viernes, 23 de enero de 2009

Giannis Fanariotis, "El Griego", 24 años después.

En 1978, le habíamos comprado a "Bocha" Gasparini, el fondo de comercio de la disquería que había instalado en un local de galería "Paseo del Angel". Elvira se ocupaba de administrar el negocio y Liliana Sieli, quién además de ser prima de Elvira, también era una eficaz e irreemplazable secretaria de nuestra agencia de publicidad, no tuvo otra alternativa que hacerse cargo de la casa de discos, ya que no solo era una chica muy carismática y responsable, sino también muy bonita y la única persona a quién podíamos confiarle el manejo de "Melody", nombre que le habíamos puesto a este pequeño emprendimiento. Una noche, fuimos con Elvira hasta el local que solo quedaba a unos 400 metros de nuestra oficina y encontramos a Liliana dialogándo con un muchacho de nacionalidad Griega. Se llamaba Giannis y solo hablaba en inglés. Castellano cero, o sea que era prácticamente imposible comunicarnos. Solo supimos que era oficial de la Marina Mercante de su país y el barco en el que estaba trabajando había llegado hasta el cercano puerto de Ingeniero White, donde permanecería amarrado un par de días. Notamos que Liliana y Giannis se entendían con gestos y miradas propias de dos jóvenes atractivos que estaban en la misma frecuencia. En aquellos tiempos, la Argentina estaba transitándo por un sangriento período, donde a diario desaparecían intelectuales, estudiantes, militantes de diferentes grupos clandestinos como el ERP, Montoneros, el Partido Comunista y los sindicalistas. Años oscuros donde imperaba el frío silencio que genera el miedo. Era evidente que nuestro visitante no ignoraba lo que aquí estaba ocurriendo, aunque mucho le llamaba la atención que esa misma noche, lo invitáramos a cenar al restaurante "Víctor", un sitio céntrico que era nuestro favorito y al que solíamos ir a comer con frecuencia. Seguíamos sin poder entendernos con Giannis, pero esta "barrera" idiomática no impedía que durante aquella cena, los cuatro nos sintiéramos cómodos y disfrutando de un momento sumamente agradable. Al salir del restaurante fuimos a nuestra casa, donde Giannis tomó una guitarra y entusiasmado, cantó una hermosa canción de su tierra. Volvimos a verlo, siempre con Elvira y Liliana. En pocas horas, aquel muchacho marino, se había convertido para nosotros en alguien muy querido y le brindamos toda nuestra atención y cariño.
Finalmente, Giannis debió partir con su barco y nunca volvimos a saber más nada de él. Casi 24 años después de aquello y estándo en nuestra casa de la ciudad de La Plata, recibimos un llamado telefónico que al principio nos llenó de sorpresa. Era el mismo Giannis hablando en perfecto castellano y diciéndonos que se encontraba en Buenos Aires y estaba ansioso por venir a vernos lo más rápido posible. Casi una hora más tarde, en una noche de lluvia, apareció ante nosotros. Elvira improvisó una cena, donde ninguno de nosotros tres podía ocultar sus emociones. Estábamos felices y agradecidos a Dios por aquella posibilidad de reencontrarnos con un Giannis de cabellos plateados que nos había estado buscando durante casi 20 años sin resultado alguno. Primeramente trató de localizarnos en Bahía, pero en esa época, ya estábamos viviendo en Mar del Plata y nuestro teléfono no figuraba en la guía. En tanto, seguía trabajando en la Marina Mercante Griega, donde había hecho una brillante carrera como oficial y paralelamente hizo un curso para aprender a hablar en castellano, siempre con la esperanza de encontrarnos algún día.
Seguía lloviendo en la ciudad de La Plata, y ya muy entrada la madrugada, Giannis y nosotros, relatábamos detalles de lo que había sido de nuestras respectivas vidas en ese largo período sin vernos. Había pedido un remisse para regresar a Buenos Aires, porque a primera hora de la mañana debía estar presente en las oficinas de la empresa naviera en la que estaba ocupándo un alto cargo. En una parte de aquel inolvidable encuentro, nos confesó que cuando partió del puerto de Bahía en 1978, se había prometido volver a encontrarse con nosotros porque jamás olvidaría el trato y el cariño que había recibido de nuestra parte en una tierra tan lejana a la suya y con la dificultad que significaba por entonces el no poder entendernos. Giannis el Ateniense, había cumplido con su palabra y cuando nos despedimos de él, nuestros corazones se entristecieron. Vimos partir a un hombre que nos había estado amando, extrañándo y buscándo para decirnos Gracias, gracias por tan lindos momentos. Hoy, en esta parte del blog donde relato aspectos de mi insólita existencia viviendo de sueños, yo también, al igual que Elvira, te decimos gracias a vos querido griego. Que bueno fué verte de nuevo y sentir que aún nuestras almas estaban intactas.

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