Mi viejo se levantaba todos los días de semana a las 5 de la mañana en punto, hora en que se bañaba, generalmente con agua fría en pleno invierno, luego desayunaba o tomaba unos mates y posteriormente se dirigía hacia la esquina de Belgrano y Corrientes, a unos 60 metros de donde vivíamos para tomar el colectivo "azul" que lo llevaba hasta el puerto de Ingeniero White, su lugar de trabajo, concretamente en las instalaciones del Ministerio de Obras Públicas. Acostumbrado a esta rutina, era poco probable que durante los fines de semana no lograra dormir hasta altas horas, ya que su sueño era liviano en extremo y cualquier ruido por mínimo que fuera lo despertaba en el acto. Un sábado a la noche, con mi amigo Ricardo Campaña, quién era por entonces un joven estudiante de derecho y pocos años más tarde, gracias a su sacrificio e inteligencia, lograría hasta la actualidad convertirse en uno de los mejores abogados de la ciudad y zona. Tal como lo hacíamos habitualmente con "Ricky", concurrimos al salón Bariloche del Club Olimpo de Bahía Blanca, en esa oportunidad con la intención de presenciar la actuación en vivo del exitoso grupo "Los Iracundos". Ya dentro del amplio lugar que estaba repleto de público, esperámos con entusiasmo el show de las estrellas visitantes y cuando éste finalizó, de inmediato comenzó un baile animado por músicos locales.
En esos tiempos, cuando veíamos una chica atractiva , se estilaba tratar de llamar su atención desde una cierta distancia y con un leve movimiento de cabeza sonreirle e invitarla a bailar. Yo había notado la presencia de una muchacha rubia muy exhuberante que estaba sentada en una mesa junto a lo que parecían ser sus hermanas mayores. Le hice la seña habitual y de inmediato respondió a mi propuesta. Estuvimos bailando animadamente y sin parar hasta las 4 de la madrugada y en ese momento le sugerí salir a tomar un poco de aire, ya que en el salón hacía realmente demasiado calor.
No recuerdo muchos detalles y tampoco los argumentos que puse en práctica con el fin de convencer a la voluptuosa rubia para que me acompañe hasta mi departamento, que en realidad era una simple habitación ubicada al frente de mi casa paterna y que yo usaba como dormitorio y estudio. Hasta allí llegué con mi llamativa acompañante, entramos silenciosamente en el cuarto e iniciamos una fogosa introducción rumbo a una inevitable relación íntima. De pronto, la chica que estaba completamente desnuda comenzó a temblar, se puso totalmente pálida y fría como un hielo, sus ojos se dieron vuelta y pensé que se estaba muriendo. Me asusté mucho, no sabía que hacer y sin dudarlo, salí al pasillo exterior rumbo a la habitación de mi viejo Víctor, que por fortuna estaba solo, ya que mi madre y mi hermano menor habían viajado.
¡Viejo, viejo, despertáte! le decía angustiado - ¿Que carajo pasa? me preguntó con su vozarrón.
¡Creo que se me murió una chica en mi pieza, vení a verla, es urgente!, le pido.
Vestido con su clásico pijama, el "negro" Víctor saltó de la cama y venía detrás mío repitiéndome: "Oíme, no podemos tener una muerta en casa, es un compromiso muy serio". Cuando entramos a la habitación la chica estaba tendida en mi cama y realmente parecía un cadáver. Mi viejo se acercó a ella, le tomó el pulso, sintió los latidos de su corazón y hecho ésto me mira y dice: "Creo que a esta mina le está haciendo falta comida, andá a la cocina y traéme una de las milanesas que quedaron de anoche y un vaso de gaseosa, ah y de paso, andá al baño y alcanzáme la botella de alcohol".
Hice todo tal cual me lo pidió y a los pocos minutos, la exhuberante rubia comenzaba a reaccionar lentamente aunque le costaba ubicarse. Con mi viejo le explicamos que se había desmayado y nos confesó que estaba haciendo una severa dieta que la tenía a mal traer y era muy probable que su desmayo y bajón de presión se debiera a que desde hacía un tiempo estaba comiendo muy poco, casi nada.
Aguardámos casi una hora a que la muchacha se ponga bién, Víctor fué hasta la cocina donde calentó más milanesas con huevos y papas fritas e invitó a la visitante a que pase al comedor para que se sienta más cómoda.
Después de comer abundantemente la jóven comenzó a recuperar el color de su semblante y también recobraba el ánimo. Cuando Víctor notó que la impactante señorita ya estába repuesta, me alcanza unos pesos y me indica: ¡Llevála en un taxi hasta su casa y veníte urgentemente para acá, ésta mujer ya comió bién y ahora tiene que descansar!
Una vez más mi viejo Víctor había actuado en consecuencia y con la eficiencia que el caso requería. Jamás me echó en cara este tipo de situaciones en las que me veía involucrado y él participaba, creo que en el fondo se sentía muy bién cuando yo le demostraba que necesitaba de su ayuda, algo que nos seguía uniendo no solo en la complicidad, sino también en la creciente solidez de una fuerte amistad entre padre e hijo. Y para finalizar, casi dos años más tarde reconocí que aquella noche mi viejo Víctor, había estado en lo cierto cuando al ver a la rubia "diagnosticó" que estaba pálida porque tenía hambre ya que un buen día, accidentalmente la encontré en una calle céntrica y con mucha tristeza comprobé que aquella voluptuosa muchacha se había transformado en una irreconocible obesa de casi 150 kilos. (Y como dice la letra del tango: "Fiera Venganza la del tiempo")
lunes, 30 de junio de 2008
domingo, 29 de junio de 2008
Historias de mi viejo Victor y yó - "El teniente primero".
Algo había fallado cuando en la revisación médica que me hicieron en el Ejército, un sargento enfermero me anotó como "Apto R", ese apto relativo significaba que además de ser un soldado a "medias" por tener pié plano, igual serviría para algo, porque a partir de ese momento, inevitablemente tendría que cumplir con el servicio militar obligatorio de aquellos años sesenta. Durante los tres primeros meses, los reclutas éramos sometidos a un intenso período de instrucción, donde se nos sometía al llamado "movimiento vivo", esto significaba saltar, arrastrarse cuerpo a tierra, hacer flexiones y correr como un boludo a resorte desde la primera hora de la mañana hasta el atardecer. Como ya relaté antes, mi destino era el Comando del Quinto Cuerpo de Ejército, allí estábamos los 200 chicos que la patria intentaría convertir en sus fieles y valientes servidores. Una mañana nos prepararonn para hacer prácticas de tiro al blanco, algo que nos despertaba curiosidad desde que habíamos ingresado a la fuerza, porque lo primero que pudimos comprobar era que el arsenal estaba repleto de armas vetustas. A cada uno de los que iniciaríamos el largo camino hacia un lugar llamado balneario Maldonado, zona elegida para poner a prueba nuestra destreza como tiradores, se nos proporcionó un fusil FAL (Fusil Automático Liviano), arma de orígen Belga que dispone de un cargador de 20 municiones y puede funcionar tiro a tiro o a repetición. Además del fusil, también teníamos que llevar encima cargadores suplementarios y todo indicaba que esa marcha la tendríamos que hacer de a pié.
Esa era una jornada de sol y muy calurosa, posiblemente una de las últimas del verano en pleno mes de marzo. Por entonces, mi cabello era largo y lo usaba al estilo de los Beatles, para que no me rapen salvajemente y evitar hasta el límite que me dejen "pelado", trataba de ocultar el pelo dentro de mi gorra de recluta y hasta ese día había tenido bastante suerte ya que venía escapando de las garras del soldado Melo, un morocho fornido que cumplía una larga condena por desertor y oficiaba de peluquero. La marcha rumbo a la playa comenzó, al frente y montado en un hermoso caballo iba un teniente primero robusto, gritón, rubio y de ojos celestes muy saltones que desde que lo conocimos daba toda la sensación de ser un verdadero hijo de perra. También venían de a pié, varios suboficiales y detrás de la columna un camión con un soldado chofer y la caja vacía. A los pocos minutos de partir, la mayoría de nosotros sentía los efectos del calor y también cierto cansancio, algo que parecía molestar sobremanera al teniente primero, ya que constantemente hacía galopar a su caballo a nuestro alrededor y en cada giro aprovechaba para insultarnos o tratarnos de "señoritas". En un momento dado, el viento me hace volar la gorra de fajina y queda al descubierto mi pelo largo, con tal mala fortuna que el teniente primero me vé y comienza a tirarme el caballo encima al tiempo que gritaba; "Un mariquita, tenemos aquí a un mariquita de pelo largo, a éste le voy a enseñar lo que és ser hombre".El tipo estaba fuera de sí, su cara grande se había puesto roja y parecía a punto de estallar, rápidamente ordenó a un sargento que me carguen otro FAL al hombro y una cartuchera de municiones suplementaria como para hacerme más dificultosa la maldita caminata.
Al cabo de dos horas, llegamos al fin a la playa solitaria que en época estival solía ser utilizada como balneario por la gente humilde de Bahía Blanca. La marea estaba baja y a unos 500 metros de distancia y dentro del agua se distinguían varios blancos de gran tamaño que habían sido emplazados allí para probar nuestra "destreza" y condición de tiradores.
El teniente primero nos dió la órden de descansar 15 minutos. Ese escaso tiempo lo aprovechamos para tirarnos sobre la arena caliente, quitarnos de encima los pesados fusiles y fumar. Estábamos empapados por el sudor, nuestros piés ardían del dolor que provocában los incómodos borceguíes (botines de cuero) y teníamos mucha sed, pero nadie parecía haber previsto el importante detalle de traer agua. En un momento dado, escuchamos las campanillas de la "cantina ambulante", un colectivo viejo y muy pintoresco que el cantinero del batallón cargaba con sandwiches y gaseosas frescas para acercar comida y bebida a los soldados en maniobra. La presencia del vehículo nos provocó gran alegría y cuando comenzámos a avanzar hacia la "cantina ambulante", se oyó un fuerte sonido de silbato y al segundo el vozarrón del temible teniente primero ordenando: "Que la cantina se retire inmediatamente de la playa, se terminó el descanso, yá comenzarémos la práctica de tiro". El perverso oficial que había bebido abundantemente los líquidos que llevaba en su heladera portátil, parecía estar feliz con esta órden, porque sonreía cuando el colectivo repleto de gaseosas, hielo y sandwiches, iba desapareciendo entre los médanos hasta perderse.
Yo pensé en ese momento que el tipo se había olvidado de mí, pero estaba totalmente equivocado ya que movido por el presentimiento cada vez que me daba vuelta, ahí estaba, montado sobre su caballo y clavándome la mirada. En ese momento, solo disparé tres tiros de fusíl, los únicos que efectué durante mis 14 meses como soldado y debo haber acertado todos los balazos en el mismo orificio, porque al salir de baja, con gran asombro descubro que en mi libreta de enrolamiento figuro como "tirador". El pretexto que dieron en esa mísera evaluación fué que no había suficientes municiones. Cerca del mediodía, la instrucción había llegado a su fín, el teniente primero ordena que todos aquellos soldados que sufran principios de insolación o estén lastimados suban al camión para ser transportados hasta la enfermería del comando. Sin vacilar un segundo fuí uno de los primeros en trepar a la caja del vehículo, en eso estaba, cuando siento que una mano me aprieta fuertemente el hombro derecho y me tira hacia atrás, al caer al suelo, me doy cuenta que quién me había sacado de allí era el mismísimo teniente primero quién con una sonrisa irónica me grita: "¿No le dá verguenza hacerse el enfermo?, los mariquitas como usted no tienen lugar en ese camión, regresará caminando y con dos fusiles al hombro".El retorno fué infernal, tenía los pies lastimados, ni hablar del dolor que las correas de los putos FAL causaban en mis hombros, el calor del mediodía era insoportable y la boca estaba reseca. Por suerte, la gente de la zona aledaña a la ruta, se compadecíó de nuestros aspectos deplorables y nos alcanzaron botellas y vasos con agua fresca, este hecho solidario calmó nuestra sed y alivió en gran forma el insólito peregrinar.
Lo peor nos estaba esperando al llegar al comando cuando el teniente primero, nos hace saber que lamentablemente ya no quedaba comida en la cocina y como compensación, nos daba dos horas de descanso en la cuadra (dormitorio).
Cuando hambrientos y resignados ingresamos al sitio donde los 200 soldados nos alojábamos, se nos impartió la órden de dirigirnos en silencio hacia nuestras respectivas camas. Yo había elegido permanecer en el tercer piso de la cucheta donde dormía y hasta allí trepé esperándo la órden de quitarnos los pesados e incómodos botines. Cuando esto al fin sucedió, el teniente primero, parado sobre una especie de tarima alta ubicada en el entremo de la amplia sala nos dice: "Los soldados solo pueden permanecer acostados en sus literas, sin moverse de las mismas y aquel que desobedezca mi órden, será castigado".Dicho esto, el tipo desapareció de la escena y aproveché el momento para bajar velózmente de mi cama y dirigirme al baño con el propósito de comer un alfajor que llevaba encima, fumar y tomar agua.
Una vez más me equivoqué cuando pensé que aquel nefasto personaje vestido de verde, se había ido a rascar los huevos a sus aposentos del cómodo casino de oficiales, porque en el preciso instante en que me encontraba trepando hasta mi alta cama, irrumpe sorpresivamente en la barraca y me descubre in fraganti.
Esta vez sí que había logrado enfurecerlo de verdad, como un poseído empezó a gritar y se me vino encima subiendo con rapidez por la cucheta, en pocos segundos su gigantesco rostro colorado, se enfrentó al mío y mirándome con odio me gritó: ¡Lo agarré, lo agarré desobedeciéndome, usted es un soldado de mierda, una verguenza para el comando, lo voy a destruir como a una rata! ¿Que prefiere, duelo a espada, karate o boxeo? Elija.Yo había quedado petrificado, el tipo me estaba insultado y desafiando cara a cara, no entendía nada y no paraba de putearme con alma y vida. No le dije nada, solo atiné y con gran esfuerzo a sostenerle la mirada, finalmente ante mi forzada pasividad terminó diciéndome: "No quiero conmigo a una basura cobarde como usted, daré instrucciones para que mañana lo embarquen en el primer tren y sea trasladado a cuartel más alejado del sur".
Cerca de las 17 horas, después de tomar mate cocido con leche, Poloni, un compañero que estaba cumpliendo funciones en las oficinas, me viene a avisar que yo estaba en la lista de traslados a una guarnición militar en Cobunco y que mi apellido figuraba en el pizarrón de novedades del día. Hijo de puta, pensé, este tipo no estaba jodiendo. ¿Y ahora?. Aproveché el tiempo del recreo y corrí hasta el teléfono público más próximo, el único que podía salvarme era mi viejo Víctor y confieso que recé para que en ese momento estuviera en casa y me atendiera. Felizmente así fué, rápidamente le conté lo que me estaba pasando con el teniente primero y que mi traslado al sur estaba confirmado. Mi viejo solo me dijo: "Quedáte tranquilo, voy para allá".
Asustado y muy confundido regresé a la cuadra donde comenzaban a reunirnos para una próxima instrucción de ejercicios físicos que por suerte fué bastante tranquila y duró apenas una hora. Cuando ordenadamente y en fila volvíamos al edificio del comando, veo al teniente primero mirando inquieto hacia los soldados, parecía que estaba buscando a alguien. Traté de ocultarme entre mis compañeros, pero me descubrió y vino directamente hacia mí. ¡Quiero hablar con usted, soldado, venga!, fué lo que me ordenó, pero esta vez con voz calma. Me apartó del resto y tomándome del hombro, me conduce hacia un sector del edificio, donde sonriente me dice: "Soldado, soldado, ¿que es eso de molestar a su padre y hacerlo venir hasta acá para que boxee con el teniente primero?
Yo le estaba hablando en broma ¿o acaso pensó que en verdad lo iba a mandar al sur?".
Solo me quedé mirándolo, no comprendí ese tan cambio tan repentino en tamaño cabrón, que dándome una palmada en la espalda finaliza diciéndome: "Vaya soldado, vaya tranquilo, acá no ha pasado nada y de esto...Ni una sola palabra a nadie, ¿entendió?". Comprobé que milagrosamente mi nombre había sido borrado de la lista del pizarrón y los compañeros que en ese momento estaban de guardia y fueron testigos de los hechos, entre ellos Jorge Chiaradía, me dijeron que mi viejo Víctor, había bajado del colectivo que conducía hasta los cuarteles y pidió hablar personalmente con el teniente primero. Cuando el suboficial a cargo del puesto le preguntó el motivo le dijo: "Para cagarlo bien a trompadas, dígale que el padre del recluta Palacios lo está esperándo para que pruebe de hacerse el macho conmigo y nó con un muchacho". Esto ocurrió tal como lo relato en esta parte, ya que mi viejo era muy capaz de acciones como ésta, al punto que el teniente primero no se animó a salir para hablar con Víctor y por suerte, dió marcha atrás con su amenaza, que seguramente sin la intervención oportuna y rápida de mi padre, habría cumplido para mi mal.
Esa era una jornada de sol y muy calurosa, posiblemente una de las últimas del verano en pleno mes de marzo. Por entonces, mi cabello era largo y lo usaba al estilo de los Beatles, para que no me rapen salvajemente y evitar hasta el límite que me dejen "pelado", trataba de ocultar el pelo dentro de mi gorra de recluta y hasta ese día había tenido bastante suerte ya que venía escapando de las garras del soldado Melo, un morocho fornido que cumplía una larga condena por desertor y oficiaba de peluquero. La marcha rumbo a la playa comenzó, al frente y montado en un hermoso caballo iba un teniente primero robusto, gritón, rubio y de ojos celestes muy saltones que desde que lo conocimos daba toda la sensación de ser un verdadero hijo de perra. También venían de a pié, varios suboficiales y detrás de la columna un camión con un soldado chofer y la caja vacía. A los pocos minutos de partir, la mayoría de nosotros sentía los efectos del calor y también cierto cansancio, algo que parecía molestar sobremanera al teniente primero, ya que constantemente hacía galopar a su caballo a nuestro alrededor y en cada giro aprovechaba para insultarnos o tratarnos de "señoritas". En un momento dado, el viento me hace volar la gorra de fajina y queda al descubierto mi pelo largo, con tal mala fortuna que el teniente primero me vé y comienza a tirarme el caballo encima al tiempo que gritaba; "Un mariquita, tenemos aquí a un mariquita de pelo largo, a éste le voy a enseñar lo que és ser hombre".El tipo estaba fuera de sí, su cara grande se había puesto roja y parecía a punto de estallar, rápidamente ordenó a un sargento que me carguen otro FAL al hombro y una cartuchera de municiones suplementaria como para hacerme más dificultosa la maldita caminata.
Al cabo de dos horas, llegamos al fin a la playa solitaria que en época estival solía ser utilizada como balneario por la gente humilde de Bahía Blanca. La marea estaba baja y a unos 500 metros de distancia y dentro del agua se distinguían varios blancos de gran tamaño que habían sido emplazados allí para probar nuestra "destreza" y condición de tiradores.
El teniente primero nos dió la órden de descansar 15 minutos. Ese escaso tiempo lo aprovechamos para tirarnos sobre la arena caliente, quitarnos de encima los pesados fusiles y fumar. Estábamos empapados por el sudor, nuestros piés ardían del dolor que provocában los incómodos borceguíes (botines de cuero) y teníamos mucha sed, pero nadie parecía haber previsto el importante detalle de traer agua. En un momento dado, escuchamos las campanillas de la "cantina ambulante", un colectivo viejo y muy pintoresco que el cantinero del batallón cargaba con sandwiches y gaseosas frescas para acercar comida y bebida a los soldados en maniobra. La presencia del vehículo nos provocó gran alegría y cuando comenzámos a avanzar hacia la "cantina ambulante", se oyó un fuerte sonido de silbato y al segundo el vozarrón del temible teniente primero ordenando: "Que la cantina se retire inmediatamente de la playa, se terminó el descanso, yá comenzarémos la práctica de tiro". El perverso oficial que había bebido abundantemente los líquidos que llevaba en su heladera portátil, parecía estar feliz con esta órden, porque sonreía cuando el colectivo repleto de gaseosas, hielo y sandwiches, iba desapareciendo entre los médanos hasta perderse.
Yo pensé en ese momento que el tipo se había olvidado de mí, pero estaba totalmente equivocado ya que movido por el presentimiento cada vez que me daba vuelta, ahí estaba, montado sobre su caballo y clavándome la mirada. En ese momento, solo disparé tres tiros de fusíl, los únicos que efectué durante mis 14 meses como soldado y debo haber acertado todos los balazos en el mismo orificio, porque al salir de baja, con gran asombro descubro que en mi libreta de enrolamiento figuro como "tirador". El pretexto que dieron en esa mísera evaluación fué que no había suficientes municiones. Cerca del mediodía, la instrucción había llegado a su fín, el teniente primero ordena que todos aquellos soldados que sufran principios de insolación o estén lastimados suban al camión para ser transportados hasta la enfermería del comando. Sin vacilar un segundo fuí uno de los primeros en trepar a la caja del vehículo, en eso estaba, cuando siento que una mano me aprieta fuertemente el hombro derecho y me tira hacia atrás, al caer al suelo, me doy cuenta que quién me había sacado de allí era el mismísimo teniente primero quién con una sonrisa irónica me grita: "¿No le dá verguenza hacerse el enfermo?, los mariquitas como usted no tienen lugar en ese camión, regresará caminando y con dos fusiles al hombro".El retorno fué infernal, tenía los pies lastimados, ni hablar del dolor que las correas de los putos FAL causaban en mis hombros, el calor del mediodía era insoportable y la boca estaba reseca. Por suerte, la gente de la zona aledaña a la ruta, se compadecíó de nuestros aspectos deplorables y nos alcanzaron botellas y vasos con agua fresca, este hecho solidario calmó nuestra sed y alivió en gran forma el insólito peregrinar.
Lo peor nos estaba esperando al llegar al comando cuando el teniente primero, nos hace saber que lamentablemente ya no quedaba comida en la cocina y como compensación, nos daba dos horas de descanso en la cuadra (dormitorio).
Cuando hambrientos y resignados ingresamos al sitio donde los 200 soldados nos alojábamos, se nos impartió la órden de dirigirnos en silencio hacia nuestras respectivas camas. Yo había elegido permanecer en el tercer piso de la cucheta donde dormía y hasta allí trepé esperándo la órden de quitarnos los pesados e incómodos botines. Cuando esto al fin sucedió, el teniente primero, parado sobre una especie de tarima alta ubicada en el entremo de la amplia sala nos dice: "Los soldados solo pueden permanecer acostados en sus literas, sin moverse de las mismas y aquel que desobedezca mi órden, será castigado".Dicho esto, el tipo desapareció de la escena y aproveché el momento para bajar velózmente de mi cama y dirigirme al baño con el propósito de comer un alfajor que llevaba encima, fumar y tomar agua.
Una vez más me equivoqué cuando pensé que aquel nefasto personaje vestido de verde, se había ido a rascar los huevos a sus aposentos del cómodo casino de oficiales, porque en el preciso instante en que me encontraba trepando hasta mi alta cama, irrumpe sorpresivamente en la barraca y me descubre in fraganti.
Esta vez sí que había logrado enfurecerlo de verdad, como un poseído empezó a gritar y se me vino encima subiendo con rapidez por la cucheta, en pocos segundos su gigantesco rostro colorado, se enfrentó al mío y mirándome con odio me gritó: ¡Lo agarré, lo agarré desobedeciéndome, usted es un soldado de mierda, una verguenza para el comando, lo voy a destruir como a una rata! ¿Que prefiere, duelo a espada, karate o boxeo? Elija.Yo había quedado petrificado, el tipo me estaba insultado y desafiando cara a cara, no entendía nada y no paraba de putearme con alma y vida. No le dije nada, solo atiné y con gran esfuerzo a sostenerle la mirada, finalmente ante mi forzada pasividad terminó diciéndome: "No quiero conmigo a una basura cobarde como usted, daré instrucciones para que mañana lo embarquen en el primer tren y sea trasladado a cuartel más alejado del sur".
Cerca de las 17 horas, después de tomar mate cocido con leche, Poloni, un compañero que estaba cumpliendo funciones en las oficinas, me viene a avisar que yo estaba en la lista de traslados a una guarnición militar en Cobunco y que mi apellido figuraba en el pizarrón de novedades del día. Hijo de puta, pensé, este tipo no estaba jodiendo. ¿Y ahora?. Aproveché el tiempo del recreo y corrí hasta el teléfono público más próximo, el único que podía salvarme era mi viejo Víctor y confieso que recé para que en ese momento estuviera en casa y me atendiera. Felizmente así fué, rápidamente le conté lo que me estaba pasando con el teniente primero y que mi traslado al sur estaba confirmado. Mi viejo solo me dijo: "Quedáte tranquilo, voy para allá".
Asustado y muy confundido regresé a la cuadra donde comenzaban a reunirnos para una próxima instrucción de ejercicios físicos que por suerte fué bastante tranquila y duró apenas una hora. Cuando ordenadamente y en fila volvíamos al edificio del comando, veo al teniente primero mirando inquieto hacia los soldados, parecía que estaba buscando a alguien. Traté de ocultarme entre mis compañeros, pero me descubrió y vino directamente hacia mí. ¡Quiero hablar con usted, soldado, venga!, fué lo que me ordenó, pero esta vez con voz calma. Me apartó del resto y tomándome del hombro, me conduce hacia un sector del edificio, donde sonriente me dice: "Soldado, soldado, ¿que es eso de molestar a su padre y hacerlo venir hasta acá para que boxee con el teniente primero?
Yo le estaba hablando en broma ¿o acaso pensó que en verdad lo iba a mandar al sur?".
Solo me quedé mirándolo, no comprendí ese tan cambio tan repentino en tamaño cabrón, que dándome una palmada en la espalda finaliza diciéndome: "Vaya soldado, vaya tranquilo, acá no ha pasado nada y de esto...Ni una sola palabra a nadie, ¿entendió?". Comprobé que milagrosamente mi nombre había sido borrado de la lista del pizarrón y los compañeros que en ese momento estaban de guardia y fueron testigos de los hechos, entre ellos Jorge Chiaradía, me dijeron que mi viejo Víctor, había bajado del colectivo que conducía hasta los cuarteles y pidió hablar personalmente con el teniente primero. Cuando el suboficial a cargo del puesto le preguntó el motivo le dijo: "Para cagarlo bien a trompadas, dígale que el padre del recluta Palacios lo está esperándo para que pruebe de hacerse el macho conmigo y nó con un muchacho". Esto ocurrió tal como lo relato en esta parte, ya que mi viejo era muy capaz de acciones como ésta, al punto que el teniente primero no se animó a salir para hablar con Víctor y por suerte, dió marcha atrás con su amenaza, que seguramente sin la intervención oportuna y rápida de mi padre, habría cumplido para mi mal.
sábado, 28 de junio de 2008
Argentina y yó, en los años del "Eternauta".
Para quienes en la década del cincuenta éramos pibes, ese género llamado historieta o cómic, nos iba marcando una inmensa ruta de sueños, donde el papel estallaba en cientos de personajes inolvidables. Recuerdo las llamadas revistas Mexicanas, un material gráfico de excelente impresión color con tapas en papel ilustración que en esa época invadieron la argentina con títulos como "La Pequeña Lulú", "El Llanero Solitario", "Lassie", "La Ley del Revólver", "Porky", "Lorenzo y Pepita", "El Pájaro Loco", "Tom y Jerry", "Roy Rogers", "La Zorra y el Cuervo" y cientos de historietas que esperábamos ansiosos todas las semanas. Las Mexicanas eran diferentes a todo lo aquí conocido, posiblemente porque allí y por primera vez, estaban impecablemente dibujados los populares protagonistas de películas y series de televisión que habíamos incorporado a nuestros dorados años de las ilusiones juveniles. En argentina, Dante Quinterno con "Patoruzú" y "Patoruzito" o Divito con "Rico Tipo", ya habían iniciado una ruta exitosa con verdaderas creaciones en blanco y negro, pero a tanta información gráfica le llegaría lo mejor; "El Eternauta", junto a Ernie Pike, "Mort Cinder" y un sinfín de obras maestras que vendrían de la mano del prolífico y genial guionista Héctor Germán Oesterheld y dibujantes de la talla de Hugo Pratt, Enrique Breccia, Solano López, Moliterni, Arturo del Castillo y otros genios de la tinta china que nos mostraban sus logros en las revistas "Hora Cero" y "Frontera", ambas provenientes de la editorial creada por el mismo Oesterheld. Tiempos de un país que estaba cimentando una rica historia propia con producciones gráficas y musicales que comenzaban a identificarnos. Productos de consumo interno derivados del indiscutible y probado talento Argentino. La expansión de esa cultura recreativa en sus diversas formas no tenía límites, continuaba creciendo y hasta estalló un producto nacional llamado Billy Caffaro, cantante singular que se impuso con temas pegadizos como "Pity Pity", "Personalidad" y otros de abrumadora difusión. Por alguna extraña razón, la vida artística del inimitable Caffaro, duró poco tiempo, aunque sus temas son auténticos íconos y en la actualidad se siguen escuchando en la mayoría de las radios. Siguiendo con la cultura musical destinada a los jóvenes de entonces es imposible dejar de mencionar "El Club del Clan", un exitoso programa televisivo donde surgieron Palito Ortega, Violeta Rivas, Lalo Fransen, Nicky Jones, Johnny Tedesco, Raúl Lavié, etc. En la pantalla grande, el denominado nuevo cine nacional, revolucionaba con filmes dirigidos por talentosos como Rodolfo Kuhn, Leonardo Favio, Leopoldo Torre Nilsson, y Armando Bó quienes comenzaron a demostrarle al mundo que en este país, a pesar de los medios limitados, contábamos con guiones, directores y actores que nada tenían que envidiar a la cinematografía europea o norteamericana.
Yo tuve la fortuna de ir creciendo junto a estas manifestaciones artísticas inolvidables que marcaron mi ruta hacia esta profesión maravillosa que me sigue dando de vivir. Ya antes comenté que el "Eternauta" fué y és, uno de mis principales referentes en ese mágico género llamado cómic que aún continúo desarrollando.
Para quienes disfrutábamos de esa nación distendida con la felicidad cotidiana y la curiosidad que despertaba la energía juvenil, íbamos entrando en la adolescencia, con la simple preocupación de usar ropa y calzado de moda y lo más importante para esa edad; las conquistas femeninas, e indiscutiblemente y probado está, las mujeres argentinas fueron, son y serán las más lindas del mundo. En los años del "Eternauta", no se conocía la sicología o la terapia, todo lo hacíamos improvisada y espontáneamente, dejando fluir las atracciones con naturalidad, todo acorde a los medios económicos y recursos con los que cada chico contara a la hora de seducir a una jovencita para finalmente lograr el anhelado objetivo de tener sexo con ella. Femeninas al máximo, bonitas y muy bien vestidas, las chicas de esos años, eran sumamente espontáneas y estaban muy lejos de la histeria cuando llegaba el momento de definir el anhelado contacto de los cuerpo desnudos. Mi táctica siempre fué la de caminar solo o con algún confiable compañero de aventuras, pero jamás beber en exceso ni mezclarme entre grupos de muchachos. Esto me daba buen resultado y me preocupaba siempre de estar impecablemente vestido desmostrándo caballerosidad y respeto por la mujer que en ese momento estaba a mi lado. He tenido más batallas ganadas que perdidas en este campo tan particular y apasionante, ya que siempre el sexo opuesto me ha dado lo mejor de sí. Las mujeres siempre me demostraron ser mejores personas que yó y mucho he aprendido de ellas en ese capítulo fantástico de las relaciones. Confieso que pocas veces me enamoré y tengo mucho respeto por esa palabra que encierra un universo muy grande pero que muchas veces se utiliza con gran facilidad y ligereza. He sido muy amado y posiblemente no correspondí a quienes me entregaban ese sentir, quizás porque además de muy joven era inmaduro y el amor despierta después de un tiempo donde se comparten, sufren y disfrutan buenos y malos momentos y ésto lo comprobaría años más tarde cuando conocí a Elvira.
Los boliches bailables de entonces, nos ofrecían la posibilidad de mostrar destreza y lucirse a la hora de bailar rock o twist, si uno se destacaba en esos rítmos, con seguridad habría llamado la atención entre las chicas y tenía bastante ventaja sobre el resto de los muchachos "competidores" y en mi caso, me había convertido en uno de los campeones de rock and roll de la ciudad.
Luego de las exhibiciones acrobáticas del rock, vendría la prueba de fuego, cuando el disc jockey de turno iba bajando la música, las luces de la pista desaparecían y los temas lentos se hacían oir brindándonos 45 minutos de acercamiento absoluto con la ocasional compañera a quién se le hablaba al oído contactándonos mejilla a mejilla y meciéndonos suavemente en el perímetro de unos 360 centímetros el espacio de seis baldosas normales.
En aquellas incursiones, tanto a mí como a muchos chicos que queríamos ser grandes y ganar, me tocaba el difícil rol de ser un "infante", mi padre jamás tuvo un automóvil en su vida y tampoco le importaron demasiado, pero esto me jugaba en contra, ya que caminar durante interminables cuadras acompañando a una niña a la salida de los bailes, no era lo ideal y menos aún en los crudos inviernos de Bahía Blanca.
Siempre se dijo que el auto era el "tercer testículo del hombre" y en verdad, yo tuve ese órgano que me faltaba recién a los 21 años y andar de a pié, constituía un verdadero desafío donde uno se ponía a prueba utilizando las pocas armas que tenía a mano, además en los sesenta, ser propietario de un vehículo propio era algo soñado, pero inalcanzable. Tengo muchas anécdotas divertidas de ese tramo de vida, una de ellas me tocó sufrirla en Buenos Aires, cuando mi tía Elia, hermana de mi padre, me dijo; "Pipo, hay una chica muy linda que quiere conocerte, le dicen Susanita pura crema y es preciosa". Con mucha habilidad mi tía me puso frente a Susanita, que era hija única de una médico obstetra del barrio de Palermo. Ni bien la conocí, quedé impactado por su belleza y le propuse ir al cine, invitación que aceptó de inmediato.
Como de costumbre, estaba escaso de dinero, apenas me alcanzaba para pagar las dos entradas del cine y comprarle en la sala un bombón helado Noel. El otro problema era el costo de entradas en las películas de estreno, así que opté por llevarla a ver "las Cuatro Plumas" y "Gunga Din", dos películas muy viejas y en blanco y negro que exhibían en una sala de Santa Fé casi Callao a precios populares.
Como la tarde era cálida, nos fuimos caminando y charlando animadamente, pero a las 20 o 25 cuadras, el ánimo de Susanita iba decreciendo y la crema se derretía.
Las películas se cortaban el público silbaba, puteaba y este clima mísero, por más que había elegido que nos sentáramos en la última fila del cine no me permitía llegar a la intimidad de mi bella amiga. Compré dos bombones helados y al terminar la función, emprendimos el camino de regreso, obviamente caminando. Ya cerca del Hospital de Niños, traté de sacarle provecho a la oscuridad reinante intentando besar apasionadamente a Susanita contando con la complicidad de los paredones aledaños del nosocomio, pero la hermosa jóven, me dijo; "No doy más, Pipo. Necesito sacarme los zapatos, me duelen mucho los piés de tanto caminar". El rostro de sufrimiento de Susanita lo decía todo y rompía cualquier encanto. Sus zapatos tenían tacos altos y habíamos emprendido una verdadera maratón de kilómetros. Indudablemente la situación me jugaba en contra, con sus zapatos de charol en las manos, Susanita caminó heroicamente y descalza hasta cerca de donde ella vivía; Avenida Córdoba y Malabia. No me animé a decirle que quería seguir viéndola, su cara extenuada lo decía todo. Nos despedimos en silencio y cuando me dí vuelta para verla por última vez, Susanita se había puesto apresuradamente sus zapatos de tacos altos. Soy demasiado pobre para semejante chica, pensé y regresé al "conventillo del Eternauta", que en ese momento era mi única realidad.
En otra ocasión, había concurrido como de costumbre a bailar a la "Central", la confitería de Bahía Blanca, que cité en páginas anteriores. Era invierno, mes de julio y esa noche conocí a una hermosa chica rubia que tenía increíbles ojos celestes, cuerpo casi perfecto, divertida y con una gran cultura general, algo que la convertía casi en la "Mujer Maravilla". Desde el primer momento, ambos tuvimos conexión y estuvimos juntos hasta que el boliche comenzó a despedir a los asistentes. Cerca de las 5 de la madrugada, me pidió que la acompañe hasta su casa. El frío que hacía a la salida, era realmente insoportable y no contaba con dinero suficiente para un taxi y esto era lo mínimo que podía brindarle a esa increíble chica. Ella llevaba puesto un abrigado tapado de piel y yó, estaba protegido por un sobretodo de muy buena calidad que me había regalado mi tío Osvaldo. Comenzamos a caminar por la calle Brown, yo tenía ganas de orinar, pero aguantaba. Trataba de no pensar en ríos, lagunas o canillas. Nos quedaban unos mil metros para llegar hasta su casa y a mitad del camino, las ganas se incrementaban y no me animé a decirle que debía detenerme con urgencia frente a un árbol para descargar una micción incontenible, me pareció que esto sería un papelón sin retorno. Ya frente al domicilio de la bella rubia, comenzamos a besarnos apasionadamente, en un momento ella me toma con sus brazos del cuello y comienza a apretarse contra mí. Yo sentía un temblor creciente en mi vegiga, el torrente líquido se estaba anunciando y en medio del fuego; splashhhhh, me orino encima. En segundos, mis pantalones mojados por completo quedan adheridos a mis piernas y simultáneamente se inundan mis zapatos. La chica se quedó mirándome atónita y al instante comienza a reirse a carcajadas de la insólita situación. Quedé tan avergonzado que no volví a verla.
Yo tuve la fortuna de ir creciendo junto a estas manifestaciones artísticas inolvidables que marcaron mi ruta hacia esta profesión maravillosa que me sigue dando de vivir. Ya antes comenté que el "Eternauta" fué y és, uno de mis principales referentes en ese mágico género llamado cómic que aún continúo desarrollando.
Para quienes disfrutábamos de esa nación distendida con la felicidad cotidiana y la curiosidad que despertaba la energía juvenil, íbamos entrando en la adolescencia, con la simple preocupación de usar ropa y calzado de moda y lo más importante para esa edad; las conquistas femeninas, e indiscutiblemente y probado está, las mujeres argentinas fueron, son y serán las más lindas del mundo. En los años del "Eternauta", no se conocía la sicología o la terapia, todo lo hacíamos improvisada y espontáneamente, dejando fluir las atracciones con naturalidad, todo acorde a los medios económicos y recursos con los que cada chico contara a la hora de seducir a una jovencita para finalmente lograr el anhelado objetivo de tener sexo con ella. Femeninas al máximo, bonitas y muy bien vestidas, las chicas de esos años, eran sumamente espontáneas y estaban muy lejos de la histeria cuando llegaba el momento de definir el anhelado contacto de los cuerpo desnudos. Mi táctica siempre fué la de caminar solo o con algún confiable compañero de aventuras, pero jamás beber en exceso ni mezclarme entre grupos de muchachos. Esto me daba buen resultado y me preocupaba siempre de estar impecablemente vestido desmostrándo caballerosidad y respeto por la mujer que en ese momento estaba a mi lado. He tenido más batallas ganadas que perdidas en este campo tan particular y apasionante, ya que siempre el sexo opuesto me ha dado lo mejor de sí. Las mujeres siempre me demostraron ser mejores personas que yó y mucho he aprendido de ellas en ese capítulo fantástico de las relaciones. Confieso que pocas veces me enamoré y tengo mucho respeto por esa palabra que encierra un universo muy grande pero que muchas veces se utiliza con gran facilidad y ligereza. He sido muy amado y posiblemente no correspondí a quienes me entregaban ese sentir, quizás porque además de muy joven era inmaduro y el amor despierta después de un tiempo donde se comparten, sufren y disfrutan buenos y malos momentos y ésto lo comprobaría años más tarde cuando conocí a Elvira.
Los boliches bailables de entonces, nos ofrecían la posibilidad de mostrar destreza y lucirse a la hora de bailar rock o twist, si uno se destacaba en esos rítmos, con seguridad habría llamado la atención entre las chicas y tenía bastante ventaja sobre el resto de los muchachos "competidores" y en mi caso, me había convertido en uno de los campeones de rock and roll de la ciudad.
Luego de las exhibiciones acrobáticas del rock, vendría la prueba de fuego, cuando el disc jockey de turno iba bajando la música, las luces de la pista desaparecían y los temas lentos se hacían oir brindándonos 45 minutos de acercamiento absoluto con la ocasional compañera a quién se le hablaba al oído contactándonos mejilla a mejilla y meciéndonos suavemente en el perímetro de unos 360 centímetros el espacio de seis baldosas normales.
En aquellas incursiones, tanto a mí como a muchos chicos que queríamos ser grandes y ganar, me tocaba el difícil rol de ser un "infante", mi padre jamás tuvo un automóvil en su vida y tampoco le importaron demasiado, pero esto me jugaba en contra, ya que caminar durante interminables cuadras acompañando a una niña a la salida de los bailes, no era lo ideal y menos aún en los crudos inviernos de Bahía Blanca.
Siempre se dijo que el auto era el "tercer testículo del hombre" y en verdad, yo tuve ese órgano que me faltaba recién a los 21 años y andar de a pié, constituía un verdadero desafío donde uno se ponía a prueba utilizando las pocas armas que tenía a mano, además en los sesenta, ser propietario de un vehículo propio era algo soñado, pero inalcanzable. Tengo muchas anécdotas divertidas de ese tramo de vida, una de ellas me tocó sufrirla en Buenos Aires, cuando mi tía Elia, hermana de mi padre, me dijo; "Pipo, hay una chica muy linda que quiere conocerte, le dicen Susanita pura crema y es preciosa". Con mucha habilidad mi tía me puso frente a Susanita, que era hija única de una médico obstetra del barrio de Palermo. Ni bien la conocí, quedé impactado por su belleza y le propuse ir al cine, invitación que aceptó de inmediato.
Como de costumbre, estaba escaso de dinero, apenas me alcanzaba para pagar las dos entradas del cine y comprarle en la sala un bombón helado Noel. El otro problema era el costo de entradas en las películas de estreno, así que opté por llevarla a ver "las Cuatro Plumas" y "Gunga Din", dos películas muy viejas y en blanco y negro que exhibían en una sala de Santa Fé casi Callao a precios populares.
Como la tarde era cálida, nos fuimos caminando y charlando animadamente, pero a las 20 o 25 cuadras, el ánimo de Susanita iba decreciendo y la crema se derretía.
Las películas se cortaban el público silbaba, puteaba y este clima mísero, por más que había elegido que nos sentáramos en la última fila del cine no me permitía llegar a la intimidad de mi bella amiga. Compré dos bombones helados y al terminar la función, emprendimos el camino de regreso, obviamente caminando. Ya cerca del Hospital de Niños, traté de sacarle provecho a la oscuridad reinante intentando besar apasionadamente a Susanita contando con la complicidad de los paredones aledaños del nosocomio, pero la hermosa jóven, me dijo; "No doy más, Pipo. Necesito sacarme los zapatos, me duelen mucho los piés de tanto caminar". El rostro de sufrimiento de Susanita lo decía todo y rompía cualquier encanto. Sus zapatos tenían tacos altos y habíamos emprendido una verdadera maratón de kilómetros. Indudablemente la situación me jugaba en contra, con sus zapatos de charol en las manos, Susanita caminó heroicamente y descalza hasta cerca de donde ella vivía; Avenida Córdoba y Malabia. No me animé a decirle que quería seguir viéndola, su cara extenuada lo decía todo. Nos despedimos en silencio y cuando me dí vuelta para verla por última vez, Susanita se había puesto apresuradamente sus zapatos de tacos altos. Soy demasiado pobre para semejante chica, pensé y regresé al "conventillo del Eternauta", que en ese momento era mi única realidad.
En otra ocasión, había concurrido como de costumbre a bailar a la "Central", la confitería de Bahía Blanca, que cité en páginas anteriores. Era invierno, mes de julio y esa noche conocí a una hermosa chica rubia que tenía increíbles ojos celestes, cuerpo casi perfecto, divertida y con una gran cultura general, algo que la convertía casi en la "Mujer Maravilla". Desde el primer momento, ambos tuvimos conexión y estuvimos juntos hasta que el boliche comenzó a despedir a los asistentes. Cerca de las 5 de la madrugada, me pidió que la acompañe hasta su casa. El frío que hacía a la salida, era realmente insoportable y no contaba con dinero suficiente para un taxi y esto era lo mínimo que podía brindarle a esa increíble chica. Ella llevaba puesto un abrigado tapado de piel y yó, estaba protegido por un sobretodo de muy buena calidad que me había regalado mi tío Osvaldo. Comenzamos a caminar por la calle Brown, yo tenía ganas de orinar, pero aguantaba. Trataba de no pensar en ríos, lagunas o canillas. Nos quedaban unos mil metros para llegar hasta su casa y a mitad del camino, las ganas se incrementaban y no me animé a decirle que debía detenerme con urgencia frente a un árbol para descargar una micción incontenible, me pareció que esto sería un papelón sin retorno. Ya frente al domicilio de la bella rubia, comenzamos a besarnos apasionadamente, en un momento ella me toma con sus brazos del cuello y comienza a apretarse contra mí. Yo sentía un temblor creciente en mi vegiga, el torrente líquido se estaba anunciando y en medio del fuego; splashhhhh, me orino encima. En segundos, mis pantalones mojados por completo quedan adheridos a mis piernas y simultáneamente se inundan mis zapatos. La chica se quedó mirándome atónita y al instante comienza a reirse a carcajadas de la insólita situación. Quedé tan avergonzado que no volví a verla.
sábado, 21 de junio de 2008
2008, Osvaldo Abitante; mi tío y hermano Superhéroe.
Ya escribí antes que no creo en ningún político, tampoco me mezclaría con ellos en ninguna circunstancia. Solo basta mirar cómo ha sufrido y empeorado la Argentina en los últimos años ante la falta de conducciones claras, serias, con planes de crecimiento sólidos y posibilidades laborales para todos los ciudadanos que habitan en este país inmensamente rico, para darse cuenta que lamentablemente aún no logra encontrar el destino de grandeza que realmente merece. Pecados capitales como la corrupción, el enriquecimiento ilícito, la hipocresía, la mentira y la indiferencia se han apoderado de las almas de los dirigentes que han incumplido las promesas hechas a la gente que los votó y los puso en el lugar que ocupan. Osvaldo Abitante es hijo de mis abuelos maternos y por ende, mi tío, con él compartí los años felices de mi infancia y principios de la adolescencia. Durante el maravilloso tiempo de mi larga permanencia en la casa de Dorrego 171, tengo imágenes en la memoria de aquel muchacho rubio que supo pasar largas horas estudiando en una habitación donde había una biblioteca y en su parte superior se veía claramente un cartel que decía: "Sin sacrificio nada se obtiene". Recuerdo a sus amigos de entonces, muchachos llenos de alegría e ilusiones juveniles que venían a visitarlo y armaban planes de salidas destinados a los inocentes bailes de fines de semana. Osvaldo a los 24 años se recibió de ingeniero electromecánico y a partir de entonces comenzó a trabajar en el Ministerio de Obras Públicas íniciando una brillante y extensa carrera en todo lo relacionado con puertos y vías navegables. Jamás tuvo "grises", siempre supo lo que quería hacer de su vida y es muy poco probable que alguien hable mál de su persona. Tampoco anduvo por el mundo jugando de simpático, siempre se ha mostrado tal cual és sin necesidad de trepar o caer en la obsecuencia para ganarse una posición laboral ventajosa. Si bien fuimos creciendo juntos, somos abismalmente opuestos, es muy posible que esta diferencia de personalidades fué lo que en su momento ayudó a que, mi por entonces jóven abuela se apoyara en mí para evadirse de la tristeza profunda que la embargó en su viudez. A esta altura de los acontecimientos Osvaldo era único sostén de familia y se ocupaba del manejo de los bienes en ladrillos que había dejado mi abuelo. Por aquellos años estos inmuebles estaban ocupados por inquilinos favorecidos por las ventajas que les brindaban desparejas leyes de esa época que terminaban perjudicando a los propietarios, ya que los alquileres que pagaban eran sumamente irrisorios. El temperamento de Osvaldo hizo posible que resistiera firmemente durante esos años difíciles, donde con su habitual prolijidad "germánica" hacía grandes esfuerzos para mantener esas propiedades y afrontar el pago de los impuestos correspondientes. Las mencionadas circunstancias lo obligaron a "crecer de golpe" y convertirse en un capitán de tormenta.
Yo ya había abandonado mis estudios porque definitivamente no me interesaba ninguna carrera y tampoco parecerme a Osvaldo ya que para el resto de la familia, él era el ejemplo a seguir y a mí solo me importaba encontrar la ruta de la vocación que pocos años después felizmente encontré. Cuando dejé el primer año de la secundaria no encontré oposición alguna por parte de Lucy y Osvaldo, creo que ellos realmente me habían entendido, aunque con lógica preocupación ya que por entonces el trabajar de creativo o dibujante era sinónimo de bohemia y porvenir incierto. Tenía solo 5 años, cuando mi abuelo descubrió mis condiciones de dibujante, Lucy además de darme su amor me abrió las mágicas ventanas del cine, la radio y la música, Osvaldo supo respetar mi alocada decisión sin reproches respaldándo mis pequeñas necesidades económicas propias de un adolescente que recién empezaba a transitar por el planeta de las chicas, los boliches, etc. A los 17 años se me ocurrió editar una revista a la que llamé "Cristal" y Osvaldo, utilizándo su máquina de escribir lograba hacerse de tiempo para ayudarme en la transcripción de las notas que eventualmente serían publicadas. En otra ocasión , con Edgardo Levantesi se nos ocurrió editar una guía titulada "Bienvenido a Bordo" que era distribuída gratuitamente entre los pasajeros que viajaban a Capital Federal utilizando los servicios de transportes colectivos "La Acción", (empresa que mi abuelo Próspero había fundado con otros socios).
Si bien este emprendimiento funcionaba y era aceptado con entusiasmo por los pasajeros, tanto Edgardo como yó éramos pésimos administradores y en más de una oportunidad solíamos viajar a Capital donde era frecuente que nos quedáramos sin un peso encima. Cuando esto sucedía, yo sabía que Osvaldo por razones de trabajo se encontraba en ese momento en Capital y no dudaba en llamarlo porque sabía que en menos de una hora nos estaría esperando en "El Palacio de las Papas Fritas" para invitarnos a almorzar abundantemente como ya era su costumbre. Siempre sentí a Osvaldo como a un hermano mayor que fué el eje de una familia que alguna vez fué numerosa y que con el tiempo, lamentablemente por distintas circunstancias se fué desintegrando. Toda mi vida lo he sentido como a un hermano al que no quiero perder por nada en el mundo porque lo mejor que me ha dado es su invalorable presencia humana que estuvo presente en momentos difíciles, donde su respaldo moral o las palabras justas fueron bienvenidas. Con Elvira siempre recordamos sus llamados constantes durante los años que vivimos en Mar del Plata y La Plata interesándose por cómo nos iban las cosas y reafirmando a través de su voz este auténtico sentimiento que de alguna manera acortaba la distancia y mitigaba nostalgias. La vida profesional de Osvaldo fué y és casi perfecta, con solo 30 años fué Jefe de Construcciones Portuarias y Vias Navegables del Puerto de Ingeniero White dependiente del Ministerio de Obras Públicas y Vías Navegables de la Nación, donde estuvo ejerciendo esta función hasta 1993. Es importante destacar que pasó por todos los gobiernos sin necesidad de amparo político alguno logrando desarrollar una gestión colmada de importantes obras. También ocupó cátedras como Profesor Titular de La Universidad Tecnológica y
de la Universidad del Sur, Escuela Fábrica y Escuela Industrial, dejándo en su paso por la docencia una estela de buenos recuerdos entre sus ex alumnos. A principios de los 90 fué convocado para ocupar el cargo de Gerente de Ingenieria y Desarrollo del Consorcio de Gestión del Puerto Privado de Bahía Blanca donde renunció por decisión propia en septiembre del 2007. Muchas veces me pregunto si Osvaldo no forma parte de una avanzada extraterrestre, porque si esto fuera así, bién valdría la pena creer que nuestro futuro sería mucho mejor y podríamos apostar a ciegas a tipos como él, ya que difícilmente resultaríamos defraudados porque aunque duela siempre nos diría la verdad y con seguridad sería el líder ideal. Jamás fumó, no bebe, nunca se enferma, su perfil es auténticamente bajo, no utiliza celular, defiende a ultranza sus convicciones y su palabra es un documento de honor. Y llegado el momento si alguien intenta ponerle precio o defraudarlo tanto moral o materialmente, no tiene reparos en mandarlo al mismísimo demonio y no cambiará de parecer ni se arrepentirá por ello. Aunque parezca increíble, este hombre existe; es mi tío. Desde que lo conozco, he comprobado que solo le atraen los autos buenos. Habla poco, solo lo necesario y con irrefutable fundamento.
En los inicios de este blogspot, he confesado que solo confío en los superhéroes y en verdad, Osvaldo, al igual que Bátman, Súperman o Spiderman , detrás de su gesto aparentemente adusto guarda a un ser humano de rica sensibilidad que gracias a Dios ocupa un sitial fundamental en nuestras vidas. Hace poco, Ricardo Vignoni, un conocido publicista que sabe de mi parentesco con Osvaldo, me dijo: A Abitante la gente de Ingeniero White, le debe un monumento, porque fué la persona que más hizo en bien de esa localidad. Conociéndolo, creo que lo último que él desearía es una medalla o una plaqueta porque jamás hizo nada por compromiso o para figurar. Finalmente y aunque nuestras rutas hayan sido diferentes, lo bueno es que cada uno de nosotros supo abrirse paso con dignidad y armas genuinas en sus respectivas profesiones. Cierro este capítulo agradeciéndo que Dios haya puesto en mi existencia a una persona dotada de valores dignos de imitar, porque de Osvaldo rescaté la práctica de no ambicionar lo ajeno, sentirme orgulloso de lo que obtuve viviendo de las ideas, dar respuestas a mi familia y no defraudar a la mucha gente que permanentemente me brinda el bien de su confianza.
Yo ya había abandonado mis estudios porque definitivamente no me interesaba ninguna carrera y tampoco parecerme a Osvaldo ya que para el resto de la familia, él era el ejemplo a seguir y a mí solo me importaba encontrar la ruta de la vocación que pocos años después felizmente encontré. Cuando dejé el primer año de la secundaria no encontré oposición alguna por parte de Lucy y Osvaldo, creo que ellos realmente me habían entendido, aunque con lógica preocupación ya que por entonces el trabajar de creativo o dibujante era sinónimo de bohemia y porvenir incierto. Tenía solo 5 años, cuando mi abuelo descubrió mis condiciones de dibujante, Lucy además de darme su amor me abrió las mágicas ventanas del cine, la radio y la música, Osvaldo supo respetar mi alocada decisión sin reproches respaldándo mis pequeñas necesidades económicas propias de un adolescente que recién empezaba a transitar por el planeta de las chicas, los boliches, etc. A los 17 años se me ocurrió editar una revista a la que llamé "Cristal" y Osvaldo, utilizándo su máquina de escribir lograba hacerse de tiempo para ayudarme en la transcripción de las notas que eventualmente serían publicadas. En otra ocasión , con Edgardo Levantesi se nos ocurrió editar una guía titulada "Bienvenido a Bordo" que era distribuída gratuitamente entre los pasajeros que viajaban a Capital Federal utilizando los servicios de transportes colectivos "La Acción", (empresa que mi abuelo Próspero había fundado con otros socios).
Si bien este emprendimiento funcionaba y era aceptado con entusiasmo por los pasajeros, tanto Edgardo como yó éramos pésimos administradores y en más de una oportunidad solíamos viajar a Capital donde era frecuente que nos quedáramos sin un peso encima. Cuando esto sucedía, yo sabía que Osvaldo por razones de trabajo se encontraba en ese momento en Capital y no dudaba en llamarlo porque sabía que en menos de una hora nos estaría esperando en "El Palacio de las Papas Fritas" para invitarnos a almorzar abundantemente como ya era su costumbre. Siempre sentí a Osvaldo como a un hermano mayor que fué el eje de una familia que alguna vez fué numerosa y que con el tiempo, lamentablemente por distintas circunstancias se fué desintegrando. Toda mi vida lo he sentido como a un hermano al que no quiero perder por nada en el mundo porque lo mejor que me ha dado es su invalorable presencia humana que estuvo presente en momentos difíciles, donde su respaldo moral o las palabras justas fueron bienvenidas. Con Elvira siempre recordamos sus llamados constantes durante los años que vivimos en Mar del Plata y La Plata interesándose por cómo nos iban las cosas y reafirmando a través de su voz este auténtico sentimiento que de alguna manera acortaba la distancia y mitigaba nostalgias. La vida profesional de Osvaldo fué y és casi perfecta, con solo 30 años fué Jefe de Construcciones Portuarias y Vias Navegables del Puerto de Ingeniero White dependiente del Ministerio de Obras Públicas y Vías Navegables de la Nación, donde estuvo ejerciendo esta función hasta 1993. Es importante destacar que pasó por todos los gobiernos sin necesidad de amparo político alguno logrando desarrollar una gestión colmada de importantes obras. También ocupó cátedras como Profesor Titular de La Universidad Tecnológica y
de la Universidad del Sur, Escuela Fábrica y Escuela Industrial, dejándo en su paso por la docencia una estela de buenos recuerdos entre sus ex alumnos. A principios de los 90 fué convocado para ocupar el cargo de Gerente de Ingenieria y Desarrollo del Consorcio de Gestión del Puerto Privado de Bahía Blanca donde renunció por decisión propia en septiembre del 2007. Muchas veces me pregunto si Osvaldo no forma parte de una avanzada extraterrestre, porque si esto fuera así, bién valdría la pena creer que nuestro futuro sería mucho mejor y podríamos apostar a ciegas a tipos como él, ya que difícilmente resultaríamos defraudados porque aunque duela siempre nos diría la verdad y con seguridad sería el líder ideal. Jamás fumó, no bebe, nunca se enferma, su perfil es auténticamente bajo, no utiliza celular, defiende a ultranza sus convicciones y su palabra es un documento de honor. Y llegado el momento si alguien intenta ponerle precio o defraudarlo tanto moral o materialmente, no tiene reparos en mandarlo al mismísimo demonio y no cambiará de parecer ni se arrepentirá por ello. Aunque parezca increíble, este hombre existe; es mi tío. Desde que lo conozco, he comprobado que solo le atraen los autos buenos. Habla poco, solo lo necesario y con irrefutable fundamento.
En los inicios de este blogspot, he confesado que solo confío en los superhéroes y en verdad, Osvaldo, al igual que Bátman, Súperman o Spiderman , detrás de su gesto aparentemente adusto guarda a un ser humano de rica sensibilidad que gracias a Dios ocupa un sitial fundamental en nuestras vidas. Hace poco, Ricardo Vignoni, un conocido publicista que sabe de mi parentesco con Osvaldo, me dijo: A Abitante la gente de Ingeniero White, le debe un monumento, porque fué la persona que más hizo en bien de esa localidad. Conociéndolo, creo que lo último que él desearía es una medalla o una plaqueta porque jamás hizo nada por compromiso o para figurar. Finalmente y aunque nuestras rutas hayan sido diferentes, lo bueno es que cada uno de nosotros supo abrirse paso con dignidad y armas genuinas en sus respectivas profesiones. Cierro este capítulo agradeciéndo que Dios haya puesto en mi existencia a una persona dotada de valores dignos de imitar, porque de Osvaldo rescaté la práctica de no ambicionar lo ajeno, sentirme orgulloso de lo que obtuve viviendo de las ideas, dar respuestas a mi familia y no defraudar a la mucha gente que permanentemente me brinda el bien de su confianza.
miércoles, 18 de junio de 2008
Nadie escuchó gritar a Manuel "Lalo" Makriyans
"Lalo" fué y és uno de los mejores tipos que conocí en mi vida, recuerdo que me lo presentó Isidoro "Chiro" Pieri, propietario en los años setenta de "Chiros" un boliche bailable de Bahía Blanca, que marcó una época importante por el carisma y la tecnología de avanzada que el local contaba en materia de luces y audio. "Lalo" venía del ámbito de los cines, ya que su padrastro administraba las principales salas cinematográficas de la ciudad y había crecido entre afiches y rollos de películas, un tema que conocía y manejaba a la perfección. Con su cara de niño bueno, porque así era su alma en verdad, "Lalo" se ganó rápidamente el cariño de todos los que en esa época integraban el staff de nuestra agencia publicitaria, donde inmediatamente se convirtió en un miembro más de aquel grupo humano de jóvenes divertidos y llenos de vitalidad que me acompañaban en lo que por entonces fué Palacios Publicidad "La Casa de Las Ideas", un emprendimiento publicitario que hasta estos días no pudo ser igualado por su intenso nivel creativo. Cuando se produjo el cierre de nuestra agencia, "Lalo" fué convocado para trabajar como gerente del laboratorio Prismacolor una empresa perteneciente a los hermanos Wolk. Esta firma estaba dotada de la mejor tecnología en revelado rápido de fotografías y trabajaba intensamente desde Bahía hacia todo el sur y las más importantes ciudades del país. Durante ese tiempo que permaneció a cargo de Prismacolor, "Lalo" crecía económicamente e infaltablemente casi todas las tardes venía a visitarnos a nuestra casa. Elvira felizmente iba saliendo de su enfermedad y mucho ayudaba la presencia de estaba "Lalo" con quién pasábamos inolvidables momentos compartiendo mates con facturas. En ese período también quedaron marcados a fuego en mi alma "Carlitos" Rabanetti, el hermano de Elvira y Leonardo "Chichín" Bérgamo, otro amigo de fierro, todos ellos me demostraron durante muchos años su sincero sentimiento de cariño hacia nosotros.
Cuando a mediados de los ochenta, decidimos irnos a vivir a Mar del Plata, en cada visita a Bahía, siempre solíamos comunicarnos y vernos con "Lalo" quién nunca dejó de hacernos llegar sus buenos deseos navideños mediante la vía postal.
En el 2007, ya de regreso en Bahía, solíamos encontrarnos con frecuencia en el desaparecido "Café Art", un sitio carismático que estaba en calle San Martín al que elegí como "mi oficina", donde nos quedábamos conversando durante horas. En esas charlas noté que mi amigo de tantos años ya no era el mismo, su mirada de niño inocente ahora estaba más triste que nunca.
En los últimos años, luego del cierre de Prismacolor, "Lalo" se había hecho cargo del restaurante del Centro Naval, donde era concesionario. La vida le estaba golpeando duro y es muy posible que ya no resistiera esos embates adversos porque anímicamente no se sentía bién y los distintos intentos que hacía por emprender algo nuevo, lamentablemente no salían como él esperaba.
Introvertido en extremo, era muy difícil que "Lalo" cuente lo que realmente estaba lastimando su alma, cerca de navidad estuvo en nuestra casa, recuerdo que me regaló un hermoso reloj que me había traído de su reciente viaje a Grecia, esto fué antes de su partida hacia Necochea, ciudad a la que amaba y donde vive su madre. Nos despedimos en "Café Art" y al salir nos dimos un abrazo. Era una tarde de mucho calor, recuerdo que me dí vuelta y lo ví cruzar la calle San Martín por última vez. El seis de enero del 2008, su esposa Hilda, me llamó a la medianoche para darme una de las noticias más tristes de mi existencia; el querido Manuel "Lalo" Makriyans había decidido ponerle fin a su vida en Necochea. Creo que era demasiado buen tipo para soportar esta era de locura y ambición sin límites que terminó por hartarlo. Cada noche cuando miro el reloj plateado que me dejó como su última demostración de amistad, rezo por el alma de un chico grande desesperado al que nadie escuchó gritar, y aunque muchas veces me incluyo y culpo por no haber sido capaz de contenerlo con la energía necesaria. También pienso que su decisión ya estaba tomada de antemano y resignadamente solo me queda rezar por él, recordar los momentos felices que pasamos juntos e imaginarlo en el cielo disfrutando de la paz que no pudo encontrar en este mundo.
Cuando a mediados de los ochenta, decidimos irnos a vivir a Mar del Plata, en cada visita a Bahía, siempre solíamos comunicarnos y vernos con "Lalo" quién nunca dejó de hacernos llegar sus buenos deseos navideños mediante la vía postal.
En el 2007, ya de regreso en Bahía, solíamos encontrarnos con frecuencia en el desaparecido "Café Art", un sitio carismático que estaba en calle San Martín al que elegí como "mi oficina", donde nos quedábamos conversando durante horas. En esas charlas noté que mi amigo de tantos años ya no era el mismo, su mirada de niño inocente ahora estaba más triste que nunca.
En los últimos años, luego del cierre de Prismacolor, "Lalo" se había hecho cargo del restaurante del Centro Naval, donde era concesionario. La vida le estaba golpeando duro y es muy posible que ya no resistiera esos embates adversos porque anímicamente no se sentía bién y los distintos intentos que hacía por emprender algo nuevo, lamentablemente no salían como él esperaba.
Introvertido en extremo, era muy difícil que "Lalo" cuente lo que realmente estaba lastimando su alma, cerca de navidad estuvo en nuestra casa, recuerdo que me regaló un hermoso reloj que me había traído de su reciente viaje a Grecia, esto fué antes de su partida hacia Necochea, ciudad a la que amaba y donde vive su madre. Nos despedimos en "Café Art" y al salir nos dimos un abrazo. Era una tarde de mucho calor, recuerdo que me dí vuelta y lo ví cruzar la calle San Martín por última vez. El seis de enero del 2008, su esposa Hilda, me llamó a la medianoche para darme una de las noticias más tristes de mi existencia; el querido Manuel "Lalo" Makriyans había decidido ponerle fin a su vida en Necochea. Creo que era demasiado buen tipo para soportar esta era de locura y ambición sin límites que terminó por hartarlo. Cada noche cuando miro el reloj plateado que me dejó como su última demostración de amistad, rezo por el alma de un chico grande desesperado al que nadie escuchó gritar, y aunque muchas veces me incluyo y culpo por no haber sido capaz de contenerlo con la energía necesaria. También pienso que su decisión ya estaba tomada de antemano y resignadamente solo me queda rezar por él, recordar los momentos felices que pasamos juntos e imaginarlo en el cielo disfrutando de la paz que no pudo encontrar en este mundo.
martes, 17 de junio de 2008
2001, Una operación de vesícula a cambio de un retrato.
Corría enero del 2001, en un sábado de mucho calor en la ciudad de La Plata, estaba junto a Elvira, mi cuñada Elena, Fabio y mis sobrinos "Offo", Alejandra y la pequeña Josefina pasando el fin de semana en la casa de Parque Sicardi, un sitio muy tranquilo y pintoresco ubicado a unos siete kilómetros del centro platense. Yo me estaba bañando en la parte profunda de la pileta que en ese sector tiene casi dos metros cuando siento que me invade un fuerte dolor en el pecho, lo primero que pensé fué que había llegado el temido infarto. Cuando esto ocurre, estaba solo en medio del agua y lo primero que intenté hacer fué apoyarme en los bordes de la pileta para tratar de llegar a la parte baja y salir de allí, siempre y cuando el dolor que seguía aumentando me lo permitiera. Elvira, Elena y Fabio estaban en el interior de la casa y por suerte me escucharon cuando los llamé. Tanto Elena como "Offo" son médicos y lo primero que recomendaron fué realizar un estudio, ya que ellos presumían que mi dolencia podía derivar de un posible problema de vesícula. Siempre estuve afiliado a SAL, Sociedad Argentina de Locutores, donde además de ser un antiguo socio, también cuento con cobertura médica en todo el país, y si bien la he usado en contadas ocasiones con excelente atención y respuesta por parte de mi gremio, jamás imaginé que en medio de la ecatombe del 2001, mi obra social no era aceptada en los principales centros asistenciales Platenses por falta de pago.
Acompañado por "Offo" y Elvira me hacen los estudios pertinentes en una clínica privada y efectivamente, estaba padeciendo un gran problema de piedras en la vesícula, algo que requería una operación de urgencia para extraerlas y evitar consecuencias mayores. Otro inconveniente de aquella crísis eran los insumos de quirófanos y lo ideal era que la intervención sea mediante el método de laparoscopía y nó con el tradicional bisturí. "Offo" me propone que vayamos hasta el hospital de Berisso, donde él está a cargo del sector cardiología y contemplar la posibilidad de ser operado allí por el doctor Albina, un eminente cirujano de La Plata, quién al enterarse que yo también hacía retratos, con una sonrisa me dice; "No hay problema, yo lo opero y usted me hace una caricatura, siempre soñé con tener un retrato mío antes de jubilarme". Todo se arregló para que el doctor Albina y su equipo me intervengan en los próximos días, pero el hospital estaba atestado de gente que requería atención y el personal se veía desbordado de trabajo. Recuerdo que los pasillos estaban llenos de personas de todas las edades y ni hablar de las salas de internación, ya que otra de las carencias era la falta de camas.
Por fín llegó el día y acompañado por Elvira y Fabio, salimos rumbo al hospital donde previamente me prepararían para ser operado al día siguiente. Yo no estaba muy convencido, el temor era más fuerte y tenía muchas ganas de salir volando de allí, ya que aquella sería mi primera intervención quirúrgica. Una enfermera me conduce a una sala muy grande y me indica una cama que estaba vacía, pidiéndome que me quede allí junto a mis pertenencias. En ese lugar habían ingresado recientemente varios muchachos víctimas de un serio accidente de tránsito. Todos estaban vendados, algunos sangraban, otros no podían soportar los fuertes dolores y en medio de la confusión reinante lo primero que se me ocurrió fué irme de allí. En eso estaba cuando en la puerta aparece otra enfermera que me mira y pregunta: ¿Quién es el que se vá a operar de vesícula?. Espontáneamente y señalándo a Fabio que estaba inocentemente sentado en "mi cama", le digo: "El, él es el que se opera". Fabio no entendía nada y quedó mudo, porque de inmediato la mujer le dijo que se desvista. Mientras esto ocurría yo había ganado la salida y me dirigía hacia una parada de taxis con la firme y cobarde decisión de escapar cuando soy sorprendido e increpado por Elvira que junto a "Offo" me habían descubierto y abortaron mi fuga.
Por suerte, "Offo", el personal de administración y el propio doctor Albina me alojaron en la habitación destinada a los médicos. La temida operación fué rápida y muy precisa al punto que no sentí absolutamente nada y en dos días sin mi vieja vesícula fuí dado de alta.
Cumplí con mi pacto y el excelente cirujano tuvo su anhelada caricatura donde lo dibujé tal cual en medio de un quirófano bizarro rodeado de horribles enfermeras con bigotes, etc etc.
Días después, concurrí al consultorio del doctor Albina y grande fué mi sorpresa cuando en una de las paredes ví mi dibujo prolijamente enmarcado en un cuadro muy original que le había regalado su esposa para exhibir mi obra.
Acompañado por "Offo" y Elvira me hacen los estudios pertinentes en una clínica privada y efectivamente, estaba padeciendo un gran problema de piedras en la vesícula, algo que requería una operación de urgencia para extraerlas y evitar consecuencias mayores. Otro inconveniente de aquella crísis eran los insumos de quirófanos y lo ideal era que la intervención sea mediante el método de laparoscopía y nó con el tradicional bisturí. "Offo" me propone que vayamos hasta el hospital de Berisso, donde él está a cargo del sector cardiología y contemplar la posibilidad de ser operado allí por el doctor Albina, un eminente cirujano de La Plata, quién al enterarse que yo también hacía retratos, con una sonrisa me dice; "No hay problema, yo lo opero y usted me hace una caricatura, siempre soñé con tener un retrato mío antes de jubilarme". Todo se arregló para que el doctor Albina y su equipo me intervengan en los próximos días, pero el hospital estaba atestado de gente que requería atención y el personal se veía desbordado de trabajo. Recuerdo que los pasillos estaban llenos de personas de todas las edades y ni hablar de las salas de internación, ya que otra de las carencias era la falta de camas.
Por fín llegó el día y acompañado por Elvira y Fabio, salimos rumbo al hospital donde previamente me prepararían para ser operado al día siguiente. Yo no estaba muy convencido, el temor era más fuerte y tenía muchas ganas de salir volando de allí, ya que aquella sería mi primera intervención quirúrgica. Una enfermera me conduce a una sala muy grande y me indica una cama que estaba vacía, pidiéndome que me quede allí junto a mis pertenencias. En ese lugar habían ingresado recientemente varios muchachos víctimas de un serio accidente de tránsito. Todos estaban vendados, algunos sangraban, otros no podían soportar los fuertes dolores y en medio de la confusión reinante lo primero que se me ocurrió fué irme de allí. En eso estaba cuando en la puerta aparece otra enfermera que me mira y pregunta: ¿Quién es el que se vá a operar de vesícula?. Espontáneamente y señalándo a Fabio que estaba inocentemente sentado en "mi cama", le digo: "El, él es el que se opera". Fabio no entendía nada y quedó mudo, porque de inmediato la mujer le dijo que se desvista. Mientras esto ocurría yo había ganado la salida y me dirigía hacia una parada de taxis con la firme y cobarde decisión de escapar cuando soy sorprendido e increpado por Elvira que junto a "Offo" me habían descubierto y abortaron mi fuga.
Por suerte, "Offo", el personal de administración y el propio doctor Albina me alojaron en la habitación destinada a los médicos. La temida operación fué rápida y muy precisa al punto que no sentí absolutamente nada y en dos días sin mi vieja vesícula fuí dado de alta.
Cumplí con mi pacto y el excelente cirujano tuvo su anhelada caricatura donde lo dibujé tal cual en medio de un quirófano bizarro rodeado de horribles enfermeras con bigotes, etc etc.
Días después, concurrí al consultorio del doctor Albina y grande fué mi sorpresa cuando en una de las paredes ví mi dibujo prolijamente enmarcado en un cuadro muy original que le había regalado su esposa para exhibir mi obra.
2001, "Corralito", "Corralón", "Cósmico" y Movicom.
Cuando estalló la crisis del 2001, las cacerolas estallaron como cañonazos en simultáneo por toda la Argentina haciéndo "volar" por los aires a un presidente que optó por irse en helicóptero, mientras el país entero se sumergía en otro nuevo capítulo de pánico y confusión. El tristemente célebre "corralito" fué una gigantesca trampa que capturó los ahorros de miles de ciudadanos que habían depositado el fruto de sus esfuerzos confiando en la supuesta seguridad de un sistema bancario que en pocas horas, armó una saqueo absolutamente ilegal e impune quedándose con millones de dólares que estaban depositados en plazos fijos y cajas de ahorro. Como ya relaté en páginas anteriores, durante estos lamentables sucesos yo me encontraba en la ciudad de La Plata abocado al producto "Fonis" que felizmente logré patentar en el INPI antes que comience el arrebato del llamado "corralito". En ese tiempo era muy loco o prematuro pensar que en algún momento el maravilloso invento de la telefonía celular utilizado solo por adultos, podría tener a los niños como destinatarios. Además de probar la reacción entre los chicos allegados, entre ellos mi amada ahijada Josefina Giúdice, quién desde los inicios de esta creación con sus escasos tres años, estuvo a mi lado siguiendo el modelado y desarrollo de las carcázas corpóreas con figuras de distintos animalitos, al talentoso Enrique Alejandro Cabo se le ocurrió que enviemos vía internet un power point de la idea con explicación y fotos de los prototipos a los Estados Unidos, concretamente a la empresa Movicom Bellsouth, que nos respondió rápidamente pidiéndonos a su vez que de allí en más no utilicemos el correo electrónico y nos manejemos por otra vía más confidencial y de entrega en mano indicada por la propia empresa. La nota proveniente de Atlanta la firmó la señora Nona Hardimon. Con esa alentadora respuesta comenzaba una nueva era y yo tenía en claro cual sería el destino de estas ideas demasiado prematura para un país que además de haber colapsado, no contaba con su mejor estado anímico.
Los accesos a los diferentes edificios de bancos, eran agredidos día a día por la multitud de "acorralados" que canalizaban su impotencia golpeando las puertas con martillos o cualquier elemento contundente que sirviera para dejar una señal de furia. En esas horas, una empresa española me hace llegar una propuesta firmada para impulsar esta producción en ese país, ofreciéndome una sociedad. Por primera vez en mi vida, me encontré frente a la incertidumbre de irme o quedarme en mi país. Tenía pruebas suficientes que una vez más en países del primer mundo, lo mío era considerado, porque además de mis comics publicados durante muchos años en Barcelona o el ofrecimiento de 1986 proveniente de un Canal de Los Angeles California, para producir el sapo Sapienso en los Estados Unidos, algo que en aquel momento desestimé porque había empeñado mi palabra con los propietarios de Canal 9, Telenueva. Estar en Argentina en el 2001, era lo más parecido a ser un pasajero del Titanic y después de haber transitado por la era de Menem y salir medianamente entero de esa década nefasta, ahora se me estaba presentando una salida única e irrepetible. Fué entonces que recordé a mis amigos y conocidos que llevaban muchos años viviendo y trabajando en Europa, gente capaz que se vió obligada a "exiliarse" ante la falta de salidas laborales o el merecido reconocimiento que no tenían en su tierra natal. Guardo muchas cartas de esos profesionales residiendo en el exterior donde se puede leer claramente que si bien habían alcanzado un cierto bienestar económico, definitivamente están muy lejos de casa, de su familia, amigos y lugares. Más allá de ese inocultable sentimiento llamado nostalgia que los embarga, a muy pocos de los que alguna vez se vieron obligados a partir les ha ido como soñaban, porque tanto en Europa como en los EE.UU, una vivienda no se obtiene facilmente y si acceden a la casa propia, esto solo es posible a través de un crédito a pagar de "por vida", siempre y cuando sus papeles estén en perfecto órden. También sostengo que los argentinos "algo habremos hecho" para no ser ahora tan bien vistos tanto en Europa como en Estados Unidos, donde después de la caída de las "Torres Gemelas", nada volvió a ser como antes para los extranjeros. En tanto aquí el caos continuaba sobre la tierra caliente, al "corralito", le sucedió el "corralón" y las escenas de gente desesperada intentando retirar sus ahorros de los bancos se repetía a diario mediante amparos más todos los reclamos legales posibles que la desesperación por recuperar lo propio imponía. Muchas personas enfermas no pudieron contar con su propio dinero para tener una atención médica digna y existe una importante lista de gente fallecida o afectada síquicamente por el fatídico "corralito".
Decidí quedarme en la argentina, aquí nací, aquí están mis muertos, mis amigos, mis lugares y recuerdos, además llevaba muchos años "viviendo de sueños" y sinceramente mal no me ha ido ya que a la hora de mirar hacia los costados y sin ánimo de comparar, me considero un privilegiado muy agradecido a Dios y fundamentalmente a mi pequeña familia por su apoyo y amor manifestado en las buenas y malas. Ya casi había superado aquel capítulo con "la abogada del diablo" y mi pesadillesca experiencia con ella en Rosario. Gran parte de la culpa de este asunto fué mía, ya que como lo he confesado, no seguí debidamente de cerca este asunto que merecía una mayor atención de mi parte.
En el 2001 y en la ciudad de La Plata, conocí al jóven e inteligente abogado Santiago Di Franco, a quién apodé "cósmico" por su celeridad y recursos efectivos que supo demostrarme en reiteradas oportunidades.
El BNL había "acorralado" una parte de mis ahorros, fué en esa ocasión cuando conocí a Santiago Di Franco,a quién puse al tanto de mi problema e inmediatamente se puso en movimiento para impulsar las acciones pertinentes y hay una anécdota sobre su astucia: Una mañana concurrimos a esta entidad bancaria acompañados por una chica rubia que es escribana y colabora con Santiago. Ni bien llegamos al edificio, notamos la tensión imperante provocada por los muchos damnificados allí presentes. Algunos pretendían infructuosamente hablar con el gerente, otros lo puteaban cuando el pobre tipo asomaba temerosamente la cabeza desde su oficina. Siguiendo instrucciones de "cósmico" avanzo con la escribana hacia una caja y con naturalidad le pido al empleado que me venda ocho mil dólares. Amablemente y lejos de sospechar el cajero me trae el fajo de billetes y allí salta la escribana que previa identificación del sorprendido bancario, labra un acta donde deja constancia que allí se están vendiendo dólares, moneda que esta institución niega tener.
La estrategia de Santiago, fué muy eficaz porque probó y puso al descubierto el siniestro juego del "corralito", ya que por una parte los bancos decían que no tenían dólares para devolver y por la otra, los vendían. Esto no solo quedó certificado, sino que definitivamente generó la legítima restitución de mi dinero.
A partir de aquello, en el 2001, Santiago, maneja hasta hoy mis temas legales y comenzamos a generar una fuerte amistad, ya que encontré en él a un gran profesional y persona fuera de serie dotada de vitalidad, buen humor y respuestas eficaces que lo convierten en un grande de la abogacía.
Los accesos a los diferentes edificios de bancos, eran agredidos día a día por la multitud de "acorralados" que canalizaban su impotencia golpeando las puertas con martillos o cualquier elemento contundente que sirviera para dejar una señal de furia. En esas horas, una empresa española me hace llegar una propuesta firmada para impulsar esta producción en ese país, ofreciéndome una sociedad. Por primera vez en mi vida, me encontré frente a la incertidumbre de irme o quedarme en mi país. Tenía pruebas suficientes que una vez más en países del primer mundo, lo mío era considerado, porque además de mis comics publicados durante muchos años en Barcelona o el ofrecimiento de 1986 proveniente de un Canal de Los Angeles California, para producir el sapo Sapienso en los Estados Unidos, algo que en aquel momento desestimé porque había empeñado mi palabra con los propietarios de Canal 9, Telenueva. Estar en Argentina en el 2001, era lo más parecido a ser un pasajero del Titanic y después de haber transitado por la era de Menem y salir medianamente entero de esa década nefasta, ahora se me estaba presentando una salida única e irrepetible. Fué entonces que recordé a mis amigos y conocidos que llevaban muchos años viviendo y trabajando en Europa, gente capaz que se vió obligada a "exiliarse" ante la falta de salidas laborales o el merecido reconocimiento que no tenían en su tierra natal. Guardo muchas cartas de esos profesionales residiendo en el exterior donde se puede leer claramente que si bien habían alcanzado un cierto bienestar económico, definitivamente están muy lejos de casa, de su familia, amigos y lugares. Más allá de ese inocultable sentimiento llamado nostalgia que los embarga, a muy pocos de los que alguna vez se vieron obligados a partir les ha ido como soñaban, porque tanto en Europa como en los EE.UU, una vivienda no se obtiene facilmente y si acceden a la casa propia, esto solo es posible a través de un crédito a pagar de "por vida", siempre y cuando sus papeles estén en perfecto órden. También sostengo que los argentinos "algo habremos hecho" para no ser ahora tan bien vistos tanto en Europa como en Estados Unidos, donde después de la caída de las "Torres Gemelas", nada volvió a ser como antes para los extranjeros. En tanto aquí el caos continuaba sobre la tierra caliente, al "corralito", le sucedió el "corralón" y las escenas de gente desesperada intentando retirar sus ahorros de los bancos se repetía a diario mediante amparos más todos los reclamos legales posibles que la desesperación por recuperar lo propio imponía. Muchas personas enfermas no pudieron contar con su propio dinero para tener una atención médica digna y existe una importante lista de gente fallecida o afectada síquicamente por el fatídico "corralito".
Decidí quedarme en la argentina, aquí nací, aquí están mis muertos, mis amigos, mis lugares y recuerdos, además llevaba muchos años "viviendo de sueños" y sinceramente mal no me ha ido ya que a la hora de mirar hacia los costados y sin ánimo de comparar, me considero un privilegiado muy agradecido a Dios y fundamentalmente a mi pequeña familia por su apoyo y amor manifestado en las buenas y malas. Ya casi había superado aquel capítulo con "la abogada del diablo" y mi pesadillesca experiencia con ella en Rosario. Gran parte de la culpa de este asunto fué mía, ya que como lo he confesado, no seguí debidamente de cerca este asunto que merecía una mayor atención de mi parte.
En el 2001 y en la ciudad de La Plata, conocí al jóven e inteligente abogado Santiago Di Franco, a quién apodé "cósmico" por su celeridad y recursos efectivos que supo demostrarme en reiteradas oportunidades.
El BNL había "acorralado" una parte de mis ahorros, fué en esa ocasión cuando conocí a Santiago Di Franco,a quién puse al tanto de mi problema e inmediatamente se puso en movimiento para impulsar las acciones pertinentes y hay una anécdota sobre su astucia: Una mañana concurrimos a esta entidad bancaria acompañados por una chica rubia que es escribana y colabora con Santiago. Ni bien llegamos al edificio, notamos la tensión imperante provocada por los muchos damnificados allí presentes. Algunos pretendían infructuosamente hablar con el gerente, otros lo puteaban cuando el pobre tipo asomaba temerosamente la cabeza desde su oficina. Siguiendo instrucciones de "cósmico" avanzo con la escribana hacia una caja y con naturalidad le pido al empleado que me venda ocho mil dólares. Amablemente y lejos de sospechar el cajero me trae el fajo de billetes y allí salta la escribana que previa identificación del sorprendido bancario, labra un acta donde deja constancia que allí se están vendiendo dólares, moneda que esta institución niega tener.
La estrategia de Santiago, fué muy eficaz porque probó y puso al descubierto el siniestro juego del "corralito", ya que por una parte los bancos decían que no tenían dólares para devolver y por la otra, los vendían. Esto no solo quedó certificado, sino que definitivamente generó la legítima restitución de mi dinero.
A partir de aquello, en el 2001, Santiago, maneja hasta hoy mis temas legales y comenzamos a generar una fuerte amistad, ya que encontré en él a un gran profesional y persona fuera de serie dotada de vitalidad, buen humor y respuestas eficaces que lo convierten en un grande de la abogacía.
lunes, 9 de junio de 2008
En el 2001 y gracias a la "Abogada del Diablo" nacen los "Fonis".
En la página anterior erróneamente escribí que el arreglo propuesto por la "abogada del diablo", fué en el 2000, cuando en realidad, éste acuerdo se firmó en Noviembre del 2001. Con Juan Carlos Quattordio y Enrique Alejandro Cabo llevábamos varios meses trabajando en el diseño de un proyecto integral destinado a la telefonía móvil infantil llamado "Fonis". Esto comenzó a mediados del 2000 cuando se me ocurrió empezar a realizar prototipos a tamaño real de carcazas cambiables para celulares, con la particularidad que éstas son corpóreas y tienen diferentes formas de animales en relieve, permitiendo que el aparato funcione perfectamente tanto en el micrófono, auricular y el respectivo visor. En esos años, se habían puesto de moda las carcazas de clubes de fútbol y otras destinadas exclusivamente al público femenino, y a medida que íbamos avanzándo en el desarrollo de esta idea, también crecía nuestro entusiasmo porque habíamos dado con un producto inédito y novedoso que comenzamos a testear con los niños del barrio obteniendo excelentes resultados, ya que los chicos se quedaban con las réplicas, aunque éstas no funcionaran. Luego de varias pruebas de materiales, logramos realizar nuevas esculturas que quedaban perfectas, tanto en el color como en los ojos y boca de los personajes que se fueron creando en ese tiempo. Solo restaba lo más importante; registrar los productos en Propiedad Industrial, un trámite necesario que felizmente no resultó engorroso gracias a la orientación y ayuda que a la hora de presentar los planos con el desarrollo técnico de las carcazas, nos brindó el doctor Claudio Tadeo, en aquella época, directivo del INPI. En ese organismo cumplimentámos todos los requisitos que el organismo exige para la aprobación del registro de nuevos diseños y finalmente obtuvimos el título de Propiedad Industrial, algo muy necesario para avanzar con la presentación de esta creación.
Estábamos en verano, mi bronca hacia la "abogada del diablo", se iba disipando y ahora "Fonis" me ofrecía un verdadero universo de posibilidades. A Enrique Cabo se le ocurrieron nuevas aplicaciones para hacer más atractivo el nuevo producto y se abocó de lleno a esa tarea. En Diciembre del 2001, el país colapsa, despierta el estruendoso "cacerolazo" que termina con la tibia presidencia de Fernando De La Rúa quién finalmente levanta vuelo en un helicóptero, mientras se suceden hechos de suma violencia con una feroz represión policial y el triste resultado de víctimas fatales. Como si ésto fuera poco, los bancos crean el tristemente célebre "corralito" donde impunemente y sin respetar la intangibilidad de los depósitos hechan mano a los ahorros en dólares de miles de ciudadanos. Al "corralito", le sucedió el "corralón" y de la noche a la mañana los ahorristas sufren las duras consecuencias del arrebato más grande de la historia nacional causado por el sistema bancario donde mucha gente, por primera vez en su vida, comienza a utilizar la palabra "pesificación", amparos, etc. Posteriormente surgieron unos bonos destinados a atenuar los padecimientos de quienes habían confiado sus depósitos a los bancos y comenzaba un nuevo ciclo rumbo a las próximas elecciones.
En horas, a nivel económico, Argentina había dado una nueva vuelta de campana y en ese brusco e inesperado cambio, mis posibilidades se multiplicaron por tres lo que me permitió extender los registros de Propiedad Industrial de las carcazas corpóreas, invertir sin problemas en la producción de animaciones en flash, "powers" y todo lo que hiciera falta para enriquecer la presentación a las diferentes empresas de telefonía móvil el amplio universo de los "Fonis" y trabajar junto a mis colaboradores en los diferentes derivados audiovisuales de esta idea. En los tiempos del uno a uno, mis colaboraciones como dibujante y guionista de comics para la editorial española que publicó durante mucho tiempo mis trabajos en sus revistas, no eran rentables pero a partir de la convertibilidad, lo primero que hice fué retomar con más entusiasmo que nunca los muchos guiones que había prebocetado y estaban "durmiendo" en mi estudio de la Plata esperando despertar y ese momento, felizmente había llegado con más pasión que nunca, ya que el dibujar historietas, tal como cuento al comienzo de esta historia de vida es lo que más me gusta hacer.
En ésta época cobró vida un "killer" corpulento, torpe, con cara de malo, pero con buenos sentimientos y paralelamente surgían nuevas comics de guerra con finales inesperados y un crudo mensaje antibélico.
Una de las mejores cosas que nos sucedió en el 2001, fué recorrer el país y viajar con Elvira y su hermana Elena a Bariloche, Villa La Angostura y otras ciudades del sur del país. En Bariloche tuve la suerte de encontrarme con el talentoso dibujante Carlos Casalla , el autor del legendario "Cabo Savino" que durante muchos años publicó editorial Columba en la popular revista "El Tony".
Al regreso de esos maravillosos y largos viajes, los años de quietud formaban parte del pasado y a partir de entonces me abocaría a llevar adelante nuevos contactos con empresas y realizar producciones gráficas, entre ellas el "Ofercómic" , una edición a todo color con la historia de una familia que sale a comprar calzado deportivo y se mezclan ofertas de productos de marca con situaciones divertidas protagonizadas por los personajes. El "Ofercómic" auspiciado por la firma Pretti y las más importantes marcas del país, tuvo un éxito sin precedentes en sus consecutivas apariciones ya que esa modalidad de promoción marca una abismal diferencia con los folletos tradicionales.
Las circunstancias habían puesto en mi camino a "la abogada del Diablo", pero aquel arreglo hecho con resignación y sin convencimiento, sirvió de mucho no solo en las interesantes posibilidades laborales que aún se mantienen, sino también mi preocupación por saber más sobre el aspecto legal de la Propiedad Intelectual, los procedimientos a seguir y principalmente contar con un abogado que además de ser un eficiente profesional a la hora de los hechos, sea también una buena persona y en la ciudad de La Plata, tuve la fortuna de conocer a un joven profesional llamado Santiago Omar Difranco, a quién por su accionar veloz y estrategias inteligentes apodé "Cósmico" y desde entonces además de representarme y asesorarme es uno de mis mejores amigos.
Estábamos en verano, mi bronca hacia la "abogada del diablo", se iba disipando y ahora "Fonis" me ofrecía un verdadero universo de posibilidades. A Enrique Cabo se le ocurrieron nuevas aplicaciones para hacer más atractivo el nuevo producto y se abocó de lleno a esa tarea. En Diciembre del 2001, el país colapsa, despierta el estruendoso "cacerolazo" que termina con la tibia presidencia de Fernando De La Rúa quién finalmente levanta vuelo en un helicóptero, mientras se suceden hechos de suma violencia con una feroz represión policial y el triste resultado de víctimas fatales. Como si ésto fuera poco, los bancos crean el tristemente célebre "corralito" donde impunemente y sin respetar la intangibilidad de los depósitos hechan mano a los ahorros en dólares de miles de ciudadanos. Al "corralito", le sucedió el "corralón" y de la noche a la mañana los ahorristas sufren las duras consecuencias del arrebato más grande de la historia nacional causado por el sistema bancario donde mucha gente, por primera vez en su vida, comienza a utilizar la palabra "pesificación", amparos, etc. Posteriormente surgieron unos bonos destinados a atenuar los padecimientos de quienes habían confiado sus depósitos a los bancos y comenzaba un nuevo ciclo rumbo a las próximas elecciones.
En horas, a nivel económico, Argentina había dado una nueva vuelta de campana y en ese brusco e inesperado cambio, mis posibilidades se multiplicaron por tres lo que me permitió extender los registros de Propiedad Industrial de las carcazas corpóreas, invertir sin problemas en la producción de animaciones en flash, "powers" y todo lo que hiciera falta para enriquecer la presentación a las diferentes empresas de telefonía móvil el amplio universo de los "Fonis" y trabajar junto a mis colaboradores en los diferentes derivados audiovisuales de esta idea. En los tiempos del uno a uno, mis colaboraciones como dibujante y guionista de comics para la editorial española que publicó durante mucho tiempo mis trabajos en sus revistas, no eran rentables pero a partir de la convertibilidad, lo primero que hice fué retomar con más entusiasmo que nunca los muchos guiones que había prebocetado y estaban "durmiendo" en mi estudio de la Plata esperando despertar y ese momento, felizmente había llegado con más pasión que nunca, ya que el dibujar historietas, tal como cuento al comienzo de esta historia de vida es lo que más me gusta hacer.
En ésta época cobró vida un "killer" corpulento, torpe, con cara de malo, pero con buenos sentimientos y paralelamente surgían nuevas comics de guerra con finales inesperados y un crudo mensaje antibélico.
Una de las mejores cosas que nos sucedió en el 2001, fué recorrer el país y viajar con Elvira y su hermana Elena a Bariloche, Villa La Angostura y otras ciudades del sur del país. En Bariloche tuve la suerte de encontrarme con el talentoso dibujante Carlos Casalla , el autor del legendario "Cabo Savino" que durante muchos años publicó editorial Columba en la popular revista "El Tony".
Al regreso de esos maravillosos y largos viajes, los años de quietud formaban parte del pasado y a partir de entonces me abocaría a llevar adelante nuevos contactos con empresas y realizar producciones gráficas, entre ellas el "Ofercómic" , una edición a todo color con la historia de una familia que sale a comprar calzado deportivo y se mezclan ofertas de productos de marca con situaciones divertidas protagonizadas por los personajes. El "Ofercómic" auspiciado por la firma Pretti y las más importantes marcas del país, tuvo un éxito sin precedentes en sus consecutivas apariciones ya que esa modalidad de promoción marca una abismal diferencia con los folletos tradicionales.
Las circunstancias habían puesto en mi camino a "la abogada del Diablo", pero aquel arreglo hecho con resignación y sin convencimiento, sirvió de mucho no solo en las interesantes posibilidades laborales que aún se mantienen, sino también mi preocupación por saber más sobre el aspecto legal de la Propiedad Intelectual, los procedimientos a seguir y principalmente contar con un abogado que además de ser un eficiente profesional a la hora de los hechos, sea también una buena persona y en la ciudad de La Plata, tuve la fortuna de conocer a un joven profesional llamado Santiago Omar Difranco, a quién por su accionar veloz y estrategias inteligentes apodé "Cósmico" y desde entonces además de representarme y asesorarme es uno de mis mejores amigos.
domingo, 8 de junio de 2008
Durmiendo con el enemigo: "La Abogada del Diablo"
En el pasaje titulado Propiedad Intelectual, hablo sobre la importancia que tiene para el autor, la protección de sus ideas y la existencia de recursos legales a la hora de reclamar justos resarcimientos en caso que estas sean hurtadas. El hurto o plagio de Propiedad Intelectual, está plenamente contemplado por la ley y muchas veces, el creativo por "no meterse en problemas", evita transitar por el sinuoso camino del reclamo. A mí me ha sucedido alguna vez, darme de bruces con abogados siniestros o que ignoran todo o casi todo sobre estas cuestiones específicas, pero que toman tu caso, porque tienen en claro que a la hora de la verdad pueden ganar y llevarse una buena "tajada". Lamentablemente la ambición desmedida, el dinero fácil y la codicia hacen estragos en el alma de los insignificantes humanos, principalmente en la compleja zona de los litigios. Hay muchos profesionales escribanos y abogados que han perdido sus matrículas por incursionar en caminos delictivos con el llamado "prevaricato", algo muy similar a la mala praxis de la medicina. En una oportunidad debía buscar con urgencia un abogado en la ciudad de Rosario porque una idea mía, había sido utilizada sin mi consentimiento y no podía perder tiempo, necesitaba los servicios de un profesional que iniciara las acciones en el lugar de los hechos. Generalmente cuando una idea es hurtada, la culpa no la tiene la empresa que la auspicia, sino su publicista o asesor de marketing, que cuando aparece algo interesante para venderle a su cliente, no vacila en apropiarse de la idea y ponerla en práctica sin medir las consecuencias que esto le puede ocasionar a la firma que confía en sus servicios.
Los empresarios siempre deben solicitarle a sus asesores creativos los respectivos registros de Propiedad Intelectual que acrediten la legitímidad de la campaña, concurso, imágen o slógan que les proponen antes de difundirla o hacerla pública, ya que esto también servirá para que no se involucren innecesariamente en dificultades, ya que las acciones legales siempre se hacen contra la firma que utiliza el contenido en su propio beneficio, porque son los responsables finales.
Sabido es que no abundan los creativos y tampoco las buenas ideas, pero hay miles de licenciados en comunicación, que ofrecen sus servicios a distintas empresas tratando de conseguir un puesto como director de marketing, aunque de esto solo saben lo que aprendieron durante los años que estuvieron estudiando para obtener su título. Los directores de marketing, son generalmente "filtros" que ocupan un escritorio y atienden a quienes piden contribuciones, avisos para revistas de todo tipo, donaciones y también se encargan de producir piezas publicitarias institucionales que son emitidas de compromiso en programas radiales o televisivos, pero siempre, su máxima preocupación o anhelo es elevar a la gerencia o directorio una propuesta interesante que les permita permanecer en ese puesto y justificar su sueldo dentro de la empresa, algo que no siempre sucede.Por esta razón, suelen buscar en otra parte lo que no brota de su cerebro.
A partir de los años ochenta, surgieron las denominadas boutiques creativas, integradas por probados diseñadores de ideas que venden sus productos a agencias publicitarias o directamente a empresas que renuevan constantente las piezas de sus campañas. Volviendo al episodio del reclamo legal, esto ocurría en 1995 cuando alguien y de buena fé, me recomienda a una abogada Rosarina. La mujer no era muy conocida, posiblemente por esta razón tenía escaso trabajo, no lo pensé dos veces y le hice un poder para que lleve adelante las acciones correspondientes, también le compré libros relacionados con Propiedad Intelectual. Solo tuve un par de entrevistas con ella y én esos encuentros me dí cuenta que algo extraño le sucedía, ya que pasaba velozmente de la euforia a la depresión y era muy contradictoria. En las sucesivas charlas telefónicas que mantenía con este bizarro personaje, percibía que trataba de envolverme y evidenciaba su mediocridad profesional, fué entonces que decidí grabar todas las conversaciones relacionadas con el tema, al punto que cuento con una abundante cantidad de horas donde esta ciclotímica abogada daba muestras de estar jugándo a "dos puntas", ya que era amiga de los abogados de la otra parte y cuando surgía la posibilidad de un acuerdo extrajudicial, intentaba averiguar cual era mi real situación económica con el fín de obtener ventajas y alzarse con un dinero adicional quedando bien con "Dios y con el diablo". Tranquilamente podía haber denunciado y llevado a quien corresponda las cintas probatorias del incumplimiento, negación y retardo de justicia protagonizado por este ser siniestro cuyo aspecto denotaba todo lo contrario. Si bien a poco de conocerla y firmarle el poder, me dí cuenta que era mentirosa e ineficiente tampoco me empeñé en acceder a los expedientes de la causa y dejarla fuera del caso que habría sido lo más acertado.
En el año 2000, la "abogada del diablo" me llama y ofrece una cifra irrisoria para llegar a un acuerdo antes de las instancias finales (juicio oral),proponiéndome un veinte por ciento del total de lo reclamado en concepto de hurto, daños, perjuicios, lucro cesante, daños morales más los intereses correspondientes.
La abogada mediocre, bajita, gordita y codiciosa comenzaba a apurarme para que me decida rápido. En cada nueva conversación telefónica me reiteraba nerviosamente que me convenía aceptar ese "algo" que era mejor que "nada", su discurso era envolvente y me confundía cada vez más. Mi costumbre de grabar charlas telefónicas comenzó con mi amada abuela Lucy, ya que gracias a un sofisticado aparato que Nelson Juarez me regaló a mediados de los años 70, tengo ese tesoro sonoro de risas y extensos diálogos con uno de los seres más importantes de mi vida. Contrariamente estos registros auditivos de la "abogada del diablo" que fueron captados con elementos más sofisticados, son un arma que posiblemente utilice oportunamente para desenmascarar a alguien muy tóxico que no solo daña a la profesión sino también a los incautos que puedan caer en su telaraña.
Definitivamente, yo necesitaba el dinero y lejos estába de imaginar que pronto vendría la crisis del 2001. Tampoco se concretában proyectos ni surgían posibilidades laborales, por ésta circunstancia y sin más remedio, con mis defensas bajas, absolutamente desprotegido en la faz legal y desgastado por el prevaricato cometido por la seudo profesional que supuestamente tenía el deber de defenderme, finalmente accedí.
En las páginas siguientes de este blog, continuaré relatando lo acontecido en este poco feliz capítulo de mi "Vivir de Sueños".
Los empresarios siempre deben solicitarle a sus asesores creativos los respectivos registros de Propiedad Intelectual que acrediten la legitímidad de la campaña, concurso, imágen o slógan que les proponen antes de difundirla o hacerla pública, ya que esto también servirá para que no se involucren innecesariamente en dificultades, ya que las acciones legales siempre se hacen contra la firma que utiliza el contenido en su propio beneficio, porque son los responsables finales.
Sabido es que no abundan los creativos y tampoco las buenas ideas, pero hay miles de licenciados en comunicación, que ofrecen sus servicios a distintas empresas tratando de conseguir un puesto como director de marketing, aunque de esto solo saben lo que aprendieron durante los años que estuvieron estudiando para obtener su título. Los directores de marketing, son generalmente "filtros" que ocupan un escritorio y atienden a quienes piden contribuciones, avisos para revistas de todo tipo, donaciones y también se encargan de producir piezas publicitarias institucionales que son emitidas de compromiso en programas radiales o televisivos, pero siempre, su máxima preocupación o anhelo es elevar a la gerencia o directorio una propuesta interesante que les permita permanecer en ese puesto y justificar su sueldo dentro de la empresa, algo que no siempre sucede.Por esta razón, suelen buscar en otra parte lo que no brota de su cerebro.
A partir de los años ochenta, surgieron las denominadas boutiques creativas, integradas por probados diseñadores de ideas que venden sus productos a agencias publicitarias o directamente a empresas que renuevan constantente las piezas de sus campañas. Volviendo al episodio del reclamo legal, esto ocurría en 1995 cuando alguien y de buena fé, me recomienda a una abogada Rosarina. La mujer no era muy conocida, posiblemente por esta razón tenía escaso trabajo, no lo pensé dos veces y le hice un poder para que lleve adelante las acciones correspondientes, también le compré libros relacionados con Propiedad Intelectual. Solo tuve un par de entrevistas con ella y én esos encuentros me dí cuenta que algo extraño le sucedía, ya que pasaba velozmente de la euforia a la depresión y era muy contradictoria. En las sucesivas charlas telefónicas que mantenía con este bizarro personaje, percibía que trataba de envolverme y evidenciaba su mediocridad profesional, fué entonces que decidí grabar todas las conversaciones relacionadas con el tema, al punto que cuento con una abundante cantidad de horas donde esta ciclotímica abogada daba muestras de estar jugándo a "dos puntas", ya que era amiga de los abogados de la otra parte y cuando surgía la posibilidad de un acuerdo extrajudicial, intentaba averiguar cual era mi real situación económica con el fín de obtener ventajas y alzarse con un dinero adicional quedando bien con "Dios y con el diablo". Tranquilamente podía haber denunciado y llevado a quien corresponda las cintas probatorias del incumplimiento, negación y retardo de justicia protagonizado por este ser siniestro cuyo aspecto denotaba todo lo contrario. Si bien a poco de conocerla y firmarle el poder, me dí cuenta que era mentirosa e ineficiente tampoco me empeñé en acceder a los expedientes de la causa y dejarla fuera del caso que habría sido lo más acertado.
En el año 2000, la "abogada del diablo" me llama y ofrece una cifra irrisoria para llegar a un acuerdo antes de las instancias finales (juicio oral),proponiéndome un veinte por ciento del total de lo reclamado en concepto de hurto, daños, perjuicios, lucro cesante, daños morales más los intereses correspondientes.
La abogada mediocre, bajita, gordita y codiciosa comenzaba a apurarme para que me decida rápido. En cada nueva conversación telefónica me reiteraba nerviosamente que me convenía aceptar ese "algo" que era mejor que "nada", su discurso era envolvente y me confundía cada vez más. Mi costumbre de grabar charlas telefónicas comenzó con mi amada abuela Lucy, ya que gracias a un sofisticado aparato que Nelson Juarez me regaló a mediados de los años 70, tengo ese tesoro sonoro de risas y extensos diálogos con uno de los seres más importantes de mi vida. Contrariamente estos registros auditivos de la "abogada del diablo" que fueron captados con elementos más sofisticados, son un arma que posiblemente utilice oportunamente para desenmascarar a alguien muy tóxico que no solo daña a la profesión sino también a los incautos que puedan caer en su telaraña.
Definitivamente, yo necesitaba el dinero y lejos estába de imaginar que pronto vendría la crisis del 2001. Tampoco se concretában proyectos ni surgían posibilidades laborales, por ésta circunstancia y sin más remedio, con mis defensas bajas, absolutamente desprotegido en la faz legal y desgastado por el prevaricato cometido por la seudo profesional que supuestamente tenía el deber de defenderme, finalmente accedí.
En las páginas siguientes de este blog, continuaré relatando lo acontecido en este poco feliz capítulo de mi "Vivir de Sueños".
jueves, 5 de junio de 2008
Nacen los "ECONAUTAS"
Ya instalados en nuestra casa de la Plata, ciudad donde había tenido grandes satisfacciones con "Arme La Góndola", el exitoso evento realizado para supermercados Pinocho, traté de concentrarme en el desarrollo de una idea para niños en edad escolar a la que llamé "Econautas". Con el boceto de ese proyecto, no dudé en ponerme en contacto con Juan Carlos Quattordio, un conocido dibujante de comics Marplatense, quién desde su adolescencia ha publicado muchas obras de su autoría en revistas como Sex Humor, Humor, Fierro y otras muy conocidas tanto en la argentina como europa y los EE.UU. A Juan Carlos lo conocí a finales de los años ochenta, cuando yo ya estaba viviendo en "La Feliz", y realmente este querido y singular personaje quedó "adherido" a mi existencia hasta la actualidad. Juan es un auténtico obrero del comic y se involucra tanto en cada tira que no puede con su ego y siempre se incluye como protagonista de sus propias creaciones. No sé si Juan es un buen o mal dibujante, tampoco me importa demasiado porque siempre lo consideré un grande en esa difícil profesión. Juan resiste, no se entrega y vá para adelante contra viento y marea. Durante el tiempo que estuve radicado en Mar del Plata, solía ir a visitarlo con bastante frecuencia al departamento de Garay al 3200 donde vivía con su padre José y su mamá Beatriz, dos seres humanos excepcionales a los que amé con sinceridad. Me encantaba ir a tomar café por las tardes a la casa de los Quattordio y en cada uno de esos encuentros nos reíamos como locos y lo pasábamos realmente muy bien. Cuando yo estaba a cargo de la cuenta de supermercados Aragone,me acompañaba como free lance, un excelente diseñador gráfico llamado Horacio Scotti quien a su vez contaba con la colaboración de otro dibujante; Ramón Arias. Scotti me resultaba demasiado serio y mi niño travieso interior necesitaba generar algo insólito y poco convencional a este equipo y tuve la idea de incorporar a Juan Carlos, quien se ocupaba de desarrollar la gráfica de las realizaciones humorísticas y pintar grandes murales sobre las paredes interiores del amplio local de esa empresa. Nunca olvidaré que se acercaba la Navidad y se me ocurrió encargarle a Juan que prepare un trineo gigante para ubicar en un sector del supermercado. Para llevar adelante esta propuesta, le dije que tome las medidas y se las pase al carpintero que llevaría a cabo el trabajo. Semanas después y muy alarmados, me llaman del supermercado para decirme que en medio del salón habían montado algo parecido a una enorme piscina de madera o una réplica del "Arca de Noé". Ya era demasiado tarde para volver atrás y Juan muy convencido que aquello era un trineo, no vaciló en hacer un Papá Noel a tamaño real que ubicó en lo alto del adefesio y como si fuera poco llenó el estrafalario armatoste con cientos de cajas que simulaban coloridos regalos navideños. En aquellos años, Juan también fué columnista de cine y música en mis programas radiales de LU6 Emisora Atlántica. Siempre recordaré aquella época como una de las mejores de mis tiempos Marplatenses porque le dábamos rienda suelta a nuestra imaginación y realmente lo pasábamos muy bién. Volviendo a los "Econautas" y la ciudad de La Plata, Juan Carlos me interpretó a la perfección y logramos un producto gráfico excelente. Por esas cosas del destino, "Econautas" no vió la luz inmediatamente y lamentablemente, hasta hoy no tuvo el lanzamiento y reconocimiento merecido. Hemos trabajado mucho en esos personajes tan atractivos en el que intervienen chicos superhéroes llamados "Capitán Tierra", Marina y Pehuén, ellos están dotados de los poderes y energías que le brindan la tierra, el agua y el aire y su misión es defender al planeta de tres peligrosos contaminadores que han huído del planeta Klaros y llegaron a la tierra para depredar su medio ambiente. Juan logró una verdadera obra maestra al dibujar a Pólutor, Smóger y Fétidus los "malos" de este comic, cuyas imágenes ya se verán en este blogspot. Transcurriría algún tiempo para que "Econautas" tenga una pequeña oportunidad, en tanto, mientras comenzaba a trabajar en nuevas ideas, trataba de ocupar mi tiempo libre en actividades afines a mi profesión, entre ellas; la conducción de programas radiales y así fué que de casualidad dí con el dueño de una FM Platense que me propuso hacer un programa en su emisora que funcionaba en cuatro oficinas de un edificio céntrico. Como ya lo dije en páginas anteriores, la radio siempre ha sido uno de mis grandes amores, algo así como la mujer paciente que siempre espera y cuando uno regresa a ella, pase el tiempo que pase, siempre me recibe con una sonrisa y al encenderse la llama de la bendita y desafiante luz roja indicando que "estamos en el aire" me brinda un espacio libre, donde el resultado casi siempre es la exitosa respuesta del público oyente. Esa emisora se llamaba por entonces Radial SAT, hoy es la Cadena Music y allí conduje junto a un equipo de jóvenes muy entusiastas y talentosos un programa que se emitía los días sábados de 9 a 12 del mediodía. El envío iba en vivo y me resultaba sumamente divertido porque los oyentes participaban en gran número a través del teléfono. En este breve paso por esa radio Platense recuerdo a un querido locutor muy jóven llamado César Fulgione con quién me sigue uniendo una sincera amistad. Mientras estaba trabajando en la citada emisora, me reencontré con un hombre a quién había conocido cuando estaba produciendo "Arme La Góndola" para supermercados Pinocho y que ahora era propietario de una importante revista mensual que se distribuía con el diario más prestigioso y tradicional de la ciudad de las diagonales.
La publicación estaba dirigida a la mujer y tenía además de una excelente calidad de impresión, notas y fotos de muy buen nivel con más de 100 páginas en papel ilustración. Un buen día, el director propietario de la revista me pide que dibuje algunas historietas a color y se me ocurrió "Mundo Perro", una sátira donde se ridiculizaba a los hombres por distintas actitudes machistas. Creo que alcancé a publicar un par de estas historias. Una tarde me acerco a las oficinas de la editorial y noto en el personal que allí trabajaba un clima de tensión extrema que realmente contagiaba. Nadie hablaba, los allí presentes daban toda la sensación de estar esperando que estalle una bomba o los vengan a asaltar y lo que sucedió fué lo más parecido a un saqueo impune, porque al rato apareció una camioneta de la que bajaron cuatro personas muy fornidas y empezaron a llevarse escritorios, sillones, aparatos telefónicos, sillas, computadoras, escáners, macetas y todo cuanto había en esa amplia y muy bien instalada editorial. El editor había quedado petrificado y no atinaba a decir una sola palabra, mientras que los recién llegados cargaban los muebles y elementos electrónicos en la camioneta. Una hora después, las oficinas quedaron absolutamente vacías, fué entonces que le pregunté al propietario que había sido esto y me responde; "Me pasaron factura, alguien a quien le debía dinero, no le pude pagar y se cobró así, dejándome en bolas".
Sí, fuí testigo presencial de este lamentable episodio muy poco claro, donde una vez más los supuestos triunfos no eran otra cosa que fracasos encubiertos y el resultado final la decepción. Argentina estaba llegando al fatídico ciclo de los ocho años, donde inexorablemente se pasa de la euforia a la depresión y allí brotan los monstruos llamados "Rodrigazo", Martinez de Hoz, Sigaud, hiperinflación, BID, Cavallo, "corralito", etc etc. Estos síntomas de nuevo rebrote síquico nacional comenzaban a sentirse en el aire enrarecido plagado de miles de ñoquis nuevos y viejos pertenecientes a partidos políticos, más planes para "no trabajar", subsidios que incitan a la vagancia y la aparición de ostentosos aparatos de telefonía celular que en el 2000 se multiplicaban por doquier sumándose como sofisticados elementos de promesas ahora electrónicas, charlas inconducentes en medio de los coletazos finales de un país que a toda costa, insistía en pertenecer al primer mundo.
La Plata es una ciudad sumamente particular que jamás llegaré a entender y de allí lo único que me atrae es la calidad y el don de gente de nuestros vecinos del barrio y el agradecimiento a los pequeños comercios que apostaron a mi programa de radio. Allí están aún mis grandes afectos, entre ellos; Alejandra Rabanetti, su esposo Rodolfo "Offo" Giúdice y mi hermosa ahijada Josefina, a quién llamamos "Pepín" y con quién hemos disfrutado de momentos maravillosos. Años después vendría Matías, el hermanito de Josefina y nuevos episodios en mi agitado y apasionante "Vivir de Sueños".
La publicación estaba dirigida a la mujer y tenía además de una excelente calidad de impresión, notas y fotos de muy buen nivel con más de 100 páginas en papel ilustración. Un buen día, el director propietario de la revista me pide que dibuje algunas historietas a color y se me ocurrió "Mundo Perro", una sátira donde se ridiculizaba a los hombres por distintas actitudes machistas. Creo que alcancé a publicar un par de estas historias. Una tarde me acerco a las oficinas de la editorial y noto en el personal que allí trabajaba un clima de tensión extrema que realmente contagiaba. Nadie hablaba, los allí presentes daban toda la sensación de estar esperando que estalle una bomba o los vengan a asaltar y lo que sucedió fué lo más parecido a un saqueo impune, porque al rato apareció una camioneta de la que bajaron cuatro personas muy fornidas y empezaron a llevarse escritorios, sillones, aparatos telefónicos, sillas, computadoras, escáners, macetas y todo cuanto había en esa amplia y muy bien instalada editorial. El editor había quedado petrificado y no atinaba a decir una sola palabra, mientras que los recién llegados cargaban los muebles y elementos electrónicos en la camioneta. Una hora después, las oficinas quedaron absolutamente vacías, fué entonces que le pregunté al propietario que había sido esto y me responde; "Me pasaron factura, alguien a quien le debía dinero, no le pude pagar y se cobró así, dejándome en bolas".
Sí, fuí testigo presencial de este lamentable episodio muy poco claro, donde una vez más los supuestos triunfos no eran otra cosa que fracasos encubiertos y el resultado final la decepción. Argentina estaba llegando al fatídico ciclo de los ocho años, donde inexorablemente se pasa de la euforia a la depresión y allí brotan los monstruos llamados "Rodrigazo", Martinez de Hoz, Sigaud, hiperinflación, BID, Cavallo, "corralito", etc etc. Estos síntomas de nuevo rebrote síquico nacional comenzaban a sentirse en el aire enrarecido plagado de miles de ñoquis nuevos y viejos pertenecientes a partidos políticos, más planes para "no trabajar", subsidios que incitan a la vagancia y la aparición de ostentosos aparatos de telefonía celular que en el 2000 se multiplicaban por doquier sumándose como sofisticados elementos de promesas ahora electrónicas, charlas inconducentes en medio de los coletazos finales de un país que a toda costa, insistía en pertenecer al primer mundo.
La Plata es una ciudad sumamente particular que jamás llegaré a entender y de allí lo único que me atrae es la calidad y el don de gente de nuestros vecinos del barrio y el agradecimiento a los pequeños comercios que apostaron a mi programa de radio. Allí están aún mis grandes afectos, entre ellos; Alejandra Rabanetti, su esposo Rodolfo "Offo" Giúdice y mi hermosa ahijada Josefina, a quién llamamos "Pepín" y con quién hemos disfrutado de momentos maravillosos. Años después vendría Matías, el hermanito de Josefina y nuevos episodios en mi agitado y apasionante "Vivir de Sueños".
martes, 3 de junio de 2008
Cuando el SAPO SAPIENSO fué rehén de la Codicia.
Muy cerca del 2000, me encontraba en Bahía Blanca y como dije antes, el aire de mi ciudad natal estaba más enrarecido que nunca. Después de faltar tantos años, al regresar muchas cosas habían cambiado y entre ellas, la gente. El trabajo realizado para el shopping "Paseo Del Sol" había resultado un éxito indiscutible, pero no vislumbraba una intención de continuidad por parte de los directivos de esta empresa, contrariamente todo indicaba que no tenían muy en claro cual era el rumbo a seguir con ese importante emprendimiento, ya que los propietarios de la empresa habían confiado el manejo del marketing a jóvenes muy inexpertos que no supieron capitalizar debidamente el suceso provocado por "Armá el arbolito del shopping y ganá". A medida que caminaba por las calles de la ciudad, con gran preocupación me iba enterando que muchas empresas importantes y de reconocida trayectoria habían cerrado sus puertas, lo mismo ocurría con comercios o financieras que ya no estaban funcionando. Algunos empresarios otrora brillantes, habían caído de sus pedestales y se encontraban en pésima situación económica. En una oportunidad, me encuentro por casualidad con uno de los socios de una prestigiosa firma que representaba a una marca internacional de automotores y que por distintas razones había presentado quiebra. Este hombre me invita a cenar a su casa, una vivienda muy amplia me había impactado por el buen gusto de la distribución de sus ambientes, pero algo no andaba bien, era invierno y allí hacía demasiado frío. Por respeto a mis anfitriones no quise tocar el tema ni confesarles que me estaba congelando, pero todo evidenciaba que les habían cortado el suministro de gas y esa noche, cuando estábamos a punto de cenar con comida de microondas, no aguanté más y les pedí permiso para sentarme a la mesa con mi sobretodo puesto. Por otra parte, innegablemente aún estaba latente la huella profunda que el querido sapo Sapienso, había dejado en la memoria colectiva de los Bahienses y fué entonces que se me acercaron dos o tres empresarios conocidos proponiéndome retornar a la televisión con ese personaje. En verdad nunca creí en las segundas partes, salvo que haya una inversión económica considerable y se puedan hacer las cosas bien, pero un prestigioso profesional con quién me unía una amistad desde nuestra adolescencia, me insistió en "reflotar" a Sapienso. Esta idea no me convencía plenamente y busqué varias excusas para que no sigamos hablando del tema, pero su perseverancia pudo más y empezamos a diseñar el retorno que a él tanto le entusiasmaba. lo primero que hicimos fué armar un muñeco nuevo que se realizó con materiales más flexibles que le imprimían al nuevo sapo una hermosa y atractiva textura. El paso posterior fué la creación de una escenografía tridimensional muy bien lograda que simulaba un pantano casi real, incluyendo un pequeño lago conteniendo agua verdadera. Esta propuesta le interesó sobremanera a uno de los canales de aire locales y dejé en manos de mi flamante productor todo lo relacionado con la comercialización del contenido que estábamos preparando. Aquí, debo reconocer que fallé una vez más al permitir que el ansioso inversor tratara el negocio con los directivos del canal, ya que desconocía totalmente todo lo relacionado con este tipo de comercializaciones vinculadas a productos especiales donde generalmente el medio y el productor junto al propietario del copyright firman un acuerdo al cincuenta por ciento de las utilidades que devengan del merchandissing (venta de muñecos, figuritas, funciones de teatro, ingresos publicitarios, etc).
En síntesis, la euforia que había generado el proyecto, provocó que se hicieran varias reuniones con los directivos del medio que estuvieron plagadas de discusiones estériles, lo que provocó que la relación con el canal se desgastara.
Ya habían transcurrido casi dos meses y estábamos en punto cero, ya que el éxito del regreso de Sapienso se basaba en la difusión televisiva y ésta eventualmente generaría la audiencia necesaria como para ir creciendo de a poco, no solo en Bahía, sino también en ciudades como Neuquén y Mar del Plata.
El proyecto se "pinchó" y mi supuestamente pudiente productor, en verdad no contaba con los recursos económicos que hacían falta para impulsar tamaño emprendimiento. (Poco tiempo después me enteré que estaba con graves dificultades económicas). Por suerte terminó confesándome que había procedido torpemente, movido por la necesidad de ganar dinero "grande" con Sapienso algo que no siempre es probable en este tipo de alianzas estratégicas.
Los lamentables sucesos me provocaron un considerable daño anímico y decidí retornar a Mar del Plata, hacia allá fuimos con Elvira y nos quedamos en nuestra casa de calle Italia, tratando de descansar y planificar nuevas acciones. "La Feliz" seguía pasando por un momento económico fatal, las propiedades se vendían a muy bajo precio y los carteles de "se vende", aparecían en grandes cantidades en los frentes de muchas viviendas como una clara señal de "sálvese quien pueda".
Por experiencia, sé que en estos casos de incertidumbre,lo más aconsejable es "enfriar el cerebro", cargarse de energías y preparar alguna nueva estrategia para seguir viviendo de "sueños".
En 1998, habíamos sufrido la pérdida de María, la madre de Elvira que falleció en Comodoro Rivadavia, ciudad a la que viajaba permanentemente para estar junto a su otra hija Elena, hermana de Elvira. La "vieja" María como cariñosamente le decíamos fué una mujer muy amada e importante en nuestra existencia, ya que siempre estuvo presente en los malos momentos, donde ella desde su actitud siempre silenciosa, cauta y eficiente, daba permanentes muestras de su inmenso e incondicional cariño a la hora de apoyarnos con sus palabras y acciones llenas de amor y contención.
El tiempo que permanecimos en Mar del Plata, lo utilicé para reencontrarme con amigos y recorrer empresas y medios con los que había trabajado con bastante continuidad, pero el panorama era bastante pesimista. Algunas firmas habían cerrado sus puertas para siempre y el querido Canal 10, que durante muchos años había sido como mi casa tenía nuevos dueños, lo que implicaba empezar de nuevo.
El siguiente paso fué irnos a la casa de La Plata y allí, en ese entorno casi mágico lleno de plantas y árboles, comencé a generar nuevas ideas y éstas quizás fueron las más originales que surgieron de mi mente en esta larga carrera de creativo.
En síntesis, la euforia que había generado el proyecto, provocó que se hicieran varias reuniones con los directivos del medio que estuvieron plagadas de discusiones estériles, lo que provocó que la relación con el canal se desgastara.
Ya habían transcurrido casi dos meses y estábamos en punto cero, ya que el éxito del regreso de Sapienso se basaba en la difusión televisiva y ésta eventualmente generaría la audiencia necesaria como para ir creciendo de a poco, no solo en Bahía, sino también en ciudades como Neuquén y Mar del Plata.
El proyecto se "pinchó" y mi supuestamente pudiente productor, en verdad no contaba con los recursos económicos que hacían falta para impulsar tamaño emprendimiento. (Poco tiempo después me enteré que estaba con graves dificultades económicas). Por suerte terminó confesándome que había procedido torpemente, movido por la necesidad de ganar dinero "grande" con Sapienso algo que no siempre es probable en este tipo de alianzas estratégicas.
Los lamentables sucesos me provocaron un considerable daño anímico y decidí retornar a Mar del Plata, hacia allá fuimos con Elvira y nos quedamos en nuestra casa de calle Italia, tratando de descansar y planificar nuevas acciones. "La Feliz" seguía pasando por un momento económico fatal, las propiedades se vendían a muy bajo precio y los carteles de "se vende", aparecían en grandes cantidades en los frentes de muchas viviendas como una clara señal de "sálvese quien pueda".
Por experiencia, sé que en estos casos de incertidumbre,lo más aconsejable es "enfriar el cerebro", cargarse de energías y preparar alguna nueva estrategia para seguir viviendo de "sueños".
En 1998, habíamos sufrido la pérdida de María, la madre de Elvira que falleció en Comodoro Rivadavia, ciudad a la que viajaba permanentemente para estar junto a su otra hija Elena, hermana de Elvira. La "vieja" María como cariñosamente le decíamos fué una mujer muy amada e importante en nuestra existencia, ya que siempre estuvo presente en los malos momentos, donde ella desde su actitud siempre silenciosa, cauta y eficiente, daba permanentes muestras de su inmenso e incondicional cariño a la hora de apoyarnos con sus palabras y acciones llenas de amor y contención.
El tiempo que permanecimos en Mar del Plata, lo utilicé para reencontrarme con amigos y recorrer empresas y medios con los que había trabajado con bastante continuidad, pero el panorama era bastante pesimista. Algunas firmas habían cerrado sus puertas para siempre y el querido Canal 10, que durante muchos años había sido como mi casa tenía nuevos dueños, lo que implicaba empezar de nuevo.
El siguiente paso fué irnos a la casa de La Plata y allí, en ese entorno casi mágico lleno de plantas y árboles, comencé a generar nuevas ideas y éstas quizás fueron las más originales que surgieron de mi mente en esta larga carrera de creativo.
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