Mi existencia es tan insólita y movida que muchas veces creo que Dios me puso en una especie de "tren fantasma", donde no sé con qué voy a encontrarme en cada vuelta. "El Sapo Sapienso",había sido un éxito arrasador en Canal 9-Telenueva de Bahía Blanca, con ese personaje el canal había logrado una contundente victoria de audiencia contra Canal 7, su competencia. Yá radicado en Mar del Plata los directivos de Canal 8, medio que pertenecía al mismo propietario del 7 de Bahía, me convocan para crear un producto infantil. Se me ocurre un conejo, al que bauticé como "Conejo Alejo". Por casualidad, me entero que una chica Marplatense que trabajaba en los estudios Disney de California, se encontraba visitando a sus padres en "la Feliz". Sin dudarlo, le llevé los bocetos del conejo y en solo 4 días, fabricó un muñeco tan perfecto que parecía tener vida propia. Para probarlo, los directivos del 8, decidieron incorporarlo por un día al panel de periodistas que hacían allí un excelente informativo del mediodía. Recuerdo que el "Cholo" Ciano y Perez Bastida se encontraban entre ellos.
La aparición del "Conejo Alejo",fué un verdadero boom, ese mismo día los teléfonos del canal "estallaron" con llamados de niños que querían hablar con "Alejo"
También se agotó la venta de conejos vivos en toda la ciudad. Estos acontecimientos, hicieron que el director del medio, me solicite la rápida puesta en el aire de un programa infantil al que llamé "El Club de Alejo".
Lo primero que hice, fué diseñar una escenografía con colores vivos, donde sobre un barril estaría sentado el personaje de ficción y dentro del mismo, trabajaría "Tito" Piñeyro, un reconocido artista Marplatense que además de manejar al títere, también tendría la misión de ponerle voz, algo que logró con gran solvencia profesional.
El programa se emitía todas las tardes en vivo con 1 hora de duración. También se había armado en el estudio una tribuna con capacidad para 200 personas. La dirección del envío estaba a cargo del "gordo" Pechersky, que junto al excelente grupo de técnicos y operarios del canal, todas las tardes ponían en el aire un producto que nada tenía que envidiarle a los que se realizaban en Capital. En "El Club de Alejo" también trabajó nuestra hija Virginia oficiando como conductora, donde tuvo una brillante actuación.
La audiencia crecía y la respuesta abrumadora que tenía el programa, obligó a pensar en la puesta en escena de una obra teatral. El elenco televisivo de "El Club de Alejo", lo integraban Favio Posca, un genial mimo y actor de Mar del Plata, que en pocos años llegó (hasta hoy) a convertirse en una de las figuras preferidas de las producciones de Adrian Suar. En televisión, además de Posca, también participaban Luis Reales, músico con varios premios "Estrella de Mar" en su haber y Laura Robles, una cantante de primer nivel. Uno de los máximos responsables del canal, era un tipo de "mierda", lo más siniestro que había conocido en mi vida. Contra ese ser oscuro, ya había combatido en Bahía, cuando "Sapienso" ganó la batalla contra el canal que por entonces, el controlaba en Bahía.
Pienso que ese tipo no me perdonó aquella victoria. Tampoco me perdonaría no haberle aceptado dejar a la familia Massot y pasarme a su "bando", tentándome con triplicar el sueldo que me pagaba Canal 9-Telenueva.
Por suerte, había firmado un acuerdo societario con el dueño de Canal 8, Alberto González, un empresario muy serio y visionario. Esto, me amparaba legalmente ante cualquier dificultad. Debutamos primeramente en el teatro Lido y superados por la cantidad de espectadores, en solo 48 horas pasamos a la sala del Neptuno, un teatro importante que funciona en el piso superior y cuenta con mayor capacidad. Aquí la gran afluencia de expectadores continuó repitiéndose en las sucesivas funciones. Siempre a sala llena. Una noche, a la salida, fuimos con el elenco de actores a cenar a un restaurante y me hacen saber que estában preocupados porque no les pagaban su trabajo diario.
Inmediatamente consulté a uno de los sicarios del directivo del canal y me dice que al teatro estaba ingresando poca gente(?)y los números no "daban".
Sin pérdida de tiempo, contraté un escribano público para que certifique los borderaux (planillas de ingreso) de cada función y también obtuve una constancia de Argentores, entidad que en cada función, deduce un porcentaje para los autores de la obra. Piñeyro y yó, teníamos la mitad cada uno de la autoría. A esta documentación, le sumé un comprobante de ingresos firmado por el apoderado de los hermanos Spadone, los propietarios del teatro.
Armé una carpeta fotocopiada y fuí a ver a los responsables del canal, que esa noche se encontraban festejando alguna boludez en la super casa donde vivía su jefe. Esta lujosa propiedad la alquilaba y pagaba el propietario del canal.
Les pedí que primeramente le paguen al elenco y después, me den la parte que me correspondía, caso contrario viajaría al día siguiente a Capital, para entrevistarme con el propietario del canal, mi socio en el "Conejo Alejo" donde le informaría, con las respectivas pruebas en la mano lo que estaba pasando en el teatro.
Como no le dieron importancia a mi reclamo, tal lo prometido, al día siguiente me hice presente en el edificio de Capital, donde funcionaba la empresa del empresario, que además de poseer una gran distribuidora de videos y señales de TV por cable, era dueño de Canal 8. Yá frente a él, no podía creer lo que estaba viendo en los papeles que justificaban mi enojo.
En esa reunión, me confesó que a diario, la gente que había puesto al frente del canal y que él suponía de su confianza, le informaba telefónicamente que la obra de teatro era un fracaso y apenas asistían 50 o 60 chicos por función.
Retornamos juntos a Mar del Plata. Al llegar llamó a sus abogados, a la policía y despidió a sus empleados infieles. Con bastante verguenza este exitoso empresario, me extendió un cheque con talón, donde me abonaba el total del dinero que me faltaba.
No tuve ganas de seguir con El "Conejo Alejo" aquellos episodios me habían superado. El "Tren Fantasma" de mi vida, me había estrellado esta vez contra un grupo de gente realmente de mierda. Y lamentablemente, esto no se detendría allí, ya que lamentáblemente seguiría encontrando nueva basura humana que por unos pesos no vacilaría en vender su alma.
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