domingo, 6 de abril de 2008

Ruben Zurlo, un amigo de "LOCOS". (Parte 1)

No puedo dejar de mencionar en estas páginas relacionadas con mi libro de navegación a través de "Los sueños" a Rubén Zurlo, un querido personaje que se incorporó a mi vida desde hace unos 20 años y con el qué además del afecto, me unen cientos de minutos llenos de alegría y momentos de delirio pleno, muy difíciles de igualar. Rubén es un Bahiense que comenzó a transitar en el mundo de los negocios junto a Ernesto Figueroa, quién además de ser su referente, también era como un padre para un Rubén ansioso de progresar económicamente y convertirse en un hombre reconocido e importante. Tras esta meta y con sus escasos veinte años, tomó la decisión audaz de partir rumbo a un Neuquén que prometía por aquellos años setenta, tranformarse en una "quimera del oro". Esa zona comenzaba a crecer y no era sencillo adaptarse al viento, la tierra, la chatura edilicia y principalmente el desarraigo, hasta que una mañana, Dios o el destino le regalaron un inesperado "golpe de fortuna". Rubén había instalado en esa capital un humilde negocio de venta de ropa y mal no le iba, hasta que fué a consultar el saldo de su cuenta corriente al banco con el que operaba y se encuentra con la sorpresa que milagrosamente su habitual saldo magro, había "engordado". En ese tiempo no existían las computadoras y algún administrativo agotado o harto de contar "plata ajena", se equivocó en las cuentas y el saldo de Rubén se tornó abultado. Sabido és que las entidades bancarias no regalan nada, son instituciones frías, anónimas y solo le facilitan dinero a quienes pueden respaldar sólidamente los préstamos o descubiertos. También es historia probada que cada tanto, los bancos argentinos principalmente, inventan algún bono, cupón, "corralito" o "corralón" para perjudicar moral y económicamente al ahorrista incauto o desprevenido. Definitivamente, Dios o el destino, hicieron "sonar" un tiro para el lado de la justicia y Rubén, supo capitalizar al máximo ese involuntario error. Error que reconoció y reintegró totalmente en solo 3 meses a la entidad. A horas de retirar el total de la suma, con mucha inteligencia, invirtió el dinero en la compra de un importante stock de ropa unisex con la que abasteció su comercio. Como resultado, en corto tiempo multiplicó considerablemente su capital y comenzó a crecer comercialmente. Yo lo conocí cuando movido por la nostalgia y el respaldo del patrimonio logrado en Neuquén, regresó a Bahía Blanca años después con la intención de poner un negocio. Quien me presentó a Rubén, fué el mismo Ernesto Figueroa. El emprendimiento comenzaría a funcionar en Donado 82 y su nombre era "Casa Locos". La intención de Rubén era imponer su negocio y en lo posible lograr una respuesta inmediata por parte del público. En varias oportunidades y compartiendo una importante cantidad de cafés (que hasta hoy sigue pagando él), íbamos diseñando la forma de publicitar a "Locos" e instalar su imágen en la gente. A Rubén se le ocurrió mandar a construir una ruleta gigante y muy colorida que ubicó cerca de la caja. Los clientes tenían acceso a este juego y podían ganar diferentes premios en cada "tiro". Lo primero que hicimos fué negociar una considerable cantidad de segundos en Canal 7 (un canal de aire) y salir con comerciales de 20 segundos de duración cada uno, grabándo avisos novedosos e impactantes. Bahía siempre sobresalió por ser una ciudad estructurada, que difícilmente se involucre en transgresiones por temor a "salirse de las formas" y hacer el ridículo. Tanto Rubén como yó, estábamos lejos de esos prejuicios y los videos de lanzamiento de "Casa Locos" eran realmente de locos y difíciles de imitar. Jamás programábamos nada con anticipación. Generalmente y en horas de la mañana, íbamos al canal acompañados de Matías el primer hijo de su matrimonio con Leticia (después vendría Sofía), que en aquel entonces era un niño de corta edad y yá se perfilaba como audaz, inteligente y dispuesto a hacer lo que haga falta en televisión.
Nuestras chicas modelos eran realmente feas y para nada esculturales, pero a nosotros nos parecía que eran "diosas" y salían al aire naturalmente mostrando sus particulares defectos. Los pantalones que se ofertaban aparecían bailando solos en pantalla. Esto se lograba con la utilización del sistema "croma". Y el que bailaba junto a Matías era el mismo Rubén. Para lograr este efecto, se cubrían con prendas azules la cara , los brazos y el resto del cuerpo. Así se conseguía que solo se vean los jeans o eventualmente las camisas dando la sensación que las prendas flotaban rítmicamente en el aire.
Los técnicos del canal, esperaban con alegría nuestras grabaciones, porque cada una de ellas era un verdadero show bizarro. Estos comerciales salían en tandas abrumadoras y semana a semana íbamos renovando las grabaciones.
Las ventas crecían día a día y "Locos" definitivamente se había posicionado con mucha fuerza en la ciudad y la zona, porque además de los buenos precios y una variedad de ropa muy particular y atractiva para la familia, también tenía "onda" y para el público, comprar en ese negocio era una verdadera fiesta. Disfruté mucho de aquellos años de "Locos", porque una vez más pude demostrar que el humor publicitario, además de exitoso es saludable y paralelamente comenzaba a conocer a un tipo que detrás de su armadura de comerciante duro e impenetrable, al igual que yó, escondía a un niño ávido de desafíos.

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