lunes, 31 de marzo de 2008

"ARME la GONDOLA " en CORDOBA. (parte 1)

Los hermanos Luis y Jorge Roth, propietarios de supermercados "Pinocho" en La Plata, habían obtenido grandes satisfacciones y resultados con la realización del concurso "Arme La Góndola" y más allá de la buena relación que tenía con ambos, no esperaba que su entusiasmo por los resultados del evento los llevara a recomendarme a los dueños de una importante cadena de supermercados Cordobeses para hacer lo mismo allá. A esta altura de las circunstancias, yo me sentía bastante cansado y también inseguro porque no contaba con un equipo de gente con conocimiento de marketing que me ayudara a controlar los distintos frentes que deben manejarse con "Arme la Góndola". Jamás había visitado Córdoba. Sabía que era una ciudad importante y con una población que superaba el millón de habitantes. Siempre tuve intuiciones bastante certeras sobre lo que puede sucederme ante decisiones precipitadas o los riesgos de improvisar sobre la marcha. Con supermercados Aragone,todos nuestros concursos salían casi perfectos porque esta empresa me respaldaba absolutamente en todo lo relacionado con el área de producción y administración y yó solo me ocupaba de impulsar la esencia de la idea y todo lo relacionado con el armado de las piezas publicitarias. El evento de "Pinocho" había sido muy exitoso, pero me desgastó sobremanera, ya que cargué con todas las responsabilidades y la única ayuda la obtuve por parte de Elvira. El desafío de Córdoba no me entusiasmaba simplemente porque mi subconciente me decía que me quede quieto o postergue esa acción. Quien más apuro tenía en motorizar el concurso era un amigo de años que estaba pasando un mal momento económico y a quién le pedí que viaje anticipadamente a esa capital, tome contacto con el supermercado y evalúe desde el punto de venta que posibilidades reales existían de llevar adelante la promoción. Mi amigo estuvo casi un mes en Córdoba y con el apoyo de los propietarios del supermercado y el probado interés demostrado por las marcas proovedoras, me pidió en reiteradas oportunidades que viaje cuanto antes, porque la respuesta era muy favorable. Ante los acontecimientos no tenía más excusas para evitar el viaje, ya que mi rol consistía en diseñar todo lo relacionado con la impresión de álbumes, figuritas, fotos de productos, lanzamiento publicitario, seguimiento de la propuesta, etc. Llegué al aeropuerto de "Pajas Blancas" en un vuelo de la tristemente célebre "empresa" LAPA. Antes de continuar debo confesar que soy fóbico a los aviones y los pocas veces que subí a alguno de ellos fué porque no "tenía otro remedio". La aeronave que me tocó en ese primer viaje, además de ser prehistórica, estaba tanto exterior como interiormente en deplorable estado de mantenimiento. Ya en el aire, el avión no cesaba de moverse, las valijas de mano y portafolios de algunos pasajeros se caían violentamente de las gavetas y pude ver que al igual que yó , varias personas estaban pálidas y transpiraban. Por suerte la pesadilla solo duró una hora. Arribamos al aeropuerto de "Pajas Blancas" y tomé un taxi hacia la ciudad. A causa de la tensión me dolía todo el cuerpo y solo quería echarme en una cama. Le pedí al taxista que me deje en el centro mismo de la capital Cordobesa. Recuerdo que solo llevaba una valija, caminé un par de cuadras y ví un cartel pequeño que decía hotel. Sin pensarlo dos veces ingresé y me recibe un morocho muy simpático y amable, que como comprobaría más tarde, la cordialidad es otro patrimonio de esa provincia tan hermosa y particular. El conserje me hace saber que solo le quedaba una habitación y me preguntó si quería verla antes de ingresarme. Le dije que no era necesario y en realidad ni la miré porque ni bien el conserje cerró la puerta, estaba tan cansado que me quedé dormido vestido y desperté al día siguiente. Mi habitación tenía un amplio balcón que daba a la calle Lima al 200, pleno centro de esa ciudad. Abrí las ventanas de par en par y lo primero que ví, fueron "trolebuses" conducidos por mujeres. Esos vehículos son similares a un colectivo, con la diferencia que funcionan con energía eléctrica. Yo los había visto en Buenos Aires en los años 50 y por entonces me parecían similares a tranvías, pero sin vías. En Córdoba los "trolebuses" se desplazan utilizando cubiertas similares a las de un colectivo común y sobre el techo tienen instaladas 2 astas flexibles que conectan a la unidad con 2 cables aéreos que proveen a la unidad de corriente. Quería bajar cuanto antes para recorrer esas arterias colmadas de gente que reía y caminaba feliz en una mañana plena de sol. Hacía mucho tiempo que no veía transeúntes alegres y esa vibración positiva que emergía de la calle la sentía en todo mi cuerpo. Estaba en una ciudad diferente, pero aún no la había descubierto. Lo mejor estaba por venir. Los directivos de Cordiez, el supermercado que estaba interesado en "Arme La Góndola", me esperaban por la tarde en la central de la empresa para hablar sobre el desarrollo del evento. Tenía que afeitarme y bañarme cuanto antes y allí sucedió algo muy extraño, porque al salir del cuarto de baño, me sentí observado. Miré hacia una ventana sin cortina que estaba a un costado de la cama y ví a dos niños y una señora con sus caras pegadas al vidrio. No entendía nada. ¿Que hacía esa especie de pecera de grandes dimensiones allí?. Cuando salí al pasillo, comprobé que la insólita ventana daba a una escalera interna que comunicaba a otro piso del edificio e inevitablemente, quienes bajaban por allí se encontraban con una abertura similar a una pantalla gigante de "Gran Hermano". Este episodio me hizo pensar en cambiarme a un buen hotel, pero no quería perder tiempo, dejé la llave de la habitación en conserjería y me dispuse a respirar y disfrutar del saludable aire Cordobés y empezar a descubrir las maravillosas avenidas y peatonales de esa ciudad única.

1994, contra todos los pronósticos, el dibujo manual vence a la computadora.

l994, la fiesta de "Charly" continuaba. La mayoría de los argentinos asalariados, seguían apostando al carnaval del "uno a uno". El país se dividía entre los sobrevivientes propietarios de pequeñas empresas o industrias, comerciantes , artesanos, productores independientes, creativos , etc, que trataban de mantenerse como podían y los empleados de distintas categorías e ingresos que se beneficiaban con la abrumadora invasión del plástico (tarjetas de crédito) y las "alegres" cuotas de electrodomésticos, los préstamos cómodos, accesibles vehículos cero kilómetro, viajes al exterior pagados a largo plazo, etc. Ya por entonces las computadoras amenazaban con exterminar a todos aquellos que como yó, aún se mantenían con los bocetos hechos a mano y dibujos pintados con acuarelas o témperas tradicionales. Las carreras de diseño gráfico brotaban como hongos y todos los chicos elegían estudiar marketing o comunicación, soñando que en algún momento formarían parte del gran planeta de ejecutivos millonarios que prometía el primer mundo del "Gran Carlitos"Yo, al menos no compré ese nuevo "espejito de colores" y una vez más, como siempre, tomé la ruta solitaria que nadie transitaba y seguí ejercitando mi pulso día a día con el dibujo clásico, método que para algunos "genios o adelantados", era obsoleto. Al poco tiempo me entero que los grandes artistas Argentinos habían emigrado y estaban trabajando en Estados Unidos y Europa con mucho éxito. Y me preguntaba: ¿Porqué razón estos dibujantes cotizan tanto allá? ¿Y las computadoras?. Estando aún en La Plata, una noche me llama Juan Romañello y me pregunta si estoy dispuesto a hacerle un diseño de etiquetas con personaje incluído, para un gran empresario de la miel. Le respondí que sí y de inmediato me puse a diseñar una abeja muy simpática con alitas y un casco antiguo como el que utilizaban los pilotos en la década del 40. A la noche, mientras Elvira me cebaba mate, desarrollé sobre un cartón grueso y pintado con témperas el original de la abeja. Al día siguiente, con el dibujo bajo el brazo, viajé a Capital donde me encontré con Juan Romañello, compartimos un café y de allí nos trasladamos hasta un edificio imponente que estaba ubicado en la Avenida Belgrano. El productor apícola, nos estaba esperando en uno de los pisos, donde funcionaba la administración de su empresa exportadora. El hombre no podía disimular su ansiedad, quería ver cuanto antes lo que había desarrollado para él. De inmediato, le mostré el dibujo y quedó extasiado. "Esto es una maravilla", exclamó feliz, mientras llamaba a su secretaria para que vea el trabajo. Al cabo de unos minutos, sacó una chequera y me dice: "Tu obra no tiene precio y quiero pagarla bien, sin que te ofendas". Cuando empecé a ver los números que estaba poniendo en el cheque no lo podía creer y Juan tampoco. Mostrándome el valor me pregunta: ¿Cinco mil está bién o le pongo un poco más?. Jamás pensé que unas pocas horas nocturnas de trabajo me iban a redituar esa plata. Juan no aceptó un solo peso de comisión, solo me pidió que a modo de retribución, le arme el diseño de una carpeta para un negocio que él iba a encarar. A partir de ese hecho y gracias a la hermosa "Abejita voladora" cuya imágen hoy recorre el mundo en miles de etiquetas de frascos de miel, estuve plenamente convencido que la computadora jamás podría superar el dibujo manual. Unos días después de aquello, y por casualidad, me dicen que un empresario hotelero cumplía 60 años y sus empleados y amigos querían regalarle una caricatura de tamaño grande para que sea firmada por todos los asistentes a una fiesta sorpresa que le estában preparando. Valiéndome de un par de fotos pequeñas del "cumpleañero" dibujé y pinté su caricatura donde aparecía como un prócer en un monumento. En esta ocasión, mis honorarios fueron algo menores, pero muy importantes al fin. El querido dibujo manual, contra viento y marea me seguía dando satisfacciones profesionales y económicas. Años más tarde, el tiempo y los hechos me darían la razón ya que si bien el diseño 3D de las computadoras tuvo su momento de esplendor, nada es comparable a la frescura que ofrecen las ilustraciones hechas a mano. Las máquinas apoyan las ideas previamente bocetadas, innegablemente son ágiles, tienen respuesta inmediata, pero al igual que la mente de un escritor, la mano del dibujante clásico continuará siendo, gracias a Dios una irreemplazable extensión del talento humano.

domingo, 30 de marzo de 2008

El "después" de ARME la GONDOLA en La Plata (Parte 2)

Frente a nuestra casa de La Plata, viven unos "tanos" muy simpáticos, solidarios y buena gente en extremo. El jefe de esta familia, es "Gaspar", un hombre a quien empecé a querer desde el primer día en que lo conocí. Con "Gaspar", en una casa muy grande, también habitan su hija Estela, su nieta y un hijo, ya que este personaje es viudo. Una tarde, yo estaba sacando el auto para ir hasta la central de "Pinocho". Recuerdo que Fabio me estaba ayudando a abrir el portón de rejas cuando desde la casa de "Gaspar" escuchamos gritos muy fuertes. En la puerta de su casa, estaba su hija Estela gritando desesperadamente. Primeramente pensamos que los estaban asaltando, nos cruzamos y le preguntamos que le estaba pasando. "Mi tía, mi tía se cayó en la bañadera y se está muriendo", nos repetía angustiada y en estado de shock. Sin dudarlo Fabio y yó entramos a la casa y lo primero que vimos fué al hijo de "Gaspar" parado frente a la imágen de una vírgen y con el auricular del teléfono en la mano. Creo que no se percató de nuestra presencia allí, ya que parecía estar paralizado ante los sucesos. Resueltamente me encaminé hacia el baño, donde estaría la tía de los "Gaspar". La mujer era bastante obesa y estaba caída en la bañera con la lluvia abierta. Mucho no entiendo de estas cosas de primeros auxilios, pero la señora tenía todo el aspecto de estar desmayada. No ví a Fabio junto a mí, posiblemente estaría tratando de comunicarse con Emergencias y sin dudarlo cerré la lluvia, y comencé a sacar a la mujer de esa incómoda posición. El cuerpo inerte pesaba demasiado, pero en ese momento, lo único que me importaba era llevarla hasta el dormitorio principal. Tomándola de los brazos por la parte de atrás, logré trasladarla hacia la habitación y caímos juntos sobre la cama.
Ya en ese sitio comencé a darle palmadas en la cara e intentar que abra los ojos. Cuando los abrió, me abrazó con fuerza y me dijo: "Dottore, dottore, me moro, ío me moro". Nó, no te vas a morir, ya llega la ambulancia, aguantá le decía sin saber que hacer. La señora estaba reaccionando y en un momento le pregunto como se sentía y me responde: "Las piernas, las piernas están muertas, no las siento, estoy paralítica".
Se me ocurre una idea muy estúpida y le pido a Estela, que había entrado a la habitación que traiga corchos. Estela no dijo nada y a los pocos minutos volvió con un balde de plástico lleno de corchos. (los tanos no tiran nada, pensé). Tomé los corchos y comencé a cubrir las piernas de la mujer con ellos. Estela, no paraba de llorar y le frotaba las extremidades con los corchos. En un momento se me ocurre mirar hacia la ventana que daba a la calle y había en ella al menos diez personas (vecinos) observando la extraña y ridícula escena. Finalmente llegó la ambulancia. Un médico muy alto y corpulento fué el primero en entrar, atrás lo seguía un enfermero muy delgado y bajito. Ni bien escuchamos que había arribado el auxilio, Estela dijo: "Los corchos, saquemos los corchos, el doctor va a pensar que somos unos ignorantes".
El médico revisó a la mujer, le aplicó una inyección con sedante y le pidió al enfermero que traiga la camilla para trasladarla hasta la ambulancia y llevar a la señora hasta el hospital.
Yo a esta altura de los acontecimientos y con el cuerpo más frío, sentía que se me partía la espalda. Posiblemente el haber hecho tamaño e inusual esfuerzo para mover a la "víctima", me estaba causando ese dolor tan insoportable.
El médico me dice: ¿Me dá una mano? ¿Puede ayudar al enfermero a cargar a la señora hasta el final del pasillo?. Evidentemente me estaba pidiéndo ésto porque el pasillo que conducía desde la habitación al exterior era estrecho y la camilla no pasaba por allí. El dolor de mi espalda seguía en aumento y encima tenía que volver a cargar con la mujer que era bastante pesada. Dirigiéndome al médico le pregunto: ¿Porqué la tengo que llevar yó? Me mira y me dice: "Mire, estoy operado de hernia y no puedo hacer esfuerzos, por eso le pido este favor".
El enfermero petiso la tomó de las piernas y dejó para mí la peor parte; La cabeza y los hombros. No había tiempo para discutir ni objetar nada, así que irremediablemente volví a cargar a la señora. Antes que la ambulancia se vaya, le pedí al médico que me recete una inyección que alivie mi dolor de espalda. "Me hubiera dicho antes, me respondió muy tranquilo mientras me indicaba un medicamento".
Tres días después de aquel episodio grotesco, yo estaba cortando el cesped del jardín de nuestra casa. Los "Gaspar" se habían sentado en la vereda con sus reposeras. Era una tarde calurosa y la tía, que había caído en la bañera, también y "milagrosamente", había salido del hospital y se encontraba entre ellos.
Todos vieron que estaba cortando el cesped. Me saludaban a los gritos desde sus asientos y hasta me prometieron una comida de agradecimiento por mi buena acción para con la "tía".
En un momento, la extensión de la cortadora se desenchufa y me agacho para arreglarla, cuando al intentar incorporarme siento un "crack" en la espalda y quedo tan inmovilizado y doblegado por el dolor que tuve que arrastrarme utilizando los codos hasta el interior de la casa. Una vez adentro, y antes de tomarme un fuerte calmante pude escuchar que los "Gaspar", desde enfrente gritaban: "¿Pipo, Pipo, donde estás, desapareciste?, cruzáte a tomar una cerveza".

El después de ARME LA GONDOLA en La Plata (Parte 1)

El éxito de Arme La Góndola en La Plata, había sido indiscutible y aunque me sentía muy feliz por ese logro en una ciudad grande, que además de ser Capital de Provincia, también era totalmente desconocida para mí. El evento había tenido varias fallas en su organización y me hacía responsable de las mismas a la hora de la autocrítica. Con este concurso en especial, siempre me ha sucedido que en un punto, me supera ampliamente, me desborda y a esa altura de las circunstancias debo ir corrigiendo errores que surgen sobre la marcha. Con Supermercados "Pinocho", que tenía muchas bocas de venta el mayor inconveniente era tener una información diaria de las necesidades que iban apareciendo, abastecimiento de elementos gráficos para el público, el comportamiento de las promotoras, testear la reacción de la gente, luchar permanentemente contra una imprenta muy poco seria que no cumplía con las entregas de las planchas de figuritas semanales y los respectivos álbumes, etc. Los dueños del supermercado tenían sus propios problemas y el consecuente estrés, propio de una empresa de familia que estaba compitiendo con grandes cadenas supermercadistas. Esto generaba falta de comunicación entre las partes interesadas en tamaña producción y otra vez me encontraba "pagando un nuevo derecho de piso". Los medios platenses eran muy estructurados y por alguna extraña razón, en esa ciudad tampoco funcionaban las agencias publicitarias. Solo se mantenían los diseñadores "freelance" que trabajaban para comercios pequeños o medianos y la creatividad era bastante relativa. "Arme la Góndola", es una idea que requiere mucha fuerza de impacto que hay que sostener en el lanzamiento, mantenimiento y final o cierre de la campaña. Yo trataba de mantener y en lo posible, mejorar la misma línea publicitaria que tanto éxito había obtenido en Mar del Plata para supermercados Aragone, ya sea en el armado de los anuncios de radio como en gráfica, vía pública y los diferentes puntos de venta, pero la personalidad de la ciudad de la Plata, no era la misma. La Plata cuenta con una gran cantidad de empleados públicos y la dependencia del estado es muy grande convirtiéndola en una comunidad burocrática, poco flexible y donde funciona mucho la intermediación. Lo dueños de "Pinocho", estaban acostumbrados a confiar sus promociones habituales a diseñadores tradicionales que a su vez, tenían conexiones laborales y de amistad con imprentas. Este era un escollo difícil de sortear, ya que no tenía tiempo de elegir nuevas opciones y bajar costos. Sentía la resistencia que me ofrecían los "locales" y tal actitud era comprensible, porque yo estaba jugando de "visitante" y había llevado una propuesta que además de ser novedosa, se suponía que podía dejarme un rédito económico importante, algo que no era tan exacto.
Con "Arme la Góndola", además del boom que significa para el supermercado, paralelamente se genera actividad para mucha gente que interviene prestando los distintos servicios. El supermercado obtiene un considerable beneficio al reunir un promedio de 80 marcas proovedoras importantes en un solo álbum de figuritas, destinando un espacio donde irán pegadas las imágenes color de cada uno de los productos intervinientes. La finalidad es provocar el entusiasmo y la participación creciente del público consumidor. Todo esto se logra con la motivación de premios atractivos. Quienes en 8 semanas completen el álbum, reciben un cupón de "álbum lleno" e intervienen en el sorteo final que se realiza ante público y escribano. La promoción en los medios de comunicación se divide en 3 partes; Lanzamiento, mantenimiento y cierre. La duración total del concurso es de unos 90 días y durante ese tiempo hay que trabajar para que los avisos se renueven y provoquen una expectativa constante. Esta idea tan simple, actúa sobre el subconciente del participante mayor de edad, ya que le despierta aquella costumbre de su infancia de reunir figuritas, con la diferencia que en el caso de "Arme La Góndola", los personajes son los productos y el resultado un considerable incremento en las ventas de los mismos.Como antes mencioné, la casa de la ciudad de La Plata, tiene atractivos muy particulares y nó porque sea ésta una vivienda de lujo. La casa es modesta, cálida, práctica y allí tuve muchas señales muy poderosas al momento de inspirarme a preparar nuevas ideas, dibujar o escribir. La energía de la casa Platense es indiscutible y por esta razón entre otras de orígen afectivo, Elvira la quiere tanto y se preocupa en mantenerla. En esas paredes mi cuñada Elena, logró con mucho sacrificio estudiar y obtener finalmente su título de médico. Allí también vivió mi suegra María Peña, que se ocupaba de plantar y cuidar las variadas clases de flores diseminadas en el amplio jardín al que cuidaba con amor y dedicación. Otra parte muy positiva son los vecinos del barrio. Barrio de los de "antes", habitado por las últimas generaciones de "tanos" laburantes que practican la solidaridad y la convivencia y en las tardes y noches de verano, solían sacar sillas y reposeras a la vereda e intercambiar amenas conversaciones. Disfruté mucho de mi tiempo laboral en La Plata porque pude descubrir los intensos valores humanos de personas como Marilés Amorós, nuestra vecina, una Catalana de gran inteligencia y sensibilidad con la que compartimos momentos maravillosos y también otros difíciles, pero finalmente solucionables. Ella se había separado recientemente de su marido y llevaba su existencia adelante y como podía con hijos aún pequeños. María, Trinidad y Enrique, que por entonces eran una criaturas, se transformaron en nuestros hijos de la vida, al igual que Fabio Marrero, un chico que apareció en la casa Platense cuando hicimos unas reformas. Fabio, había llegado a hacer esas refacciones junto a su patrón, un maestro mayor de obras.
Cuando se terminó la obra, el jefe de Fabio, se reunió con Elvira y yó y nos dijo: "Miren, tengo que pedirles un pequeño favor. Ustedes tienen en la parte trasera una habitación con baño, ¿tendrían problemas en que Fabio se instale allí unos tres meses, hasta que yo le termine el departamento que le estoy construyendo?".
Fabio era un chico con todas las características de ser buena persona. Además no tenía familia y es oriundo de una zona rural cercana a Necochea. También pensamos que 3 meses no era demasiado tiempo y durante ese período, Fabio podría cuidarnos la casa, darle de comer a nuestro perro León y mantener el jardín en condiciones.
El tiempo, el cariño y la confianza, convertirían a Fabio en otro hijo de la vida, ya que aquellos 3 meses que nos solicitó el maestro mayor de obras, se hicieron 12 años, porque el mentiroso nunca más volvió a buscar a Fabio. ¿Lo habría dejado olvidado?.

martes, 25 de marzo de 2008

Todos estos hechos relatados, no habrían sido posibles sin la presencia a mi lado de una mujer incondicional e inteligente como ELVIRA, mi esposa.

La conocí cuando ella solo tenía 17 años. La recuerdo como si fuera ayer saliendo del bachillerato nocturno del Colegio Nacional de Bahía Blanca y caminando sin prisa y feliz en noches de invierno y bajo la lluvia. Además de su natural belleza y elegancia, lo que más me impactó de Elvira fué su amplísimo universo mental. Jamás soporté a las mujeres vulgares o mediocres. Elvira nunca me exigió nada. Por entonces, ambos nos buscábamos instintivamente motivados por la espontánea y sincera necesidad de estar juntos hasta el día siguiente. Pasábamos largas horas hablando de distintos temas que nos apasionaban a ambos hasta que nos sorprendía el amanecer. Siempre tuve la sensación que ella era una especie de mágico "Angel de la lluvia" que surgía con su propia luz desde la oscuridad nocturna y me seguía incondicional como si fuera mi misma sombra.
Con el paso del tiempo, aquella mujer niña se iba incorporando a mi alma, hasta que finalmente el nacimiento de Virginia, definió nuestra convivencia. Por entonces, nadie de mi familia ni de la de ella apostaba una mísera moneda por la durabilidad de esa relación que pronto cumplirá 38 años.
Puedo asegurar que nada nos resultó fácil en aquellos comienzos donde escaseaba el dinero y sobraban la esperanza y la confianza en nosotros mismos.
Tiempos de ilusiones plenas de riqueza en medio de carencias cotidianas y en los Elvira, lejos de amilanarse o resignarse me daba fuerzas y apoyaba con pasión mis ideales. Nos fuimos soldificando y creciendo en base al respeto mutuo, la comprensión y la perseverancia.
A los tiempos de bonanza legítimamente conquistados, también le sucedieron duros temporales que pudimos superar gracias al amor y la ayuda de Dios.
Siempre sostendré que no soy ejemplo de nada, me considero un vulgar ser humano que llegado el momento está dispuesto a declararse culpable y sin la necesidad de un abogado defensor a la hora de confesar sus pecados, porque la hipocresía nunca formó parte de mi forma de ser.
Elvira, me ayudó a no bajar los brazos y seguir siempre el sonido de mis voces interiores. Ella y Lucy, que son del mismo signo (Capricornio), además de llevarse maravillosamente bien, fueron y son mis más fieles admiradoras.
Felizmente , aún hoy seguimos "Viviendo de Sueños", y esto nos permite crecer, tanto en lo profesional como en nuestras propias vidas individuales unidas y asociadas al bienestar espiritual. Nadie nos regaló nada. Todo lo que logramos fué con esfuerzo propio y lo mejor que nos pudo ocurrir es no haber negociado aún en situaciones extremas con el facilismo, los políticos y la obsecuencia. A Elvira, además de su estímulo cotidiano, también le adeudo la aprobación de mis decisiones a la hora de priorizar ideales y nó el dinero. Por último, a Dios, además de los dones que me concedió, le agradezco que a esta altura de mi existencia, aún me permita vivir dignamente de esta apasionante profesión.

domingo, 23 de marzo de 2008

GRACIAS DE CORAZON A TODOS LOS QUE LEEN ESTA HISTORIA DE VIDA.

Jamás imaginé que este blogspot que comencé a escribir con mucha sinceridad, llegaría a interesarle a tanta gente. Felizmente me equivoqué, porque las diversas muestras de cariño y adhesión que recibo día a día en mi correo, me alientan a continuar con los relatos de mis historias de vida. Les confieso que tenía mucha necesidad de contar los diferentes tramos de mi "Vivir de Sueños" donde no todas "son rosas", pero que definitivamente no deja de ser un desafío apasionante contra los imposibles. Estoy muy agradecido a Dios y a los seres humanos maravillosos que fuí conociendo a lo largo del tiempo por la compleja ruta transitada. Esta pequeña sumatoria de logros se la debo fundamentalmente a la gente que comprendió, apoyó y respetó mis ideas, ya que sin su aprobación incondicional nada de lo expuesto se habría concretado. La finalidad de este diario donde priorizo mis ideales es demostrar que si uno confía en ellos, los sueños pueden hacerse realidad. Pero, ¿como lograr que un sueño se concrete? ¿Como vender ese proyecto y demostrar que es redituable? .Hay muchas preguntas que estoy dispuesto a responder sin compromiso alguno a las inquietudes de todos aquellos jóvenes a quienes les apasione el marketing, la creatividad y el fantástico mundo la comunicación. El secreto consiste en tener vocación y mucha paciencia, ya que los éxitos suelen ser efímeros y lo más difícil es sostener una constante fluidéz creativa. Recuerden que en esta carrera "largan" muchos participantes, pero lamentablemente, son pocos los que llegan, algo que hay que tener muy en claro. Y para llegar es primordial no ambicionar el primer puesto, porque es el más complicado de mantener y el ruido y las consecuencias, son mayores cuando se cae desde una altura importante.
Con una buena dosis de ánimo, optimismo, mucha autoestima, capacidad de recuperación y perseverancia, nada será imposible si tenés una buena idea entre manos.
Tampoco la malvendas. Protegéte registrándola y llegado el momento, si te la hurtan, defendé tus legítimos derechos hasta las últimas consecuencias, porque una creación no tiene precio y siempre la ley estará de tu parte a la hora de iniciar una acción reclamando resarcimientos por daños, perjuicios, lucro cesante, etc.
No hay mucha experiencia ni difusión sobre este tema legal que ampliaré más adelante en todos sus detalles y que puede servir de mucha ayuda y orientación a quienes en algún momento descuidaron su "retaguardia" y los tomaron por sorpresa, quitándoles y lucrando con lo que crearon, diseñaron y les pertenece.
Finalmente opino que ver la cruda realidad del mundo actual y principalmente de la Argentina, no es lo más aconsejable y saludable para el espíritu del habitante común.
El exacerbado consumismo, la ambición desmedida, la indiferencia y la creciente falta de sensibilidad, además de provocar daños en el ánimo de los humanos, también es una enfermedad que contagia, robotiza y nos quita la virtud de soñar. ¿Imaginan una existencia plana, gris, aburrida, histérica y sin sueños?. Nó, luchemos para que esto no suceda porque si llegara a ocurrir terminaríamos devorándonos los unos a los otros y por último, encerrados tras los barrotes de una frágil seguridad en la cárcel de nuestros propios miedos.

"LEON", mi Amado Perro Platense.

Muchas veces me compadezco de las pobres personas que marginan o directamente no quieren a los animales porque definitivamente, son tan mezquinos que tampoco se quieren a sí mismos. Gracias a Elvira, yo aprendí a conocer los sentimientos y la fidelidad que permanentemente brindan los perros. Felizmente, hace muchos años que convivimos con animales simples, o los comunmente llamados "callejeros". En los diferentes hogares y ciudades en los que nos tocó vivir durante nuestra "movida" existencia, siempre tuvimos la fortuna de compartir la casa con los mejores amigos del hombre; los perros. Para nosotros, esas queridas mascotas, además del cariño y atención que merecen, también tienen los mismos o mayores privilegios que un simple ser humano. Nuestros perros nos han dado permanentes muestras de amor con sus demostraciones espontáneas y por sobre todas las cosas, sinceras. Es poco probable que un perro traicione. Contrariamente, es agradecido, demostrativo, compañero y puede percibir perfectamente los estados de ánimo de sus "dueños". Cuando nos fuimos a trabajar a La Plata con el concurso "Arme La Góndola" para supermercados "Pinocho", ni bien llegamos, nos encontramos con "León", un hermoso e inteligente Collie dorado, más conocido como "Lassie", que salió a recibirnos alborozado. La dueña de "León", era mi cuñada Elena Rabanetti, quién a principios de los años 90, se fué a trabajar al Hospital Regional de Comodoro Rivadavia. En ese momento, Elena, que es médico, no sabía si se adaptaría o nó a esa lejana ciudad sureña. Ella creía que en algún momento, ya vencido su contrato, regresaría a La Plata y en su ausencia, "León", había quedado como único ocupante y responsable de la casa. En el 94, cuando llegamos a la ciudad de las diagonales, "León", estaba firme en su puesto. Bien cuidado y alimentado, tenía un amplio parque a su entera disposición donde podía desplazarse a gusto, pero nuestra presencia le fué cambiando la vida y pasó a integrarse cada vez más con Elvira y yó. Recuerdo que todas las noches me quedaba dibujando o escribiendo en el living de la vivienda y "León" se acostaba a mis piés quedándose a mi lado hasta que llegaba el amanecer, momento en que ambos nos íbamos a dormir. Casi siempre, en horas de la tarde, solíamos salir a caminar por el barrio y "León" caminaba a mi lado con la elegancia propia de un lord inglés. Cuando me paraba a mirar alguna vidriera o conversaba con algún vecino, él también se detenía y esperaba pacientemente. Ambos nos sentíamos muy bien con esos paseos que llegaron a convertirse en una saludable costumbre cotidiana. Pero un día, "León" no se sintió bien. Los años habían pasado para el esbelto animal al que querían y admiraban casi todos los vecinos. Su salud se iba resintiendo día a día y aunque no se escatimaron medios para que cuente durante las 24 horas con la mejor asistencia veterinaria, "León" empeoraba. Digno y luchador, aún con sus escasas fuerzas, salía dificultosamente al parque a hacer sus necesidades. En un momento dado, ya no podía valerse por si mismo y fué entonces que Fabio Marrero, un chico que alguna vez el destino acercó a nosotros, convirtiéndolo en un hijo más y que estaba viviendo desde hacía varios años en la casa de La Plata, lo levantaba en brazos y con sumo cuidado lo llevaba al exterior. En ese momento triste, Elvira no se encontraba allí y durante varios días, Fabio y yó, dormíamos junto a la cama de "León", atentos a sus fuertes dolores y listos para cambiarlo de posición y aliviarlo. Una veterinaria muy sensible venía todas las tardes a controlarlo y acordamos con ella que bajo ningún concepto "León" sería sacrificado y que lo cuidaríamos todo el tiempo que fuera necesario. Ya los calmantes no le hacían efecto alguno y una tarde de lluvia, la vida del "rey" se apagó para siempre. No sé porqué razón, mis pérdidas afectivas suceden en días de lluvia. Cuando falleció mi viejo Víctor, durante las 4 horas de trayecto desde Mar del Plata a Bahía, llovía torrencialmente al punto que no podíamos ver la ruta y perdimos 3 escobillas del limpiaparabrisas. Lo mismo ocurrió cuando Lucy enfermó gravemente e hicimos ese mismo recorrido en medio de un temporal. La tarde en que "León" partió, el cielo se oscureció y la lluvia se tornó más intensa, posiblemente para mezclarse con nuestras lágrimas. Tenía necesidad de contar esta historia, porque con "León", el amado Collie al que alguna vez Pierino bautizó como "cara de tubo", me eligió, acompañó y devolvió con creces el amor que sentía por él. Cada vez que vamos a la casa de La Plata e ingresamos al living, imagino a mi querido amigo "León"estirado cómodamente sobre el sillón grande de cuero donde solía descansar.