Esto sucedió a finales de los años noventa, cuando en uno de mis viajes a Bahía, me encuentro de casualidad con un personaje que había sido nombrado directivo del canal 9 local. Junto a él, estaba Gustavo Maidana, un jóven con gran capacidad de venta y muchas ganas de desarrollarse en un medio de comunicación que quería renovarse y crecer aportándo a la ciudad contenidos novedosos. Por experiencias anteriores, yo sabía que generalmente los ejecutivos de estas empresas multinacionales pueden tener un crecimiento estrepitóso y al poco tiempo caer con el mismo estruendo o peor. Posiblemente esto suceda porque al principio se obnubilan con el cargo, el despacho, la secretaria, el contacto con los jefes en Capital Federal y los distintos beneficios a nivel social y comercial que puede reportarles pertenecer a un canal de TV importante. Entre estos privilegios se cuentan principalmente los altos sueldos que perciben por la responsabilidad de conducir un medio del interior. Pero a la hora de intentar generar programas, se van dando cuenta que además de la escasa cantidad de habitantes, es muy difícil armar programas de contenidos ambiciosos en ciudades chicas como Bahía y ni hablar de lo complejo que resulta la comercialización publicitaria de los mismos. Por esta razón, todo los programas realizados a nivel local, tienen escenografías y producción de piso limitadas. Todo se hace a "pulmón" y generalmente los conductores están detrás de una barra o mostrador o bien sentados en un estrecho living con una pantalla LSD detrás como única atracción. El flamante ejecutivo quería a toda costa, poner en el aire a mi viejo y querido Sapo Sapienso, pero todo evidenciaba que no había un solo peso para hacer un relanzamiento digno de éste personaje. Ya antes relaté en una parte del blog que se acercaron algunos inversores que resultaron ser insolventes y solo pretendían llenarse de oro con el indefenso sapo. Hubo algunas reuniones con la gente del canal y el "inversor", pero todo naufragó cuando el dinero prometido jamás apareció. Fué entonces que al flamante ejecutivo, como un recurso prometedor, nos ofrece a Maidana y a mí que hagamos el "Musical de Pan Triste", un producto cinematográfico animado hecho en los estudios de García Ferré que había sido estrenado con muy poca aceptación por parte de los niños en los cines de todo el país. Al canal habían llegado tres caretas bastante grandes con imágenes muy bien logradas de los personajes principales de "Pan Triste" y el plan del gerente general del canal, era montar un espectáculo en vivo aprovechándo la fuerte campaña publicitaria que promocionaba a la película más la difusión que el show tendría en la pantalla de éste medio. Hablando con Maidana, llegamos a la conclusión que el show a montar, podría tener una escasa convocatoria de público, pero había que devolver las caretas a la productora y por lo tanto armar ese musical lo más rápido posible. El lugar elegido fué un amplio espacio que el malogrado shopping "Paseo del Sol", tenía en sus inicios y allí se instaló un escenario, luces, sonido y todo lo que se pudo conseguir en el corto tiempo que había para lanzar un espectáculo donde lo único que había era un grupo que interpretaba canciones infantiles, un mago y los tres personajes del filme. El "Musical de Pan Triste", se estaba anunciando para un día Sábado a la tarde con una única función. Se hicieron algunos ensayos previos, pero en realidad la propuesta no era muy clara y el gerente seguía apostando a los caretones y el interés que éstos despertarían en los niños. El día del debut llegó y allí nos dimos cuenta que en ese sitio donde se realizaría el musical, había unas pocas sillas, además, faltando una hora para que comience la función, tampoco teníamos a quienes se pondrían esas enormes y pesadas caretas sobre sus hombros. La pregunta que nos formulábamos era; ¿resistirán?. Afortunadamente conseguimos a tres muchachos muy jóvenes, aunque algo delgados para que carguen con esas "escafandras" y allá fuimos, demasiado al límite, demasiado jugados. Las promociones del canal, habían dado cierto resultado, ya que antes de abrir la boletería, se estaba acercando una considerable cantidad de padres con sus respectivos niños. Primero actuó el grupo musical y a la media hora, hicieron su aparición "Pan Triste" y sus amigos. Los chicos los aplaudían y estaban felices de ver la réplica casi perfecta del personaje principal, pero a los pocos minutos, noté que los tres portadores de caretones, bailaban con notable desgano y parecían desfallecer. Uno de ellos, disimuladamente se bajó del escenario, caminó casi en zig zag hacia un costado y ví que hacía grandes esfuerzos por quitarse el "yelmo" de encima, lo ayudamos con Gustavo y al quitar la pesada máscara vimos que el muchacho estaba empapado en transpiración y casi sin aire. "Puff, no daba más, parecen hechas de hierro, además tienen un insoportáble olor a pintura, no se aguanta", confesó el jóven mientras tomaba agua mineral con imparable ansiedad. Ante la situación, optamos por sacar lo más rápido posible de la escena a los dos heroicos portadores de caretas que quedaban bailando como en cámara lenta sobre el escenario, entre ellos "Pan Triste". Los niños presentes seguían aplaudiendo y cuando los protagonistas amagaban a retirarse les pedían a gritos que sigan. Ahí, le dijimos al grupo musical que suba cuanto antes y nos dedicamos a "socorrer" a los chicos de los caretones. Por suerte, llegamos a tiempo, porque si tardábamos un par de minutos más, se desmayaban por el calor, la falta de aire, el peso y la emanación de algun fuerte fijador que las máscaras tenían en su interior.
Allí terminó este paupérrimo show de "Pan Triste". Gustavo les había dicho a los encargados de la boletería que hagan entrar gente gratis, ya que la situación no daba para más. Quedó la anécdota de aquella jugada apresurada del gerente que entre otras cosas no apareció por el lugar ni preguntó al día siguiente como había ido el espectáculo. Pero en algo no se había equivocado; efectívamente, esas caretas habían despertado un gran interés entre los pequeños. Que triste lo de "Pan Triste".
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