Como relaté en páginas anteriores, Mar del Plata, a partir del principio de los noventa, comenzaba a naufragar lentamente. La legendaria empresa de familia "Pehuamar", perteneciente a los hermanos Serdá, se vendió íntegramente a una multinacional. Supermercados Aragone, comenzó a tener graves dificultades financieras e intentaba buscar una salida. Al mismo tiempo, la tradicional firma de alfajores Havanna pasaba a manos de un grupo financiero y "Balcarce", también navegaba rumbo a una quiebra inevitable. Sierras del Mar, la embotelladora de Pepsi Cola, también había sido vendida y el ámbito publicitario comenzaba a debilitarse. Aquellas empresas importantes, las mismas que posibilitaron mi acceso por la puerta grande de "La Feliz" ,tenían ahora nuevos dueños y tanto el panorama comercial como anímico de los Marplatenses empeoraba día a día. A Elvira ,que siempre tuvo y tiene un gran cariño por la ciudad de La Plata, se le ocurrió que intente ofrecerle mi concurso "Arme La Góndola" a algún supermercado Platense. Sin dudarlo, nos instalamos en nuestra casa de de La Plata y a los pocos días de llegar concurrí a la central de supermercados "Pinocho", una empresa de familia perteneciente a los hermanos Jorge y Luis Roth, que por entonces contaban con 8 bocas de venta muy bien distribuídas en distintos barrios de la ciudad de las diagonales. A los Roth, les entusiasmó mi propuesta y me puse a trabajar en la pre-producción del evento. A todo esto, Ernesto Figueroa, un amigo y compañero de inolvidables momentos, también estaba sufriendo las consecuencias del "uno a uno" y tenía serias dificultades con su fábrica en Mar del Plata. Finalmente hice el lanzamiento de "Arme la Góndola" con supermercados "Pinocho". Estaba conociendo una ciudad nueva y también pagando un "derecho de piso". Si bien había llevado a cabo y con mucho éxito una importante cantidad de concursos para supermercados Aragone en Mar del Plata, en esta oportunidad no me resultaba sencillo motorizar solo y con la ayuda incondicional de Elvira tamaño emprendimiento. En mi convenio con "Pinocho", había asumido el compromiso de controlar la distribución semanal de las diferentes series de figuritas con imágenes de productos auspiciantes que se distribuían semanalmente y en simultáneo en las 8 bocas de venta.
Necesitaba colaboradores y pensé en un tipo conocido de Mar del Plata que estaba sin trabajo y lo convoqué para que me ayude en La Plata. Su tarea consistía en controlar diariamente la entrega de las figuritas y estar atento a las necesidades del concurso. Este hombre tenía la misión de ocuparse del abastecimiento de álbumes, volantes, figuritas y supervisar la tarea de las promotoras destacadas en cada uno de los "Pinocho".
A los 4 días de iniciado el concurso recibo un llamado de Jorge Roth, uno de los propietarios del supermercado. Ya frente a él, me dice muy seriamente: "Mirá, o lo rajás vos o lo tiro yó por la ventana". ¿A quién hay que rajar, de qué me estás hablando?, le pregunto sin entender nada. "A ese pelotudo que trajiste de Mar del Plata. Viene a la mañana temprano, se sienta en mi escritorio, lee todos los diarios, se sirve café, se saca los mocos como un cerdo, le mira el traste a mis empleadas y encima se rasca las bolas, ¿te parece poco?.
De inmediato me encontré con este personaje y le dije lo que estaba pasando con "Pinocho". Le dí el dinero que le correspondía por lo que "no había hecho" y le sugerí que se vuelva inmediatamente a Mar del Plata. Como respuesta, se puso a llorar y me rogó que no le deje sin trabajo. Por ese entonces, éste ya era un tipo bastante mayor. Me dió cierta pena y como última oportunidad le propuse que se quede trabajando como mi chofer particular a cambio de un sueldo normal. Aquí fallé. Tendría que haber seguido la sugerencia de Roth y pegarle una patada en el culo por estúpido e inútil, pero aflojé, quizás superado por la marcha exitosa que había tomado el concurso. Yo nunca tuve gran pasión por los autos, tampoco soy un hábil conductor y en La Plata, las diagonales me superaban y cada vez que salía, era inevitable que fuera a parar a la otra punta de la ciudad o me extraviara. Esto, provocaba que demore una eternidad en llegar a los "Pinocho", ya que las distancias entre uno y otro eran muy grandes. Aceptar al "sacamocos" como chofer, me facilitó en gran forma el desplazamiento cotidiano por La Plata, ya que el hombre conocía como a la palma de su mano las calles numeradas. El "Arme la Góndola" Platense, gracias a Dios y la inmediata aceptación de la gente, crecía semana a semana. Con Elvira nos quedamos todo el tiempo en la casa de La Plata. Disfrutamos mucho de aquellos meses de trabajo y además del rédito económico que producía esta probada idea interactiva, habíamos "cambiado de aire", al menos por un tiempo y eso me brindaba, además de un respiro, una visión más amplia y clara de la crísis que se vivía en la capital de la Provincia y también en la cercana Capital Federal. "Arme la Góndola" con "Pinocho" , tuvo una duración de 60 días y estába llegando a su fin. Trabajamos mucho para que todo salga lo mejor posible. La publicidad del concurso pautada en los medios Platenses más importantes fué intensa y efectiva y la impresión de los miles de álbumes y figuritas se realizó con óptima calidad sin escatimar recursos.
Con los premios a los ganadores, sucedió lo mismo. Queríamos ofrecer lo mejor a los miles de participantes que intervinieron en el concurso y decidimos sortear un 0km como primer premio, una moto de gran cilindrada en segundo lugar y más de 20 televisores e idéntica cantidad de videocaseteras. Recuerdo que el gran sorteo final se llevó a cabo el mismo día en que la ciudad de la Plata cumple años y en cierta manera competíamos con los atractivos actos de festejos que había programado el gobierno Municipal. Contra todos los pronósticos, al cierre de "Arme La Góndola", asistieron más de 1500 personas. Recuerdo que el ganador del "Twingo" cero kilómetro estaba presente al momento del sorteo. Cuando escuchó su nombre y apellido, se abrió paso entre la gente y subió al escenario con un inflador de bicicleta en la mano. Cuando lo tuve frente a mí, pedí aplausos y le pregunté si estaba contento por haber ganado el auto. El hombre me mira y me dice: ¿Contento? y...Sí, más contento estaría si tuviera laburo. Hace 3 años que vivo de las changas, y apenas me alcanza para mantener a mis 5 hijos, ¿No me puedo llevar plata en lugar del vehículo? Los hermanos Roth, entendiendo la situación del hombre, no tuvieron problemas en darle el dinero efectivo equivalente al valor del "Twingo".
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