martes, 22 de abril de 2008

Conduciendo una "Lotería" televisiva en un canal Marplatense.

Los recuerdos del éxito contundente de "Arme La Góndola" en Córdoba, aún permanecían frescos en mi mente. Había trabajado intensamente durante varios meses para lograr que ese evento salga lo mejor posible, pero lamentablemente no me había dejado un buen rédito económico. Posiblemente esto se debió a las improvisaciones que surgieron desde el inicio y como ya dije, también por la falta absoluta de conocimiento publicitario y marketting por parte de quienes había elegido apresuradamente como mis colaboradores allá. Ya de regreso en Mar del Plata, una mañana, recibo en mi casa el llamado de un alto directivo del canal más importante de esa ciudad. El ejecutivo me pide que nos reunamos a la brevedad porque tiene una interesante oferta para hacerme.
A la tarde concurro al canal y yá en su despacho, el directivo comienza a decirme que tienen en el aire un programa dominical de dos horas de duración con emisión en vivo y cuyo mayor atractivo, además de los números artísticos, consiste en los sorteos en cámara con premios importantes y también dinero en efectivo, donde participan todas las personas que hayan adquirido los billetes de esa lotería televisiva semanal.
Yo sabía de la existencia de ese envío, cuya productora era una chica adinerada, hija de un importante distribuidor de películas, series para televisión y también propietario de tres de las principales señales de cable existentes en el país. La joven vivía en Capital Federal y había comprado los derechos de ese novedoso formato que por alguna extraña razón, tenía escasa repercusión entre los Marplatenses. La dueña del producto quería conocerme y escuchar mis ideas relacionadas con cambios que posibiliten el crecimiento del programa. La empresaria era muy dinámica, la típica ejecutiva que estaba obstinada en lograr que su primera experiencia en producciones televisivas no naufrague. Pienso que también jugaba un papel muy importante su amor propio, ya que si el intento que además de contar con una importante inversión, se convertía en un contundente fracaso, también podría decepcionar a su padre que desde sus comienzos en los medios televisivos, había probado ser un exitoso visionario. Lamentablemente ella había invertido una considerable suma en esa propuesta y debía apostar las últimas “fichas” para tratar de salvar el programa, su dinero y por sobre todas las cosas el prestigio de su apellido.
No era sencillo lo que me tocaba ahora. Recién me empezaba a reponer mental y físicamente del intenso trabajo de Córdoba, pero el ofrecimiento económico de la productora era sumamente tentador. Otra de las condiciones que puse, fue que Virginia, nuestra hija, oficiara de productora general del programa. La presencia de Virginia me brindaría apoyo y tranquilidad a la hora de salir en vivo, ya que ella siempre había demostrado eficiencia y seriedad en todos los trabajos en que le tocó estar a mi lado.
La primera reforma visual que se me ocurrió fue armar una gran tribuna en el estudio, con capacidad para unas 200 personas cómodamente sentadas. Mi intención era aportarle al programa de juegos un aire popular, festivo y con público en el piso. Rápidamente un grupo de carpinteros puso manos a la obra y la “super tribuna” comenzó a tomar forma.
La joven empresaria no escatimaba su apoyo material para que el cambio resulte. También viajaba a Mar del Plata y seguía de cerca el avance de la nueva escenografía, los jingles y todo lo que se estaba gestando para salir al aire renovados y “bien arriba”.
Una parte de lo que producía la venta callejera o en diversos puntos de venta de los billetes, se destinaba a una institución que trabajaba en bien los niños y que además cuenta con el cariño y el respeto de los Marplatenses. El día del debut se acercaba y sobre la marcha, se decidió que yó, además de ser el productor, también participe en la conducción del envío, tarea que compartiría con un popular animador y conductor radial de “la Feliz”.
El primer programa de la nueva era, salió por fin al aire. Solo restaba esperar la opinión de la productora, que en ese “estreno”, se encontraba presente con su pareja, un muchacho europeo, alto, rubio y con aspecto de caballero refinado.
Hablaban en inglés y yo no entendía nada de lo que estaban diciendo, a los pocos minutos ella me comenta que el programa había salido bien, pero que no le gustaba el nivel del público que había colmado la tribuna.
Que le viste de malo a esta gente?, le pregunté-Y…Son todos “morochos”, cuando las cámaras los enfocan,se nos viene muy abajo la calidad del programa. Quisiera que venga gente mejor vestida, más linda, no sé, con mejor nivel.
En síntesis, ¿vos querés que estén sentados allí hombres y mujeres rubios,
lindos y con ojos celestes? Le pregunté irónicamente.-No sé, hacé algo para mejorar el nivel del público, ese es el toque que hace falta para que todo esté bien, me responde.
En el segundo envío dominical volvimos a aparecer con un alto grado de perfección. El programa tenía mucho dinamismo. Habíamos salido del “acartonamiento” original y ahora con la incorporación de grupos en vivo, nuevos juegos en el estudio, laberintos con premios sorpresa instantáneos y mucha interacción con los televidentes, se logró que creciéramos en audiencia. Mar del Plata y la amplia zona de influencia esperában el domingo, para mirar ese programa que ya tenía identidad local.
Al día siguiente, la joven empresaria arribó a la ciudad, fue al canal y miró detenidamente el video del programa. Nuevamente insistió con mejorar el aspecto de los integrantes de la tribuna.
No te preocupes, esta tarde, llegan las pelucas rubias y los lentes de contacto de
color celeste,le contesté. Ella no dijo una sola palabra.
Al poco tiempo, un señor que era hombre de confianza de la productora y manejaba la administración, me informa que los billetes de la lotería televisiva no se estaban vendiendo bien y esto provocaba una considerable baja en los ingresos del programa.
Los premios más importantes, además de dinero en efectivo, eran un par de automóviles cero kilómetro, dos motos de marca y gran cantidad de televisores, videocasetteras, mini-componentes y diversos electrodomésticos. El problema radicaba en que los sorteos se llevaban a cabo con la utilización de un sistema realizado a través de un programa de computación y siempre salían premios menores. Esto,a mi entender estaba desalentando a los compradores de billetes y allí residía la causa de la caída de ventas de los mismos.
La joven empresaria comenzaba a preocuparse. Su producción, que lamentablemente había nacido con fallas, estaba generando pérdidas considerables y aún no había salido ningún premio importante. Viajé a Buenos Aires en 2 oportunidades para encontrarme con ella y nada salía en limpio de esas reuniones. Insistí en que la única forma de levantar la venta de billetes de esa fallida lotería televisiva, era sorteando de una vez por todas los ansiados automóviles para motivar al público.
Una semana antes del último programa, tanto la productora como la misma gente del canal, decidieron terminar con el deficitario programa. Yo también estuve de acuerdo, no había otra salida.
Llegó finalmente el día de la “despedida”. La lotería televisiva llegaba a su fín y los premios grandes quedarían en poder de la producción, ya que seguramente el programa de computación con resultádos electrónicos, seguiría provocando la salida de los premios chicos.
Interiormente me sentía muy mal, no podía “poner la cara” en ese último programa y sortear "miserias", algo tenía que hacer para dejar felices a los poseedores de billetes y a la gente que estaba presente en el estudio. Ya con las 5 cámaras funcionando desde diferentes ángulos, Virginia me indica que vamos al aire. Como siempre, yo y el animador que me acompañaba, abrimos el programa con el máximo de energía, presentámos los números artísticos, hicimos los juegos de preguntas y respuestas y yá en el último bloque, decido ignorar a la computadora y anuncio en vivo y en directo que en este programa de despedida, los sorteos se van a hacer por extracción de cupones.
En un sector del amplio estudio, se había instalado una gran urna de acrílico transparente donde se depositaban los duplicados de los billetes de la lotería televisiva. Sin dudarlo, pedí que se acerquen niños y ante el escribano del canal, comencé la extracción. En aproximadamente 15 minutos, más de 40 televisores, video casetteras, mini componentes y artículos del hogar fueron legalmente sorteados y entregados a sus respectivos ganadores. Muchos de los favorecidos estaban presentes en el estudio, y otros al ver por TV que habían ganado, venían de inmediato al canal a buscar su premio y aparecían en pantalla.
Solo me faltaban los autos cero Km y las motos. La situación era insólita, realmente me sentía una especie de “Papá Noel” imparable. Solo notaba la alegría de los favorecidos a mi alrededor y esto me potenciaba a seguir adelante, porque estaba a segundos de sortear los premios “gordos”,los más codiciados.
Una nena controlada por el escribano, sacó el billete ganador de uno de los vehículos, seguidamente salió el segundo auto y también las motos.
Recuerdo que uno de los ganadores era un humilde tripulante de barcos pesqueros que en minutos, al conocer la noticia, apareció en el canal junto a su familia.
Lo mismo ocurrió con el resto de los favorecidos, que sobre el final del programa estaban en el estudio colmados de alegría.
5 minutos antes del cierre, un colaborador nuestro me hace saber que en el depósito, quedaban un par de colchones y dos calefactores que también fueron sorteados. Me fui del canal tan apurado que olvidé hacerme quitar el maquillaje. Creo que fue uno de los programas más felices de mi vida. A partir de aquello nunca volví a tener noticias de la joven productora.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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