martes, 10 de noviembre de 2009

El espíritu de Juan Beleggia, sigue habitando en el Bar Boston.

Hace poco más de veinte años, en Alsina 25, el mismo lugar donde hoy funciona el tradicional bar Boston, estaba instalada la tradicional peluquería masculina Braghero, que en esos años, era la más elegida por quienes pertenecían a la clase media alta de la ciudad. El salón, se caracterizaba porque allí trabajaban los profesionales más destacados de la tijera. Tiempos donde los hombres asistían infaltablemente cada semana para recortarse el cabello, afeitarse, hacerse manicura, y de paso lustrarse los zapatos con Saúl,”el rey del cepillo”. Este sitio se caracterizaba por poseer varios sillones instalados en una larga fila, una disposición muy singular que era posible gracias a los muchos metros de fondo con que cuenta el local. A finales de los setenta, este reconocido establecimiento cerró sus puertas y al poco tiempo, se transformó en el Bar Boston, donde a diario, sus sillones y mesas se ven ocupados en forma permanente por empleados bancarios, municipales, judiciales y habitués de todo tipo que almuerzan, cenan o toman un café mientras leen diarios y revistas. Allí en el exhibidor principal, donde figuran las publicaciones más destacadas , desde sus inicios estuvo presente “Signos y Marcas”. Juan Beleggia, su propietario desde hace 10 años, solía leerla detenidamente, siempre alentaba este emprendimiento aguardando con interés la salida de cada publicación. Lo mismo sucedía con Eduardo, Gaby, Franco, Rodrigo, Noelia, Carmen, Silvia o “Pety”, sus colaboradores. Desde mi regreso a Bahía, hace casi cinco años, el bar de Juan fue una parte de mi existencia, allí me sentí como en mi propia casa, convirtiéndose en el lugar de encuentro con amigos de toda la vida. Hace poco más de dos meses, el 18 de Septiembre de 2009, el querido "Juancito" partió imprevistamente de este plano terrenal. Nunca dejó entrever nada sobre su cruel enfermedad y mantuvo su habitual simpatía y humildad hasta los últimos días de sus jóvenes cuarenta y dos años. También habíamos acordado celebrar la aparición del número 60, por esta razón, te recuerdo en nombre del equipo de “Signos” y cada vez que entre al Boston, como todas las tardes, aunque no estés físicamente, te veré sonriente sentado en tu lugar de siempre esperando que te lleve el último ejemplar. Te extrañamos mucho querido Juan, solo nos queda la sensación que tu espíritu sigue habitando en el Bar Boston.

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