martes, 2 de septiembre de 2008

Los amores argentinos y europeos de Ricardo Alfredo Galluchi, más conocido como Pierino.

Las relaciones de Pierino con el sexo opuesto, siempre fueron muy audaces e insólitas, ya que él nunca comulgó con las formalidades y los inconsistentes contratos matrimoniales o de convivencia que pretenden unir a hombres y mujeres hasta el fín de sus días a través de una declaración pretendidamente legal. Como yá conté en páginas anteriores, conocí a Pierino cuando era apenas un muchacho de 22 años. Ya por entonces, su obsesión era el sexo y no le "hacía asco a nada", todo le venía bien a la hora de tener contacto carnal con una chica, ya sea fea o linda. Recuerdo a una mujer mucho mayor que él a quién apodaban "Coca" y que se había acostado con la mitad más uno de los bahienses. Por alguna extraña razón, Pierino tenía por esta veterana prostituta una atracción particular, pero nunca iba solo, solía invitar en cada incursión a amigos como el "Chancho" o el "Pato" y entre todos compartían y disfrutaban de ese cuerpo bastante imperfecto y surcado de cicatrices que eran una señal de las muchas intervenciones quirúrgicas que había sufrido "Coca".
En una oportunidad desapareció de la agencia durante todo un fín de semana y ésto nos preocupó, ya que no sabíamos donde podría estar. A los tres o cuatro días, se hizo presente y nos contó su última aventura; había conocido a una chica menor de edad y se fueron juntos a una localidad balnearia llamada Monte Hermoso, muy cercana a Bahía. Allí se instaló en una carpa pequeña en la cual solo cabía una persona hasta que comenzó una lluvia torrencial e imparable que obligó a Pierino y su compañera ocasional a permanecer aislados bajo esa diminuta lona durante dos días. Este diluvio fué una especie de bendición porque la actividad sexual intensa fué lo único que podían hacer. Y uno de los romances más apasionados que mantuvo antes de irse a vivir a España, lo tuvo con una chica muy inteligente a la que apodamos "Sidecar" porque tenía un traste prominente que llamaba muchísimo la atención por la exagerada forma en que sobresalía. Hace unos meses me encontré con "Sidecar" y me confesó que aún extraña a Pierino. Cuando llegó a la madre patria, nos hizo llegar por correo una foto en blanco y negro en la que aparecía junto a una mujer bastante entrada en años que tenía unas gafas antiguas y aspecto de profesora jubilada. Esta mujer era su amante, posiblemente la primer persona que lo recibió en su casa y lo contuvo brindándole sinceras atenciones para que no se sienta tan solo y perdido en tierras extrañas. La señora de las gafas vivía en una casa que estaba ubicada junto a las vías del ferrocarril y le había contado que hacía muchos años que había enviudado y desde entonces no había tenido relaciones y estoy seguro que esta larga abstinencia de la buena mujer llegó a su fin con la presencia de Pierino.
Entre sus recuerdos, Pierino guarda aún un viejo caño de original formato perteneciente a algún tren y que esta veterana dama que aún pinta y esculpe, le obsequió oportunamente a modo de souvenir.
Al tiempo, pudo instalarse en un pequeño ático en Barcelona, un sitio al que con su buen gusto convirtió en un ámbito cálido y sin gastar una sola peseta, ya que los vecinos contribuyeron a amoblarlo regalándole mesas, sillas, cama y otros elementos que ayudaron a hacer mucho más agradable ese último piso de un antiguo edificio de departamentos por el que pagaba un módico alquiler.
En los años setenta, los argentinos eran muy bien recibidos en España, las chicas los buscaban quizás por su forma particular de ser y Pierino aprovechó al máximo esa atracción que despertaban en las jóvenes españolas. En este tramo de la historia juvenil de mi amigo hay episodios increíbles, uno de ellos fué durante unos días de campamento donde se instaló en un camping y compartió su carpa con chicas de distintas nacionalidades y reinó como un verdadero "bendito tu éres", para envidia de un hombre que estaba en su trailler ubicado a unos pocos metros y durante el día y la noche, inevitablemente debía escuchar los gritos de gozo más las risas de Pierino y las alegres integrantes internacionales de su "harem". Imagino a este buen vecino que según él se lo pasaba discutiendo con su fea y gorda esposa, cada vez que oía lo que sucedía en la carpa de los placeres y la lujuria ¿Cómo habrá hecho para contenerse y no sumarse a la fiesta?.
Era aquella una España liberada, Franco y sus muchos años de dictadura y pacatismo extremo habían sumido a ese pueblo a una maldita opresión y costumbres insoportáblemente arcaicas, donde estaba prohibido mostrar una mujer desnuda tanto en cine como en revistas y las mujeres, principalmente debían casarse vírgenes y resignarse a convivir por el resto de sus días con un eyaculador precóz que posiblemente las utilizara para descargarse egoístamente sin importarle si su compañera tenía o nó un orgasmo. La guerra civil española dejó sus tristes secuelas, he conocido aquí a muchos exiliados que sufrieron los horrores y el salvajismo de esos años terribles donde los hermanos se mataban entre ellos. El solo pensar en el cobarde bombardeo de Guernica, su destrucción total y las miles de víctimas inocentes que produjo esa masacre llevada a cabo por la Luftwaffe de Hittler nos dá una pauta de aquellos tiempos donde imperó el miedo y la muerte por doquier. A la distancia, Franco siempre me pareció un desagradable y cruel pelotudo hijo de perra que como buen enano gordo acomplejado, se creyó Dios. Y en nombre de Dios y la inquisisión sometió a los sobrevivientes de la guerra civil a incomprensibles censuras y aislamiento del resto del mundo, algo similar a lo que padeció Argentina durante los años de la dictadura militar, donde además de un sinnúmero de estupideces, era imposible detectar una teta o un culo en una película que inevitáblemente debíamos ver mutilada por los cortes que le hacían las tijeras de censores como el nefasto Tato. Aquí, en Bahía, existió un cine llamado Splendid donde se exhibían extraordinarios filmes franceses de la llamada "Nouvelle Vague" verdaderas obras maestras de los años 60, donde podíamos descubrir el arte de Francois Truffaut, Claude Chabrol, Jean Luc Godard, Alaín Resnals y Roger Vadim, entre otros tantos talentos cuyas películas inexorablemente debían pasar por el "filtro" moralista de la prohibición y nunca era posible verlas en su versión completa. Causaba gran impotencia no poder ver el cuerpo de Briggitte Bardot en "Dios creó a la mujer" o a nuestra amada Isabel "Coca" Sarli con "El trueno entre las hojas" entre otras de su larga lista. En cuanto al sexo libre, pude comprobar cuando era casi un adolescente, que Argentina, en su "subsuelo" estaba mucho más desinhibida, aún con las limitaciones existentes que imponían las diferentes dictaduras podíamos practicarlo sin problemas y espontáneamente en el living de la casa de alguna amiga mimosa o "noviecita", en las playas, escaleras de edificios o en la misma calle con la complicidad de los árboles y la oscuridad de la noche. En este aspecto, Pierino siempre se las ingenió para utilizar fuera de las horas de trabajo, nuestras oficinas como hotel alojamiento, donde no dudaba en aprovechar los sillones o alfombras como improvisados sitios de sus prácticas sexuales. Al morir Franco, se produjo el ansiado "destape" español y allí estuvo presente Pierino, dándole rienda suelta a su talento a la hora de publicar sus geniales dibujos en la legendaria revista "El Papus" donde alcanzó popularidad y muchos seguidores a través de su estilo inconfundible en memorables comics de humor negro y sexo salvaje, algo que en Argentina no habría logrado ni soñando. Aventuras en pueblos, castillos, noches de alcohol y fogosos encuentros con señoritas a las que al día siguiente, al despertar solía preguntarles: ¿Cómo te llamas? siguieron sucediéndose hasta que se casó con Montserrat, cariñosamente apodada "Energizer", naciendo en esa unión sus hijos Marc, un verdadero talento juvenil e Iván.
Simpático, talentoso tanto para dibujar comics, pintar cuadros o simplemente hacer arreglos hogareños, Pierino pudo ingresar en el alma de las mujeres a través de su supuesta bohemia y espíritu libre de ataduras que tengan que ver con el consumismo indiscriminado e inútil. Su barca imaginaria transita por el río de la vida sin apuros, con la calma propia de quién al igual que yó piensa: "¿Para que te vás a calentar, si igual te vas a morir?" . Posteriormente aparecieron nuevos amores en la turbulenta e incomprendida personalidad de Pierino, entre ellas Dácil, de cuya reciente convivencia nació la pequeña Paula.
La vida amorosa de mi amigo artista está poblada de anécdotas donde abundan detalles divertidos e inolvidables, finalmente rescato que por su condición de buena persona Pierino es un ser muy querido y felizmente recordado por las parejas que han pasado por su vida y es uno de los pocos tipos que sabe mantener una sólida y respetuosa amistad con las mujeres, tal es el caso de Elvira, su amiga incondicional o Mayte, su fiel musa inspiradora y siempre presente en los momentos en que haga falta.

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