lunes, 5 de octubre de 2009

27 de Agosto de 2009, Virginia, nuestra única hija se casa por Civil.

A medida que vamos creciendo, la vida se convierte en un río rápido, inmanejable, impredecible y en algunas oportunidades solemos repetir la remanida frase; "como pasa el tiempo". Un buen día, atrás quedaron aquellos años de la pequeña Virginia que a temprana edad se vislumbraba como una niña inteligente y con virtudes artísticas que ponía de manifiesto en sus dibujos, relatos de su inspiración o en la actuación. Ella estuvo conmigo en todas mis incursiones en los medios, fué telefonista, productora y animadora de programas de radio y televisión, aunque los medios de comunicación recién la atraparon profesionalmente cuando comenzó a intervenir en la emisora LU2 Radio Bahía Blanca AM 840 en el programa diario "Bienvenidos", hace de ésto nueve años. En el 2005 iniciamos la conducción conjunta de "Palacios en el Aire", que se emite en vivo y con una duración de cinco horas, durante la madrugada del domingo a través de la misma emisora. En éste programa, ambos encontramos una identidad que los oyentes valoran mucho, ya que ella cumple un rol simpático pero serio a la vez y yó hago todo lo contrario, siempre con la premisa de no faltarle el respeto a la audiencia. En otras páginas de éste Blog, relato la causa de mi regreso a Bahía, después de estar ausente muchos años de ésta ciudad. Y la razón principal era el extrañar a Virginia. Cuando volví hace cuatro años, ya estábamos editando la revista "Signos y Marcas" para Supermercados Burgos y que actualmente vá por el número 57, sin lugar a dudas, un logro muy importante. El amor para Virginia llegó por fín. Se había hecho esperar hasta que hace seis años conoció a Gastón Fidalgo, el hombre a quién ella aceptó como marido. Hacía mucho tiempo que ambos estaban conviviendo, posiblemente una decisión saludable que ayuda a conocerse mejor y nó cometer errores de una u otra parte. Virginia creció libre, sin presiones de ninguna especie y esa libertad la alentamos tanto Elvira como yó, apoyándola en todo lo que hiciera falta. Con una personalidad muy particular, siempre supo vivir a su manera. A su manera fué su joven existencia y ese es uno de sus mayores logros, porque hace lo que le gusta y es una mujer que sabe disfrutar de las pequeñas grandes cosas que cosntantemente surgen en su camino. El 27 de Agosto de 2009, en plena huelga de los empleados de ATE (Asociación Trabajadores del Estado), Virginia y Gastón concurrieron al Registro Civil, y con una jueza demasiado apurada, quizás debido al conflicto que manetenía su gremio, obtuvieron sus respectivas libretas y se convirtieron en flamantes marido y mujer. La sala estaba colmada de amigos y familiares de ambos, también habían asistido compañeros de radio de Virginia que hasta le hicieron una nota en vivo minutos antes de casarse. Creo que la situación me superó, ya que llegué a pensar que era el espectador de una película de amor donde por momentos las escenas se veían en cámara lenta. En esa pantalla imaginaria estaba Virginia, hermosa, radiante, feliz, con su sonrisa franca y contagiosa, pero más allá de todo; enamorada. Siempre soñé con verla así, como en ese día en que ella cerraba una etapa y abría una nueva puerta llena de ilusiones y esperanzas. Cuando salimos a la calle para las fotos, había mucho sol en esa cálida mañana luminosa. Mientras Virginia y Gastón posaban dirigidos hábilmente por Héctor Lagonegro, miré hacia el cielo buscando los amados espíritus de mi abuelos Lucy y Próspero, mi suegra, María Peña, mi viejo Víctor, Carlitos Rabanetti mi cuñado que también nos miraba desde lo más alto, abrazado a Sergio y "la Petisa", Lalo Makrillans, Leonardo "Chichín" Bérgamo con "Pinky" y "Sinclair" correteando ágiles y alegres a su alrededor. Ellos estaban allí en ese balcón de nubes del tan soñado Paraíso. Cuantas ausencias físicas y cuantas almas queridas sentí cerca de nuestros corazones en ese día tan brillante. Elvira estaba emocionada y dejó brotar libremente todo lo que dictaba su corazón. Cuantas sensaciones, recuerdos de momentos malos y felices, anécdotas, errores, aciertos y un sinfín de vivencias pasadas me fueron asaltando en tropel hasta llegar a inmovilizarme totalmente durante la mayor parte de ese inolvidable 27 de Agosto, donde una vez más llegué a la conclusión que había sido un imperfecto buen padre que siempre tuvo la posibilidad de ponerle el hombro a su única hija. Agradezco a Dios el haber sido tan generoso para con nosotros y Virginia es una señora que afortunadamente mantiene intacto su espíritu de niña.

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