A César Liberman lo conocí cuando en el 2004, su tradicional empresa llamada Deportes Preti, lanzó dos ediciones del novedoso "Ofercómic", una pieza gráfica que reemplazaba a los tradicionales volantes, poniendo las ofertas de zapatillas de diferentes marcas y prendas deportivas utilizando en formato de comic, ilustraciones de una familia que iba recorriendo las diferentes secciones del amplio local que tiene en el centro de Bahía. Los dibujos se apoyaban sobre fotos reales del negocio, algo que le daba fuerza y credibilidad ambiental a la propuesta. Después de haber realizado estos dos éxitos publicitarios, solíamos comunicarnos a través de llamados o encontrarnos en reuniones que César, infaltáblemente organiza para el día del amigo. Inquieto y desprejuiciado, maneja su negocio con un estilo muy particular, diría que único, porque las cosas le salen naturalmente bien y está rodeado de empleados eficientes y por sobre todas las cosas, fieles y comprometidos con la firma. César posee la virtud de ser considerado con su personal. No hace distinciones y si tienen algún problema, los escucha y les soluciona el inconveniente. Lejos de ser un vulgar "careta", mantiene una abismal distancia con el resto de los estructurados empresarios bahienses ya que su perfil es bajo y ha demostrado ser un tipo brillante a la hora de los negocios. En estos años, las contadas veces que fuí a su oficina a tomar café me divertí como loco con los delirios que armabamos juntos, imaginando escenas y guiones de un bizarro personaje de comic al que bauticé "Capitán Gargajo". Con el tema de "Gargajo" íbamos diseñando mentalmente los virtuales sucesos que se desarrollaban en la vida de un tipo que siendo un niño de solo tres años, mientras cruzaba el riachuelo en un bote, acompañado por su padre y un remero, cae inesperadamente a las fétidas aguas y desaparece en la profundidad de la amarronada y contaminada masa líquida. Vanos son los esfuerzos del progenitor para rescatar a su niño, a quien se le dá por desaparecido. Pero Hugo, alias "Bettina", un prostituído travesti que vive en una villa instalada a orillas de éste brazo de agua, encuentra a la criatura aún con vida y lo adopta. Pasan quince años, el infortunado niño que jamás ha logrado emitir una sola palabra y solo se dedica a preparar escupitajos certeros y de largo alcance, pasa largas horas practicando, al punto que un impacto de un salibazo puede pulverizar a una cucaracha. Una noche, el muchacho concurre a una cantina de la villa, donde el encargado del mísero bar le da cerveza en exceso. Cuando el joven está lo suficientemente alcoholizado, entran al sitio dos hombres vestidos con trajes oscuros a quienes el inescrupuloso dueño del negocio les vende al muchacho por 200 dólares. Los sujetos, aprovechando el estado deplorable del jóven, lo toman de los brazos y lo arrastran hacia un automóvil con el fin de vender los órganos del desdichado a un siniestro médico cirujano que realiza trasplantes clandestinos en un quirófano oculto en el subsuelo de un edificio abandonado. El protagonista logra escapar de sus captores y la historia continúa con una serie de alternativas cuando el servicio secreto argentino, la CIA y Bin Laden descubren que en Argentina, están las armas químicas, ya que han comprobado que existe un "soldado" a quien apodan "Gargajo" y que tiene superpoderes de alta destrucción en la saliva. A partir de allí, comienzan a buscarlo intensamente, ofreciendo importantes recompensas por su captura. César se iba entusiasmando cada vez más con la idea de publicar una saga de historietas con éste bizarro personaje. Con su permanente sonrisa y humor diferente a todo lo conocido, tiene el afán de divertirse y disfrutar de la vida aportándole su cuota imaginativa al planeta de juguete que armó en su mente, y esto lo demostró una vez más durante la calurosa tarde en que nos tocó entregar los premios del "Ofercómic". Para darle el máximo de brillo a éste cierre de campaña, encargó el armado de un gigantesco escenario que hizo emplazar frente a su local en la primera cuadra de calle O´Higgins en Bahía. Moviendo influencias, logró que esa calle céntrica se corte al tránsito vehicular y en menos de una hora, allí se ubicaron más de 1500 personas que asistían al espectáculo musical que ofrecía Rulo Delgado y su banda más la entrega de 100 importantes premios a quienes habían participado del concurso organizado por la firma que dirige César. Yo oficiaba de conductor del evento, el numeroso público reunido soportaba el calor estoicamente y aplaudía constantemente a "Rulo" y también a quienes se animaban a subir al escenario para cantar algún tema de moda. Ya sobre el final, cuando estaba anocheciendo, desde lo alto puedo observar claramente a dos tipos que estaban fumando "porros" y se manifestaban exaltados. Le comenté ésto a "Rulo" y le pedí a un empleado de César que busquen policías para sacar cuanto antes a esos dos sujetos del lugar, ya que podían poner en riesgo la tranquilidad de las familias que estaban presentes. En un momento dado, César con cara de "nene feliz" sube al escenario y comienza a sacar de una caja, un montón de camisetas originales de los clubes Boca y River. Sin parar de reírse y sin decir palabra alguna las arroja sobre la multitud. Cuando se le terminaron las camisetas, empieza a tirar por los aires zapatillas, pantalones de baño, ojotas y todo lo que encontraba a mano. El descontrol fué total y era imposible de manejar a la multitud que pugnaba por llevarse alguno de esos artículos codiciados. El show llegó inesperadamente a su fín, "Rulo", solo quería bajarse del escenario y poner a salvo su integridad, la de los músicos y los instrumentos que allí habían quedado. "Rulo" que sufre de pánico, me pidió que lo ayude a bajarse mientras que varias personas trepaban a la gran tarima intentando apoderarse de partes de la batería, micrófonos, guitarras o lo que sea. Por suerte, con ayuda de varios colaboradores de César pudimos desalojarlos y salvar los equipos. Cuando todo volvió a la calma, lo primero que hice fué buscar a César para recriminarle su insólita actitud, entré al local y allí en la parte de atrás, lo encuentro matándose de risa y festejando su "travesura".
Siguiendo con nuestros alocados guiones, el problema principal residía en ¿como sería la cara del "Capitán Gargajo?. Una noche, después de una reunión informal y con el salón de ventas que dá a calle Donado cerrado, César se queda observando a un tipo que estaba mirando una de las vidrieras y exclama; "ahí está, ese es el "Capitán Gargajo", lo tenemos". Y no se había equivocado, allí afuera, había un muchacho alto, con cara alargada y una expresión de ausencia absoluta con la realidad. César tenía razón, milagrosamente, el rostro de "Gargajo" había aparecido. Lo registré en la memoria y lo dibujé de inmediato.
Infaltables son sus llamados o invitaciones para los festejos que organiza con la concurrencia de amigos y empleados y aunque éstas comunicaciones entre él y yó son aisladas, siento que existe un sincero afecto entre ambos. Esto César lo puso en evidencia el 11 de octubre cuando más de 300 personas fueron invitadas a celebrar su cumpleaños número cincuenta en las instalaciones del tradicional Club Argentino, ubicado en calle Vicente López de Bahía Blanca. Fué una fiesta programada bien a lo César, allí estaba impreso su estilo innovador y para nada convencional, tanto en la recepción a los invitados donde él estuvo al frente, como la música de un excelente disc jockey, el clima alegre que reinó en todo momento, los videos que Rosa, su esposa hizo editar en secreto y se proyectaron simultáneamente en dos pantallas como la abundancia de comidas, postres y bebidas de todo tipo.
En pos de aportar sorpresas, César contrató muy buenos actores para hacer cámaras ocultas a determinados invitados de su fiesta. Uno de ellos actuaba de "colado", otro de mozo y el tercero cumplía el rol de un único responsable de seguridad. El trabajo de éstos artistas fué extraordinario. Confieso que yó fuí una de las víctimas y en ningún momento me dí cuenta que toda esa puesta en escena estaba cuidadósamente preparada.
Pero lo mejor que me pudo suceder en los últimos años, fué cuando en un momento, de éste festejo, César, micrófono en mano se dispone a encender las 50 velas que representan los momentos inolvidables de su vida. Para encenderlas fué llamándo a familiares, amigos de toda la vida y gente que él quiere de verdad. Ya sobre el final de esta ceremonia cargada de sentimiento, "Rulo" Delgado que junto a su banda estaba animando la reunión, comienza a tocar "La Conga de los Sapitos", un tema que aún se baila en fiestas de todo tipo y le dí en mi casa, durante una noche del año 1986 cuando estábamos en pleno éxito con el Sapo Sapienso. Habían transcurrido más de 20 años de aquel suceso e inesperadamente, mientras la pegadiza música de "la Conga" se hacía oír en el salón, César me llama para que encienda una de las velas. Maravilloso momento que me dejó sin palabras, ya que en mi mente se sucedieron muchas emociones inolvidables. Todo programado por César quién en ese instante que jamás podré borrar de la memoria, me regaló un reconocimiento largamente postergado, brindándome también el honor, el privilegio invalorable de considerarme su amigo. Gracias César, gracias Rosa, gracias "Rulo".
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario