Cuando estalló la crisis del 2001, las cacerolas estallaron como cañonazos en simultáneo por toda la Argentina haciéndo "volar" por los aires a un presidente que optó por irse en helicóptero, mientras el país entero se sumergía en otro nuevo capítulo de pánico y confusión. El tristemente célebre "corralito" fué una gigantesca trampa que capturó los ahorros de miles de ciudadanos que habían depositado el fruto de sus esfuerzos confiando en la supuesta seguridad de un sistema bancario que en pocas horas, armó una saqueo absolutamente ilegal e impune quedándose con millones de dólares que estaban depositados en plazos fijos y cajas de ahorro. Como ya relaté en páginas anteriores, durante estos lamentables sucesos yo me encontraba en la ciudad de La Plata abocado al producto "Fonis" que felizmente logré patentar en el INPI antes que comience el arrebato del llamado "corralito". En ese tiempo era muy loco o prematuro pensar que en algún momento el maravilloso invento de la telefonía celular utilizado solo por adultos, podría tener a los niños como destinatarios. Además de probar la reacción entre los chicos allegados, entre ellos mi amada ahijada Josefina Giúdice, quién desde los inicios de esta creación con sus escasos tres años, estuvo a mi lado siguiendo el modelado y desarrollo de las carcázas corpóreas con figuras de distintos animalitos, al talentoso Enrique Alejandro Cabo se le ocurrió que enviemos vía internet un power point de la idea con explicación y fotos de los prototipos a los Estados Unidos, concretamente a la empresa Movicom Bellsouth, que nos respondió rápidamente pidiéndonos a su vez que de allí en más no utilicemos el correo electrónico y nos manejemos por otra vía más confidencial y de entrega en mano indicada por la propia empresa. La nota proveniente de Atlanta la firmó la señora Nona Hardimon. Con esa alentadora respuesta comenzaba una nueva era y yo tenía en claro cual sería el destino de estas ideas demasiado prematura para un país que además de haber colapsado, no contaba con su mejor estado anímico.
Los accesos a los diferentes edificios de bancos, eran agredidos día a día por la multitud de "acorralados" que canalizaban su impotencia golpeando las puertas con martillos o cualquier elemento contundente que sirviera para dejar una señal de furia. En esas horas, una empresa española me hace llegar una propuesta firmada para impulsar esta producción en ese país, ofreciéndome una sociedad. Por primera vez en mi vida, me encontré frente a la incertidumbre de irme o quedarme en mi país. Tenía pruebas suficientes que una vez más en países del primer mundo, lo mío era considerado, porque además de mis comics publicados durante muchos años en Barcelona o el ofrecimiento de 1986 proveniente de un Canal de Los Angeles California, para producir el sapo Sapienso en los Estados Unidos, algo que en aquel momento desestimé porque había empeñado mi palabra con los propietarios de Canal 9, Telenueva. Estar en Argentina en el 2001, era lo más parecido a ser un pasajero del Titanic y después de haber transitado por la era de Menem y salir medianamente entero de esa década nefasta, ahora se me estaba presentando una salida única e irrepetible. Fué entonces que recordé a mis amigos y conocidos que llevaban muchos años viviendo y trabajando en Europa, gente capaz que se vió obligada a "exiliarse" ante la falta de salidas laborales o el merecido reconocimiento que no tenían en su tierra natal. Guardo muchas cartas de esos profesionales residiendo en el exterior donde se puede leer claramente que si bien habían alcanzado un cierto bienestar económico, definitivamente están muy lejos de casa, de su familia, amigos y lugares. Más allá de ese inocultable sentimiento llamado nostalgia que los embarga, a muy pocos de los que alguna vez se vieron obligados a partir les ha ido como soñaban, porque tanto en Europa como en los EE.UU, una vivienda no se obtiene facilmente y si acceden a la casa propia, esto solo es posible a través de un crédito a pagar de "por vida", siempre y cuando sus papeles estén en perfecto órden. También sostengo que los argentinos "algo habremos hecho" para no ser ahora tan bien vistos tanto en Europa como en Estados Unidos, donde después de la caída de las "Torres Gemelas", nada volvió a ser como antes para los extranjeros. En tanto aquí el caos continuaba sobre la tierra caliente, al "corralito", le sucedió el "corralón" y las escenas de gente desesperada intentando retirar sus ahorros de los bancos se repetía a diario mediante amparos más todos los reclamos legales posibles que la desesperación por recuperar lo propio imponía. Muchas personas enfermas no pudieron contar con su propio dinero para tener una atención médica digna y existe una importante lista de gente fallecida o afectada síquicamente por el fatídico "corralito".
Decidí quedarme en la argentina, aquí nací, aquí están mis muertos, mis amigos, mis lugares y recuerdos, además llevaba muchos años "viviendo de sueños" y sinceramente mal no me ha ido ya que a la hora de mirar hacia los costados y sin ánimo de comparar, me considero un privilegiado muy agradecido a Dios y fundamentalmente a mi pequeña familia por su apoyo y amor manifestado en las buenas y malas. Ya casi había superado aquel capítulo con "la abogada del diablo" y mi pesadillesca experiencia con ella en Rosario. Gran parte de la culpa de este asunto fué mía, ya que como lo he confesado, no seguí debidamente de cerca este asunto que merecía una mayor atención de mi parte.
En el 2001 y en la ciudad de La Plata, conocí al jóven e inteligente abogado Santiago Di Franco, a quién apodé "cósmico" por su celeridad y recursos efectivos que supo demostrarme en reiteradas oportunidades.
El BNL había "acorralado" una parte de mis ahorros, fué en esa ocasión cuando conocí a Santiago Di Franco,a quién puse al tanto de mi problema e inmediatamente se puso en movimiento para impulsar las acciones pertinentes y hay una anécdota sobre su astucia: Una mañana concurrimos a esta entidad bancaria acompañados por una chica rubia que es escribana y colabora con Santiago. Ni bien llegamos al edificio, notamos la tensión imperante provocada por los muchos damnificados allí presentes. Algunos pretendían infructuosamente hablar con el gerente, otros lo puteaban cuando el pobre tipo asomaba temerosamente la cabeza desde su oficina. Siguiendo instrucciones de "cósmico" avanzo con la escribana hacia una caja y con naturalidad le pido al empleado que me venda ocho mil dólares. Amablemente y lejos de sospechar el cajero me trae el fajo de billetes y allí salta la escribana que previa identificación del sorprendido bancario, labra un acta donde deja constancia que allí se están vendiendo dólares, moneda que esta institución niega tener.
La estrategia de Santiago, fué muy eficaz porque probó y puso al descubierto el siniestro juego del "corralito", ya que por una parte los bancos decían que no tenían dólares para devolver y por la otra, los vendían. Esto no solo quedó certificado, sino que definitivamente generó la legítima restitución de mi dinero.
A partir de aquello, en el 2001, Santiago, maneja hasta hoy mis temas legales y comenzamos a generar una fuerte amistad, ya que encontré en él a un gran profesional y persona fuera de serie dotada de vitalidad, buen humor y respuestas eficaces que lo convierten en un grande de la abogacía.
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