sábado, 8 de marzo de 2008

1988, se enferma gravemente mi viejo Víctor.

Nunca consideré que mi existencia fuera fácil, aunque mucha gente creyera que yo era un tipo sin problemas. Si bien vivir del pensamiento es un privilegio o un don poco común, también tiene sus grandes riesgos e incertidumbres. Muchas veces me pregunté: ¿Que pasaría conmigo el día que no me vengan más ideas?, ¿Cómo pagaría mis deudas cotidianas, la comida, la luz, el gas, etc?. Los momentos de gloria o bienestar económico de un creativo no duran demasiado. Se van cumpliendo ciclos y hay que aprovechar estas oportunidades al máximo. Mar del Plata me estaba brindando excelentes oportunidades y mi cara, gracias a salir tantas veces en pantalla, se había hecho popular. Las ideas continuaban fluyendo y no paraba de trabajar para llevarlas a cabo. Dios no me "soltaba" la mano al tiempo que mi creatividad adquiría gran fuerza energética, posiblemente debido a la cercanía del mar. Lucy había tenido un lamentable accidente con su cadera y ya no era la misma. Lo peor que podía sucederle a mi amada abuela, era no poder valerse por sí misma. Todo funcionaba maravillosamente bien, hasta que un día, me llaman desde Bahía y me avisan que mi viejo Víctor, había sufrido un serio accidente cerebro vascular y que la situación era muy comprometida. Lo habían internado en el Hospital Español y los médicos neurólogos que lo atendían no se mostraban demasiado optimístas. Llegámos muy rápido a Bahía y pude verlo unos minutos en terapia intensiva. Sin dudarlo, fuí a verla a Clotilde,(mi hermana y guía espiritual) más conocida como "Negrita" ella es una grán guía del mundo espiritual, y también la hija de la Hermana Teresa, conocida como "La Guerrera Espacial". "La Negrita" ,al igual que su hermana "Cuca" heredó los dones probados de su madre, fundadora del Templo Paz y Elevación, que funciona frente al ex Hospital Ferroviario en calle Patricios.
La "Negrita" me recibió en su casa a altas horas de la noche. Le relaté lo que estaba pasando con mi padre y de inmediato dibujó algo en un papel y cuya imágen mostraré en este blogspot. Lo que había dibujado en pocos segundos, era un óvalo donde señaló un sector. "Esta es la arteria afectada" , me dijo. "Dejálo en mis manos, voy a hacer lo posible para que esta misma noche, los médicos del espacio operen a tu padre y suelden esa arteria".
Para el descreído o escéptico, este relato puede ser un delirio o una mentira, pero lo que ví al día siguiente fué una prueba muy concreta sobre la existencia de planos superiores y que aquí no termina todo, hay algo más en el más allá.
La "Negrita" me alcanzó el dibujo y con gran calma y seguridad me dice; "Quedáte tranquilo Pipo, mañana a eso de las 11, a tu padre lo van a sacar de terapia intensiva y lo llevarán a una habitación común. En el quirófano del espacio, el doctor André Luis, un cirujano brasileño fallecido en los años 30, será el encargado de la operación".
Y felizmente, así fué. Tal como me lo había anunciado "Negrita", a la mañana siguiente, mi viejo "inexplicablemente", fué sacado de terapia intensiva y trasladado a una habitación común. Durante unos minutos habló con cierta dificultad, pero después cuando me dijo; ¿Que hacés boludo, que me pasó? . A partir de allí me convencí que se recuperaría.
Elvira y Virginiahabían viajado conmigo de urgencia. En Bahía nos esperaba mi tío Osvaldo. Ellos quedaron en el hospital y yo fuí en una ambulancia acompañando a mi viejo hasta un centro de tomografías que funcionaba en calle Chiclana.
Cuando me mostraron el resultado de las distintas tomas del cerebro de mi viejo, quedé paralizado al comprobar que eran exactamente iguales al dibujo hecho por la "Negrita".
La arteria afectada se había "soldado milagrosamente". Al regresar al hospital Español, mi padre me pide que le compre una buena botella del whisky importado al médico que lo había operado. Le pregunté como había sido esa experiencia y me responde: "Me llevaron a un lugar transparente, estaba lleno de luz, era como de cristal o algo así, después vinieron unos muchachos que estaban dirigidos por un médico muy jóven que tiene pelo crespo y bigotes. Buscálo y llevale el regalo". En el bolsillo de mi saco tenía la foto en blanco y negro del doctor André Luis. Se la mostré y le pregunté: ¿Este es el médico que te operó?.
Sí, responde mi padre de inmediato. Ese es "el pibe" que me operó con una especie de láser. Quemába un poquito, pero no demasiado.
La "Negrita" me dijo que mi viejo viviría unos 3 años más y que lo disfrute al máximo durante ese tiempo.
Claudio, un excelente neurocirujano y gran amigo de la infancia, me confirmó que las arterias de mi padre estában desgastadas y se irían deteriorando cada vez más. Le pregunté: Claudio, ¿cuanto tiempo más vivirá mi viejo?. Claudio me mira y responde: "Calculo que no más de 3 años, Pipo".
Esto era muy difícil para mí. Con mi viejo Víctor, a partir del nacimiento de Virginia, comencé a tener una sincera e intensa relación amistosa. Posteriormente, en una de las largas charlas que manteníamos en nuestra casa de Mar del Plata, no dejaba de confesarme que lamentaba mucho no haberme entendido cuando yo era un chico que soñaba con ser artista.
Mi viejo Víctor, había soñado con un hijo Almirante (?) yo me reía y le respondía; "Almirante de la flota de las pelotas".
Solo tenía 3 años para dedicarselos a full a mi viejo. Elvira, como siempre incondicional, sensible e inteligente, me acompañó en todo ese tiempo dando lo mejor de sí misma para que Víctor sea feliz y no le falte nada.
Innumerables veces lo hicimos viajar a Mar del Plata, ciudad donde se sentía muy bien y lo ayudaba a recuperarse de las secuelas de su accidente cerebro vascular.
Jamás me arrepentiré de no haberme comprometido con trabajos nuevos para darle prioridad y el máximo de mi tiempo a la atención de Víctor, Víctor Palacio, mi padre.

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