Sigo escribiendo este blog donde develo gran parte de mi extraño transitar por el maravilloso "mundo de los sueños", por primera vez vienen a mi mente un sinnúmero de historias, algunas divertidas y otras no tanto, pero que creo merecen ser contadas. Y les confieso que nada exagero en estas memorias de viaje que existieron de verdad, aunque para muchas personas esto puede ser un producto más de mi imaginación y les cuesta creer que en su incierta y corta existencia, alguien como yó, en este caso pueda haber protagonizado tantas disparatadas experiencias, sobrevivir con los frutos de su mente y finalmente poder contarlo, incluso riéndome de mí mismo. A esta altura de mis años, estoy muy agradecido a Dios por permitirme seguir llevando una vida digna y sin privaciones donde administro cómodamente mi tiempo donde disfruto plenamente del día a día y nada me apura, salvo una emergencia. Aprendí a despertarme cuando quiero y celebrar ese nuevo día, tomarme largos espacios cotidianos para compartir los mates con Elvira, oir programas divertidos en la radio, cuidar a “Pinky” y “Sinclair”, nuestros queridos perros ancianos y restarle importancia a las noticias apocalípticas. Hace más de treinta años que he descubierto el placer del “Ocio Productivo”, un oásis donde los pensamientos funcionan sin estrés, ansiedades y la pesada carga de las ambiciones estúpidas e innecesarias. Muchas veces pienso; ¿Qué habría pasado conmigo si hubiera sido empleado de un banco, una entidad financiera o alguna oficina estatal? Seguramente se me habría secado el cerebro, carecería de emociones y cada amanecer sería un suplicio pensando que el nuevo día, se convertiría en otra insoportable jornada gris dentro de un empleo dominado por el tedio, la burocracia y el contagio de la mediocridad que suele imperar en los ámbitos donde solo sos un simple número y no ves la hora de marcar tu tarjeta de salida. Nunca me creí nada de la cantidad de discursos y promesas vanas provenientes de los distintos dirigentes de este bendito país llamado Argentina. Lamentablemente, desde que tengo uso de razón, he visto cómo el otrora rico y entusiasta “granero del mundo” se fue convirtiendo de a poco en una nación prácticamente embargada, agobiada y con una deuda externa gigantesca e impagable. En pocos años fuimos involucionando a pasos agigantados, cada vez más atrás y ninguno de los cambios anunciados por nuestros políticos de turno se ha cumplido. Creo que esto nos sucede por alguna razón que no puedo explicarme. Carecemos de reacción y nos dejamos avasallar permanentemente sin atinar a rebelarnos, solo optamos por resignarnos mansamente y meternos bajo la alfombra de nuestros egoísmos y el puto “sálvese quién pueda”. Me ha tocado viajar en trenes prehistóricos que se deslizan a marcha lenta sobre vetustos rieles del año 30 o transitar con el auto en extensas rutas precarias e inseguras, donde encima te cobran peaje(?).
Moverse en ferrocarril puede significar una aventura interminable, donde solo sabés cuando partís, pero el arribo a destino bien puede ser improbable ya que constantemente las obsoletas locomotoras suelen descomponerse y el convoy, automáticamente queda varias horas detenido en medio del campo con cientos de pasajeros náufragos, que esperarán resignados y rezando para que en algún momento vengan a auxiliarlos. He visto demasiadas cosas “bizarras” que desalentarían al Argentino más valiente, pero aunque he tenido posibilidades ciertas de irme a trabajar a España o los Estados Unidos he preferido quedarme a resistir en este “país de locos”. No conozco los EE.UU, aún hoy, recibo invitaciones de amigos que viven allá para que definitivamente visite Hollywood o Disneyworld, pero siempre encuentro un pretexto y decido postergar el viaje. Opto entonces por continuar imaginando aquello, antes que chocar contra la pared de la realidad que pueda llegar a encontrarme al pisar el “gran país del norte”. Al comienzo de esta biografía, hablo sobre la gran influencia que desde que era un niño, ejerce en mí el cine norteamericano. En varias ocasiones, he tenido pesadillas donde me veo vestido de infante de marina de USA, estoy en una playa llena de explosiones, gritos y miedo. Están disparando sobre nosotros, las balas silban a mi alrededor, hemos desembarcado de las lanchas, hay muchos muertos y heridos por todas partes, somos soldados de solo veinte años. En esa pesadilla reiterada siento que las balas impactan en mi cuerpo y voy muriendo lentamente. Cuando estoy con la cabeza apoyada en el suelo, la imagen de la arena ensangrentada y sembrada de cadáveres se diluye y despierto en mi cama.¡Puf, sigo vivo! Muchas veces me pregunto si alguna vez estuve allí. Estas pesadillas, se convirtieron para mí en un tema de sumo interés, al punto que poseo una abundante cantidad de libros que hablan sobre la segunda guerra mundial, es realmente una colección muy valiosa y yá difícil de conseguir. Conozco todo lo que aconteció desde Pearl Harbor, la guerra en el Pacífico, el desembarco en Normandía o la caída de Berlín. Lo mismo me ocurre con el cine de Hollywood, que me sigue pareciendo maravilloso e inimitable. Confieso que ese mundo mágico, me ha permitido aislarme de la cruda realidad del “día a día”, ascender hacia el saludable planeta de los sueños y mirar el mundo desde las alturas.
Tampoco encuentro explicaciones a la facilidad con qué dibujo los comics de guerra que se han publicado en España o el sinnúmero de guiones y bocetos inéditos que guardo sobre distintos temas bélicos.
Nunca perseguí la gloria, como dice la canción de Joan Manuel Serrat, tampoco me desesperé por ser una persona rica y llenarme de inútiles posesiones materiales, ya que soy conciente que al morir solo me llevaré, además de lo puesto, los recuerdos de mi vida intensa.
Por fortuna no he sufrido las llamadas crísis existenciales de los cincuenta o los sesenta, continúo teniendo intacta mi alma de niño y eso lo compruebo a la hora de realizar una producción publicitaria diferente o un programa radial totalmente improvisado y en vivo, donde los oyentes perciben la sinceridad de mi risa, los errores y el contagio que genera esa comunicación disparatada, fluída y natural. Mi “don” creativo está intacto y eso no es poca cosa. No tengo fórmulas extraordinarias, tampoco cuido mi salud como debe ser, en verdad trato de tener proyectos, evitar a la gente negativa o que transmite pesimismo, porque puedo presentir perfectamente esa química humana adversa de los "oscuros". De aquí en más, queda mucho por contar en este blog algo desordenado, donde a medida que recuerdo hechos que vale la pena relatarles, voy hacia atrás y hacia adelante en el tiempo, sin omitir la época en que sucedieron los eventos.
¡Gracias por leerme amigos internautas!
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