Al salir del ejército, hice varios intentos laborales, sin obtener resultados positivos. Mi largo noviazgo con Mary se estaba desgastando cada vez más. Esto se debía en gran parte a mi falta de un trabajo estable que me permitiera formalizar esa relación sentimental que ya llevaba 7 años. Mary había concluído sus estudios universitarios y obtuvo su título de profesora con excelentes notas. Ese fué uno de mis períodos más críticos. Sentía que Mary y yó estábamos naufragando sin remedio y ante mi oscuro presente, poco y nada podía hacer para salvar esta situación. Una mañana nos separamos definitivamente. No fué grato para ninguno de los dos, pero si alguien debía salvarse, ese alguien tenía que ser ella. Se merecía un futuro digno junto a una persona que le ofreciera la estabilidad económica que yo no podía proporcionarle ni prometerle, al menos en ese momento.Felizmente, Mary lo consiguió. Después de esa ruptura, seguí golpeando puertas de agencias de publicidad, hasta que el señor Rodolfo Figueroa, titular de una pequeña agencia llamada Atalaya, me confió la realización de toda la gráfica televisiva de su empresa. Esto me permitió sobrevivir con dignidad y contar con la sincera amistad de Figueroa, un hombre a quien más allá del agradecimiento por aquella oportunidad laboral, recuerdo con gran cariño por su calidad de persona. Estaba a punto de cumplir 23 años, cuando los propietarios de Mueblería Bahía Blanca, una reconocida firma que funcionaba en San Martín y Las Heras de mi ciudad, me piden armar un "piloto" con mi voz para auspiciar un programa de radio. Debo reconocer que gracias a Oscar y Roberto Limansky, los dueños de esa firma, pude ingresar por "la puerta grande" de LU2 Radio Bahía Blanca AM, la emisora más escuchada de Bahía Blanca. El programa duraba una hora y se emitía diariamente en el horario de 10 a 11 de la mañana con el título de "El Musical de Divanlito".
Divanlito era una marca de divanes que se hizo famosa en los años 60. Estos sillones venían en colores muy atractivos y tenían la particularidad de hacerse cama. El señor Damico, representante regional de Divanlito, también apoyó desde el inicio este desafío que para la época significaba una alta inversión publicitaria. Mi ingreso en LU2 fué afortunado, ya que logré un estilo de conducción rápido y claro, muy al estilo de los disc jockeys norteamericanos. Esa aparición en la radio cayó muy bien, principalmente en la audiencia juvenil porque salía de las clásicas estructuras utilizadas para conducir programas musicales. Pienso que gracias a Dios,había encontrado un estilo propio que se fué imponiendo desde mi debut.
Eran épocas de gran competencia radial. No existían las radios FM, y a esa hora, las tres emisoras de la ciudad contaban con locutores y animadores renombrados que tenían su propia audiencia y había que pelearla para que el programa funcione y los auspiciantes no claudiquen.
Pipo Palacios había logrado cumplir uno de sus más anhelados sueños y su nombre se fué imponiendo de a poco y hasta hoy, felizmente cada programa, producción o pieza radial publicitaria que realizo tiene buena aceptación y reconocimiento.
Al "Musical de Divanlito", le siguieron otros con diferentes títulos y horarios, siempre en la misma emisora. Ya estaba en el primer tramo de esta carrera apasionante. De aquí en más, solo me restaba lo más difícil;luchar para mantenerme en el aire.
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