En la página anterior erróneamente escribí que el arreglo propuesto por la "abogada del diablo", fué en el 2000, cuando en realidad, éste acuerdo se firmó en Noviembre del 2001. Con Juan Carlos Quattordio y Enrique Alejandro Cabo llevábamos varios meses trabajando en el diseño de un proyecto integral destinado a la telefonía móvil infantil llamado "Fonis". Esto comenzó a mediados del 2000 cuando se me ocurrió empezar a realizar prototipos a tamaño real de carcazas cambiables para celulares, con la particularidad que éstas son corpóreas y tienen diferentes formas de animales en relieve, permitiendo que el aparato funcione perfectamente tanto en el micrófono, auricular y el respectivo visor. En esos años, se habían puesto de moda las carcazas de clubes de fútbol y otras destinadas exclusivamente al público femenino, y a medida que íbamos avanzándo en el desarrollo de esta idea, también crecía nuestro entusiasmo porque habíamos dado con un producto inédito y novedoso que comenzamos a testear con los niños del barrio obteniendo excelentes resultados, ya que los chicos se quedaban con las réplicas, aunque éstas no funcionaran. Luego de varias pruebas de materiales, logramos realizar nuevas esculturas que quedaban perfectas, tanto en el color como en los ojos y boca de los personajes que se fueron creando en ese tiempo. Solo restaba lo más importante; registrar los productos en Propiedad Industrial, un trámite necesario que felizmente no resultó engorroso gracias a la orientación y ayuda que a la hora de presentar los planos con el desarrollo técnico de las carcazas, nos brindó el doctor Claudio Tadeo, en aquella época, directivo del INPI. En ese organismo cumplimentámos todos los requisitos que el organismo exige para la aprobación del registro de nuevos diseños y finalmente obtuvimos el título de Propiedad Industrial, algo muy necesario para avanzar con la presentación de esta creación.
Estábamos en verano, mi bronca hacia la "abogada del diablo", se iba disipando y ahora "Fonis" me ofrecía un verdadero universo de posibilidades. A Enrique Cabo se le ocurrieron nuevas aplicaciones para hacer más atractivo el nuevo producto y se abocó de lleno a esa tarea. En Diciembre del 2001, el país colapsa, despierta el estruendoso "cacerolazo" que termina con la tibia presidencia de Fernando De La Rúa quién finalmente levanta vuelo en un helicóptero, mientras se suceden hechos de suma violencia con una feroz represión policial y el triste resultado de víctimas fatales. Como si ésto fuera poco, los bancos crean el tristemente célebre "corralito" donde impunemente y sin respetar la intangibilidad de los depósitos hechan mano a los ahorros en dólares de miles de ciudadanos. Al "corralito", le sucedió el "corralón" y de la noche a la mañana los ahorristas sufren las duras consecuencias del arrebato más grande de la historia nacional causado por el sistema bancario donde mucha gente, por primera vez en su vida, comienza a utilizar la palabra "pesificación", amparos, etc. Posteriormente surgieron unos bonos destinados a atenuar los padecimientos de quienes habían confiado sus depósitos a los bancos y comenzaba un nuevo ciclo rumbo a las próximas elecciones.
En horas, a nivel económico, Argentina había dado una nueva vuelta de campana y en ese brusco e inesperado cambio, mis posibilidades se multiplicaron por tres lo que me permitió extender los registros de Propiedad Industrial de las carcazas corpóreas, invertir sin problemas en la producción de animaciones en flash, "powers" y todo lo que hiciera falta para enriquecer la presentación a las diferentes empresas de telefonía móvil el amplio universo de los "Fonis" y trabajar junto a mis colaboradores en los diferentes derivados audiovisuales de esta idea. En los tiempos del uno a uno, mis colaboraciones como dibujante y guionista de comics para la editorial española que publicó durante mucho tiempo mis trabajos en sus revistas, no eran rentables pero a partir de la convertibilidad, lo primero que hice fué retomar con más entusiasmo que nunca los muchos guiones que había prebocetado y estaban "durmiendo" en mi estudio de la Plata esperando despertar y ese momento, felizmente había llegado con más pasión que nunca, ya que el dibujar historietas, tal como cuento al comienzo de esta historia de vida es lo que más me gusta hacer.
En ésta época cobró vida un "killer" corpulento, torpe, con cara de malo, pero con buenos sentimientos y paralelamente surgían nuevas comics de guerra con finales inesperados y un crudo mensaje antibélico.
Una de las mejores cosas que nos sucedió en el 2001, fué recorrer el país y viajar con Elvira y su hermana Elena a Bariloche, Villa La Angostura y otras ciudades del sur del país. En Bariloche tuve la suerte de encontrarme con el talentoso dibujante Carlos Casalla , el autor del legendario "Cabo Savino" que durante muchos años publicó editorial Columba en la popular revista "El Tony".
Al regreso de esos maravillosos y largos viajes, los años de quietud formaban parte del pasado y a partir de entonces me abocaría a llevar adelante nuevos contactos con empresas y realizar producciones gráficas, entre ellas el "Ofercómic" , una edición a todo color con la historia de una familia que sale a comprar calzado deportivo y se mezclan ofertas de productos de marca con situaciones divertidas protagonizadas por los personajes. El "Ofercómic" auspiciado por la firma Pretti y las más importantes marcas del país, tuvo un éxito sin precedentes en sus consecutivas apariciones ya que esa modalidad de promoción marca una abismal diferencia con los folletos tradicionales.
Las circunstancias habían puesto en mi camino a "la abogada del Diablo", pero aquel arreglo hecho con resignación y sin convencimiento, sirvió de mucho no solo en las interesantes posibilidades laborales que aún se mantienen, sino también mi preocupación por saber más sobre el aspecto legal de la Propiedad Intelectual, los procedimientos a seguir y principalmente contar con un abogado que además de ser un eficiente profesional a la hora de los hechos, sea también una buena persona y en la ciudad de La Plata, tuve la fortuna de conocer a un joven profesional llamado Santiago Omar Difranco, a quién por su accionar veloz y estrategias inteligentes apodé "Cósmico" y desde entonces además de representarme y asesorarme es uno de mis mejores amigos.
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