La histórica casona donde aún funciona la legendaria LU3 Radio del Sur, además de ser un patrimonio ciudadano porque allí nació el escritor Eduardo Mallea, alguna vez y durante varios años tuvo su propio "fantasma". Varios empleados de la época de oro de la querida emisora, entre ellos algunos destacados periodistas, siempre contaban la historia del misterioso caballero que todas las mañanas cerca del amanecer, impecablemente vestido ingresaba al edificio por la puerta principal de calle Lamadrid, saludaba cortesmente a quien iba encontrándo a su paso y subía con absoluta naturalidad la amplia escalera de madera que conducía a la parte superior de la radio, allí, en el tercer piso funcionaba el departamento de noticias, un ámbito que tuvo como protagonistas a grandes de la información como Estéban Dobal, Eduardo Cenci, Carlos Almirón, Segundo Fernández, Alberto Mc Dougall, Stamatti y otros que pusieron su voz y estilo propio e inconfundible a las noticias cotidianas.
El "fantasma" ingresaba naturalmente, su recorrido era siempre el mismo, casi una rutina que se repetía a diario y ninguno de los que lo veían desplazarse por el interior de la radio se preocupó por saber quién era o que hacía allí en los primeros minutos de la mañana ese señor educado y bien vestido que se esfumaba extrañamente a pocos segundos de ingresar. Años después, alguien se preocupó al fín en observar al "fantasma". Fué entonces que movido por la curiosidad, un empleado de la emisora siguió los pasos del elegante hombre de traje y corbata. Oculto en algún sector de los pisos superiores, el inquieto observador lo vió pasar junto a la vieja máquina teletipo, abrir la ventana que daba a la terraza, pasar a través de ella, y una vez en la azotea caminar hacia una ventana de un edificio de departamentos ubicado aún en Lamadrid y Alsina donde se introducía sigilosamente. Con estos datos precisos, el testigo de la inusual maniobra, junto a otros compañeros de trabajo, esperaron al día siguiente y cuando "el fantasma" entró a la emisora, lo saludaron y sin rodeos le preguntaron el porqué de su insólita actitud. El hombre, que durante muchas madrugadas repetía el mismo trayecto, les confesó que le gustaba salir de noche y aprovechándo que su esposa tomaba una pastilla para dormir, simulaba acostarse en un cuarto contiguo, luego se vestía y se iba a disfrutar de las atractivas ofertas que en los años setenta brindaba la movida noche bahiense, entre ellas los cabarets. Para no hacer ruido ni ser descubierto por su mujer, dejaba abierta la ventana de su cuarto y en ella ingresaba tranquilamente por la terraza de la radio. La revelación del intrépido "fantasma" causó gracia a quienes escucharon el relato, al punto que durante algún tiempo más, se convirtieron en cómplices de aquel "señor de la noche" que de alguna manera se convirtió en parte de la historia de LU3 Radio del Sur.
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