jueves, 17 de diciembre de 2009

Un "papelón" inolvidable: El Poderoso Mercedes Benz que no tenía marcha atrás.

Charly era un tipo que se hacía notar en cualquier parte y esto lo lograba gracias a su físico voluminoso, la ropa llamativa que usaba con frecuencia y también por su vozarrón. Siempre nos contaba historias increíbles que supuestamente había protagonizado en distintas partes del mundo. Se mostraba con aires de suficiencia y su verborragia era natural, tenía matices y aunque en aquella época (1995) tenía todos los síntomas de "estar de regreso", aún mostraba interés por dar una última batalla en el complejo y quimérico mundo del marketing y la publicidad. La mayoría de sus ideas eran extrañas y muy difíciles de aplicar a la hora de llevarlas a la práctica. Pero sus ganas y el carisma que poseía me llevaban a escucharlo y tomar un café con él, oír sus anécdotas y sin querer me iba involucrando en su férrea intención por hacer algo grande y ganancioso. Charly amaba los autos grandes y lujosos. Tenía dos o tres, pero el que más se destacaba era un gigantesco Mercedes Benz blanco que tenía todo el aspecto de una limousine. Con frecuencia decía que en un primer contacto con algún eventual cliente importante, era fundamental aparecer en su empresa con un vehículo llamativo y en lo posible de marca prestigiosa. Al poco tiempo de conocerlo, se nos presentó la oportunidad de ir a llevarle una propuesta a un conocido supermercado de la ciudad de La Plata, Charly se había entusiasmado y lo primero que hizo fué preparar su ostentoso Mercedes. La cita con el propietario del supermercado fué programada para un día Viernes a la tarde. Era el mes de Noviembre y la temperatura era bastante elevada, principalmente en la ciudad de las diagonales. A las dieciseis horas en punto, Charly y yó, entramos a bordo del Mercedes a la playa de estacionamiento de la empresa. El vehículo quedó ubicado en uno de los boxes, ambos estábamos vestidos con saco y llevábamos un maletín conteniendo toda la información relacionada con la campaña publicitaria que íbamos a ofrecer al propietario de la firma.
La reunión duró casi una hora y media, tanto Charly como yó, tuvimos una actuación bastante destacada que casi sobre el final de la entrevista parecía haber convencido casi en un ochenta por ciento al empresario que se había deslumbrado por la cantidad de logros relatados por Charly y más aún cuando éste le dejó su frondosa carpeta de antecedentes. Después de compartir varios cafés y gaseosas con el ejecutivo, nos despedimos efusivamente, acordándo regresar en una semana para que nos dé su respuesta. Cuando estábamos a punto de bajar por la escalera que conducía directamente a la cochera, dirigiéndose a Charly, el comerciante le dice: "Lo felicito por el auto que tiene, realmente está muy bueno, se ven pocos Mercedes así". Mientras le extendía la mano, Charly con una sonrisa le responde: "Sí, soy coleccionista de autos, éste es uno de ellos, pero me gusta mantenerlos impecables".
Ya en el interior del vehículo, Charly me mira y exclama: "¿Ché, este tipo como sabía que vinimos con el Mercedes?". Por las cámaras de video, ¿no vés que tiene cámaras de seguridad por todas partes? le contesto. Charly arrancó el auto, el motor sonaba a la perfección, pero el calor que hacía allí, en esa cochera al aire libre era insoportable. Fué entonces que le pedí que encendiera el aire acondicionado. "No funciona, ningún mecánico dá pié con bola y me lo puede arreglar", me dice con rostro de preocupación. "Bueno, no importa, poné la marcha atrás y rajemos cuanto antes porque nos vamos a cocinar", le pido. En el interior del auto se produce un silencio casi eterno y Charly, completamente abatido y resignado me dice: "tengo que confesarte algo, la marcha atrás no funciona, no nos queda otro remedio que sacarlo empujando". Entre los dos y con mucho esfuerzo, empujamos el enorme y pesado Mercedes blanco hasta dejarlo en posición de salir por el portón principal. Estábamos empapados de sudor e imaginé la cara del dueño del supermercado mirándo a través de las pantallas de sus monitores de TV esa lamentable maniobra. Después de aquel infortunado episodio, por nada del mundo, Charly quiso volver a entrevistarse con el empresario.

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