento 25 que no entró en combate porque estaba en la defensa del aeropuerto, a cargo del por entonces Coronel Seineldín, recibió aproximadamente 1200 toneladas de bombas.
Finalmente, le ordené a mi segundo Comandante que se replegara a la localidad y entrara desfilando frente a los efectivos. Quedaba una pequeña retaguardia a cargo del Guardiamarina Koch con 14 hombres y el Suboficial Vaca a cargo de una ametralladora 12.7 mm que no quería rendirse. Todos los fuegos habían terminado y el silencio, era tan terrible como la incertidumbre y el dolor de tener que rendirse.
Después de la rendición, fuimos muy bien tratados, con mucho respeto, aún cuando estuvimos prisioneros. Y hoy, a casi 30 años de aquella guerra no declarada, ya que realmente la Argentina nunca estuvo en guerra , solo se trató de un conflicto muy cruento con lamentables pérdidas de vidas y secuelas físicas y psíquicas para ambas partes, pienso que el mundo ha cambiado y esta pelea por la recuperación de nuestras Islas Malvinas, que indiscutiblemente nos pertenecen, tiene que solucionarse por las vías razonables de la diplomacia. Algún día, los gobernantes de turno tendrán que ocuparse de un territorio donde no hay que hablar de antecedentes históricos ni nada, simplemente son nuestras y tendrán que devolverlas. A Inglaterra fui en varias oportunidades, en algunas como simple turista y en otra, donde tuve el privilegio de ser invitado para disertar sobre la Batalla de Malvinas y tener la oportunidad de estrechar la mano y conocer el rostro de quien alguna vez, allá a lo lejos, fue mi adversario. Con quienes fueron mis hombres, sigo viéndome. Jamás perdimos ese contacto. Hay muchos de ellos que ya no están sobre ésta tierra y al resto, los considero como mis hijos. Yo vendo mis libros en Capital, y un porcentaje de los ingresos, se destinan a una entidad que hemos formalizado legalmente. Por último, tengo el orgullo de decir que ninguno de nosotros levantó los brazos, simplemente perdimos pero no fuimos vencidos. Respecto al acuerdo para visitar las Islas hay que tener en cuenta que es un pequeño progreso que beneficiará a cualquier argentino que por propia determinación quiera visitarlas. El acercamiento ha sido promovido no sólo por nosotros sino también por los isleños.
El problema de los familiares sin recursos para visitarlas son los que deberán seguir siendo asistidos por el Gobierno
También se abre una excelente oportunidad para que nuestras autoridades por medio de una Ley dispongan de los fondos necesarios para investigar por medio de la determinación de ADN, la identidad de cada uno de nuestros Héroes que yacen con el rótulo de NN”
Pipo Palacios.
Nota: El Contraalmirante Carlos Hugo Robacio, es autor del libro “Desde el Frente”..
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