lunes, 31 de marzo de 2008
"ARME la GONDOLA " en CORDOBA. (parte 1)
Los hermanos Luis y Jorge Roth, propietarios de supermercados "Pinocho" en La Plata, habían obtenido grandes satisfacciones y resultados con la realización del concurso "Arme La Góndola" y más allá de la buena relación que tenía con ambos, no esperaba que su entusiasmo por los resultados del evento los llevara a recomendarme a los dueños de una importante cadena de supermercados Cordobeses para hacer lo mismo allá. A esta altura de las circunstancias, yo me sentía bastante cansado y también inseguro porque no contaba con un equipo de gente con conocimiento de marketing que me ayudara a controlar los distintos frentes que deben manejarse con "Arme la Góndola". Jamás había visitado Córdoba. Sabía que era una ciudad importante y con una población que superaba el millón de habitantes. Siempre tuve intuiciones bastante certeras sobre lo que puede sucederme ante decisiones precipitadas o los riesgos de improvisar sobre la marcha. Con supermercados Aragone,todos nuestros concursos salían casi perfectos porque esta empresa me respaldaba absolutamente en todo lo relacionado con el área de producción y administración y yó solo me ocupaba de impulsar la esencia de la idea y todo lo relacionado con el armado de las piezas publicitarias. El evento de "Pinocho" había sido muy exitoso, pero me desgastó sobremanera, ya que cargué con todas las responsabilidades y la única ayuda la obtuve por parte de Elvira. El desafío de Córdoba no me entusiasmaba simplemente porque mi subconciente me decía que me quede quieto o postergue esa acción. Quien más apuro tenía en motorizar el concurso era un amigo de años que estaba pasando un mal momento económico y a quién le pedí que viaje anticipadamente a esa capital, tome contacto con el supermercado y evalúe desde el punto de venta que posibilidades reales existían de llevar adelante la promoción. Mi amigo estuvo casi un mes en Córdoba y con el apoyo de los propietarios del supermercado y el probado interés demostrado por las marcas proovedoras, me pidió en reiteradas oportunidades que viaje cuanto antes, porque la respuesta era muy favorable. Ante los acontecimientos no tenía más excusas para evitar el viaje, ya que mi rol consistía en diseñar todo lo relacionado con la impresión de álbumes, figuritas, fotos de productos, lanzamiento publicitario, seguimiento de la propuesta, etc. Llegué al aeropuerto de "Pajas Blancas" en un vuelo de la tristemente célebre "empresa" LAPA. Antes de continuar debo confesar que soy fóbico a los aviones y los pocas veces que subí a alguno de ellos fué porque no "tenía otro remedio". La aeronave que me tocó en ese primer viaje, además de ser prehistórica, estaba tanto exterior como interiormente en deplorable estado de mantenimiento. Ya en el aire, el avión no cesaba de moverse, las valijas de mano y portafolios de algunos pasajeros se caían violentamente de las gavetas y pude ver que al igual que yó , varias personas estaban pálidas y transpiraban. Por suerte la pesadilla solo duró una hora. Arribamos al aeropuerto de "Pajas Blancas" y tomé un taxi hacia la ciudad. A causa de la tensión me dolía todo el cuerpo y solo quería echarme en una cama. Le pedí al taxista que me deje en el centro mismo de la capital Cordobesa. Recuerdo que solo llevaba una valija, caminé un par de cuadras y ví un cartel pequeño que decía hotel. Sin pensarlo dos veces ingresé y me recibe un morocho muy simpático y amable, que como comprobaría más tarde, la cordialidad es otro patrimonio de esa provincia tan hermosa y particular. El conserje me hace saber que solo le quedaba una habitación y me preguntó si quería verla antes de ingresarme. Le dije que no era necesario y en realidad ni la miré porque ni bien el conserje cerró la puerta, estaba tan cansado que me quedé dormido vestido y desperté al día siguiente. Mi habitación tenía un amplio balcón que daba a la calle Lima al 200, pleno centro de esa ciudad. Abrí las ventanas de par en par y lo primero que ví, fueron "trolebuses" conducidos por mujeres. Esos vehículos son similares a un colectivo, con la diferencia que funcionan con energía eléctrica. Yo los había visto en Buenos Aires en los años 50 y por entonces me parecían similares a tranvías, pero sin vías. En Córdoba los "trolebuses" se desplazan utilizando cubiertas similares a las de un colectivo común y sobre el techo tienen instaladas 2 astas flexibles que conectan a la unidad con 2 cables aéreos que proveen a la unidad de corriente. Quería bajar cuanto antes para recorrer esas arterias colmadas de gente que reía y caminaba feliz en una mañana plena de sol. Hacía mucho tiempo que no veía transeúntes alegres y esa vibración positiva que emergía de la calle la sentía en todo mi cuerpo. Estaba en una ciudad diferente, pero aún no la había descubierto. Lo mejor estaba por venir. Los directivos de Cordiez, el supermercado que estaba interesado en "Arme La Góndola", me esperaban por la tarde en la central de la empresa para hablar sobre el desarrollo del evento. Tenía que afeitarme y bañarme cuanto antes y allí sucedió algo muy extraño, porque al salir del cuarto de baño, me sentí observado. Miré hacia una ventana sin cortina que estaba a un costado de la cama y ví a dos niños y una señora con sus caras pegadas al vidrio. No entendía nada. ¿Que hacía esa especie de pecera de grandes dimensiones allí?. Cuando salí al pasillo, comprobé que la insólita ventana daba a una escalera interna que comunicaba a otro piso del edificio e inevitablemente, quienes bajaban por allí se encontraban con una abertura similar a una pantalla gigante de "Gran Hermano". Este episodio me hizo pensar en cambiarme a un buen hotel, pero no quería perder tiempo, dejé la llave de la habitación en conserjería y me dispuse a respirar y disfrutar del saludable aire Cordobés y empezar a descubrir las maravillosas avenidas y peatonales de esa ciudad única.
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