Siempre había admirado a ese grande del cine llamado Luis Sandrini. Con Lucy veíamos todas sus películas. Don Luis, era capaz de hacer llorar y reir al mismo tiempo. Ese actor que protagonizó más de 80 filmes, aparecería repentínamente en mi vida para convertirse en un querido amigo. Recuerdo que el señor Tiberio, representante de Luis Sandrini, su esposa Malvina Pastorino y la familia Carreras, se acercó una tarde a nuestra agencia para que promocionemos una obra de teatro que se presentaría en el Teatro Municipal, el principal coliseo de Bahía Blanca. Hicimos la campaña publicitaria y las funciones del viernes , sábado y domingo, fueron un lleno total. Días antes de la presentación de la compañía, le hice una nota radial en vivo a Luis, Malvina y Mercedes Carreras que estaba con su esposo Enrique, director de la obra. Al finalizar esa entrevista, Luis me dice; ¿Pipo,que tenés que hacer esta noche? Me quedé mirándolo y le respondí; Nada, ¿Porqué Don Luis?. Porque me gustaría que te vengas a cenar con nosotros al hotel Austral. Por supuesto que acepté sin dudar y esa noche, yo estaba compartiendo una mesa junto al gran maestro de la escena nacional. Recuerdo que habíamos quedado solos en el restaurante del hotel y Luis y yó no parábamos de reirnos. Ambos teníamos la sensación de habernos conocido anteriormente o en otras vidas, porque hacíamos un juego donde inventábamos situaciones insólitas que nos hacían reir a carcajadas y hasta llorar de risa.
Al despedirnos, Luis me dió un abrazo casi eterno y me dice; "Pibe, no te alejes de nosotros, sos un amigo y a partir de ahora, hombre de confianza".
Y así fué, porque me convertí en publicista y responsable de prensa de la compañía Sandrini-Carreras y manejé las promociones de la misma en todas las exitosas actuaciones que tuvieron en Bahía Blanca.
En verano, Luis, Malvina, los Carreras y el resto del elenco hacían temporada teatral en Necochea y hacia allá íbamos con Elvira y Virginia a pasar gratísimos momentos con esa gente que además de ser excelentes actores, eran seres humanos muy sencillos y por sobre todas las cosas, buena gente.
En el casino de Necochea, al terminar su función, Luis me pedía que lo acompañara a la sala de juegos, me cargaba los bolsillos con fichas y me decía; "Tirálas arriba de la mesa, así perdemos rápido y nos vamos a un reservado a tomar un whisky doble".
Luis tenía problemas de salud. No podía fumar ni tomar alcohol, pero en esas "escapadas", disfrutaba trasgrediendo las indicaciones médicas bebiendo moderademente y fumándose algunos cigarrillos.
Los 15 días veraniegos que pasábamos junto a Luis y Malvina, eran un verdadero recreo. Ambos nos cargábamos de energía haciendo el juego de las situaciones disparatadas o imaginando personajes de ficción. Fuera del escenario, Luis era una persona muy seria y responsable, acostumbrada a firmar autógrafos a todo aquel admirador que se le acercara. Cuando caminábamos por la calle o entrábamos a un restaurante, era frecuente que le digan; "No se muera nunca,Don Luis".
Un año y medio antes de su muerte, Luis me pidió que lo acompañe en una gira teatral que comenzaba en New York y seguía por toda Latinoamérica.
Su propuesta consistía en que además de ocuparme de la publicidad y prensa, también interpretara un papel simple como actor. De esa forma, cobraría dos sueldos en dólares con todos los gastos pagos.
Le confesé; "Mire Don Luis, le comento que yo probé alguna vez ser actor y soy un desastre, no memorizo las letras y en las partes dramáticas me río como un imbécil". Luis sonrió y tomándome de los hombros me dice; "Pipo, vos sos un cómico en potencia, si me hacés reir a mí cada vez que nos encontramos, ¿te imaginás cuando estémos juntos en un escenario?.
Conservo las cartas que me enviaba Luis, como uno de otro de mis grandes e irremplazables tesoros. Lamentablemente, no pude aceptar su ofrecimiento, porque nuestra agencia requería mi creatividad y presencia permanente y la gira duraría unos 6 meses.
Al tiempo, Luis, en una de nuestras extensas charlas telefónicas, me comenta que su salud le estaba jugándo una "mala pasada" y no le permitía hacer la gira . La obra programada se presentó en nuestro país y el rol que yo tenía asignado, lo interpretó Juan Alberto Mateyco.
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