En esa época, en la Argentina, la gran mayoría de los ciudadanos, aún disfrutaba de los beneficios que aún quedaban como resultado de la venta del país a empresas extranjeras. Tiempos del gobierno de un hombre apático y de sangre artificial como el de Fernándo De La Rúa, que aún mantenía vigente el famoso "uno a uno", un dólar, un peso, insólita paridad cambiaria impuesta por el gobierno de Carlos Menem e ilusión o espejismo que estuvo vigente durante casi 10 años. Durante ese largo período de abrumadora invasión de productos importados que provocaron el naufragio inexorable de innumerables y prestigiosas empresas productivas del país, De La Rúa, quién heredó esta política económica, parecía no encontrar el rumbo. Todas las brújulas, mapas y manuales parecían habérsele quemado y el confundido presidente no tenía la más pálida idea del curso a seguir, para colmo Domingo Cavallo, que otrora había sido calificado como un "iluminado" gurú de la economía, comenzaba a mostrar contradicciones en cada uno de sus discursos acrecentando la incertidumbre y descreimiento popular. Hasta el 11 de Septiembre, los argentinos éramos como "hermanos" con los Estados Unidos, país que durante una década fué visitado contínuamente por miles de ciudadanos que viajaban hacia el gran país del norte pagándo su vuelo y estadía con las facilidades que les ofrecían las distintas tarjetas de crédito. El dinero plástico les permitió disfrutar de Miami, Los Angeles, New York, San Francisco y las diferentes capitales estadounidenses sin demasiados obstáculos al momento de obtener una visa e ingresar a los EE.UU. Mucha gente aprovechó esta única e histórica oportunidad que le permitió conocer y pasear por la Quinta Avenida, el Central Park, Disneyworld, el World Trade Center, etc. El negro día en que los aviones de los vuelos 175 de United Airlines y 11 de Américan Airlines, se estrellaron contra las "Torres Gemelas" provocándo su rápida destrucción total más una cifra de 1300 muertos y cientos de desaparecidos, Argentina, al igual que el resto del planeta quedó en estado de shock, cuando a cada instante a través de la televisión, podían verse una y otra vez las terribles imágenes de la gran catástrofe. Las torres, magníficos símbolos edilicios de la nación más poderosa del planeta, habían sido derribadas en horas mediante la utilización de aviones para uso civil capturados por terroristas kamikazes y otra vez parecían regresar aquellas escalofriantes secuencias del pasado filmadas en 8 milímetros mostrando el momento preciso del asesinato de John Fitzgerald Kennedy o las cruentas escenas de la inútil guerra de Vietnam. Nuevamente éramos impávidos espectadores de un huracán de violencia y muerte que ésta vez nos llegaba casi en simultáneo al "living" de nuestra casa gracias a la tecnología satelital. En pocas horas también nos enteraríamos que el vuelo 93 de United Airlines había caído en un campo de Shanksville, posiblemente derribado por los propios pasajeros que se enfrentaron a bordo con los miembros de Al Qaeda. Inevitablemente, después del 11 de Septiembre, aquí nada volvió a ser igual, sería estúpido negar que el atentando nos dolió en carne propia, ningún ser humano sensible puede alegrarse con tragedias de tamaña magnitud que evidencian una triste y peligrosa involución de la civilización y dá por tierra con los supuestos adelantos de los que tanto se jacta la humanidad. Casi tres meses después, el inoperante gobierno de De La Rua, llegó a su fín y Argentina se hundía en una nueva crísis institucional y consecuentemente económica. Miles de millones de dólares fueron confiscados impunemente a sus confiados clientes ahorristas por los bancos locales e internacionales y como de costumbre, no teníamos otra alternativa que volver a creer y empezar de nuevo. En este ciclo que nos tocaba vivir como habitantes de este enorme país siquíatrico donde el efecto de cada medicación, inyección o "penetración" tiene una duración aproximada de ocho años, tendríamos que adaptarnos al cambio que se venía. La nación estaba devaluada y ahora, con un dólar alto, sería imposible acceder a la habitual práctica del turismo internacional a la que estábamos acostumbrados, sin otra alternativa que "resucitar" las muchas maravillas naturales que ofrece esta "mujer golpeada" llamada Argentina y que durante una década habían sido injustamente olvidadas. Muchos conocidos míos llegaban de sus viajes por el mundo y lo primero que hacían era putear contra esta tierra comparándola con el modo y estilo de vida norteamericano o europeo, era habitual y odioso escucharlos decir con frecuencia "esto es una mierda", sentimiento despectivo y muy propio de un sector de "reventados" que además de renegar de sus raíces, a la hora de la verdad no tenían en cuenta que aquí habían contado con la posibilidad de crecer económicamente, tener su propia casa, comercios, vehículos cero kilómetro y hasta darse el gusto de recorrer el mundo. Muchos de mis compatriotas no quieren reconocer que Argentina, aún con sus avatares y cambios anímicos, continúa siendo una tierra de oportunidades para quienes tengan una línea de conducta y ganas de realizar emprendimientos serios, que en Europa o Estados Unidos no les sería tan fáciles de llevar a cabo, simplemente porque hasta el fin de sus días y estén donde estén, seguirán aplicando la tristemente célebre "viveza criolla". Aquí muchos ciudadanos que están convencidos de ser los más listos del mundo, siguen evadiendo impuestos, cruzándo semáforos en rojo y desatendiendo entre otras cosas las reglas de tránsito y por causa de ésto último ostentamos el triste record de accidentes automovilísticos fatales en calles y rutas. Mucho dudo que quienes compararon estúpidamente nuestras costumbres,la precariedad de servicios, los obsoletos medios de transportes y la constante transgresión a las leyes locales, pudieran algún día adaptarse a las férreas e inflexibles normas de conducta que rigen en los países del primer mundo. Hace un par de años, estaba en Bariloche recorriendo el lago Nahuel Huapí en una lancha que transportaba turistas, lo primero que me llamó la atención fué la antiguedad de la embarcación que no estaba en óptimas condiciones como para navegar en aguas tan frías y profundas, lo mismo ocurrí con el muelle desde donde zarpaba el la nave, evidentes muestras del deterioro y falta de mantenimiento sufridos por estos sitios durante los "años dorados". Una turista española que tendría unos treinta años me pidió que le tome unas fotos a ella y a su amiga, también española. En uno momento, comenzamos a conversar en un sector de proa y mirando el paisaje que estallaba ante nosotros me dice: "Que bello país tenéis vosotros los argentinos, lástima que nunca puedan salir adelante, posiblemente porque sois muy vagos".
Esto me cayó muy mal y no resistí el responderle: "Sí, es posible que seamos vagos, pero tus abuelos te deben haber contado, que alguna vez, cuando vos no habías nacido y España estaba muerta de hambre, desde aquí, los vagos argentinos les mandábamos barcos repletos de comida". La chica se quedó mirándome con evidentes signos de verguenza, pero realmente esto fué así para con ellos y también con el resto de los habitantes de muchos países europeos que la estában pasando muy mal. En Diciembre del año pasado, una jóven española, esposa de un gran amigo radicado desde hace más de 20 años en Barcelona, había llegado a Bahía para pasar la fiesta navideña con la familia de su marido, era una noche calurosa y estábamos cenando en un restaurante, ubicados en la vidriera cercana a la calle, de pronto exclamó: "Oye,¿quienes son esos tíos que andan en ese carro tirado por ese flaco caballo?". Son cartoneros, le respondí, gente que trabaja de juntar y reciclar papeles. "Que horror, dijo no sabía que estábais tan mal, Argentina parece estar llena de mendigos".Me dí cuenta que sería inútil hacerle entender que su país también estaba atestado de ilegales, indigentes y miles de ciudadanos que vivían del "paro". Definitívamente los días posteriores al 11 de Septiembre además de demostrarnos que el supuestamente inexpugnable escudo aéreo de EE.UU había sido vulnerado, también nos hizo encontrarnos cara a cara con la realidad de un mundo desgastado e imperfecto, tan imperfecto y débil como el mismo ser humano que tendrá que sufrir varios karmas existenciales para llegar a su excelencia espiritual. En otros tramos de este blogspot, he mencionado la influencia que desde que era un niño apenas, tuvieron en mí los Estados Unidos. Amo a Hollywood y todo lo que recibí y continúo recibiendo de esa maravillosa industria del cine. Lo mismo opino de Marvel, DC Comics y el resto de las editoriales que desde hace más de medio siglo resucitan a nuestros superhéroes favoritos para deleite de las viejas y nuevas generaciones. Haber trabajado más de diez años como locutor radial de la subsidiaria nacional de Reprisse Records, empresa creada por Frank Sinatra, producir discos de mi marca para esta compañía internacional y aplicar toda mi locura a las piezas publicitarias, programas de radio, campañas y eventos que realizo, son producto de toda la magia que desde la época de "Rosco Show", Estados Unidos me fué dando a lo largo de los años. He tenido muchas posibilidades de viajar a Los Angeles, o New York, pero mi maldita aerofobia o pánico a las alturas, me lo ha impedido, incluso en estos días en que he sido invitado por amigos a disfrutar de vacaciones en Miami. Pienso que es mejor seguir imaginando eventos y continuar haciendo cosas aquí con limitados presupuestos y mucha imaginación, peleándola para que alguna vez los supuestamente serios, normales y también patéticos dirigentes políticos actuales sean reemplazados de una buena vez, por una ola renovadora que ofrezca a las generaciones venideras los beneficios de un país realmente nacionalista con fuentes de trabajo auténticas y la desaparición de la palabra corrupción en todos los sectores. Las consecuencias del atentado a las "torres" tienen un antes y un después, porque desde entonces, EE.UU ha debido potenciar sus sistemas de seguridad internos y replantearse la efectividad de los mismos. Por otra parte, nosotros los argentinos pasamos de ser "primer mundo" y "rubios de ojos celestes" al sector de los "sudacas" poco confiables con acceso restringido al cada vez más pequeño "gran sueño americano". El actor Robert Duval, tiene una esposa Argentina y cada tanto viene por estos lados a bailar tangos y comer asados, Francis Ford Coppola filma y montó una productora en Buenos Aires y esto es positivo, porque les resultamos atractivos y en corto tiempo, continuarán llegando norteamericanos ya sea para visitarnos o invertir aquí y nuestra historia puede cambiar favorablemente si al igual que ellos asumimos una actitud patriótica. Solo bastaría con sincerarnos y empeñarnos en poner en marcha de una buena vez, la maquinaria de producción alimenticia o explotar inteligentemente nuestros yacimientos de oro, petróleo, etc. Tenemos casi todo, solo hace falta ese milagro llamado unidad y voluntad, porque como dijo Martín Fierro: "Los hermanos sean unidos, pués esa es la ley primera, tengan unión verdadera en cualquier tiempo que sea, porque si entre ellos pelean,los devoran los de afuera".
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