Recuerdo que tenía apenas 24 años cuando por LU2 Radio Bahía Blanca, conducía un programa llamado "El Show del Sonido" que se emitía de en la madrugada del domingo desde las 00 horas hasta las 05.Este envío se mantuvo en el aire durante casi dos años y mi operador de entonces era Rubén Darío Azpeitía, un ser humano fuera de serie y excelente profesional que valiéndose de grabadores de cinta abierta le ponía música a las palabras que yo previamente le dejaba grabadas para que posteriormente él arme las 5 horas que duraba el programa. Después de casi 20 años sin contar con trasnoche en su programación, en el 2005, la gerencia comercial de LU2 AM 840, decide retornar con la madrugada de la radio y me pareció una excelente posibilidad de conducir un programa distendido, informal y con mucha interacción con el oyente. Sabía que en esa franja horaria es poco probable tener auspicios comerciales ya que el corazón publicitario de la radio, probado está, se concentra desde las 08 a las 13horas.De cualquier manera, tenía ganas de hacer radio y por sobre todo probarme a mí mismo. Fué Jorge "Oso" Tirabasso, quién en esa época era gerente artístico de la emisora quién me sugirió el título "Palacios en el Aire". En el inicio Virginia asumió la responsabilidad de la producción, ella manejó los llamados, temas a tratar, sorteos de los humildes premios que teníamos en los comienzos, etc. La operación técnica estuvo a cargo de Marcelo Montechiari, quién en ese momento contaba con 28 años de edad y muchas ganas de mostrar de lo que era capaz de hacer en el aire. Yo no tenía la menor idea de lo que sucedería con un programa de 5 horas en vivo, aunque mi intención era llegar a interactuar con el oyente a través de su participación telefónica y lograr que cante o cuente divertidas anécdotas que ayuden a mantener bien arriba el producto que estábamos a punto de iniciar.
En el inicio contábamos con un tecladista en el estudio que tenía la misión de interpretar partes de melodías conocidas para que la gente descubra su título, pero al poco tiempo Elvira se hizo cargo de la producción y Gastón Fidalgo del manejo de telefónos, etc. Virginia dejó la producción para acompañarme en la conducción y su participación frente al micrófono fortaleció muchísimo el contenido, ya que ella además de su voz privilegiada y poder de improvisación, aporta comentarios serios y creíbles, mientras que mi rol es el del conductor despistado que solo habla del pasado y no entiende ni le interesa que está sucediendo actualmente.
En "Palacios en el Aire" pude desplegar toda mi "locura" interior, cantar, conducir con mucha dinámica y tener diálogos respetuosos y muy divertidos con hombres, mujeres y niños de la audiencia que felizmente iba creciendo domingo a domingo.
en solo 30 días, logramos posicionarnos como un programa diferente, los oyentes nos íban descubriendo y mucho nos ayudaba el "boca en boca" de la gente que se había "enganchado" con nuestro estilo disparatado. Sabíamos que tener cada domingo unos 100 llamados en la línea directa y un promedio de 30 a 35 en el contestador automático, nos indicaba que íbamos por una buena senda. Había visto un par de veces el filme español "Solos en la Madrugada" cuyo protagonista es José Sacristán, también escuché al peruano Hugo Guerrero Martinheiz y a Luisa Delfino, ambos tenían diferentes espacios televisivos en la trasnoche de ATC donde hablaban con personas en su mayoría solas, enfermas o con otro tipo de conflictos propios de aquellos que necesitan ser escuchados y recibir una palabra de aliento. En mi caso, nunca me sentí preparado para llevar adelante una charla al aire con oyentes que planteen un problema serio o un tema realmente profundo. En una oportunidad llamó una señora de unos 40 años que decía que no salía nunca de su casa. Cómo la entrevista, al igual que todas las que hacemos no estaba preparada, traté de levantarle el ánimo sugiriendole que vaya a bailar, que se divierta y trate de encontrar una compañía. "Cómo voy a salir a bailar si no puedo, me contesta"- ¿Qué, no sabés bailar?, le digo y ella me responde; "Nó, no puedo bailar porque me faltan las dos piernas". Aquí los 2 segundos de silencio que me atacaron fueron una eternidad, pero felizmente salí rápido del shock y la llevé hacia un diálogo más positivo. Esa misma noche y casi media hora después, se comunicó un señor al que se lo escuchaba muy triste, le pregunté que le pasaba y me dijo que vivía solo y se sentía muy mal. La conversación siguió adelante, casi con normalidad y en medio de la improvisación le sugerí ver la vida de otra manera, más alegre y mi interlocutor me responde´: Cómo voy a ver los amaneceres y todo eso que me decís si soy ciego".
Este tipo de sorpresas se fué dando con cierta continuidad, aunque lejos de desalentarme no quise convertir el programa en una sesión de sicología barata porque no me considero el tipo indicado para esa tarea, la psicología es para profesionales en la materia, solo soy un animador, sé entretener, eso me sale bastante bién y fué lo que definitivamente desde hace 3 años y hasta hoy logramos imponer. Me gusta reírme de mí mismo y del país bizarro, inexplicable y con tendencia fatalista que tenemos y no trato de hablar en serio porque de nada le serviría al oyente que busca un escape de tanta abrumadora realidad cotidiana. Con mucho ingenio e imaginación pudimos instalar un faro o un mundo plagado de fantasías en medio de la noche o la desesperanza colectiva que sufren aquellos que no pueden conciliar el sueño o no soportan la tristeza de su soledad ya sean jóvenes o nó. He tomado a "Palacios en el Aire" como una humilde misión, sé que soy útil o le sirvo a quienes a esa hora extraña están trabajando en cuarteles de bomberos, hospitales, comisarías, estaciones de servicio, etc. Seres humanos que encuentran en ese envío una distracción que les ayude a que la noche sea más entretenida. Nunca evalué el aspecto económico, ya que soy conciente que la radio nos apoya en lo que puede y ese horario marginal dista de ser un producto vendible, redituable o comercial, solo sé que al llegar al estudio, se encienden otras luces además de la roja que indica que estamos en el aire. Hay allí una magia que me impulsa a cantar y divertirme, aunque en algunas ocasiones no tenga ganas, pero extrañamente el entorno me potencia cargándome de energías que exhalo sin esfuerzos en 5 horas de improvisación pura, espontánea y sincera.
En tres años sucedieron muchos episodios muy interesantes, increíbles y maravillosos que iré contando de a poco en este nuevo y apasionante tramo de mi vida que tantas satisfacciones espirituales y profesionales me sigue brindando.
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