Como relaté anteriormente, todas las mañanas salíamos a "tocar timbre" sorpresivamente en diferentes barrios y hogares Marplatenses para grabar los micros de "Pepsi Ring". Nos desplazábamos en una camioneta señalizada de la empresa auspiciante. En este vehículo me acompañaba un chofer de Sierras del Mar, un supervisor, dos promotoras, José "Pepe" Grégori, nuestro camarógrafo y un iluminador y sonidista. En cada incursion diaria, el supervisor era quién nos indicaba a qué zona debíamos dirigirnos en cada jornada de grabación. En una oportunidad, eligió un barrio de casas muy sencillas. Paradójicamente en los lugares habitados por gente de escasos recursos, llegábamos a encontrar familias que habían reunido hasta 100 tapitas de "Pepsi" o más, para canjearlas por premios. El slógan decía; "Jugáte yá con Pepsi, cuantas más tapitas juntás, más ganás." El vehículo se detuvo frente a una vivienda muy humilde. La casa estaba cercada con un alambrado y la puerta estaba abierta. Contrariamente a lo que nos sucedía en barrios importantes como "Los Troncos", "Parque Luro" u otros donde visitábamos casas lujosas y de altísimo valor, en esta ocasión, no se escuchában perros ni había indicio alguno de ocupantes. El supervisor de la firma se adelantó y comenzó a golpear las manos con la intención de hacerse anunciar. De pronto, en la puerta de la casa se asoma una señora con un pañuelo en la mano. Todo indicaba que estaba llorando. Con voz muy débil y angustiada la mujer nos hace un ademán para que avancemos. Cuando estuvimos junto a ella nos dice; "¿Ustedes son los de Pepsi Ring,nó? que lástima que llegaron en tan mal día". Le preguntamos que estaba pasando y porqué lloraba. La señora con un nuevo ademán nos invita a entrar al interior. Ninguno de nosotros entendía nada, cuando al ingresar vemos que en un sector de la casa había gente junto a un féretro y dentro del mismo estaba una mujer. "Es mi cuñada, pobrecita, tan jóven...Fué de golpe ¿Vió?" nos dice compungida la señora que que nos acompañaba. Todos los del equipo nos sentimos muy mal, jamás habríamos pensado que allí estában velando a alguien. En silencio absoluto comenzamos a retirarnos con el deseo de salir cuanto antes de ese lugar. Cuando caminábamos hacia la puerta de salida, alguien nos grita; " Hey, muchachos de Pepsi, vengan, no hay problema, si quieren hacer la nota, pasen nomás".
La escena era de locos. En medio de una corona sencilla, cuatro velas grandes, un féretro con la "finadita" adentro, los deudos se acomodaron con total naturalidad en un rincón. En pocos segundos, los 7 u 8 familiares o allegados de la mujer fallecida, se dispusieron con su mejor ánimo para ser entrevistados. "Pepe" Grégori me miró sin entender nada, ahí nomás le dije; Grabá Pepe. La gente que hacía minutos estaba llorando ahora sonreía y nos contaba su vida como si nada hubiera ocurrido. Hicimos la nota de rutina, entregamos los premios habituales y quien parecía ser la abuela de la muerta, trae una lata grande, la abre cuidadósamente y saca más de 80 "tapitas" de Pepsi. El supervisor y las promotoras las contaron con nerviosismo y le entregaron los cupones acordes al valor de las "tapitas". En medio de ese ámbito inusual donde convivían bizarramente la vida, la muerte, el dolor y la alegría, nos apresuramos en subir a la camioneta. Ya estábamos a punto de partir, cuando quién parecía ser el esposo de la fallecida, viene hacia nosotros y nos pregunta; "Muchachos, ¿Esto cuando sale en la tele?".
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