Mis programas de radio estaban en pleno apogeo. Me sentía libre, feliz, estaba haciendo lo que me gustaba y los grupos de rock tenían cada vez más aceptación. Un buen día conozco a la gente que dirigía los destinos del Centro Luis Braille en Bahía Blanca y me comentan que necesitaban construir un taller para darle ocupación laboral a los muchos no videntes que se acercaban a la institución.
El señor Zilio, por entonces presidente del Braille local, aceptó una idea que se me había ocurrido; Una maratón de baile y música. Con los chicos del grupo "Terrón de Azúcar", averiguamos que todo funcionaría muy bien si superábamos las 72 horas haciendo música sin parar durante todo ese tiempo.
En calle Estomba al 100, nos facilitaron un local muy amplio que estaba desocupado desde hacía bastante tiempo. Como de costumbre, tenía que arrancar de "cero". No teníamos dinero para producir tamaño evento. Una vez más estuvo el apoyo siempre incondicional del subgerente de LU2, el señor Fort, quien puso a nuestra disposición el equipo móvil de la emisora para transmitir en directo las alternativas de la maratón.
LU3 Radio Del Sur, otra radio importante de la ciudad, también ofreció desinteresadamente su equipo de exteriores. Lo mismo sucedió con LU7 Radio general San Martín. Un día viernes dimos comienzo a esta inédita aventura. La gente comenzó a acercarse de a poco. A la medianoche el local estaba lleno. En el centro del local, había hecho armar una especie de ring de boxeo cercado por sogas. Allí, en ese cuadrilátero estában los chicos y chicas que competían por el record mundial de permanencia en baile. Y a unos seis metros, se levantaba un escenario donde los integrantes de "Terrón de Azúcar" comenzaban a intentar el record de permanencia mundial haciendo música sin parar.
Los descansos eran de 15 minutos cada 4 horas. Había masajistas para atender a los bailarines y una guardia móvil del Hospital Municipal Leónidas Lucero a nuestra disposición.
Finalmente, el día domingo "Terrón de Azúcar" cumplió 73 horas haciendo música y alcanzaba así el record mundial. Lamentablemente los chicos del "Clan Terremoto" no llegaron a cumplir su objetivo.
5 mil personas habían pagado religiosamente su entrada y se recaudó un millón de pesos, cifra que alcanzó para que el Centro Luis Braille construya su taller y compre las herramientas necesarias.
Recuerdo que al finalizar esos 3 días que me parecieron una eternidad, "Rulito" Díaz, un querido hombre que había sido payaso de circo y siempre me acompañaba en todos los emprendimientos artísticos, cuando terminó aquella gigantesca tarea, me preguntó; ¿Pipo, tenés plata para cigarrillos? Nó "Rulo", le contesté. No me quedó ni una moneda. No te preocupes, yo te compro los Jockey me dijo "Rulito" con su habitual sonrisa.
Nos fuimos juntos caminando en un amanecer cálido y luminoso, donde una vez más, Dios, la gente buena y la música, habían hecho un nuevo milagro.
Pocos días después la comisión directiva de la institución, invitó a todos quienes habíamos participado en "la maratón" a un brindis donde se nos entregó una plaqueta recordatoria.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario